Bandas sonoras de videojuegos, series mangas y
películas mangas conforman el singular repertorio de la camerata
Éxtasis, de Pinar del Río. Foto: Jesús Arencibia Lorenzo.
Liván Labrador y el éxtasis de la música
9 / enero / 2020
Es 26 de diciembre, últimos aires del 2019. Son las 8:00 de la noche y la calle Martí, principal arteria de Pinar del Río, está casi desierta. En los pocos centros gastronómicos que tienen servicio nocturno, el aburrimiento parece ser el más fiel cliente. Sin embargo, una silenciosa pero continua peregrinación hacia lo empinado de la calle, cerca del Parque de la Independencia, inquieta la vista del observador curioso. ¿Habrá alguna boda en el Palacio de los Matrimonios? ¿A estas horas?
— Va a tocar la Camerata de Liván, le oigo decir a un señor grueso y calvo en respuesta a un custodio intrigado.
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Labrador y Morales, sus dos apellidos parecen cincelados a la medida. Todo lo ha logrado labrando y con la rectitud moral como estandarte. La de él es violín, una de las especialidades largas, me dice, y rápido aclara que la otra de amplio espectro es el piano. Desde tercer grado de la escuela primaria, en la década de 1980, comenzó su preparación. Excelente formación, precisa. Venían hasta profesores de la Unión Soviética a impartir lecciones a los niños de la Escuela Vocacional de Arte en la más occidental provincia cubana.
Después, la Escuela de Superación —hoy lamentablemente desaparecida— también con magníficos docentes. Apenas con 14 años, y en virtud de una disposición ministerial de Armando Hart, entonces Ministro de Cultura, se convierte en integrante de la orquesta del Teatro Lírico Provincial. “El problema era que no había cuerdas en la provincia, por eso nos autorizaron a entrar sin tener la edad”, evoca.
Hasta hoy, o sea, ha pasado 28 años en ese espacio que tanto respeta y quiere. “El teatro musical es para mí lo más difícil y técnico, ahí coexiste todo: plástica, danza, actuación, ballet, música, y eso me ha dado un bagaje muy grande, que agradezco”.
Aunque no ha se limitado a ese ejercicio. Como contó en una entrevista de 2017; paralelamente estuvo en el septeto tradicional Cauce, con el cual se presentó en Colombia; integró el colectivo de la trovadora Yamira Díaz, luego el conjunto Vueltabajo, con Michael Boza; laboró intensamente con Miriela Mijares y se sumó a varias orquestas típicas.
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Las sillas que colocaron en el amplio salón del palacio no alcanzan. Más de un centenar de personas. Al frente, elevados apenas un escalón, formando una herradura, los 11 integrantes de la Camerata Éxtasis. Cada uno con su instrumento, el atril y la partitura. Sale el maestro. Aplausos. Y cuando la batuta comienza a tejer el aire, en una pantalla lateral inician las proyecciones de series mangas.
El programa lo abre “The Twilight Princess”, una parte del videojuego “La Leyenda de Zelda”. Luego, del maestro Hayao Miyazaki, “La Princesa Mononoke”, con música de Joe Hisaishi. Le sigue una suite de varios Zeldas y “El castillo en el cielo” del formidable dúo Miyazaki-Hisaishi.
La mano “embatutada” de Liván por momentos parece una aguja loca, por momentos una tímida culebra. Mientras, la izquierda, por lo general, abanica suavemente el aire, como si quisiera deletrear con los dedos la estremecedora partitura. A veces el cuerpo, alto, delgado, medio encorvado, se para en las punteras de los zapatos; otras reposa algo hacia atrás y una de las punteras se mueve frenética como dándole a un pedal de alta costura.
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Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), luego su vicepresidente y presidente de la sección de música, el ambiente artístico en el que fue imbuyéndose le permitió conocer de otros géneros: música popular bailable, trova, etc. “Estuve en septetos, fui Director de la orquesta Ases del Ritmo (una charanga danzonera) y ya cuando comienza el nivel medio en la provincia, alrededor de 2001-2002, Beatriz Marsel, una gran profesora nuestra, me llamó a hacer las prácticas adjuntas con alumnos del nivel medio. Y comenzamos a preparar al unísono temporadas de concierto”, rememora.
De esos grandes conciertos fueron casi 10 años, comenzando en 2005; acompañados muchas veces de agrupaciones y solistas del territorio: cuarteto (hoy quinteto) de saxofones Arsis, cuarteto vocal Universo, Banda Provincial de Conciertos, Banda de Conciertos de Consolación del Sur, grupo Resurection, Coro Polifónico, los solistas María Antonia Lóriga, La Mora, solistas y cantantes del Teatro Lírico… fecundo periodo que se expandió hasta 2014. Entre las figuras de relieve nacional que lo acompañaron alguna vez con poesía: Carlos Ruiz de la Tejera (Premio Nacional del Humor) y Héctor Quintero (Premio Nacional de Teatro).
Paralelamente, durante algún periodo integró el claustro de la Escuela Provincial de Instructores de Arte, donde fue jefe de la cátedra de Piano. Allí reafirmó su vocación pedagógica y su orgullo mayor: incidir en el nacimiento y crecimiento de otros artistas.
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En la primera fila, a la izquierda, dos pequeñas que apenas se llevan un año y unos pocos centímetros de estatura, con primorosos vestidos de colores blanco y rosado, no se pierden ni un movimiento del director. La más diminuta, sobre las rodillas de su abuela, agita las manos como si ella también dirigiera la Camerata. Son Verónica y Vanessa, las niñas de Liván y Yessenia. Hiperactivas. Preciosas.
Aprovechando una pausa, el Maestro se disculpa por no haber podido imprimir el programa de la noche, pero a la gente le importa poco. Están disfrutando de lo lindo y responden con aplausos. Un teléfono impertinente pretende interrumpir una de las piezas, ni un pelo de la pequeña orquesta se descoloca.
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Desde 2015 comenzó el multifacético músico a fraguar la idea de un conjunto propio. “Empecé por un quinteto de cuerda, después se sumó un cuarteto de viento, y dio como resultado esta orquesta de cámara o camerata. Ese término la gente suele comprenderlo como orquesta de cuerdas, sin tener en cuenta que lo de cámara viene por el espacio en que toca, no por el formato. Se remonta a las antiguas orquestas que estaban en la cámara del rey, para deleite del monarca”.
“Estuvimos más de un año en trámites de papeles, demasiado engorroso todo: no querían asumirlo como música de cámara ni de concierto, que si el formato, que si el repertorio, hasta que finalmente logramos inscribirla como Agrupación de Música Popular, para que pudiera salir. Fue la fórmula viable que se encontró. Otra vez con asesoría y apoyo generoso de Beatriz Marsel. Era enero de 2017”, recuerda el concertista.
Cuando le dieron la noticia de que ya eran legalmente una agrupación, se puso el emprendedor a pensar: ¿y ahora qué hago?, ¿por dónde encauzo el repertorio? Y colocó como público meta a los jóvenes. Entonces se enfocó en las bandas sonoras de videojuegos, series mangas y películas mangas, un producto que los más nuevos están consumiendo mucho; y del que él mismo ha sido un fiel seguidor.
“La idea —me cuenta mientras dialogamos en la Biblioteca provincial— era hacerles llegar la música que ellos están consumiendo incidentalmente, pero de manera directa, y en vivo. Supuse fuera atractivo. Y al parecer no me equivoqué”.
En diciembre del propio 2017 dieron el primer concierto. Un éxito.
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Liván cierra muchas veces los ojos, sin embargo, sus muchachos lo siguen como si la mirada jamás perdiera el punto de contacto. Anairis y Melany-violines; Maybel La Rosa-viola; Marcia-chelo; Luis Alejandro-saxo barítono; Leydi-trompa; Sheilan-fagot; Marelis-clarinete; Yazmín-oboe; Yessenia (su esposa)-flauta; Jorge Luis-percusión. Y Humberto como productor del conjunto.
Casi todos fueron sus alumnos. Y en cada etapa les ha intentado inculcar la importancia de sentir la música, de ser conscientes del instrumento diferenciado que tienen en sus manos, del don, ajeno a lo que se puede impartir en una academia, del que son portadores.
“A nivel de montaje de una obra, cada uno tiene un color y temperamento específico para tocar su instrumento”, me dirá después, cuando conversemos.
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Al concierto de 2017, siguieron participaciones en disímiles actividades y espacios como agrupación invitada; otro concierto en 2018 y dos en 2019, estos con que cierra el año. ¿Cómo se las arreglan con la producción, en un contexto como el nuestro?, inquiero.
“Cuando hice el estudio técnico sobre la orquesta posible siempre tuve en cuenta que vivimos en un país con carencias disímiles y sin perspectivas inmediatas de poderlas resolver. Y encima, que la música de nosotros no es muy comercial. Siempre pensé en no atarme a un piano o a instrumentos eléctricos. Todos los que tenemos son de fácil transportación (ya ni siquiera hay contrabajo), los atriles, ligeros y plegables, los llevamos igualmente nosotros. Y así vamos con todo al hombro a cualquier parte. Solo necesitamos 11 sillas y una iluminación suficiente para ver la partitura. Plantamos como buen cubano en cualquier tinglado y hacemos lo nuestro”.
Éxtasis es una orquesta no presupuestada, sino comercializada, o sea, ganan por lo que hagan cada mes. Eso, por supuesto, complejiza el trabajo. Gracias a la Dirección Municipal de Cultura en Pinar del Río disponen de un pequeño presupuesto para una peña mensual en la sede de la AHS. Y ahora mismo Liván está iniciando coordinaciones para otra presentación fija en el Palacio de los Matrimonios. No solo para ellos, sino también para otras agrupaciones de la provincia.
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El palacio pinareño, antiguo liceo femenino, que no muchos identifican como espacio propicio para la música, se nos revela esta noche como sitio ideal para este tipo de conciertos: pura acústica, sin estridencias, para endulzar los oídos.
En el trabajo de una orquesta —me confesará más tarde el Director, siguiendo un axioma— se escucha a todos y se crean lazos afectivos con todos, pero a la hora de ejecutar, no hay democracia posible: los músicos deben dejarse guiar, para que las diversas fuerzas halen hacia a un mismo lado.
“InuYasha”, saga de videojuegos de “Final Fantasy” es la pieza que sigue en el repertorio. Continúa “El castillo ambulante” de Miyazaki-Hisaishi; Super Mario, un clásico de videojuegos; “Aria di mezzo carattere”, también de “Final Fantasy”. Y para el cierre —fuera de programa y de la órbita manga— la banda sonora de la muy seguida serie “Juego de tronos”. La Camerata prueba su nombre: Éxtasis.
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En 2020, vislumbra el Director, quieren acompañar a músicos solistas, para que se vea que la agrupación igualmente puede desdoblarse junto a guitarristas, cantantes populares, trovadores, etc. Quizá sea el momento de probar algo de lo que él mismo tiene compuesto.
¿Qué obstáculos ve en lo inmediato este apasionado? “Lo hemos dicho en muchos lugares, y ahora con más fuerza desde mi puesto como vicepresidente de la UNEAC provincial: hay que lograr espacios caracterizados en Pinar; que uno pueda salir a la calle y sepa que en determinados sitio y días puede escuchar indistintamente trova, música de concierto, boleros…
“También debemos mejorar la divulgación, que no funciona como podría desearse. A veces ni uno mismo, que está dentro del movimiento artístico, se entera de actividades. Hemos ideado crear algún tipo de marquesina o estructura vertical, en las que se puedan pegar convocatorias, avisos, etc”.
—Pero otros géneros (reguetónicos), tienen carros con altoparlantes anunciando sus presentaciones por toda la ciudad…
—Así es, pero nosotros no podemos llegarle al carro.
—A veces uno se deja llevar por el estereotipo de que esta clase de música “culta” no tiene nada que ver con la estrepitosa realidad cubana…
—El público crea avidez por lo que le cultivas. La gente se siente agradecida de que existan estas creaciones. Lo he experimentado con el Teatro Lírico, que tiene sainetes, zarzuelas, que no han variado en muchísimo tiempo y aún tantas personas las siguen solicitando.
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Ha sido solo una hora, pero de tiempo elástico, que al ritmo de cada pieza se ha expandido o contraído en los ojos atentos. Días después, cuando me encuentre con Liván para entrevistarlo, me regalará una de sus máximas, aprendida de un gran maestro: la batuta es el único instrumento que no suena; pero a través de ella el Director toca su propio y gran instrumento: la orquesta toda.
Vanessa y Verónica, ya libres, corren hacia mamá y papá. Los amigos se despiden. Calle Martí abajo muchos buscan la parada de la ruta 6. A ver cómo se regresa a casa, porque en estos días, una vez más, hay recorte en las frecuencias de ómnibus.
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