A finales de 2021, el destacado documentalista cubano y director de televisión Juan Pin Vilar me dijo con emoción que la película, que se llamaría La Habana de Fito, estaba cogiendo forma y que cada vez se parecía más a lo que él esperaba.
Juan me anunciaba a cada rato que el documental le gustaba, que había encontrado más cosas, que se veía distinto, que sonaba mejor.
La Habana de Fito de Juan Pin Vilar es célebre sin haber llegado a las salas de cine. Su transmisión, sin permiso del director ni del productor del audiovisual, en el espacio Espectador crítico, de la televisión cubana, fue un escándalo cultural dentro y fuera de la isla.
Era esperable la censura al documental. Fito Páez habló con Juan Pin de sus experiencias en Cuba y de política. No es una entrevista sobre la relación de Fito con el poder en nuestro país, pero lo que muestra fue suficiente para la susceptible maquinaria del autoritarismo cubano.
Ahora, decenas de realizadores cubanos se han organizado, crearon una asamblea, existe un apoyo enorme al equipo de La Habana de Fito y los dirigentes tuvieron que sentarse a conversar sobre lo que han hecho y, tal vez, sobre lo que van a seguir haciendo, porque es su naturaleza.
Como siempre, detrás de la información pública hay más. ¿Qué viven quienes hicieron el documental?, ¿cómo asimilan el ataque oficial a la obra?, ¿se sienten acompañados por la organización espontánea de cineastas e intelectuales de distinto tipo?
Estas preguntas y otras se las hago ahora a Juan Pin Vilar. He sufrido mucho con él desde noviembre de 2020, y él me ha dado la seguridad de su cariño inesperado.
La audiencia quisiera saber varias cosas; estas son las respuestas del director del documental.
¿Creíste que La Habana de Fito sería un documental conflictivo para los estándares de la censura cubana?
Mientras filmo no me planteo la censura como una búsqueda. Me concentro en lo que quiero narrar y, dentro de la narración, en lo que quiero decir. No me importan los censores. Estoy acostumbrado a lidiar con ellos y a no ceder. Pensé que sería polémico, pero no censurable.
Prestar atención a los límites que impone la censura es rebajarse como creador y darle espacio a lo mediocre y lo dictatorial. Los únicos límites que acepto me los impone el sentido común y el respeto absoluto por causas universales como el antifascismo, la lucha contra la homofobia, el antirracismo, etcétera. No existe una sola obra mía que sea lesiva a Cuba y a su historia.
¿Cómo le contaste a Fito este barullo? ¿Cómo lo han vivido juntos?
Sencillo. Sin aspavientos. Él ha estado al tanto del documental desde la idea, porque son sus testimonios y mi punto de vista unidos en una obra. Nunca me pidió que cambiara nada, nos respetamos mutuamente.
Cuando prohibieron la exhibición del documental en El Ciervo Encantado, le envié la nota de El Ciervo, después los textos de Gustavo Arcos, Fernando Pérez y Luis Alberto García. Más tarde su propio equipo y él contactaron conmigo y con el productor, Ricardo Figueredo, y fueron nutriendo su curiosidad.
Él está en plena gira y yo en pleno debate. Comprenderás que lo ocurrido no es su prioridad ni enterarlo la mía. Lo importante y esencial sí lo conversamos. Sobre todo, cuando un viceministro, muy menor en cualquier sentido, intentó contactarlo pasando por encima de nosotros. Eso fue lo que realmente lo ofendió. No es posible que, en pleno siglo XXI, el Gobierno cubano pretenda que un artista lo apoye en un acto flagrante de censura de una obra y linchamiento mediático a su creador.
¿Cómo han quedado tú y el equipo después de este bochorno producido por la administración, que nunca nos decepciona y que siempre cumple como mediocre destacada?
Entre atónitos y enojados. Mis amigos y mi familia con mucho miedo. Varias veces tuve que explicarles a mis hijas que no iba a ser detenido. Aunque en algún momento me asustó la ferocidad con que tuitearon algunos muy mediocres y de alta jerarquía política y pensé que podrían meterme preso.
Agradezco la solidaridad indirecta de Silvio Rodríguez, José María Vitier y Jorge Fuentes. Esas tres personas me conmovieron porque tengo puntos de vista diferentes con ellos en cuanto a la política y al Gobierno, pero nunca sobre la Patria.
Si toda la campaña que, obviamente, tenían preparada con el objetivo de criminalizarme y separarme del pensamiento revolucionario y patriótico no tropieza con muros de ese tamaño, no me caben dudas que yo estaría preso.
¿Cuál es la cronología de hechos que llevaron a la censura y ataque frontal del documental y sus realizadores?
La cronología empieza en la guerra de los emails en 2007 y mi negativa a aliarme con un sector de la cultura que estaba interesado en desviar la atención y falsear la narrativa de la historia cultural en la Revolución cubana. Ese es el germen de la campaña tan brutal desatada por algunos tuiteros contra el documental y contra nosotros.
Luego, el 27 de noviembre de 2020 me puse otra vez del lado de lo justo. Fue otro golpe para ese sector peligroso que todavía tiene influencias en las instituciones culturales cubanas. En ese sentido, el primer texto de Fernando Pérez es brillante.
Han estado 15 años cazándome la pelea. Por suerte son ciegos y menores. Ellos sí no están «a la altura del conflicto». Han estado colocando a Cuba y la cultura debajo de una luz desfavorable ante la opinión pública. Si el argumento es que existe una campaña contra Cuba, cómo es posible que se censure un documental sobre una figura mediática como Fito, que iba a ser exhibido en una salita de un grupo de teatro, en un lugar desconocido de un barrio habanero.
Lo otro son los oportunistas de siempre, los aliados de la mediocridad que se dicen artistas o cineastas y por detrás comulgan con funcionarios a cambio de posibilidades y presupuestos. Esos me persiguen desde finales de la década de los ochenta; son un invento de la burocracia.
A raíz de lo que ocurrió con el documental, ¿cuál seguirá siendo el rol del Fondo de Fomento del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) para la producción de cine independiente cubano?
No sé. Es un espacio importante y positivo, por eso nunca lo menciono, a pesar del rol tan cobarde que han jugado en nuestro caso. Además, según Fernando Rojas, el Fondo fue quien entregó la película para que la exhibieran en televisión.
¿Crees que el apoyo de cineastas y cientos de intelectuales sirva para «ganar» tu caso, política y jurídicamente?
Quisiera que ese apoyo, que agradezco, no se enfoque en mí, ni siquiera en el documental. La obra se defiende por sí misma. Lo que hay que apoyar es un hecho inédito en la cultura cubana pos-59. Los jóvenes de ahora son inclusivos y no discriminan a los que se fueron a vivir a otras geografías. Esa hermandad debemos defenderla todos, con independencia de nuestras ideologías o colores políticos.
Nunca en la historia de la Revolución cubana se ha tenido un escenario tan propicio para la inclusión. Ese es el gran ejemplo hacia la ciudadanía, «con todos y para el bien de todos». Porque eso derrumba los conceptos de «fulano se fue» y «mengano se quedó».
¿Cuáles son tus planes ahora con el documental? ¿Podrá verse en Cuba y fuera la última versión?
El documental recorrerá los festivales que pueda, como cualquier otro filme de cualquier otro director. No creo que lo envíe al de La Habana, no confío en ellos. No sé qué daño puedan hacerle al documental si los presionan.
¿Demandarás al Instituto de Información y Comunicación Social (antes ICRT)?
Recién me planteo muchas posibilidades legales, no tengo nada decidido. Haré lo que más sirva para que los jóvenes comprendan que Cuba es y debe ser independiente y soberana, y también libre de esta decadente y tramposa burocracia.
comentarios
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Josue fernandez
He leído sobre las censurar de cultura en diversas plataformas, sobre el documental no lo he visto , sobre de que se trata estoy muy ausente. Pero de los tratos de dirigentes y censura en la cultura si estoy informando, este es un flagelo natural de la ignorancia, solo fuerza y poder.