El reciente informe Indicadores seleccionados del Turismo enero – junio 2023, publicado por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), confirma lo que ha sido tendencia en los últimos años —incluso antes de la pandemia—: la llegada de visitantes internacionales está muy por debajo de la disponibilidad hotelera en el país. En otras palabras, hay muchas más habitaciones de hoteles que turistas para llenarlas. Sin embargo, eso no frena la apuesta hotelera del Gobierno de Cuba ni la construcción de nuevos inmuebles.
En los últimos seis meses la tasa de ocupación hotelera fue de un 27.9 %; por tanto, de cada 10 habitaciones unas 7 no han sido ocupadas por turistas internacionales. El dato, si bien ha crecido con respecto al mismo período de 2022, está lejos de ser un buen indicador. Ni en los mejores años se ha logrado sobrepasar la cifra media del 60 % de ocupación. Sin embargo, el número de habitaciones sigue en ascenso.
En la recién concluida Feria Internacional de Turismo (FIT) de La Habana, en mayo de 2023, el primer ministro y exministro de Turismo, Manuel Marrero Cruz, dijo que en la actualidad el país cuenta con más de 81 000 habitaciones para la actividad hotelera. Una cifra en aumento, coherente con los hoteles recién abiertos. Desde 2022 se han inaugurado ocho hoteles y se espera que antes que concluya 2023 al menos otros cinco completen la lista de nuevas aperturas.
Lo preocupante de los datos es que el dinero que se utiliza para el desarrollo del sector hotelero es fundamentalmente cubano, en detrimento de otros sectores. Aunque no se sabe con exactitud cuánto ha costado cada uno de los nuevos proyectos ni cómo han sido financiados, queda claro que es una prioridad en las inversiones del país.
¿Es viable desde el punto de vista económico seguir invirtiendo dinero público en el sector hotelero cuando la oferta existente supera considerablemente la demanda? ¿Quién sigue construyendo nuevos hoteles y por qué?
No están todas las respuestas, pero los datos han sido analizados para intentar comprender cuál es el sentido de mantener estas decisiones.
El turismo no ha tenido la recuperación esperada
El ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda, reconoció que «la recuperación ha sido difícil». El país no cumplió con los 1.7 millones de visitantes planificados para 2022, cifra que había sido reducida de la aspiración inicial de 2.5 millones. Según la opinión de varios especialistas, este año probablemente no se llegue a la meta planteada por las autoridades de 3.5 millones de turistas. Hasta el primer semestre habían arribado al país 1 298 539 visitantes internacionales, una recuperación de solo un 50 % con respecto a 2019.
La ampliación del turismo y su posicionamiento en el mercado internacional no depende solo de la capacidad hotelera. Intervienen otros factores, entre ellos, la disponibilidad de conexiones aéreas, la calidad y el precio del servicio, la competencia con otros mercados en el área.
Durante el balance anual del Ministerio de Turismo (Mintur), Marrero reconoció entre los problemas del sector en 2022 que «ha existido un grupo de afectaciones a la calidad, fundamentalmente por la falta de alimentos y bebidas e insumos, el deficiente servicio, las insuficientes actividades de ocio y entretenimiento en los polos turísticos, la falta de mantenimiento en las instalaciones y el inestable servicio de Internet».
Cubanos residentes en el exterior: los segundos «turistas» que más vienen
Los años 2017 y 2018 se registran como los de la «explosión» del turismo estadounidense no cubano. Excepto esos dos, desde 2010 en las cifras de la ONEI consta la comunidad de cubanos que residen fuera de la isla como el segundo «mercado emisor» de turismo a Cuba.
Se les considera turistas por ser «personas que visitan un país diferente de aquel en el que tienen su lugar de residencia habitual por un período no superior a un año, con la finalidad de ocio, recreación, negocios u otro motivo personal, y no el de ejercer una actividad remunerada en el país visitado».
Si bien técnicamente es correcto, es cuestionable que se hable de un alza del turismo internacional si en lo que va de 2023 esta comunidad representa el 13.5 % de los visitantes y no es un comportamiento exclusivo del año.
Canadá se mantiene como el principal emisor de turismo a Cuba, hecho que ha promovido y aprovechado muy bien la compañía canadiense Blue Diamond, una de las gerencias extranjeras que más hoteles administra en el país.
Es curioso que el gobierno canadiense haya emitido una alerta para los viajeros donde describen la situación del país y, en particular, llama a extremar la precaución debido a la escasez de artículos de primera necesidad, incluidos alimentos, medicinas y combustible. Esto podría no tener una repercusión en el turismo, pero es la primera vez que ocurre y constituye un antecedente que podría desalentar a que los canadienses elijan Cuba como destino.
Le sigue Estados Unidos, a pesar de las restricciones del Gobierno estadounidense. Sin embargo, mientras se mantenga la actual política entre ambos Gobiernos difícilmente se pueda aspirar a los números de 2017 y 2018. Algo que podría significar un verdadero cambio en el turismo del país y un sector al que muchos miraron ansiosos desde la isla caribeña.
Recientemente, la aerolínea JetBlue anunció que suspenderá sus vuelos a Cuba a partir del 17 de septiembre y también lo han decidido otras dos aerolíneas estadounidenses: United Airlines y Delta Air Lines, al menos de manera temporal. Reconocieron una caída en la demanda, lo que las obligó a reducir el número de vuelos. También la aerolínea española Iberia reducirá su frecuencia de vuelos entre Madrid y La Habana a partir de septiembre.
Luego aparece Rusia, que llegó a estar en la primera posición en 2021, durante la pandemia; pero que después de la guerra con Ucrania ha disminuido su presencia en la isla. Además, un informe reciente de la Asociación de Operadores Turísticos de Rusia (ATOR) calificó Cuba como uno de los mercados más caros para los turistas rusos. La organización prevé que en otoño-invierno (la temporada alta del turismo en Cuba) los turistas rusos que quieran relajarse en el mar elegirán sobre todo Tailandia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.
Otros mercados, como el europeo, es bastante exigente y lograr atraerlo a Cuba implica grandes esfuerzos que trascienden la capacidad hotelera.
Casas particulares y habitaciones fuera de orden
Además de la oferta hotelera en el país, hay otras opciones disponibles de hospedajes turísticos en manos de privados. Según datos de 2017, en el país existían unas 21 000 casas de rentas que abarcan todas las provincias del país y con precios, por lo general, inferiores a los hoteles.
Si bien el número puede haber disminuido tras la pandemia y la situación económica del país, las casas particulares constituyen una competencia para los hoteles. Muchos turistas las prefieren no solo porque puede resultar más económica, sino por el trato más familiar y por la oportunidad de vivir una experiencia más cercana a la vida cotidiana del país.
Por otra parte, una cifra preocupante con respecto a la disponibilidad hotelera son las habitaciones fuera de orden. Se consideran en esta categoría aquellas habitaciones que no están en uso en instalaciones turísticas porque tienen algún desperfecto o problema con los servicios que brinda la instalación. Puede ser mal funcionamiento del aire acondicionado, algunas llaves de agua que no funcionen bien o cualquier otro elemento que no garantice el confort a los huéspedes.
En mayo de 2019 había en el país 7 000 habitaciones «fuera de servicio», dijo entonces a la prensa José Daniel Alonso, director general de Desarrollo, Negocios e Inversiones del Mintur. Cuatro años más tarde el problema no se resuelve.
«A pesar de que durante la etapa de la COVID-19 se realizó un plan de inversión en las instalaciones hoteleras, el 13.2 % de las habitaciones físicas se encuentra fuera de orden», explicó el ministro a los diputados en julio de 2022.
Esto significa que mientras se siguen construyendo nuevas instalaciones, una parte importante de las capacidades disponibles están inutilizadas cada año.
Los hoteles que hoy funcionan
En Cuba hay como mínimo 400 hoteles. El número exacto es muy difícil de precisar porque cambian de nombre, se unen o se separan instalaciones en dependencia de quien las comercialicen, hay áreas exclusivas, cierran por mantenimientos o cambian de administración, etcétera.
Dentro de esta variedad hay hoteles emblemáticos y otros nuevos, con diferentes categorías, tamaños y dirigidos a diferentes «segmentos de mercado». Que haya variedad para todos los gustos es algo óptimo: de ciudad, de playa, de naturaleza.
Sin embargo, las cadenas hoteleras cubanas Gran Caribe, Cubanacán, Islazul y Gaviota no tienen iguales posibilidades. La única de ella que construye nuevos hoteles es Gaviota, perteneciente al emporio militar GAESA. Además, cuenta con el 76 % de todos los hoteles cinco estrellas del país.
Para el primer ministro cubano, una de las estrategias para el desarrollo del sector es invitar a compañías hoteleras internacionales a gestionar nuestros hoteles. Estas son quienes les ponen nombre y prestigio internacional. Además, promueven el destino Cuba, atraen a sus mercados y les brindan mejores experiencias a sus clientes porque los conocen. Las compañías extranjeras son importantes no solo porque velan por la exigencia en los servicios, algo en lo que Cuba no logra por sí sola; sino porque asumen compromisos de ocupación y es su responsabilidad atraer a los huéspedes, sobre todo extranjeros.
Durante la FIT 2023 en La Habana, Marrero actualizó la cifra actual de cadenas extranjeras. Dijo: «ya son 18 gerencias extranjeras con 113 contratos de administración y comercialización hotelera que operan el 65 % de nuestra planta hotelera. Además, existen 24 empresas mixtas constituidas, que operan unas 5 000 habitaciones». Una relación de dependencia bastante alta, que implica ganancias compartidas, para un sector estratégico que representa el 7,6 % del Producto Interno Bruto.
Las cadenas hoteleras más antiguas en el país son las españolas Meliá e Iberostar, con más de 30 años de experiencia en Cuba y con unas 35 y 18 instalaciones respectivamente en distintas zonas del país y de conjunto con las diferentes cadenas cubanas.
La cadena canadiense Blue Diamond Resorts es la segunda más importante en el país y a quien se le concedió la administración en exclusiva del destino turístico Cayo Largo del Sur y un permiso exclusivo de importación de sus recursos. Hasta mayo de 2023, Blue Diamond Resorts tenía 28 hoteles de distinto tipo en Cuba.
Otras cadenas como Barceló, Blau, Be Live (Globalia) o ROC se mantienen en Cuba y también otras con mucho menos tiempo como la empresa singapurí Banyan Tree Hotels Resorts, el grupo indio MGM Muthu Hoteles o la cadena de Singapur Archipiélago International con una rápida expansión de la mano del grupo Gaviota.
Sin embargo, por el país han pasado otras que han abandonado sus operaciones por distintos motivos, entre ellos la falta de rentabilidad o diferencias con la parte cubana como Riu Hotels & Resorts, Accor, el grupo Posada, Labranda, Marriot.
A pesar de las irregularidades con la llegada de turistas o de los problemas internos del país, Cuba se vende como una oferta tentadora para las cadenas extranjeras que buscan ampliar sus mercados, sobre todo con instalaciones nuevas y en lugares prácticamente vírgenes. Es por ello que aparecen nuevas cadenas dispuestas a entrar en el país, como la hotelera portuguesa Vila Galé, que tiene prevista su primera apertura en octubre de 2023.
Si algo sale mal, o no funciona bien, se intenta con otra.
No todos los hoteles son iguales, hay que hablar de Gaviota
Los polos turísticos están segmentados y hay zonas donde exclusivamente opera una de las cuatro cadenas cubanas. Eso viene de una antigua distribución de la forma en que se repartió el pastel. Con excepción de La Habana y Varadero, el resto del país tenía un dueño.
Los números totales no siempre son suficientes para hacerse una idea real del aporte del turismo. La llegada de visitantes siempre deja ingresos al país, pero no todos los visitantes dejan la misma cantidad de ingresos.
Frank Oltuski, vicepresidente de Mercadotecnia de Gaviota, dijo durante la Feria de Turismo 2023 que esta empresa constituye la más importante del trabajo de los viajes en la isla y acapara más del 50 % de la actividad turística en el archipiélago. Además, contó: «de unas 400 habitaciones que teníamos en 1995, hoy tenemos más de 30 000. Teníamos en aquella época un desarrollo centrado en La Habana, Varadero y Holguín. Hemos abierto nuevos destinos, como los cayos de Villa Clara, las operaciones en Jardines del Rey y las últimas aperturas en los cayos Cruz y Paredón al norte de Camagüey y Ciego de Ávila».
Hablar de la industria hotelera cubana significa necesariamente hablar de Gaviota, porque es la empresa que tiene presupuesto e independencia para decidir sobre nuevos proyectos constructivos y para atraer a gerencias extranjeras de alto nivel. Como se demostró en una investigación anterior de elTOQUE, la empresa no acepta inversión extranjera para sus proyectos.
En el caso de las otras cadenas cubanas, necesitan recurrir a la inversión extranjera para la modernización de su planta hotelera y se oferta como parte de la cartera de oportunidades del país. En muchas ocasiones con gerencias extranjeras que tienen experiencia en el país.
El turismo de alto estándar es la apuesta fundamental de Gaviota, para el que no hay suficiente infraestructura, solo hay en el país cinco hoteles con la categoría cinco estrellas plus. Y si quieren millonarios que vengan a gastar su dinero, para ello necesitan servicios exclusivos, modernos y lujosos.
Por eso, sus proyectos no solo incluyen hoteles, sino también marinas, campos de golf y otras infraestructuras extrahoteleras. Además, no están pensados para el público cubano, como lo demuestran los últimos escándalos sobre la cadena.
¿Se necesitan más hoteles?
En julio de 2022, el ministro de Turismo, Juan Carlos García, justificaba el aumento de instalaciones turísticas al compararlo con el crecimiento del turismo. Entonces explicó que el ritmo de crecimiento de turistas siempre ha sido superior al de habitaciones desde la década del noventa. De 1990 a 2019, el crecimiento de visitantes ha tenido una tasa de 9.1 %, mientras que el crecimiento de habitaciones, un 4.9 %. Sin embargo, esto no significa que ese crecimiento sea justificado y sobre todo esté en correspondencia con la demanda real de habitaciones en el país.
Para el economista Pedro Monreal, quien sigue de cerca el tema, «no se justifica nueva inversión hotelera en un contexto de inseguridad alimentaria. Lo razonable sería modificar el patrón actual de inversión para reasignar hacia el sector agropecuario (y otras actividades también) lo que hoy se dedica a construir hoteles que van a operar con una baja tasa de ocupación», ha expresado en su cuenta en X, antes Twitter.
Las explicaciones sobre por qué persiste la decisión en detrimento de otras necesidades y otros sectores en el país pueden estar asociadas a una visión turística de largo plazo. También se pudiera haber considerado que ampliar el sector inmobiliario da valor al territorio o pudiera ser una estrategia para construir con dinero público instalaciones que de ocurrir un cambio de régimen en Cuba pasarían a manos privadas.
Monreal también apunta otra hipótesis interesante. Explica que, «mediante un esquema de transferencia interna de precios, las empresas transnacionales subdeclaran ganancias en países con altos impuestos (por ejemplo, Europa) y las transfieren a países con bajos o cero impuestos (por ejemplo, Caribe). Para eso se necesitarían hoteles».
En cualquier caso, no es una decisión pensada para el beneficio directo del pueblo cubano y tampoco el Estado ha explicado con claridad los motivos que justifican el crecimiento sostenido e injustificado de instalaciones hoteleras. Mientras, Gaviota avanza en sus proyectos.
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