Como se ha divulgado ampliamente, el próximo domingo 26 de marzo de 2023 son las elecciones para conformar la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en Cuba. Se trata del primer proceso electoral de este tipo luego de la reforma constitucional de 2019. En este artículo expondré algunas consideraciones sobre cuál considero que es el escenario probable para el 26 de marzo, con base en las estadísticas oficiales sobre el comportamiento electoral de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). He decidido usar estas estadísticas porque es la mejor forma de no cometer una indiscreción, y no hay evidencias que indiquen que no son confiables. Además, son funcionales para exponer el argumento central del artículo.

Los electores cubanos eligen a los diputados a la ANPP desde 1993 mediante el ejercicio del derecho al sufragio activo. En 1993 se celebraron las primeras elecciones luego de la reforma constitucional de 1992. A partir de entonces se permitió la participación directa de los ciudadanos con residencia permanente en Cuba en la elección de los delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular y los diputados a la ANPP. La participación en las elecciones generales ha disminuido de forma sostenida entre 1993 y 2018. Sin embargo, la disminución no ha ocurrido por igual, y es posible distinguir dos períodos muy marcados de descensos.

El primero de estos períodos (1993-2008) se caracterizó por una disminución de menos de un punto porcentual entre las primeras elecciones generales con participación directa de los electores y las de 2008. Un punto porcentual fue la proporción en que se redujo la participación de un proceso electoral a otro, y en las elecciones de 2008 se alcanzó una participación superior al 96 % del padrón electoral. En total, la participación en las elecciones para elegir a los diputados a la ANPP alcanzó un promedio de 97.8 % entre 1993 y 2008. 

La cifra demuestra una elevada capacidad de las autoridades para movilizar a los electores. Los niveles de participación se lograron bajo la constante convocatoria al voto unido. Se trata de la posibilidad de que los electores voten por el total de candidatos que aparecen en la boleta el día de las elecciones para asegurar que alcancen un puesto en la ANPP. Asimismo, y con base en las funciones de la participación política en regímenes políticos como el cubano, las estadísticas sirven para argumentar que la participación electoral funcionó como una fuente de legitimidad del Gobierno durante esos años. En resumen, las elecciones para diputados a la ANPP mostraron entre 1993 y 2008 un comportamiento electoral acorde con las aspiraciones de las autoridades cubanas de incentivar la participación política.

Sin embargo, la realidad ha cambiado a pasos acelerados de 2008 a 2018. En 2008, la participación electoral llegó hasta el 96.89 % del total de electores inscritos en el padrón electoral. Pero luego disminuyó hasta el 90.88 % en 2013. Cinco años después, la participación decreció hasta el 85.65 %. En los tres procesos electorales anteriores, la participación electoral cayó más de once puntos porcentuales (Gráfico 1). El ritmo de decrecimiento de un proceso electoral a otro ha oscilado entre el 5 y el 6 %. La tendencia indica una disminución de la capacidad de movilización de las autoridades, así como una pérdida de legitimidad del régimen político en su conjunto.

Gráfico 1 

Participación en elecciones de diputados a la ANPP (1993-2018)

Elaboración del autor con base en los datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información.

Si la tendencia que ha mostrado la participación electoral entre 2008 y 2018 se mantiene, el próximo 26 de marzo de 2023 se esperaría que participe entre el 79 y el 80 % de los electores inscritos en el padrón electoral. No es descabellado pensar que la participación alcance niveles inferiores debido a la compleja situación política, económica y social que atraviesa el país. Si en las elecciones para delegados a las asambleas municipales de noviembre de 2022 la participación fue de apenas el 68.58 %, no asombraría que el venidero 26 de marzo la asistencia a las urnas ronde esa cifra. Incluso, no es descartable que sea menor.

Al deterioro de las condiciones de vida que atraviesa el país deben añadirse tres factores que considero fundamentales y que pueden incidir en la participación del electorado. El primero es que la comunicación de los diputados a la ANPP con sus electores es casi nula. Solo se encuentran durante breves reuniones en centros de trabajo o comunidades antes de las elecciones. Por lo dispuesto en el artículo 197.1 de la Ley de Organización y Funcionamiento de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado de la República de Cuba, los diputados rinden cuenta de su gestión ante la Asamblea Municipal del Poder Popular del territorio por el cual fueron electos, pero no ante los electores que votaron por ellos. 

El segundo es que, en la práctica, los diputados pueden nominarse por circunscripciones diferentes a las de su lugar de residencia, lo cual contribuye a que algunos sean prácticamente desconocidos para los electores. En tercer y último lugar debe considerarse que en la actualidad las fuentes de información de una parte de los ciudadanos cubanos no son solo los medios oficiales, por lo que cualquier llamado al voto unido se enfrenta con un ecosistema mediático más diverso que en años anteriores.

Sea cual sea el nivel de participación el 26 de marzo de 2013, los 470 candidatos a diputados a la ANPP tienen altas probabilidades de ser electos en su totalidad. Pero ello no depende de una elevada participación de los electores. De acuerdo con lo establecido en el artículo 208 de la Ley Electoral, se consideran electos como diputados los candidatos que alcancen al menos el 50 % de los votos válidos. El bajo umbral de aprobación asegura colocar en el órgano legislativo nacional a cada uno de los candidatos nominados por las comisiones de candidaturas.

No obstante, las cifras oficiales sobre la participación de los ciudadanos en elecciones confirman el deterioro de la legitimidad del régimen político en Cuba. No se trata solo de la legitimidad del Gobierno, de la ANPP o del sistema electoral, sino del conjunto de instituciones sobre las cuales se sustenta dicho régimen. Uno que es incapaz de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y de incentivar su participación política.

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