Un piloto cubano, identificado como Rubén Martínez, desvió una avioneta de una empresa estatal y aterrizó en el aeropuerto Dade-Collier, Florida, Estados Unidos el 21 de octubre de 2022. 

No es la primera vez que ocurre un hecho así. En las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado se produjeron varios episodios de robos (para llegar a uno y otro territorio) y secuestro de aviones. Las soluciones legales para asuntos de este tipo han sido diversas. Desde procesamientos judiciales tras la llegada, la devolución de los implicados a su país de origen o la concesión de refugio. 

En el caso de la concesión de refugio por parte de Cuba destaca el de tres ciudadanos americanos pertenecientes al grupo República de la Nueva África; quienes, el 27 de noviembre de 1971, secuestraron un Boeing 727 que volaba desde Albuquerque, EE. UU., a La Habana. Charlie Hill es uno de los miembros de ese grupo refugiado en Cuba. Hill ―según un reporte del corresponsal de la CNN Patrick Oppmann― en 2015 aún se encontraba libre en la isla y deseaba regresar a su país de origen. 

Bajo el sistema de justicia cubano han sido procesados otros ciudadanos norteamericanos que secuestraron o robaron aviones para llegar a Cuba y han sido condenados a pasar tiempo en las cárceles del archipiélago. Es el caso de William Potts, quien en 1984 secuestró un avión que volaba desde Newark hasta Miami, Florida. Se identificaba como el Teniente Espartaco, miembro del Ejército Negro de Liberación.    

Potts forzó al piloto del avión que secuestró a seguir hasta La Habana, bajo la amenaza de que tenía explosivos; una vez allí, las autoridades lo detuvieron y sentenciaron a 15 años de prisión (de los que cumplió 13). En 2013 regresó a los Estados Unidos, donde fue juzgado y sentenciado a 20 años de privación de libertad por el secuestro del avión. 

Estados Unidos ha sancionado también a cubanos que han secuestrado aviones para llegar a su territorio. Es el caso de Adermis Wilson, quien en 2003 secuestró un avión y lo desvió a EE. UU., acompañado de su esposa e hijo de tres años.  

Allí fue sentenciado a 20 años de prisión, de los que cumplió 18 (hasta 2021). Luego fue trasladado a un centro de detención de inmigrantes para iniciar un proceso de deportación a Cuba. Fue liberado por razones humanitarias, pero de haberse producido la deportación era muy probable que hubiese corrido igual suerte que Potts. 

Nueva ola migratoria, más allá de las conversaciones entre Cuba y EE.UU.

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Los secuestros de aeronaves han sido tratados, por regla general, con rudeza por ambos sistemas de justicia; el cubano ha aplicado la pena de muerte como forma de escarmiento en algunos casos. En 1960, varias personas intentaron secuestrar un avión en Santa Clara; de ellos, cuatro fueron fusilados y la única absuelta fue una sobrina de Osvaldo Dorticós Torrado.  

Asimismo, en 2003 ―la última vez en que oficialmente se ha materializado la pena de muerte en Cuba― fueron fusilados tres cubanos que intentaron secuestrar la lancha Baraguá que hacía el trayecto entre Regla y La Habana Vieja. El fusilamiento en un proceso sumarísimo se acometió, entre otras cuestiones, para detener una ola de secuestros y robos de buques y aeronaves. Dentro de ellos destaca el hecho protagonizado por Adermis Wilson. 

No obstante, si bien los secuestros de aviones comerciales han sido en su mayoría juzgados por ambos Gobiernos, los robos de aeronaves con fines de transportación hacia uno y otro destino no lo han sido igual. 

En este sentido, destacan algunos ejemplos un poco raros como el de Milo John Reese quien en 2001 robó un avión en el sur de la Florida y aterrizó de forma errática en las afueras de La Habana. Fue devuelto por las autoridades cubanas e instruido de cargo en Estados Unidos por volar un avión robado entre dos Estados. 

En sentido contrario, destacan los de los pilotos cubanos Rafael del Pino Díaz (jefe del Estado Mayor del Ejército cubano y jefe de la Fuerza Aérea), Orestes Lorenzo y René González Schewerert.  

Rafael del Pino, en 1987, a los 48 años, acompañado por su mujer y sus tres hijos, tomó una avioneta Cessna 402 de una base aérea cubana, afirmó que solo deseaba dar un paseo con su familia sobre el archipiélago. Finalmente, aterrizó la avioneta en Key West y solicitó asilo. A Rafael del Pino no solo le fue concedido el asilo, sino que se convirtió en un colaborador de las autoridades norteamericanas y todavía vive bajo la protección del Gobierno estadounidense. 

Orestes Lorenzo, por su parte, era un piloto militar, mayor del Ejército, que en 1991 tomó su MIG de combate y voló hasta los Estados Unidos, donde también solicitó asilo. Su familia permaneció en Cuba y el Gobierno cubano, en especial Raúl Castro, le impidió salir del país e, incluso, retó a Orestes para que regresara a buscarla. 

Orestes regresó furtivamente a Cuba en una avioneta Cessna y rescató a su esposa e hijos en lo que ha sido una de las historias más impresionantes relacionadas con el exilio cubano. 

René González Schewerert, uno de los cinco espías cubanos, ha reconocido que, como parte de una misión que le encomendaron los Órganos de la Seguridad del Estado, a inicios de los noventa se robó un avión en Cuba y lo aterrizó cerca de los cayos de la Florida. Su condición de ciudadano americano le ayudó bastante y ni siquiera estuvo detenido. 

De cualquier forma, el desenlace en relación con la situación del piloto Rubén Martínez habrá que seguirlo con detenimiento. Su devolución a Cuba lo pondría en claro peligro de ser procesado y evidenciaría con más claridad lo que parece ser un iniciado proceso de acercamiento entre los Gobiernos de Estados Unidos y Cuba.

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