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Montaje: elTOQUE.
La sombra de Cuba reaparece en el caso Kennedy tras desclasificación
17 / febrero / 2025
El presidente estadounidense Donald Trump ordenó el 23 de enero de 2025 la desclasificación total de documentos relacionados con los asesinatos de John F. Kennedy, Robert F. Kennedy y Martin Luther King Jr. La decisión del jefe de Estado reaviva el debate en torno a la muerte de J.F. Kennedy, incluidas teorías conspirativas que vinculan a Cuba y a Fidel Castro con el magnicidio de 1963.
«Es de interés nacional que finalmente se publiquen sin demora todos los registros relacionados con estos asesinatos», declaró Trump en un comunicado de la Casa Blanca.
El mandatario firmó la disposición para cumplir con una promesa de campaña que había intentado materializar en 2017 durante su primera estancia en Washington. Por entonces, Trump liberó miles de documentos relacionados con el asesinato de Kennedy, que se publicaron parcialmente censurados «por motivos de seguridad nacional».
Entre las hipótesis más relevantes sobre la muerte del presidente demócrata destacan la teoría de múltiples tiradores, la posible implicación del vicepresidente Lyndon B. Johnson, el rol de la CIA y la mafia, y una supuesta conspiración de la Reserva Federal.
Otras hipótesis señalan posibles vínculos entre el asesinato de Kennedy y Cuba. Una de ellas apunta a una represalia de la CIA y la mafia ante la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961.
Por otro lado, documentos históricos y reportes periodísticos —como el documental del cineasta alemán Wilfried Huismann— sugieren que el asesinato pudo ser una venganza de Fidel Castro contra los intentos de la Administración Kennedy por eliminarlo. Según esta teoría, Rolando Cubela, un doble agente que colaboraba con la CIA en planes para envenenar al líder cubano, filtró información a La Habana sobre las intenciones de los hermanos Kennedy.
La investigación de Huismann señala que México funcionó de «torre de control del complot», con agentes cubanos que operaban con identidades mexicanas y utilizaban la Embajada de Cuba para coordinar encuentros con Lee Harvey Oswald, el presunto asesino. No obstante, Castro negó categóricamente cualquier participación en el magnicidio durante una entrevista en La Habana con Louis Stokies, presidente del Comité de Asesinatos de la Cámara de Representantes en 1978. «Hubiera sido el mejor pretexto para que Estados Unidos invadiera nuestro país, que es lo que yo he tratado de impedir durante todos estos años [...]. En realidad, me sentí muy triste cuando recibí la noticia de la muerte de Kennedy. Estuve muy deprimido».
La relación entre Estados Unidos y Cuba en 1963 estaba marcada por la fracasada invasión de Bahía de Cochinos (1961) y la crisis de los misiles (1962), eventos que alimentaron la animadversión mutua. Algunas teorías apuntan a que Oswald, un exmarine con simpatías procomunistas ―que llegó a residir y casarse en la Unión Soviética― actuó motivado por el deseo de vengar los ataques estadounidenses contra la isla. Asimismo, la narrativa oficial cubana defiende que en el período previo al asesinato de Kennedy, el mandatario estadounidense y Fidel Castro mantenían vínculos diplomáticos secretos con el fin de mejorar las relaciones entre ambos países.
Aunque la desclasificación anunciada por Trump fue celebrada por grupos conspiracionistas, la mayoría de los registros relacionados con el caso JFK ya se hicieron públicos. Así lo advierte la agencia de noticias AP, que además señaló en una nota que no se esperan revelaciones impactantes. Los archivos pendientes probablemente contengan detalles técnicos sobre métodos de inteligencia o nombres de informantes, pero no pruebas concluyentes que alteren la narrativa oficial.
Para Cuba, la reactivación de estas teorías llega en un momento de tensiones renovadas con Washington, luego de que la actual Administración volviera a poner al país caribeño en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, de la que Biden la había removido tan solo días atrás. El Gobierno de Miguel Díaz-Canel aún no se ha pronunciado, pero durante décadas el oficialismo cubano ha negado cualquier vinculación con el asesinato.
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Ángel
Uno