Bulla es para la Real Academia de la Lengua Española la gritería o ruido que hacen una o más personas. Esta es una definición correcta, pero que no agota todas las representaciones. En Latinoamérica hacer bulla es diversión y fiesta, y también es luchar por lo que se cree y reivindicar la rabia: hacerse escuchar ante quienes siempre nos han ignorado.
Cartel Urbano es una plataforma colombiana que se dedica a difundir la movida cultural alternativa por el país y por el resto del continente. Su interpretación es más precisa. «Nos encontramos bajo un mismo clamor de resistencia», aseguran sus integrantes, «un mismo pueblo latinoamericano compartiendo realidades y manifestando los mismos inconformismos a través de los distintos lenguajes de la expresión artística».
Los miembros de Cartel Urbano entienden que cuando los artistas tienen las condiciones para expresarse libremente pueden ser voces enérgicas, poderosas e influyentes que denuncian y documentan la opresión, articulan críticas culturales, visibilizan voces marginadas y minoritarias, y ponen en diálogo discursos disidentes que aceleran el progreso social.
El arte y la música permiten que los puntos de vista independientes se escuchen, sobrevivan y desafíen las estructuras ortodoxas del poder a través del lenguaje de la estética, de los sentidos y de las emociones. De esta manera, traen esperanza a nuestra sociedad en tiempos difíciles y crean imaginarios para un mejor futuro.
Cartel Urbano nació como una revista gratuita en septiembre de 2005. Desde entonces y hasta ahora, han organizado festivales de arte, cumbres latinoamericanas de hip-hop, varias acciones de incidencia y miles de contenidos publicados. La iniciativa trabaja como «altavoz de esas historias de creadores que habitan en la periferia de la cultura» y como apoyo para esos creadores frontales que promueven el pensamiento crítico y la diversidad cultural.
Allí donde la diferencia ha sido erradicada y la vida silenciada, creadores y creadoras del Caribe y Latinoamérica han respondido desde el arte y la música con iniciativas autogestionadas e independientes, al representar las luchas de sus comunidades. Con estos esfuerzos permiten que la llama de la creación y la libertad artísticas nunca deje de brillar y aportar a las soluciones que transformarán las sociedades.
El Pelón, uno de los pioneros del Rap cubano
Cartel Urbano comprende la capacidad transformadora del arte y de la colectividad artística. El equipo ha visto cómo varios artistas latinos han interiorizado esa capacidad y han hablado-cantado-pintado en favor de un cambio para sus pueblos. El cambio empieza por la defensa de los derechos humanos, con acciones que no pocas veces vienen acompañadas de reacciones violentas y persecución, tanto de parte de Gobiernos como de actores no estatales.
Por eso, junto al Movimiento de Expresiones Latinoamericanas de Hip Hop (MELAH) crearon en 2022 Bulla, un observatorio por la libertad de expresión artística. El objetivo es difundir y amplificar casos de censura, amenazas o persecución a artistas, gestores y líderes culturales que por su trabajo enfrentan ataques o situaciones de riesgo en América Latina y el Caribe.
La iniciativa está conformada por artistas, gestores, organizaciones de derechos humanos y medios independientes. Las organizaciones se han sumado a la misión de intercambiar experiencias y saberes en torno a la defensa de la libertad de expresión artística y la promoción de los derechos humanos en territorios afectados por la represión y la violencia. Uno de sus objetivos más ambiciosos es crear una red de apoyo integral para artistas en riesgo en el continente. La red se encargaría de proveer a los afectados de ayuda psicosocial y jurídica, así como, en caso de ser necesario, de su reubicación.
Porque si hay algo claro es que «cuando las voces de los artistas son silenciadas, la democracia está en riesgo».
Bulla: una acción de apoyo a los artistas en riesgo
En Cuba, casi siempre el causante de la represión a artistas es el Estado. En Cartel Urbano han hablado con grafiteros y músicos de la isla que saben que la libertad de expresión es un derecho que no está escrito en piedra, que demanda una lucha constante para hacerlo valer.
Uno de los movimientos más censurados y que más ha molestado al poder es el rap. Los raperos llevan disgustando al Gobierno desde los años noventa, cuando se hacía el legendario festival en la ciudad-dormitorio Alamar.
Yoni MC, Mala Vibra, Lil Nigga
Por las noches, el barrio de arquitectura soviética del este de La Habana se sacudía la somnolencia cuando varios jóvenes que no eran dueños de nada, salvo de su voz y su inteligencia, ponían la «cosa buena» en un anfiteatro mínimo y apartado. El Festival de Rap era un evento único, que poco a poco el Gobierno sofocó y dispersó.
De ahí salieron Pelón, del grupo Hermanos de Causa, y otros artistas que vivieron el miedo a ser callados por abordar la realidad social en sus letras. En ese contexto, nacieron y se formaron grupos que llevan a hombros a los raperos cubanos de ahora, a jóvenes como Yoni MC, Mala Vibra, Lil Nigga o Briana Weapons, Milton Mcdonald, Canceriana y El Elokuente, raperos que «la echan» sin necesidad de tener una tarima.
Tanto esos veteranos como los noveles conocen el poder que encierran sus letras y el precio de hacer arte contestatario en Cuba. Así lo han demostrado las acciones violentas del régimen.
El 16 de febrero de 2021, seis jóvenes cubanos negros —algunos de ellos raperos— sacaron la canción «Patria y Vida». La obra ganaría en noviembre de 2021 el premio Latin Grammy. Nadie, ni siquiera ellos mismos probablemente, lo sabía en ese instante, pero la canción le puso letra y música a los deseos de un pueblo empobrecido y reprimido que salió a las calles el 11 de julio de ese mismo año.
Eliécer Márquez Duany, «El Funky», uno de los compositores de «Patria y Vida», contó a Cartel Urbano su experiencia. Relató cómo encarcelaron a su colega y amigo el rapero Maykel «Osorbo» Castillo y cómo el poder lo dejó a él libre a cambio de no regresar más al país: un destierro a la usanza del colonialismo más reaccionario. «Cuando fui a recibir el Grammy, supe que era un viaje sin retorno», aseguró.
«Hacemos una bulla por este caso de censura y persecución política, y hacemos un llamado para que se liberen a aquellos presos políticos que están privados de su libertad injustamente», pidió Cartel Urbano.
Para ellos, Bulla es, además, un proyecto que se encarga de monitorear el estado de la libertad de expresión artística en Latinoamérica y que amplifica denuncias de censura y represión en la región, como lo hizo en el caso de El Funky y Osorbo. Bulla es una plataforma para reivindicar el papel de los artistas como defensores de derechos humanos y representantes de las luchas de sus comunidades.
El Funky
Si eres un artista en peligro, contacta con el equipo de Cartel Urbano para conocer cómo pedir ayuda en caso de que lo necesites. Los pasos son sencillos e intuitivos. Ingresa en la página web, presiona el botón «Bulla» y completa el formulario.
En caso de que sea más sencillo, puedes acceder al formulario a través del enlace: bitly.com/FormularioBulla. También puedes contactar con el equipo por el correo [email protected] o publicar tu caso en redes sociales con la etiqueta #Bulla y mencionando a @cartelurbano.
La ayuda a artistas en riesgo constituye un ejercicio sencillo en su concepción, pero complejo de ejecutar. Es una acción que necesita de varias partes para ser efectiva: la idea es que la bola se corra y llegue a la mayor cantidad de artistas posibles. De esa forma, sabrán cómo reaccionar ante los intentos de silenciarlos.
Desde CATAO STUDIO te invitamos a seguirle la pista a Cartel Urbano para conocer más contenidos sobre artistas e iniciativas culturales cubanas y latinoamericanas que reflexionan sobre la libertad de expresión y las identidades latinoamericanas.
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