Estatua viviente en Cuba

Eduardo Pérez Otaño

Vida de estatua

9 / mayo / 2017

Son las cinco de la tarde y el boulevard de Obispo está lleno, como siempre. Desde que mejoraron las cosas con los vecinos del Norte hay cada vez más turistas en esta zona. Una niña se acerca y en algún idioma desconocido le habla al hombre que emula al Caballero de París. No se mueve. No se inmuta. Parece no respirar.

El dinero cae en la lata colocada frente a él e inicia una secuencia que recuerda al viejo personaje devenido en símbolo reciente de la ciudad colonial. Este, a diferencia del modelado en bronce, cobra vida cuando siente el tintineo de las monedas o ve el inconfundible color de los billetes.

Desde temprano anda por estos lares. Su faena comenzó temprano en la mañana. Se inventa los mil y un recursos para permanecer inmóvil, porque cada gesto vale. Extiende la mano y saluda a la pequeña. Luego se inclina y hace un amago de abrazo. Le coloca la barba a la altura de su tamaño y vuelve a su posición original. La foto de recuerdo y el adiós.

Ya llegan otros a quienes los gestos de la pequeña han llamado la atención. Estos son nacionales. Traen dos niños inquietos, juguetones, curiosos. Se acercan al viejo Caballero de París transmutado en un ser en apariencia sucio, mugroso, revestido de traje color oscuro, devenido en curiosidad para los infantes.

Quieren que la estatua se mueva, los toque, les salude. Uno de los padres mira la vasija frente al hombre, busca en la cartera, no encuentra. Pide a uno de los acompañantes con cara de preocupación, urgiéndolo antes de que los pequeños se impacienten. El otro mete la mano en el bolsillo, saca el billete de diez pesos cubanos y lo coloca en el cofre improvisado.

Cobra vida el Caballero de París. Se mueve un paso, sonríe a los padres y se coloca para la foto. Esta vez se salta el saludo, la inclinación de respeto, la mano sobre la cabeza de los niños, la posibilidad de tocar su barba y jugar con él.

Decepcionados, unos y otros se apuran en el trance de la foto. Agarran a cada uno de los pequeños y los halan. Ellos no entienden. No pueden entender por qué el “viejo que no se mueve” no los quiere a ellos, no les hace caso.

-Son cosas de las estatuas, que son así de pesadas- dice uno de los padres.

-Son cosas de billetes- dijo el otro mirando hacia atrás, quizás para que los pequeños no escucharan, quizás para remarcar la decepción.

Llegan otros, de esos que merecen incluso el abrazo. Yo sigo camino. No he pagado mi cuota y también me quedo sin estrechón de manos y sin foto.

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Gusanon

Es su trabajo y nadie le va a regalar los frijoles , lo preocupante no es que ese señor se gane el pan honradamente con su trabajo de estatua lo increible es que una estatua gane mas que usted que es periodista o que un medico, ingeniero y para que seguir, que le parece eso señor??? Preocupado porque no saluda sino le ponen billetes que quiere usted que sea como los profesionales que trabajan por 15 dolares al mes? O como los cirujanos que trabajan a veces hasta 30 horas seguidas y por 50 dolares al mes y un pantalon vale 30 dolares y un kilogramo de carne de res en gobierno te lo vende en 9 dolares.
Gusanon

Manrike

Socio hay que pagar , ese es su trabajo , que usted trabaje de gratis porque lo hace que no se de cuenta ya eso son otros 5 pesos y ese es su problema , no quiera que los demas tambien trabajen de gratis, cuanto gaba usted periodista 15 dolares al mes? 18? 24 ? No creo que llegue ni a 30 dolares al mes? No hay ni en Haiti señor mio un periodista que trabaje 30 dias por esa basura , entonces usted trabaja de gratis que no le quede la menor duda. Quiere un saludo de la estatua pues paguelo no se olvide que hay hombre detras de la estatua
Manrike

Kenny

Eduardo, muchos años llevo viendo a las estatuas vivientes de la Hab. Vieja y he tenido también la oportunidad de verlos en otros países y sí, ese es su trabajo, remunerado en la moneda que sea pero su trabajo. Nunca, y aquí soy categórico y me la juego con cualquiera, nunca he visto un trato diferente debido a la moneda con la que se les pague y mucho menos a un niño. En muchisimas oportunidades he puesto no 10 pesos como el padre de tu artículo, tan solo 1 peso cubano (MN, la salva…) por que no he tenido más y mi hijo nunca ha sido discriminado de la manera en que lo describes. Simplemente es ofensivo y me parece que tu intención ha sido utilizar innecesaria y burdamente a estas figuras que bastante trabajo pasan al desempeñar su labor. Ya quisiera verte a tí bajo el sol del mediodía soportar inmóvil hasta media hora en que nadie te pone ni ese pesito cubano. No me gustó para nada esta reseña, contrasta muchísimo con otras tuyas que he leído. No me parece que sea ético utilizar de esta manera a esos personajes para traer a colacón la diferencia entre el MN y el CUC ni la que existe entre los extranjeros y los nacionales. Lo siento, debo ser honesto. Un saludo.
Kenny

Chispeta

Quieres comerte una pizza? pagala, quieres tomarte un refresco? pagalo, quieres cortarte el cabello ? Pagalo
quieres un saludo de la estatua ? Pagalo
Su trabajo para ganarse el pan que nadie le va a regalar el pan.
El que vende telefono no te va a regalar un telefono , el que vende pizza no te la va a regalar, ese es su trabajo .
Preocupese por lo que le pagan a usted como periodista que estoy casi seguro que no le alcanza ni para 4 dias .
Chispeta

Eduardo Pérez

Gracias a todos los que han comentado el trabajo, aunque debo confesar que me sorprenden las múltiples perspectivas desde las que se puede mirar una misma realidad. Basta con caminar las calles para encontrarse ejemplos como este y otros mucho más claros de la medida en que la diferencia va siendo la norma. No se trata del que trabaja como estatua o atendiendo en un restaurante o vendiendo flores… Se trata también del que va y espera un servicio que debe tener un estándar mínimo de calidad para los de aquí y para los afuera… Se trata de cómo la diferencia entre el que maneja el CUC y la MN se hace cada vez más visible y más difícil de soportar y sobrellevar. Se trata, en fin, de un fenómeno mucho más complicado que el salario de un periodista, o si este ejemplo es la excepción o la regla. Es apenas un pretexto para tratar de ver ahí, el gérmen de lo que mañana, en 1 año, en diez año, puede ser lo generalizado. Es muy loable el que no hace diferencia entre un dólar y un peso cubano, a ese hemos de aplaudirle, al que no lo hace así habrá que dedicarle espacios como este, porque en la invisibilidad prácticas como la referida en el trabajo, empiezan a multiplicarse a tal punto que la excepción se convierte en norma.
Eduardo Pérez

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