Dayana Figueroa, conocida como Yaya Panoramix, en la cocina de su casa en Roma. Foto: Cortesía de la entrevistada.
Yaya Panoramix: el foco y el desahogo
9 / diciembre / 2021
Yaya Panoramix irrumpió un día en las redes sociales con una explosión de sentimientos. Habían ocurrido las protestas del 11 de julio y Yaya representaba el agotamiento y la preocupación de muchas familias cubanas. No fue difícil que su discurso de denuncia ganara una audiencia conectada con la agitación que la embargaba.
Hoy tiene más de 5 000 seguidores en su página de Facebook y en sus transmisiones directas a veces se disfraza, canta, baila y hasta ofrece minilecciones a partir de su visión sobre cómo educar a los hijos en temas de política. Precisamente mientras su pequeña Virginia dibuja, ella contesta poco a poco estas preguntas.
¿Quién es Yaya Panoramix?
Soy Dayana Figueroa. También soy Yaya Panoramix, Pepa la Desgreñá, Yiyi María para mi madre. La mamá de Rodrigo y Virginia. Vengo de aquel lugar mágico llamado Santiago de Cuba. El 26 de diciembre voy a cumplir 36 años. Nací un jueves. Desde 2011 vivo en Italia. Vivir fuera de Cuba ha sido duro. No me ha faltado nada y me ha faltado todo. Mis calles, mi idioma, mi comida, mi clima, la conga, la pelota, los míos, mi familia sobre todo. Soy la nieta de Fefa, Dios en bata de casa. Vengo de una familia que ama mucho a los suyos, que los entiende, los apoya. Desearía para todos una familia como la mía, con sus pocos defectos y con esa unión enorme que siempre te hace sentir calor, protección y cariño.
¿Por qué Yaya Panoramix?
Lo uso hace muchísimo tiempo. La historia detrás de este nombre es bastante banal. Yo soy fanática de Astérix y Obélix (aquí no lo puedo ver porque mi hijo, romano DOC, se ofende, imagino que les pasará a mis amigas que tienen hijos españoles con Elpidio Valdés). Yo era mucho más flaca y tenía un vestido blanco largo y mis socios me decían que daba buenos consejos. Un día en una fiesta de cumpleaños de un amigo estaba moviendo la caldosa y empezaron las burlas. Entre la sabiduría, la delgadez y ellos que son auras (los adoro), llegó para quedarse el Panoramix.
El cabello despeinado, el pulóver, la cocina de fondo… ¿forman parte de una puesta en escena, de la construcción de un personaje? ¿Por qué esa representación?
No voluntariamente. La primera directa la hice desde ahí. Habían pasado 16 días desde el fatídico 11 de julio. Estaba mal. No dormía. Comía poco. Creo que nunca había estado tan nerviosa en mi vida. Había puesto la tabla de planchar, pero no lograba hacerlo, ni siquiera concentrarme. Así que vine para la cocina que era donde mejor luz tenía e hice la primera directa. Nunca pensé que se volvería viral. Después tenía dos caminos: desaparecer o dar la cara. No soy una que desaparece. A lo hecho, pecho.
Decidí que quería concentrarme en el discurso. No quería enseñar ropa, para lo que yo planteaba me venía mejor al natural. Tengo, hasta ahora, tres «uniformes»: pulovito blanco para el chucho; otro blanco, con el correcaminos, cuando ando acelerada de verdad; y uno azul que tiene como una vía, el del término medio. La gente los reconoce. Nadie se preocupa por cómo luzco, saben que voy a estar ojerosa, desgreñada y con el mismo pulóver. Se concentran en lo que digo, no en cómo me veo. Para mí eso es importante.
¿Cuándo descubriste que las transmisiones directas de Facebook podían ser una vía para entrar en el debate sobre Cuba?
Lo descubrí cuando la mía se volvió viral. Hubo gente que me dijo cosas feas, pero mucha gente se identificó conmigo y prefiero quedarme con ellas. No soy politóloga, soy foquera [que llama la atención sobre algo o alguien] y ahora siento una necesidad enorme de denunciar lo que está pasando en nuestro país. Facebook es la red social que mejor sé usar, así que allí me tiro entera. Siento que debo hacerlo. Aportar mi granito. Es el único modo de poder mirarles a los ojos a mis hijos y exigirles dignidad mañana.
¿Cuánto te ha servido la actuación para conectarte con tu audiencia?
¿Qué es la vida sino una gran obra teatral? Desde que naces estás interpretando diversos personajes, roles. Hija, hermana, amiga, vecina, novia… al final todos interpretamos algo. En cada personaje que hice en el teatro puse algo mío. En Yaya Panoramix he puesto muchísimo de Dayana. ¿Cómo separarlas? Me ha servido el dominio escénico, el control del espacio, la improvisación; pero nada más, porque soy yo. No hay un texto que memorizar, no hay trabajo de mesa. Sí tengo siempre la misma adrenalina que sentía cuando se abría el telón y no había vuelta atrás. La misma boca seca, el corazón a mil. Sentir que lo hago con honestidad.
¿Cómo ha sido la retroalimentación con los usuarios de las redes sociales que te siguen?
Maravillosa. De las clarias no te hablo; ser claria ya es un castigo. Te voy a contar de la gente linda. ¡Cuánta gente linda he encontrado en este camino, hermana! Gente que sabe cuándo tengo asma y por privado me aconsejan tisanas. Personas de bien que se han encariñado con mis hijos, que son terribles y cuando deciden volverse protagonistas de las directas no hay quien los pare. Personas que me cuentan cosas personales, sus dramas, las injusticias que sufren. Personas que me piden que denuncie alguna situación. Amigas nuevas que me envían memes para que me ría. El mérito no es solo mío, es como un equipo en el que si alguna noticia se me escapa, un alma noble me la muestra.
Yo los quiero. Los quiero de verdad. He aprendido a reconocerlos. Con algunos he entablado una amistad real, sincera. Ellos saben que les descargo en serio. Yo sé que de parte de ellos es igual. Lo mejor del recorrido ha sido la compañía.
¿Qué temas consideras que merecen uno de tus videos?
Todos. Todos los temas que supongan una denuncia de lo injusto, lo absurdo, manipulador, cruel y mentiroso que es aquel Gobierno inmoral. Aquella dictadura. Creo que lo que más me destruye es el de los menores de edad injustamente presos. Pienso en mis hijos, pienso en sus madres y sufro; pero entre los abusos de una dictadura no existen abusos de serie A y abusos de serie B. El abuso es abuso como quiera y no es correcto. Ninguno debe ser tolerado.
¿De dónde surgen los personajes o apodos que forman parte de tu representación?
En mi casa se da mucho chucho. Mi familia es muy ocurrente. Es una mezcla del barrio, la casa, la ciudad. Los sobrenombres, positivos o negativos, a quienes se los he puesto los han merecido. Miguel Díaz-Canel, el presidente, es «Pumaboy» para siempre. Si quiere que no arremeta contra él, que dimita y se vista de Batos, la marca deportiva nacional.
«Pototo» es todo lo grande e imponente. «Churichuri» es lo contrario a «Pototo». La casta es «Mordor». Cuba, cuando debo hablar mal de la gestión de la casta dictatorial, es «Narnia». Cuando hablo desde mi corazón, es «la pura» porque mi isla es mi madre, con el perdón de mi mamá, aunque ella también piensa que su pura es Cuba, con el perdón de Fefa.
Llamas a enfocarse en la urgencia del momento, como cuando invitaste a tus seguidores a apadrinar a un preso político, ¿qué es lo importante para Cuba en este instante?
Libertad, libertad y más libertad. Teniendo libertad se obtiene todo el resto, el espacio que cada cubano merece en la sociedad, la vida digna que mi pueblo reclama a gritos.
¿Qué experiencias personales han moldeado tus puntos de vista? ¿Cómo se forjó la posición política que defiendes?
Mis experiencias son las de cualquier cubana sin privilegios. Con apagones interminables, con hambre, con problemas de transporte, cargar cubos de agua, no tener una íntima que ponerte, ver el sacrificio enorme de las familias para llevar un plato de comida para los suyos.
La gota que colmó la copa fueron los palos, los golpes. Cuando Pumaboy dijo «la orden de combate está dada» y salieron cubanos armados y amparados por el poder a pegar al pueblo desarmado y hambriento que pedía libertad... No lo sabría explicar. Fue demasiado para mí. No se me olvidan los palos. No se me van a olvidar nunca. No quiero que nadie los olvide.
¿Cómo sería tu Cuba soñada?
Ay, mija, se me han aguado los ojos. Mi Cuba sería un país libre, pluripartidista, sin presos políticos, con niños felices que comen caramelos, con calles reparadas, sin viejitos que tengan que vender cucuruchos de maní de noche en un parque, sin remesas porque cada uno puede vivir de su trabajo… Con los campos cultivados, sin represión, un país en el que haya más ambulancias que patrullas. Sin actos de repudio. Con madres que compren leche para sus hijos cuando quieran, aunque sus hijos tengan más de siete años. Sin apagones que no te dejen dormir.
Un país donde no se oiga nunca más la frase «pollo por pescado». Sin CDR ni chivatos oportunistas, en el que una casta que nunca ha hecho una cola decida quién es o no cubano. ¡Sin colas! Un país en el que no se sigan talando árboles sin criterio, donde haya protección animal y no se priorice la construcción de hoteles.
Un país que no solo no exilie a sus profesionales y no trafique con sus médicos, sino que les dé las herramientas para hacer bien su trabajo y les dé su lugar en la sociedad, el que merecen, sin castigos absurdos para «desertores». Sin difamaciones, sin acoso a tu familia por tus ideas políticas. Un país de personas dignas y felices que quieran reproducirse con amor. Con palmas reales, con mucho potaje de frijoles colorados y conga. ¡Conga siempre!
TAMBIÉN TE SUGERIMOS:
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Sofia
Daniell
Muchas gracias por su comenatrio
Jose