Martes y jueves recibirán el pan de la canasta básica los vecinos del reparto Buena Vista en Las Tunas; lunes, miércoles, viernes y domingo, los del municipio matancero Varadero. En Villa Clara solamente lo recibirán niños (de 1 a 13 años) y embarazadas y en Pinar del Río los niños menores de 14 años.
Así será la entrega de pan de la libreta en algunos territorios de Cuba tras la crisis con la harina de trigo que anunció el Gobierno en días recientes y que se extenderá —inicialmente— hasta finales de marzo de 2024.
Mientras, en los grupos de Facebook no falta la harina de trigo (en sacos), casi siempre importada por las pequeñas y medianas empresas. Tampoco falta el pan y otros productos similares en las tiendas online de varios negocios privados y estatales. Según reportaron usuarios de La Habana y Villa Clara, hasta hace unos días también había pan en las tiendas en moneda libremente convertible.
Pero no hay para la mayoría de la población. La que ahora deberá sortear —todavía más— el hambre ante la ausencia de un alimento básico en varias de las comidas del día y que ni siquiera faltó en los momentos más duros del Período Especial.
Mala p(l)anificación
La falta de pan no es nueva. Desde 2023 los cubanos reportaban irregularidades con la producción del alimento y el Ministerio de la Industria Alimentaria resaltaba en la prensa estatal sus «esfuerzos» para garantizarlo en la canasta familiar normada.
De «esfuerzos» han estado llenas las noticias de los últimos años: 2020, 2021, 2022, 2023 y durante los primeros meses de 2024.
De acuerdo con la información oficial disponible, los barcos con trigo han arribado a cuenta gotas en los últimos nueve meses. Buques en julio, octubre y noviembre de 2023 debían garantizar, según los funcionarios, el pan de los 20 días siguientes a su arribo por los puertos cubanos.
Sin embargo, a pesar de las declaraciones triunfalistas a la prensa estatal en esas fechas, reportes provinciales aseguraron que no en todas las provincias fue posible cubrir la demanda diaria, a pesar de la llegada de los barcos.
Alberto Fonseca Rodríguez, director general de la Empresa Provincial Integral de la Industria Alimentaria, comentó al Periódico 26 de Las Tunas que octubre de 2023 fue el mes de peor suministro, con una entrada del 62 % del total planificado.
«A nuestra entidad se le dejó de entregar por el suministrador 442.8 toneladas de harina. Es una cifra representativa y, lógicamente, tiene un impacto negativo en el 100 % de la población tunera. En estas afectaciones se incluyen organismos priorizados como Salud y Educación», aseguró Fonseca.
No obstante, la paralización frecuente de los molinos cubanos por falta de materia prima vaticinaba a mediados de 2023 que volvería —o empeoraría— la crisis cubana del pan.
Las noticias más recientes de arribos datan de enero de 2024, cuando la televisión cubana reportó la descarga de dos barcos con trigo que «asegurarían» la canasta familiar de ese mes.
Sin embargo, duraron poco «las mejores condiciones» anunciadas por Zaily Pérez Hernández, directora comercial de la Empresa Cubana de Molinería. El reporte televisivo resaltaba «una situación más favorable», que a poco más de un mes cambió radicalmente.
La información «ofrecida al pueblo» por las autoridades del Ministerio de la Industria Alimentaria el 25 de febrero de 2024 reconocía: «no existe suficiente disponibilidad del producto para garantizar el pan de la canasta familiar normada».
El economista Pedro Monreal calificó de «confusa» la información oficial.
«No queda claro a qué se le llama “embarques planificados”, pero la estadística oficial refleja una reducción en los últimos diez años de las importaciones de trigo, segundo alimento importado en cuanto a toneladas y tercero en cuanto a valor», publicó Monreal en sus redes sociales.
Tomando como referencia los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el economista cubano analizó el comportamiento de las importaciones entre 2021 y 2022, cuando se suponía que el último sería un año de recuperación. Pero las importaciones cayeron un 28 %, «lo que parece indicar la combinación de mayores precios y déficit de divisas».
«La contracción de casi el 30 % de las importaciones físicas de trigo en apenas un año generó una crisis en la disponibilidad del tipo de pan de más amplio consumo en un contexto de hogares empobrecidos por la inflación, azuzando la inseguridad alimentaria», apuntó el experto.
Monreal argumentó que en 2022 hubo una disminución del 17 % en el gasto de las importaciones de trigo, lo que evidencia una profunda crisis en la disponibilidad de divisas.
La falta de divisas que no reconoció el Gobierno en su información sobre la crisis la confirmó Zaily Pérez Hernández, quien dijo a la prensa que los barcos han estado en el puerto, pero al no llegar en tiempo el dinero no pudieron descargarlos.
«La crisis de importación del trigo y de seguridad alimentaria que eso implica, se deriva de una crisis de disponibilidad de divisas que a su vez expresa una crisis del modelo de inserción internacional de Cuba, pero esa dimensión se evadió en la "información" oficial», concluyó Pedro Monreal.
De acuerdo con los datos de Indexmundi, Cuba ha reducido en los últimos años la compra de trigo y solamente entre 2022 y 2023 hubo un aumento de 400 a 500 miles de toneladas. Ambas cifras, no obstante, están muy por debajo de las 712 000 y 652 000 toneladas importadas en 2018 y 2019, respectivamente.
Pan con «cosa» no, de cosa
Los panes con extensores no son una práctica nueva en Cuba. Desde los años del Período Especial se hacían con boniato, yuca o ñame.
La norma cubana 1111: 2022, que sustituyó una precedente sobre las especificaciones del pan, permite la incorporación de sustancias extensoras o rellenos, que abarcan tanto cereales como leguminosas, incluida la yuca.
De acuerdo con los maestros panaderos espirituanos, el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria aprueba los porcentajes de extensores cuando se agregan a una formulación. Se hacen de forma tal para que no se pueden utilizar con harinas que no tengan más del 25 % de gluten. «A una harina que tenga un 28 o un 30 % de gluten, se le agrega un 7 % de un extensor noble y sale un buen pan», declararon en enero de 2023 a Escambray.
Sin embargo, actualmente y ante la escasez, el porcentaje de expansores se ha duplicado hasta un 15 %.
En las redes sociales, los usuarios compartieron las fotos de varias panaderías en las que echan en cubos, tanquetas, ollas o cualquier otro envase los trozos de viandas como si fueran a cocinar caldosa. Luego, las hierven para hacer una pulpa o crema que se liga a la poca harina de trigo de la que disponen los panaderos.
Se han hecho virales fotos de pan en las cuales es posible encontrar entre la masa una semilla de calabaza, una raíz de yuca o una cáscara de boniato.
Varias fuentes confirmaron a elTOQUE que en Villa Clara está prohibida la venta liberada de yuca, boniato o calabaza, porque se usarán para el pan. En Pinar del Río, la dirección provincial de Agricultura designa las entidades que deberán entregar las viandas.
En el municipio matancero Jagüey Grande, los trabajadores de la minindustria Dulce Caribe, se «comprometieron» a entregar diariamente entre 15 y 28 quintales de yuca, boniato y calabaza para utilizarlos como extensor de los panes.
Pero la escasez de harina es tal que algunas entidades como la Empresa Cubana del Pan en Villa Clara «busca alternativas» y «diversifica» sus producciones con la comercialización de bolsas con trozos de yuca, calabaza y boniato.
Sondeos realizados por elTOQUE en varias provincias arrojaron que ante la escasez de pan algunos cubanos han optado por el casabe, las frituras de harina y agua o las croquetas de vegetales. En otros casos, las familias no tienen cómo sustituir el pan y prefieren no enviar a sus hijos a la escuela porque no pueden garantizarles desayuno o merienda.
Mientras, el agrego de un 15 % de extensores es aplaudido por entidades del Gobierno. A ello se suma la falta de aceite y de harina de calidad, la deficiente maquinaria para la mezcla y los hornos de cocción que a la larga hacen del producto final un pan desagradable a la vista y al gusto.
No obstante, ni siquiera se puede decir con resignación «es lo que hay», porque a ciencia cierta se desconoce cuándo los cubanos comerán otra vez pan sin preocupaciones.
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