El vice primer ministro y ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, aseguró a finales de mayo de 2023 que la inflación interanual de Cuba —medida entre abril de 2022 y abril de 2023— ascendió en un 45.4 % y que el mayor impacto inflacionario se concentra en la producción de alimentos.
Economistas cubanos, Pavel Vidal entre ellos, estiman que la inflación actual es de aproximadamente un 200 %, un porcentaje más acorde con la evolución de la tasa de cambio del mercado informal de divisas y la subida de los precios en la isla.
La principal explicación de la cifra se asocia con un incremento excesivo de la liquidez —la cantidad de dinero en circulación destinado a financiar el déficit fiscal—; el Gobierno tiene más gastos que ingresos. Al fenómeno monetario macroeconómico se refirió Vidal durante un live de elTOQUE el 2 de junio de 2023.
El exceso de liquidez y la inflación que se perciben en Cuba en los últimos años «casi siempre está asociado al financiamiento de un desmesurado déficit fiscal», observó.
El esquema es simple: para mantenerse operativo a pesar de la disminución de sus ingresos, el Estado necesita dinero. El dinero lo obtiene del Banco Central de Cuba (BCC), el cual emite pesos que entrega al presupuesto del Estado. Es lo que se conoce como monetización del déficit fiscal. El problema es que el abuso del mecanismo termina por afectar la estabilidad monetaria en todos los niveles del ecosistema económico.
«Es un asunto que se discute todos los años en la Asamblea Nacional, aunque nadie o casi nadie le hace caso. En realidad, la situación existe desde antes de la pandemia, pero se ha seguido acumulando, hasta convertirse en un "hueco fiscal" sin precedentes dentro de las finanzas del Gobierno. En economía todo se paga, no se puede crear por arte de magia nueva riqueza. La monetización del déficit fiscal lo pagan los cubanos a través de lo que llamamos "impuesto inflacionario"», comentó el también profesor universitario.
Una alternativa más sostenible, aunque también para usarse con prudencia, es la emisión de los llamados bonos soberanos, mecanismo financiero que se desbordó desde 2021 con la Tarea Ordenamiento.
Los bonos representan una deuda que habrá que pagar entre el corto y mediano plazo. Un informe del BCC específica que «el financiamiento del déficit mediante la emisión de bonos soberanos [se realizó] con plazos de amortización que van de 1 a 20 años y una tasa de interés promedio del 2.5 % por cada emisión». A pesar de lo anterior, la emisión de bonos es una alternativa mucho más saludable financieramente que el exceso de liquidez y el impuesto inflacionario que pagan las familias cubanas de forma creciente desde 2021.
¿Qué ha ocurrido con el déficit fiscal en Cuba?
Para Vidal, quien trabajó en la década de los 2000 como analista de Política Monetaria en el Banco Central de Cuba, el déficit fiscal es uno de los factores fundamentales que determinan los niveles actuales de inflación y la depreciación del peso cubano en el mercado informal.
Entre 2011 y 2015, el déficit fiscal de la isla promedió un 2.5 % del producto interno bruto (PIB).
Sin embargo, desde 2016 los gastos sin respaldo comenzaron a incrementarse, hasta representar el 7.4 % de la actividad económica nacional en el cuatrienio que cerró en 2019. Ese año, incluso luego del «coma» inducido por la «coyuntura», el déficit fiscal alcanzó un preocupante 6.2 %. Los economistas recomiendan que el desbalance no supere el 3 % del PIB.
Con respecto a 2020, Vidal aseguró que el déficit fiscal fue de 63 000 millones de pesos, casi un 20 % del PIB, diez veces más que en 2019.
La Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) había aprobado para 2022 un déficit de 75 827 millones de pesos, que se revisará en las sesiones parlamentarias de julio de 2023, cuando tradicionalmente tiene lugar la liquidación del presupuesto del año anterior.
También debe publicarse un resumen sobre el estado de las finanzas públicas en el primer semestre de 2023 que contemple el déficit fiscal, el cual es necesario reducir, según la ministra de Finanzas y Precios Meisi Bolaños Weiss.
La reducción planteada con respecto a 2022 fue de 7 700 millones menos.
Otras dos condicionantes fundamentales que afectan la economía cubana en la actualidad, según Vidal, son la falta de capital físico y la emigración.
Sobre la ausencia de capital físico, el economista acotó que «debido a la crisis no se han hecho mantenimientos suficientes, más allá de los hoteles. Donde resulta más visible es en la agricultura y en la generación de energía, y limita la posibilidad de recuperar la producción de bienes y servicios a los niveles prepandémicos».
En 2022 Cuba vivió su mayor éxodo migratorio, más de 300 000 cubanos llegaron solo a Estados Unidos por la frontera sur con México. Las cifras de quienes emigraron hacia Europa y otros sitios de Latinoamérica aún están por conocerse.
Por eso, Vidal sostiene que aunque los emigrantes cubanos, «generen remesas», detrás de ellas «hay un desgaste importante de profesionales y de fuerza de trabajo que es necesaria».
Más ingresos, menos gasto público
Incluso si el contexto cambiara y hubiese una recuperación, «la inflación va a seguir» porque el Estado tiene que poner «en orden sus cuentas» y reducir el déficit fiscal, según opinó Vidal. Su hoja de ruta para salir de la crisis no podría evadir el camino de la ortodoxia económica: poner en práctica un programa de ajuste fiscal y recortar gasto público, mientras se buscan nuevas fuentes de ingreso para el tesoro público.
Además de emprender otras reformas estructurales que se anticipan conflictivas para el sistema actual desde el punto de vista ideológico y político.
La «cuestión de las pymes» —limitarlas o modificar la legislación para permitirles pasar a un nivel superior— será un buen medidor en cuanto a las corrientes de opinión dentro de la cúpula gubernamental.
«Ellos siguen aferrados a la idea de potenciar la empresa estatal socialista, y ahí está justamente el cuello de botella de lo que quieren perfeccionar. En lo mismo que llevamos 60 años y no funciona», dijo Vidal.
En medio de las circunstancias, el dólar llegó a los 200 CUP el 12 de junio de 2023. No sería una sorpresa que el valor continúe subiendo en el futuro inmediato.
«La tasa de cambio es un precio más, como el del taxi o el tomate, y lo relativo a la inflación la afecta por igual. Mientras se mantenga el déficit fiscal y, por ende, la inflación galopante [que el académico estima "cinco o seis veces mayor a la oficial"] se seguirá generando un excedente de pesos que en gran parte termina en la compra de divisas. La monetización del déficit fiscal no solo eleva los precios en los mercados de consumo, sino que influye de forma decisiva en la evolución de la tasa de cambio. El mercado cambiario no escapa de los desequilibrios macroeconómicos», respondió Vidal.
Resulta impensable que ocurriera de otra forma, en particular, en un país que en la última década quintuplicó sus déficits fiscales promedio.
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