Cubanos sin vida digna: el rostro que la prensa estatal quiere maquillar

Foto: elToque

Cubanos sin vida digna: el rostro que la prensa estatal quiere maquillar

24 / marzo / 2025

Tres veces cambió la prensa cubana el nombre de un reporte sobre mendicidad emitido el jueves 20 de marzo de 2025. «Personas que viven en situación de calle en Cuba», «Adicciones contribuyen a conductas deambulantes» y «La familia: eje de prevención de deambulantes en Cuba» fueron los tres primeros títulos del reporte. Finalmente, se publicó en YouTube con el título: «Acciones para prevenir conductas deambulantes en Cuba».

Estos cambios —que podrían responder a diversas causas— no serían relevantes si en los últimos días la prensa estatal no hubiera abordado el tema desde una perspectiva más criminalizadora que empática.

Un texto reciente en el periódico Granma sugirió que quienes deambulan o las personas responsables de quienes deambulan, deberían ser juzgados y sancionados penalmente. La nota recordó que el Código Penal cubano establece penas de seis meses a dos años de privación de libertad o multas de entre 200 y 500 cuotas para quienes, teniendo la obligación legal, desatiendan las necesidades básicas de personas vulnerables, como menores de edad o adultos mayores.

Además, en un reporte reciente sobre los comedores del Sistema de Atención a la Familia (SAF) en Camagüey, Adis León Bencomo, especialista de la Empresa Municipal de Restaurantes y Centros de Recreación (EMURE) calificó como «pérdidas económicas» el gasto del Ministerio del Comercio Interior (Mincin) en las comidas subsidiadas destinadas a las personas más necesitadas, en su mayoría ancianos jubilados.

La prensa estatal, reflejo de las políticas gubernamentales, parece querer esconder a los mendigos debajo de la alfombra. «Afean la ciudad», probablemente se susurra en alguna reunión del Ministerio de Turismo.

¿Cuánto aportaron esas personas cuando pudieron hacerlo? ¿Acaso no trabajaron para asegurar una vejez digna?

Aunque, desde la fría perspectiva numérica y económica, sean considerados «una carga estatal», ¿la mayoría no trabajó y pagó impuestos para que el Estado cumpliera su deber y garantizara las necesidades básicas a quienes dieron todo mientras pudieron?

Entre la precariedad y la caridad

«Hemos tenido días de comer boniato y sopa sin fideos», dijo en abril de 2024 a la televisión santiaguera un anciano del municipio de San Luis.

Según reconoció el administrador del SAF, recibían solo entre el 30 y el 50 % del arroz necesario y debían sustituirlo con viandas.

La crisis económica ha afectado gravemente a los comedores sociales del Sistema de Atención a la Familia (SAF), destinados a proporcionar alimentos a personas de bajos recursos, especialmente ancianos.

Tras la implementación de la Tarea Ordenamiento en 2021, los precios de los menús pasaron repentinamente de 1 a 10 pesos y finalmente a 13 pesos por comida, lo que provocó una disminución del 48 % de los beneficiarios, quienes optaron por darse de baja debido al elevado costo en relación con sus pensiones.

Veintiséis pesos diarios para dos comidas suman alrededor de 800 pesos mensuales, cifra que podría parecer insignificante para algunos, pero representa más de la mitad de una pensión mínima de 1.500 pesos. Con los 700 pesos restantes, apenas se puede adquirir una libra de carne de cerdo.

«Por lo menos tienen un plato de comida», podría argumentar alguien como consuelo frente a la inflación de tres dígitos que golpea a Cuba y la dura realidad de tantas familias que han reducido drásticamente sus alimentos o que se acuestan sin comer.

Aunque los reportes de prensa más recientes aseguran que la entrega de alimentos ha mejorado, para los «beneficiados» la comida sigue siendo poca y de baja calidad nutricional, lo que no garantiza una alimentación balanceada para personas de la tercera edad.

Además, las «mejoras» —tanto logísticas como alimentarias— están relacionadas con donaciones internacionales y de entidades privadas en muchos casos.

En abril de 2024, China donó módulos para los más de 1400 SAFs (jarras, vasos, platos llanos y hondos, tazones para caldos, juegos de cantinas, cacerolas con tapas y cubos de 15 litros), pero en muchos sitios todavía sirven la comida en los pozuelos.

De un tiro se sirven las dos raciones —almuerzo y noche— para que regresen a sus casas a comerlo como puedan. A saber si en medio de los constantes y prolongados apagones también tienen que comerse la comida fría. 

La ministra reconoció que el SAF se mantiene como prioridad para organismos internacionales como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que aporta arroz, granos y aceite. A estas ayudas se suman contribuciones de negocios privados que entregan parte de sus producciones e importaciones.

Entonces, ¿por qué insiste la funcionaria del Ministerio del Comercio en Camagüey en calificar repetidamente como «pérdidas económicas» la alimentación de los 60 mil beneficiarios del SAF?

Reducir las necesidades básicas a un simple acto de caridad invisibiliza el derecho fundamental de toda persona a vivir con dignidad. La solidaridad no puede ni debe sustituir la responsabilidad del Estado.

Vulnerabilidad en primer plano

Estudiosos de la Universidad de La Habana señalaron recientemente que son las iniciativas comunitarias y sociales las que realmente sostienen la atención a los más vulnerables. Las donaciones de cubanos dentro y fuera del país han ayudado a maestros jubilados con viviendas deterioradas, niños y personas postradas en condiciones precarias, y a familiares que quedaron a cargo de menores tras la muerte de sus padres.

No pocos negocios privados también entregan alimentos directamente a los SAF o a personas con bajos recursos. Las imágenes de niños limpiando autos o pidiendo comida ya no son exclusivas de otros países; son parte de la realidad cotidiana en Cuba.

Los funcionarios reconocieron recientemente que la población no percibe los impactos de las políticas sociales. Según datos oficiales, 183 000 familias en situación de vulnerabilidad económica recibieron algún tipo de ayuda en 2024.

La prensa estatal busca palabras «bonitas» para suavizar la realidad, tal vez por eso cambiaron tres veces el título del mencionado reporte. Sin embargo, esto no reduce el dolor ni la gravedad del problema.

Además, en el reporte televisivo se mostró, sin empatía ni respeto por la privacidad, el rostro de estas personas vulnerables. 

Resulta contradictorio que hace pocas semanas la misma prensa resaltara que publicar imágenes de fallecidos o accidentes sin consentimiento es una falta de respeto sancionable. ¿Acaso estas personas, vivas y vulnerables, no merecen también respeto hacia su imagen y dignidad?

Sacudirse la responsabilidad 

«Lo principal no es la comida, sino el trato de amor y humanidad que nos den, porque ya dimos lo que íbamos a dar y todavía estamos vivos», dijo en tono de súplica un anciano entrevistado por la televisión camagüeyana.

Los programas del Gobierno cubano dirigidos a atender a las personas más vulnerables no parecen funcionar como un deber del Estado, sino más bien como un acto de favor o caridad. Por eso, desde la prensa estatal se insiste tanto en resaltar el papel de la familia como principal responsable en el cuidado de estas personas, restándole así responsabilidad a las instituciones gubernamentales.

«¿Qué familia, si todos mis hijos se fueron del país?», podrían responder muchos ancianos que se han quedado completamente solos, en medio de la mayor crisis migratoria que ha vivido Cuba en su historia.

A pesar de esta realidad, el reporte televisivo emitido el jueves 20 de marzo insiste en afirmar que en muchos casos «las adicciones son la causa fundamental por la que algunos mendigan». Es cierto que prejuicios históricos y datos anteriores asociaron el alcoholismo y la adicción a las drogas con las personas en situación de calle. Pero ¿cuántas personas sin estos padecimientos hoy también tienen que mendigar, buscar restos en la basura o sobrevivir en condiciones extremadamente precarias?

Un reciente reporte de prensa estatal reveló, por ejemplo, la conmoción de una periodista al descubrir a su antigua profesora de Historia buscando comida entre los desechos. Entonces, ¿por qué asumir, ante situaciones tan recurrentes como esta, que la pobreza extrema siempre está relacionada con adicciones o enfermedades mentales, como sugiere el mencionado reporte televisivo?

¿Por qué no reconocer claramente que el aumento significativo de personas que hoy piden dinero en las calles, que buscan comida en la basura y que viven en condiciones higiénicas deplorables, se debe fundamentalmente al incremento generalizado de la pobreza y a la desatención institucional del Estado?

Incluso los trabajadores sociales —cuya función se destaca frecuentemente— resultan insuficientes para atender al creciente número de personas que no tienen acceso a recursos básicos. En 2006 había 28 000 trabajadores sociales en activo, cifra que actualmente se ha reducido en más de la mitad.

Las imágenes y reportes recientes en la prensa oficial, lejos de resaltar una supuesta buena voluntad gubernamental, muestran una realidad cada vez más dolorosa: ancianos que viven en completa soledad, con pensiones insuficientes después de décadas de trabajo, y que deben agradecer públicamente el supuesto «logro de la Revolución para no dejar desamparados a los más vulnerables» y que les ha quedado como única alternativa para sobrevivir. 

Los cubanos más vulnerables no necesitan discursos ni palabras bonitas. Necesitan un sistema verdaderamente funcional, digno y humano, que garantice, sin caridad ni favores, el respeto pleno de sus derechos y necesidades fundamentales.

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Pablo Morales Marchán

Evidentemente todo está bien descrito en este artículo, con objetividad, profesionalidad y ética profesional.Es un periodismo investigativo que no sólo señala a los culpables, sino que ofrece soluciones posibles y desmiente las burdas mentiras de la propaganda gobbeliana oficialista que después de haber y seguir explotando a los cubanos y cubanas dentro de Cuba,se desentienden del contrato social postulado por los artífices de eso que alguna vez se llamó "Revolución cubana".No hay logros alguno,ni conquistas,lo que hay es un capitalismo de Estado desmontando toda la asistencia social, para que tecnócratas advenedizos,sin legitimidad en el poder,medran a costa del pueblo cubano con los recursos humanos, financieros tecnológicos y naturales para enriquecerse una casta selecta que quiere vivir el capitalismo subdesarrolllado ellos,el grupúsculo,y la inmensa mayoría viviendo en extrema pobreza repartida por la nefasta manipulación de la ideología castro comunista
Pablo Morales Marchán

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