En una charcutería ubicada en La Habana del Este venden poca charcutería. Además de comercializar derivados de la carne de cerdo y sus subproductos, también ofertan otros alimentos: queso, pollo, pastas, viandas y confituras; e, incluso, aseo personal y detergente para lavar. Lo que aparezca.

En la calle Águila, en Plaza de la Revolución, otro minimercado comercializa diversos productos, aunque su cartel se refiere solo a un tipo específico de alimentos.

Ambos negocios habaneros no son los primeros ni los últimos en adoptar alternativas de «supervivencia». En muchos casos, los bodegones —como también se les conoce— no se circunscriben al «objeto social» bajo el cual fueron creados, sino que van más allá.

En la mipyme hay

La ausencia y el retraso de varios productos de la libreta de abastecimiento desde meses atrás y la poca oferta en entidades estatales han convertido a los mercados privados en el punto de venta «preferido» de la población. O quizá es más adecuado decir: en el lugar donde «no les queda más remedio» comprar. 

Las mipymes parecen ser un «mal necesario», a pesar de que los precios son criticados por la gente y por los funcionarios. La aparición de estas empresas privadas y el aumento de sus ofertas —en diferentes momentos de los últimos años— han vuelto más asequibles productos como el aceite, el pollo o la cerveza; lo que ha beneficiado a una parte de la población que antes no podía acceder a ellos debido a los elevados costos en las tiendas en MLC.

¿Se acabarán los bodegones de las mipymes?

Ni Marrero ni Gil ni Odriozola dijeron cómo pretenden corregir las desviaciones que atribuyeron a las mipymes. Pero la historia ha demostrado que apelan siempre al control estatal y a la represión.

En un punto de venta privado de Camagüey, las cajas de pollo y de picadillo se venden a la población, casi siempre, enteras. Aunque al principio dividían el contenido y lo ofertaban por libras, el dueño prefiere que se las lleven completas. «Hay familias que le pagan a mi hijo en Estados Unidos y la recogen aquí; otras que prefieren “hacer una ponina” y comprar la caja entre parientes y vecinos; y hay quien tiene el dinero suficiente para llevarlas», explica el emprendedor camagüeyano.  

No pocas veces lectores de elTOQUE se han quejado de los precios de los emprendedores, al tiempo que han reconocido que «hoy los cubanos comen gracias a ellos». «El Gobierno no puede garantizar ni los mandados y quienes reciben remesas pueden comprar en las mipymes; pero los que no, también. Puede que las cosas sean más o menos asequibles, pero algo siempre hay», explicó un lector. 

Por toda la isla existen puntos de venta de este tipo que suplen el vacío que dejaron las extintas tiendas en CUC: ya sea por el desabastecimiento de las pocas que quedaron en pesos cubanos o por la inaccesibilidad (para una parte de la población) de aquellas en moneda libremente convertible (MLC) o en dólares.

En algunos casos, incluso, hacen «ferias» los fines de semana en lugares apartados de difícil acceso. «Los fines de semana un camión recorre varios pueblitos vendiendo cosas», comentó un guajiro de Las Grullas, en Ciego de Ávila. «No llegan hasta aquí, pero van a sitios cercanos a los que podemos ir en el carretón. Y hace mucho tiempo el Estado se olvidó de nosotros». 

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¿Se cierra la bodega del barrio?

Ante los anaqueles semivacíos de las tiendas en MLC y la «preferencia» de la población por los «bodegones» privados, el Estado ha tenido que «tomar medidas». No para garantizar el abastecimiento de productos asequibles, sino para acaparar las divisas que la gente podría estar dejando en el sector no estatal. 

La nueva estrategia gubernamental de abastecer las tiendas en dólares con productos de mipymes y empresas estatales, parece dar resultado; sobre todo, por la posibilidad de recuperar las divisas necesarias para completar los ciclos productivos. 

Según los reportes de prensa más recientes, en las tiendas minoristas y mayoristas en dólares es posible ver productos nacionales como Conchita, Ceballos o algunos de la industria molinera de La Habana (Imsa); pero también de las sociedades mercantiles unipersonales de responsabilidad limitada (SURL) Jolyni, Lácteos Clamanta y WelValdes Conservas El Roble, o de la marca estadounidense Yeya Goods (distribuida por AT Sueños SURL). 

«Estos encadenamientos permiten acceder legalmente a moneda extranjera —y evitar el riesgo de ser acusados de tráfico de divisas—, y aunque hay que hacer algunas concesiones en cuanto a pagos, la idea puede funcionar», dijo a elTOQUE el socio de una SURL santiaguera. Sin embargo, reconoció que han mantenido sus puntos de venta —físicos y online— porque la comercialización directa con la población y los emigrados les permite acceder al dinero necesario para la mayoría de sus transacciones. 

En varias reuniones de los últimos meses, el Gobierno cubano ha insistido en la importancia de que el sector privado ponga sus recursos en función de echar a andar la maquinaria estatal paralizada por falta de materias primas. 

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Una experiencia previa la tiene Jolyni S.U.R.L, que usa la tecnología instalada en las fábricas de pastas La Pasiega, en La Habana, y de Doña Marta, en Cienfuegos. Aunque están acreditados para el comercio mayorista y minorista en pesos cubanos y en MLC, según ha comentado a la prensa su presidente Jorge Félix Peraza Noriega, sus producciones satisfacen las necesidades del sector hotelero y se comercializan en las cadenas de tiendas TRD, Cimex, Caracol y Palco. 

Por más que los funcionarios insisten en que las ventajas económicas para ambos sectores permitirán disminuir el precio de los productos y hacerlos más asequibles a la gente, el bodegón del barrio es todavía la única opción para muchos. 

La propuesta de «encadenamiento mayorista» —obligatoria según el Decreto 107/2024— que parece ser más atractiva para los emprendedores es poner sus productos en las tiendas. También es la que parece mejor para las empresas estatales convocadas a ingresar divisas. Ya no solo se sacarán productos de los supermercados en MLC para surtir los otros en dólares, sino que también pasarán de los anaqueles del barrio a los estantes en divisas que controla el Gobierno.