camarones en las manos de un camaronicultor

Foto: Tomada de Prensa Latina.

Despido injusto y pago retenido: el reclamo de un camaronicultor cubano a Cultisur

7 / abril / 2025

A finales de agosto de 2024 y en medio de sus vacaciones, Pablo*, camaronicultor en la UEB Cultisur en Camagüey, supo que estaba despedido. En el documento que le entregaron se leía: «trabajador no idóneo». Antes de ese día, nadie le había informado que sería objeto de evaluación por parte de un comité de expertos. Solo lo llamaron de la unidad de base de la empresa para comunicarle la decisión.

En los meses previos, Pablo veía que los camarones de sus estanques en la unidad productiva de Santa Cruz del Sur ―perteneciente al Grupo Empresarial para el Desarrollo del Camarón (Gedecam)― no crecían al ritmo esperado. No tenía que recurrir al olfato de quien llevaba años dedicándose al cultivo artificial del marisco para saber el porqué. Cualquiera en su lugar lo habría intuido. Los largos cortes de fluido eléctrico, las turbinas rotas, los salideros y la poca comida para alimentar a los camarones vaticinaban que la producción apenas alcanzaría el 50 % de lo planificado, como en efecto ocurrió.

«No se podía echar agua y había altos niveles de salinidad. Por eso, el camarón no crece. El carapacho se le pone muy duro y no muda», explica Pablo. Durante el ciclo productivo, parte de los camarones no sobrevivieron, lo que afectó el volumen final de la cosecha. 

Al concluir el período de producción, el joven camagüeyano y sus dos compañeros de turno entregaron a la empresa alrededor de 6 toneladas de camarones por los dos estanques, la más baja en su trayectoria como camaronicultor. 

Pese a que la infraestructura de producción, incluido el suministro alimentario, es responsabilidad de la empresa, Pablo no tuvo oportunidad de defenderse antes de recibir la noticia de que Cultisur ponía fin al vínculo laboral. Junto a él, también fueron notificados varios camaronicultores que trabajaban en el mismo estanque y en otros aledaños.

El joven reclamó a la dirección las fallas de infraestructura y les recordó sus alertas previas sobre el mal funcionamiento de los estanques. «Cuando les dije eso, todos se pusieron bravos», cuenta.

La disputa laboral y la verdad de Pablo

El 3 de septiembre de 2024, el grupo de trabajadores afectados formalizó la reclamación ante el Órgano de Justicia Laboral del Combinado Pesquero por el despido injusto de Cultisur —bautizada como «la mejor camaronera de Cuba»—. Los camaronicultores despedidos acompañaron la queja con un informe emitido por la unidad de Análisis y Control de la Producción de la UEB en el que se solicitaba la certificación de calidad de los estanques. 

El documento ―al que elTOQUE tuvo acceso― ratificó las condiciones deficientes de la siembra. De acuerdo con el texto, fuertes corrientes de aire y la falta de una malla perimetral durante 19 días provocaban salideros. Significa que durante casi tres semanas los estanques sufrieron pérdidas de líquido y de larvas.

El informe señaló también que durante ese período, las larvas se alimentaron con pienso Exia Perform 35 %, inadecuado para esa etapa por el gran tamaño del suministro nutricional frente al de las larvas. La alta salinidad unida a la falta de oxímetro y de mallas micra ―que impiden la proliferación de caracoles, mejillones y algas (altos consumidores de oxígeno)― fueron otros de los señalamientos realizados en el texto. 

Lo anterior se traduce en que era imposible asegurar que la cantidad de oxígeno disuelto en el agua fuera suficiente para mantener con vida a los camarones que, además, por falta de insumos, no fueron alimentados del primero al 14 de agosto, día de la cosecha.

El dictamen concluyó que las causas de los incumplimientos «no eran imputables a los camaronicultores ni tampoco su responsabilidad». Fue la misma respuesta que obtuvieron los trabajadores el 27 de enero de 2025 por parte del Órgano de Justicia Laboral. Ese día, se enteraron de que habían ganado la reclamación. 

Camarón sí, pago no

Tras varias semanas, los camaronicultores despedidos fueron reincorporados a sus puestos y recibieron el salario base correspondiente a los meses en los que se extendió el litigio. Sin embargo, Cultisur se negó a pagarles el extra por resultados. 

La empresa argumentó que el camarón obtenido no se exportó por su reducido tamaño y, por tanto, no les correspondía el pago adicional. Pero esa condición no estaba estipulada en el convenio laboral que firmaron en 2023. Y el camarón, aunque no salió del país, se comercializó en el mercado nacional.

«El convenio estipulaba que pagaban a 60 000 CUP la tonelada. Como decimos en la calle: lo que saliera por el tubo», asegura Pablo. Del monto total, la empresa se quedaba con el 20 % y los trabajadores debían contribuir —del 80 % restante— a la Oficina Nacional Tributaria (ONAT). Por esa razón, el dinero percibido era mucho menor que los 60 000 CUP por tonelada que establecía el convenio. En ciclos anteriores, los camaronicultores llegaron a cobrar hasta 125 000 CUP por cada ciclo en concepto de pago por resultados. 

Frente al argumento de Cultisur de que no paga porque el marisco no pudo exportarse, Pablo afirma: «¿Dónde está el documento firmado por nosotros que diga que estuvimos de acuerdo con eso? A mí no me pagan en dólares». Según sus cálculos, el pago que les adeudan (luego de descontar el monto de la empresa y el pago a la ONAT) oscila entre 50 000 y 70 000 CUP por trabajador.

El conflicto no solo se limita a la deuda que Cultisur se niega a saldar. A finales de 2024, la empresa distribuyó las tradicionales jabas de fin de año entre sus empleados, pero los camaronicultores a la espera del resultado de su reclamación fueron excluidos. Un compañero de Pablo exigió su aguinaldo. La respuesta fue tajante. El director afirmó que no tenía derecho a ninguna jaba y que ya no era trabajador. El compañero de Pablo se defendió alegando que mientras estuvieran en litigio seguían siendo trabajadores. «El director dijo que no le importaba», detalla Pablo. Cuando los camaronicultores se reincorporaron, tampoco las recibieron.

Según narra Pablo, en los meses en los que estuvo fuera de la producción, dos de los estanques que debían atender un grupo de trabajadores despedidos fueron asignados al hijastro del hermano del director de Cultisur. A él también se le murió parte de la siembra; pero, a diferencia de Pablo y sus compañeros, recibió cerca de 18 000 CUP por lo que entregó. 

Pablo refiere, además, que el director se encuentra en proceso de baja luego de que fuera advertido «desde arriba» de que podía ser removido del cargo «por desvío de recursos». «Le aconsejaron que mejor pidiera la baja, para que no se enredara».

Ante la persistente negativa de la empresa, los trabajadores acudieron a la Fiscalía Municipal de Santa Cruz del Sur. Les dijeron que Cultisur debía pagarles, pero no se ha hecho nada más al respecto. «Cuando vas a la Fiscalía te dicen con estas palabras: “Nosotros estamos para asesorar, no para seguir el caso”», lamenta Pablo.

Lo que esconde el éxito de Cultisur

Durante años, Cultisur fue presentada como ejemplo de eficiencia en la acuicultura cubana. En 2014, alcanzó el primer lugar en la producción nacional de camarón, y en 2015 se destacó por obtener los ejemplares de mayor peso promedio. En 2020, las granjas de cultivo de camarón con una extensión de casi 98 hectáreas ―equivalentes a 130 campos de fútbol― tenían un plan de producción de 1 785 toneladas. 

Ese año, el medio local Adelante exaltó las inversiones millonarias en infraestructuras y las visitas de altos funcionarios. Pero en las asambleas internas, los camaronicultores denunciaban la falta de reparaciones en los estanques, el insuficiente suministro de alimento y la vulnerabilidad de los trabajadores ante los robos. «Ahora el camarón está sembrado, pero no hay alimento. Vamos por lo mismo: salideros, turbinas rotas…», comenta Pablo.

Paradójicamente, cerca del 80 % del camarón producido en Cultisur no está destinado a los cubanos, sino a la exportación. En 2020, el entonces ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino Martínez, justificó el hecho con una razón que generó polémica: «Si nos damos el gusto de comer langosta y camarones, faltará la leche de los niños».

Mientras tanto, los trabajadores de Cultisur enfrentan condiciones laborales precarias y se exponen a la inseguridad. Los camaronicultores pasan noches enteras a la intemperie, expuestos a las inclemencias del tiempo y a las bandas de tarralleros que saquean los estanques. Los ladrones de camarón venden el crustáceo entre 700 y 1 000 CUP la libra. Usualmente, se llevan hasta diez sacos del producto en las noches y van armados con piedras y objetos punzantes.

«Los tarralleros no vienen solos ―relata Pablo―. Los piquetes son de seis, ocho, hasta 14 personas. Nos exponemos a pedradas y machetazos, a que nos maten en medio de la noche y nos encuentren al otro día. ¿Y quién nos protege? Nadie. La Policía alega que no tienen efectivos suficientes, pero ellos saben quiénes son los tarralleros. Hasta las brigadas de apoyo que pusieron hace un tiempo también entraban a robar a los camaronicultores.

«Como le ganamos la pelea a la dirección, van a estar arriba de nosotros. Ahora dicen que si nos roban, los responsables somos los camaronicultores, pero ni siquiera hay cerca perimetral. A ellos no les importa porque duermen tranquilos en sus casas», afirma.

Para evitar futuros litigios con los camaronicultores, Cultisur decidió cubrirse las espaldas. El nuevo convenio laboral, revisado por elTOQUE y firmado en marzo de 2025, explicita que los camaronicultores deben «vigilar y proteger los bienes muebles, inmuebles y personas, mediante la neutralización de actos violatorios o hechos delictivos». Además, son los encargados de «retener y poner a disposición de las autoridades a las personas que atenten contra el objeto de su protección». 

Cada uno de los estanques mide 9.8 hectáreas. Los atiende un camaronicultor durante el día y otro en las noches. Quien trabaje durante la madrugada debe emplear linternas propias para la vigilancia porque la empresa ni siquiera las garantiza. 

El acuerdo menciona también el uso de armas como parte de la función defensiva. Sin embargo, a diferencia de los agentes de protección con los que contaba antiguamente la empresa y de los que prescindió luego de que les atribuyera la función de seguridad a los camaronicultores, ni Pablo ni ninguno de sus compañeros recibió un arma hasta la fecha. Anteriormente, las personas que custodiaban las siembras tenían armas de fuego proporcionadas por Cultisur para ahuyentar animales y ladrones y, en última instancia, proteger la vida del trabajador.

Pese a que los camaronicultores reclamaron al departamento de Recursos Humanos recibir la capacitación correspondiente para manejar armas, todavía no reciben la formación.

Pablo y sus compañeros cobran cada mes el equivalente a 7.50 USD, de acuerdo con los valores de esa divisa en el mercado informal para el 31 de marzo de 2025. La mísera remuneración que reciben contrasta con la millonaria suma que el Estado ingresa por la venta de camarón y langosta. Tan solo en 2019, la cifra ascendió a 63 millones de dólares. 

El día a día de un camaronicultor consiste en despertar a las cuatro de la madrugada para entrar a trabajar antes de las 6:00 a. m. y relevar a la persona del equipo que se encuentra de guardia. Durante la jornada, alimenta a las larvas tres veces al día, atiende los estanques y custodia el área. Apenas tiene media hora para almorzar en casa y regresar a sus puestos para continuar con sus labores hasta el final de la tarde.

«Mi trabajo es de malas noches y de resistir el sol, los aguaceros, el fango… ―reclama Pablo―. Mis hijos también tienen derecho a disfrutar de mi sudor. No pido nada que no me pertenezca o no me haya ganado. Yo les cumplí».

*El nombre de la fuente fue cambiado para proteger su identidad.
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Dennis Santy Simons

Vergüenza es la mayor carencia en los niveles administrativos y políticos. En cualquier caso, apelar a instituciones fallidas (por no decir corruptas) ha quedado como una absoluta perdida de esfuerzo. Entonces ... existe solución a tan generalizado "fenómeno" ? Cuál, en esa opaca profundidad, es el origen de tanta injusticia tolerada ? Más concretamente ... que "factor" propicia la injusticia y da "continuidad" a la impunidad ? No creo sea necesario responder, pues en la prohibición de pronunciar esas 3 letras todo queda dicho. Si, según Martí, disfrutaramos de ese derecho a "pensar y hablar sin hipocresía" (libertad) ... mejor que nos dejasemos de suplicar justicia y pasáramos a administrarla a criterio y mano propia. Acaso no era eso lo referido por Maceo al proclamar ... "Mendigar derechos es propio de cobardes, incapaces de ejercitarlos (ejercerlos)". Seamos honestos para con nosotros mismos ya que nos falta el valor que nos reclama Maceo ... al arrebatarnos la sana dignidad nos hemos convertido en cobardes. Despojar al ciudadano de sana dignidad ha sido y es el resultado del "trabajo ideológico" y la "legalidad socialista". Socialista o ... Castrista ? A ver si hay "güebos" pa'publicar está verdad.
Dennis Santy Simons

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