¿Díaz-Canel tiene un verdadero «programa de Gobierno» para la economía cubana, o es solo para los discursos?

El primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel, afirmó el 5 de julio de 2025 en el discurso de clausura del X Pleno del Comité Central: «Ratificamos aquí que la tarea más importante a acometer por el Partido es el aseguramiento al Programa de Gobierno para eliminar distorsiones y reimpulsar la economía».
La afirmación de que se trabajará para «eliminar distorsiones y reimpulsar la economía» es vaga. ¿Qué distorsiones? ¿Cómo se reimpulsará la economía? ¿Quién ha sido responsable de los errores en las políticas económicas que han llevado a esta situación? La falta de detalles sobre las medidas concretas refuerza la sensación de que se trata más de un disfraz discursivo que de una propuesta sólida y fundamentada, que aborde los problemas clave.
El supuesto plan de Gobierno, que según la prensa estatal será el «centro de los debates» de las próximas sesiones del Parlamento cubano, que comienzan el 14 de julio de 2025, todavía no ha sido detallado públicamente. No se ha ofrecido aún información clara sobre sus objetivos, estrategias o metodologías.
Ante la «discusión» de esta «estrategia política» en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), expertos advierten que propuestas gubernamentales previas para resolver los problemas más graves de la economía cubana no han surtido efecto. Este nuevo plan podría seguir sin abordar los problemas sistémicos y estructurales fundamentales de la economía, como la ineficiencia del sector estatales, la falta de un modelo económico sostenible que favorezca la inversión privada y la diversificación productiva.
La falta de un enfoque integral sobre estos aspectos podría llevar a que las medidas propuestas sigan siendo superficiales, sin generar cambios profundos ni duraderos.
¿Por qué persisten las dudas sobre el «Programa de Gobierno para eliminar distorsiones»?
El doctor en Economía, Pedro Monreal, advirtió en redes sociales que «el programa “para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” que se analizará en sesión de la Asamblea Nacional de mediados de julio abarca paliativos inconexos a los que se acude debido a la incapacidad política de hacer una transformación racional del sistema económico».
«El cercano análisis parlamentario del “programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” probablemente transite por el camino de previas evaluaciones incompletas y abundante propaganda, y sobre todo con “soluciones” desconectadas y contradictorias», concluyó Monreal.
Por su parte, Mauricio de Miranda Parrondo, doctor en Economía Internacional y Desarrollo, expresó en redes sociales, tras la afirmación de Díaz-Canel destacada en los titulares de los medios estatales cubanos: «¿Alguien me podría decir cuál es el “Programa de Gobierno para eliminar distorsiones y reimpulsar la economía”? ¿Dónde está publicado? ¿Cuáles son los objetivos reales, más allá de los deseos? ¿Cuáles son las medidas concretas que hacen parte de ese programa? Antes se habló del Programa de Estabilización Macroeconómica y tampoco se supo absolutamente nada de esto». Este antecedente genera aún más escepticismo sobre la capacidad del Gobierno para implementar un plan económico eficaz.
El economista cubano también destacó la falta de claridad sobre cómo se logrará el aumento de la producción en sectores clave como la agricultura y la industria, y cuestionó el tratamiento a problemas sociales como la basura acumulada en las calles y el colapso del sector de la construcción.
Miranda Parrondo advierte que las autoridades cubanas no han declarado cómo pretenden reducir el déficit fiscal o lograr que el sistema monetario cubano funcione adecuadamente, y que la tasa de cambio responda a las realidades del mercado y no a un número puesto a voluntad de quien manda.
«¿Cuándo la dirigencia del país será capaz de asumir autocríticamente su responsabilidad por las políticas económicas fallidas que han adoptado y cuyos errores de concepción y diseño han sido alertados por diversos especialistas desde diversas aristas del pensamiento económico y político?», señaló el experto.
Otras promesas incumplidas: ¿qué ha fallado en los intentos previos de «estabilizar» la economía cubana?
A lo largo de los años, el Gobierno cubano ha presentado múltiples intentos de «estabilización» económica que han fracasado rotundamente.
El Programa de Estabilización Macroeconómica, que pretendía controlar la inflación y estabilizar la economía, terminó siendo percibido como un conjunto de medidas incompletas y sin seguimiento claro. Expertos señalaron la falta de coherencia y ausencia de medidas estructurales que abordaran problemas clave como la baja productividad, la dependencia del sector turístico y la ineficiencia del sistema estatal.
Un intento más, el Plan Nacional de Desarrollo hasta 2030, presentado en abril de 2016 como un marco para la modernización económica, ha quedado en promesas vacías. Después de casi una década, no se han materializado resultados tangibles y el país sigue enfrentando los mismos problemas estructurales.
Otro ejemplo significativo es la llamada «Tarea Ordenamiento». En 2021 el Gobierno implementó un proceso de unificación monetaria para simplificar el sistema de dos monedas (CUP y CUC), pero esta reforma no fue acompañada de medidas complementarias que apoyaran a los sectores productivos. El resultado fue un aumento de la inflación y desajustes en la economía, dejando claro que la reforma no fue respaldada por un plan de medidas que generara un impacto positivo en el tejido productivo.
Carmelo Mesa-Lago, economista cubano-estadounidense, ha señalado en numerosas ocasiones que las políticas económicas cubanas siguen siendo ineficientes debido a la falta de reformas estructurales y a la dependencia del Estado en áreas clave. El experto ha argumentado que la autarquía y la centralización económica son los principales obstáculos para el desarrollo sostenible.
De acuerdo también con el economista Pedro Monreal «la economía cubana está en estado de “fallo multi orgánico”. El problema no es “estimular” la economía, sino hacer una transformación estructural, pero el “freno” es político».
El experto ha advertido sobre el agravamiento de la desindustrialización de Cuba en la era post ordenamiento (...) la producción en 2024 fue menor a la de hace 40 años e incluso inferior a los niveles del “fondo” del período especial.
Según Monreal es clave la crónica deformación inversionista nacional centrada en el turismo y la ruina agropecuaria, «el componente más alarmante de la crisis estructural de Cuba, el fracaso más sonado de la política económica gubernamental, un factor crucial del empobrecimiento masivo y fermento de malestar político».
Las promesas incumplidas no solo se traducen en falta de crecimiento económico, sino que impactan directamente la vida cotidiana de los cubanos. La escasez crónica de bienes y servicios básicos, la fuga masiva de profesionales hacia el exterior y un sistema de salud y educación que se ve cada vez más afectado por la falta de recursos, son síntomas claros de la desconexión entre lo prometido y lo realmente alcanzado.
¿Por qué la narrativa oficial no convence?
La afirmación de «eliminar distorsiones y reimpulsar la economía» forma parte de una narrativa oficial que ha sido repetida de manera casi mecánica por funcionarios del Gobierno, voceros y medios estatales cubanos. Sin embargo, a pesar de su frecuencia en discursos y comunicados, nunca se ofrece una exposición clara sobre las causas estructurales de la crisis económica que enfrenta el país, ni se proponen medidas efectivas a corto plazo para abordar los problemas fundamentales. En lugar de reconocer las disfunciones sistémicas, que incluyen la ineficiencia estatal, la centralización económica y la baja productividad, el discurso se limita a generalidades que parecen más un intento de tranquilizar a la población que un plan realista para superar la crisis.
Las declaraciones del Gobierno, aunque repetidas en diversos foros oficiales, nunca logran ir más allá de las promesas vacías. Este patrón de incumplimiento genera una creciente desconfianza, tanto en la ciudadanía como en los especialistas que, al igual que los economistas mencionados, ven en estas propuestas una continuación de las políticas fallidas del pasado, incapaces de abordar la raíz de los problemas económicos de Cuba.


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