¿Quién sabe si pronto el joven diseñador Raiko Valladares y su colega José Antonio Villa reciban una llamada desde la Casa Blanca porque Barack Obama desee una silla exclusiva, diseñada por ellos? No es tan imposible. Valladares no solo saludó al presidente de los Estados Unidos al final de su intercambio con emprendedores este 21 de marzo, sino que también le pasó su tarjeta de contactos.
Por Ana Lidia García
Graduados en 2011 en el Instituto Superior de Diseño (ISDI) abandonaron sus trabajos individuales para crear el proyecto Vibra. “Fue para hacer algo por nosotros mismos”, me cuenta Raiko, minutos después del acontecimiento. Todo arrancó en el espacio cultural Fábrica de Arte Cubano que les abrió las puertas durante la Bienal de La Habana en 2015, para exponer su colección de sillas, inspiradas en la música nacional.
La suiza, cuerda elástica muy popular entre los cubanos que se usa en juegos infantiles para saltar, es el material principal de sus creaciones, junto a barras y tubos de acero reciclados.
Comenzaron con tres sillas y hoy tienen hasta sus propios trabajadores subcontratados para fabricar lotes de 20 y 30 unidades según los encargos. Aunque “los materiales siguen siendo un problema”, Valladares ya ha ido aprendiendo “dónde obtenerlos y de qué manera hacerlo” con la ayuda de una institución estatal para comprarlos.
Los aspectos que para algunos pudieran ser obstáculos, para este creador son oportunidades: “Nosotros intervenimos en todos los momentos del proceso: en la concepción, compra, transportación. Debemos pensar en todo de una manera diferente a como se piensa en el resto del mundo donde compras por Internet lo que necesitas, a la medida exacta. Nuestros diseños pueden variar incluso cuando no conseguimos un transporte de grandes dimensiones para trasladar los componentes. Eso provoca que las cosas sean más lentas, pero el punto positivo es que te permite controlar cada paso”.
Luego de la Bienal de La Habana, el dúo Vibra ha participado en otros eventos como la Feria Internacional de Artesanía (FIART) donde alcanzaron el primer lugar en la categoría Muebles. Cada vez son más los clientes que se acercan y ya hasta han diseñado mobiliarios para lugares específicos.
Las expectativas ahora las ponen en la exportación, un anhelo y a la vez el mayor reto.
Pero después de escuchar a Obama y compartir con varios empresarios estadounidenses, Raiko tiene nuevas esperanzas.
En el intercambio con los clientes durante los últimos meses, han comprendido que los cubanos “puede ser que no conozcan mucho sobre diseño, pero cuando algo les parece singular y les gusta, son capaces de sentirlo y eso es lo más importante”.
Está convencido de que si existieran más oportunidades para el diseño industrial en Cuba, “las personas tendrían habilidad para entenderlo y finalmente consumirlo”.
Si bien ahora mismo el mercado “es bastante limitado debido al costo de los materiales y el precio final del objeto”, Valladares me dice que continuarán creando desde este país, demostrando que “con materiales comunes y con productores locales se puede revitalizar el diseño nacional”.
Mientras llega la hora en que la gran industria esté en condiciones de asumir estas ideas, los de Vibra se las arreglan para auto-producir y hacer realidad sus sueños.
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