javier bobadilla

Foto: cortesía del entrevistado.

Javier Bobadilla: «Soy un confesor que sabe tus pecados sin necesidad de que los confieses»

30 / agosto / 2023

Conocí a Javier Bobadilla en una noche de rock. Bueno, en persona, porque en realidad lo conocí antes. Mi amiga Rosabel me hizo llegar uno de sus textos en medio de la pandemia. Como soy sospechadora habitual, no hice mucho caso, una cosa es redactar un texto al azar y otra bien distinta es sostener por un tiempo la tarea autoimpuesta de escribir. Si uno quiere saber lo que es arañar la escritura hasta sacarle pulpa, baste recordar cómo Kakfa empieza su metamorfosis con el conflicto de un hombre convertido en cucaracha y sostiene esa idea como cuerda tensa hasta el final. Para lograr algo que se le parezca hay que pinchar y eso lo respeto muchísimo.

Cuando vi que Bobadilla ponía el dedo en la llaga con bastante frecuencia decidí seguirle los pasos. Creo que es un tipo que, sin proponérselo tal vez, se ha ido metiendo cada vez más en los problemas cotidianos de los habitantes de este archipiélago maldito. Lo hace con corrección y mesura, pero con una valentía envidiable. Lo hace desde un espacio desdramatizado, quizá porque de lo que habla es por sí solo bastante dramático. Por eso, la gente lo lee y lo sigue, por eso todos quieren llevar la insignia que designa a sus fans destacados.

Boris González Arena (izq.) y Javier Bobadilla. Foto: cortesía del entrevistado.

Conocí a Javier Bobadilla en una noche de rock. Al terminar el show me encontré subida a su moto porque se ofreció para acompañarme hasta mi casa, aunque no era tan lejos. Cuando trepé detrás tuvo a bien señalarme que tras mi asiento había unos tubos para que me agarrara. En el camino casi no hablamos, hasta que decidí pedirle una insignia y me dijo que, al bajarnos, me la daría. En una esquina se salió de la calle y casi invade la velada de unos borrachines en la acera —de lo único que se quejaron fue de la luz que los sorprendió en plena madrugada—. Cuando me bajé de su moto, en mi cuadra, le propuse esta entrevista y aquí estamos.

Estudiaste Ciencias de la Computación, artes marciales japonesas y fotografía. Es un espectro de temas bastante amplio, aunque es también característico de una generación de cubanos que tiene un poco más de 40 años. ¿Cómo te defines tú, eres un cibernético que tiene una katana y hace fotografías, un artista visual que escribe sobre la realidad cubana, un hombre que puede matar pero prefiere hablar? ¿Quién eres?

Soy un cibernético que permitió que la vida lo llevara a correr aventuras. Bilbo Baggins era un tipo tranquilo y de su casa, bajito, barrigoncito, vago y altamente predecible. Terminó robándole un anillo a un asesino psicópata, infiltrándose en fortalezas y toreando un dragón. Geralt de Rivia era un cazador de seres sobrenaturales, objetivo, metódico, puntual, que cobraba en efectivo y no hacía preguntas —o no demasiadas—, y nunca, absolutamente nunca, se metía en política. Terminó enamorado de una maga incendiaria, criando una hija que no era suya y que podía viajar entre universos y defendiéndola de un emperador casi omnipotente y del mago más poderoso del mundo. Saitama, el One Punch Man, era un desempleado que buscaba trabajo, con una mirada apagada, que de niño soñó ser un héroe. Las buenas aventuras empiezan así, con el personaje menos aventurero lanzado fuera de su zona de confort.

La cibernética es la ciencia de la lógica y el razonamiento. Las artes —visuales y marciales— cultivan la intuición —que es el razonamiento inconsciente— y la impredictibilidad. Ambas se complementan. Además, ningún discurso pacifista, ninguna religión ni ninguna doctrina humanista enseña el valor de una vida humana mejor que una espada bien afilada.

Cuando me llegaron tus textos por primera vez, me llamó la atención esa especie de calma que hay en ellos, una capacidad de observación que te caracteriza, además. Sin dramas, porque sobre lo que escribes es bastante dramático, no te exaltas, no manipulas, no acudes al sentimentalismo, eres directo y sincero. Tus textos llegan a todo tipo de personas y son compartidos al infinito. ¿Cuál es la fórmula para semejante aceptación?

Escribo lo que todo el mundo sabe. Pudiera estarlo escribiendo cualquiera si lograra desprenderse del «¿por qué me está pasando esto?» y del «no me merezco esto» y del «¿cuándo va a parar esto?». Cualquiera que entienda que se merece todo el abuso y el desprecio que es capaz de soportar. Yo filtro la autocompasión, el miedo, las justificaciones, la histeria, las afinidades y los odios, el ruido en general, y escribo lo que queda. Debajo de lo anterior, en lo más profundo del inconsciente colectivo, hay un gran sentimiento de culpa, y ese es mi 'neurotransmisor'. Soy un confesor que sabe tus pecados sin necesidad de que los confieses. Siempre he tenido una visión extremadamente áspera del universo y eso me ayuda mucho.

¿Cómo surgen los textos? ¿Te sientas y dejas que las ideas fluyan o las elaboras durante días? Describe tu proceso de escritura, si lo haces en una PC, cómo es el cuarto en el que escribes, si lo haces directo al teléfono...

Escribir es rumiar. Paso días a la espera del tema y después que aparece sigo el proceso en la mente. Cuando está, muchas veces me siento y lo escribo, de un tirón. Algunas veces toma dos días, pero no más. Cuando decido el tema, por lo general es porque ya tengo una idea clara del asunto. Primero me dejo llevar por lo que siento y poco a poco voy iterando, eliminando los sentimientos, aplicándole la lógica y las estadísticas. En Cuba no hay un problema tan complejo como para que no se le pueda hacer una analogía con la plomería más básica.

Foto: cortesía del entrevistado.

Escribo mientras oigo música en cualquier idioma que no sea español —la idea es que no haga interferencia con los centros de lenguaje del cerebro—, en un Apple iMac de 27 pulgadas del cual uso solo un doceavo de la pantalla. Siempre tengo el teléfono a mano, para los datos. El iMac está en la sala de mi casa, de frente al televisor. No te sorprenderá entonces que escriba de madrugada o cuando la casa está vacía. De otra forma, es imposible concentrarse.

Tu obra visual, la que sigo en Instagram, tiene sus demonios. A mí, por ejemplo, me choca el tema de los uniformes de primaria, ese término medio entre doctrina y erotismo. ¿De qué va tu fotografía?

Lo de los uniformes es un asunto muy japonés. Allá no tienen reparos con eso. Mientras la modelo sea mayor de edad, nada más importa.

Mi idea siempre fue hacer la foto que quería ver. A veces me salía, a veces más o menos.

¿Qué obra fotográfica consumes? ¿Cuáles son tus fotógrafos preferidos?

Cuando niño, una prima de mi mamá le mandaba revistas españolas con mucha publicidad fotográfica a su hermana en Cuba. Con el tiempo y los cursos de fotografía del Chino Arcos me fui enterando de que existían René Peña, Cirenaica Moreira, Robert Mapplethorpe, Helmut Newton, Annie Leibovitz, David Lachapelle y demás.

Háblame de las insignias. ¿De dónde surge la idea? ¿A cuántos países han llegado?

Una persona comentó que había recibido la insignia de fan destacado que entrega Facebook, y otra le comentó que qué bueno sería tener una insignia real, física, que se pudiera usar. No lo pensé mucho y mandé a hacer 35 con un dinerito que tenía. Usé la misma imagen de mi foto de perfil, que es una mezcla de los colores del póster Hope de Obama, One Punch Man y mi cara. Hay quien lo toma como culto a la personalidad. Quizá no fue la mejor idea, pero es lo que había en el momento. Cuando podamos hablar de un partido político o un movimiento haré un diseño más adecuado.

Hasta ahora ha llegado a EE. UU., España, Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica, Grecia y hay una en camino a Noruega. No obstante, no he podido mandar una a Jatibonico porque es muy difícil.

Descríbeme el origen de todo esto. ¿Te consideras un influencer? ¿Sientes que tienes un llamado, una misión?

Si de verdad yo influenciara, Cuba fuera muy diferente. A mí me leen y ya. Estoy seguro de tener una misión, pero todavía no tengo claro cómo encaja con el resto del rompecabezas. Hago entonces lo que tengo a mano y siento que debo. En cierta forma estoy jugando un videojuego, recorriendo caminos, ganando experiencia, explorando niveles, entendiendo los límites.

¿Te han propuesto un espacio fijo en alguna publicación? ¿Podrías escribir regularmente sobre la realidad cubana, como un trabajo?

Me lo han propuesto varias veces. La primera vez lo rechacé por miedo a «buscarme un problema»; las demás, porque averigüéé y me dijeron que escribiendo en mi Facebook tendría más lectores. Eso fue hace tres años. Ahora, las publicaciones independientes han ganado en lectores, pero el centro de gravedad de la cosa cambió hacia los youtubers.

Yo escribo regularmente sobre la realidad cubana, como si fuera un trabajo. Es un hobbie, porque no me pagan, pero conservo toda la libertad creativa y de acción.

Háblame de Luis Manuel Otero Alcántara.

Lo conocí cuando comenzaba su carrera artística. Vi su evolución y su devenir en la carrera política. Artísticamente, apareció y fue un impacto. Lo amas o lo odias. Pasaron las dos cosas. Es creativo, espontáneo y totalmente desprejuiciado, pero irreflexivo. No se tomaba un tiempo para pulir la idea. En la política, cometió el mismo error, pero ahí le costó mucho más caro. Cuando dejó de divertirse con lo que hacía las cosas empezaron a salirle mal.

Si nos vamos al brete, a mucha gente le molestaba. Muchos le tenían envidia. Es un tipo de un barrio pobre, que se robaba la atención, ganaba becas, le gustaba a las mujeres y, de pronto, se convirtió en una estrella de la oposición. Hay vistas que tumban cocos. Una cosa es fundamental en todo esto. Si en algo creo, es en aceptar las consecuencias y él se quedó aquí para enfrentarlas. Siempre estuvo al frente de la carga, siempre fue la punta de lanza. Hay honor en eso, sea éxito o desastre.

¿Dónde estabas el 11 de julio y cómo lo viviste?

Desde el mediodía estaba viendo noticias de las ciudades alrededor de La Habana, pero no pensé que llegaría aquí. Compartí alguna directa, me bañé, y me estaba preparando para salir a casa de un amigo. Aquí, casual. Y pasó una manifestación por la puerta de mi casa. Completamente pacífica, escoltada por una patrulla y dos motos de policía. La manifestación dobló por San Lázaro. Quitaron los datos móviles. Pusimos el Nauta Hogar. Mi casa estaba llena de gente. Encendimos el televisor. Estaba DC hablando, sudando por tres y con los ojos al salírsele. Todo el mundo dejó el televisor y salió al portal. Yo me quedé ahí, sentado en el sillón.

Ahí, sentado, vi a Díaz-Canel declarar la guerra. A los que estaban marchando, a los que querían marchar, a los que se fueron, a ti que me entrevistas, a ti que lees la entrevista y, lo peor de todo, también a mí.

Quedé en shock, pero no me lo creí. Le di el beneficio de la duda. Pasaron las horas y los días y se empezó a saber todo lo que ocurrió ese día y vi la propaganda en la televisión y en los medios títeres. Volví al shock. El tipo me declaró la guerra, a mí y a unos cuantos millones de cubanos.

Foto: cortesía del entrevistado.

Guerra táctica, política y económica, de exterminio. Quemar la hierba mala para sembrar el Hombre Nuevo y Sin Cerebro. Es lo que han estado haciendo hasta ahora.

Hace poco coincidimos en un bar habanero. Ese día nos hicimos una foto grupal que suscitó para mí un episodio porque en ella había, supuestamente, un informante de la Seguridad del Estado (SE). ¿Te han acusado alguna vez de ser agente o informante? ¿Cuál crees que es el paso de ser un ciudadano común y corriente, con una vida de mierda, a ser un colaborador del régimen?

Mucha gente sospecha que yo soy un agente y algunos me lo han dicho por las claras, entre ellos amigos muy cercanos y personas de mi familia. Es lógico. Hay quien tiene una condena de cinco años por salir con un cartel con cuatro palabras y yo he escrito 159 reflexiones hablando lo que me da la gana, en un tono jocoso y desenfadado, firmo con mi nombre y ando por la calle entregando insignias y aquí estoy, conociendo gente en los bares y hablando en público sobre lo mismo que escribo. Yo no discuto. Me acusan, me encojo de hombros y a lo siguiente.

¿Qué es ser un colaborador del régimen? Yo, por ejemplo, soy utilísimo. Mi página es una lista de personas que se oponen a las acciones del Gobierno, al Gobierno mismo y, en algunos casos, al sistema como un todo. Ahí están, con nombres y apellidos. Además, hago análisis y sugiero soluciones y todo es público, al alcance de quien lo quiera utilizar. Me consta que Ellos han tratado de utilizarlo. Soy, para colmo, una válvula de escape. Lo único que falta es que me den un paquete de pollo mensual.

¿Cómo te trata la SE? ¿Te acosan, te citan, te vigilan? Hazme una anécdota sobre eso.

No me acosan. A mí no me gusta que me acosen. Cuando quieren verme, me llaman y concertan una cita. Ellos tienen todo el tiempo del mundo y yo también. No me vigilan, no hago movimientos bruscos. A nadie le gustan los movimientos bruscos. El malo conocido es mejor que el bueno por conocer —estratégicamente hablando— y mi vida es un libro abierto.

Los oficiales que he visto siempre están bien vestidos, las mujeres son bonitas, todos son educados, tienen una dicción bien articulada y son muy inteligentes. Tampoco hacen movimientos bruscos. Para mí, el malo conocido también es mejor que el bueno por conocer —estratégicamente hablando— y ellos lo saben. Antes de que me lo digas, sé que eso no es lo que ven los demás, pero contra ello no puedo hacer nada.

¿Te conté que hago parkour en un campo minado? A algunos les gusta. Los excepcionalmente inteligentes, incluso, participan. Los juegos mentales les son fascinantes y son muy buenos jugando.

Mi mantra para con la SE es «Mi problema no es contigo». Las decisiones finales se toman en otro lugar, muy arriba, muy incapaz y muy desconectado de la realidad y ahí es donde está mi problema. Aquí abajo, en el campo de batalla, no tengo enemigos, solo oponentes.

Describe el futuro que vislumbras para Cuba. Luego describe el que te gustaría vivir.

En el futuro de Cuba hay más sufrimiento y más humillación, más pobreza, más necesidad, más emigración y más degeneración. El futuro va de aprender por las malas. La letra con sangre entra.

Quisiera un futuro en el que se viva honestamente del trabajo y los negocios, en el que el Estado garantice la educación, la salud, la seguridad social y el complimiento de la ley y se mantenga al margen de todo lo demás; en el que nadie vaya por la vida creyéndose que es la Patria, o la Encarnación de la Fuerza Política Dirigente y Superior del Nosequecosa y negando la existencia de los demás para salvaguardar su fantasía enferma. Hay mucha gente en Cuba que no sabe qué es la Libertad. Yo, lo tengo clarísimo.

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Victor Julio Hernandez

Para mí Javier es además un excelente humorista y lo plasma en sus textos. Describe la actualidad cubana con el desenfado de un cubano común pero con el conocimiento de un especialista. Tengo el honor de tener uno de sus sellos. Sembrar dudas entre nosotros es la tarea de la seguridad del estado. Divide y vencerás. Bien por Javier y bien por la entrevistadora

Sixto

El máquino!!!!
Sixto
Victor Julio Hernandez

Pedro Jorge Blanco Rodríguez

Bravo...
Pedro Jorge Blanco Rodríguez

Rafael

Gracias
Rafael

Reinier

Bobadilla siempre 👌
Reinier

Emilio Perez

Excelente, me quedo y me robo los dos últimos párrafos. Excelente, súper !!!
Emilio Perez

Raúl José Aguilar Ricardo.

Excelente entrevista. Sigo a Javier Bobadilla en Facebook. Devoro sus escritos porque sé que en ellos encontraré algo de la verdad que tanto nos quieren ocultar y valoro mucho la opinión que tiene sobre la Cuba actual. Mi respeto y mi admiración para ese CUBANAZO, así con mayúsculas, porque es de esos que siente por su Patria y que entiende que Patria, va más allá de ideologías. Saludos a todo el equipo de eltoque. Sigan haciendo periodismo de verdad y dando un poco de luz a esta oscuridad que rodea nuestro archipiélago.
Raúl José Aguilar Ricardo.

Maria Elena

EL TOQUE informa, aclara, desenmascara , es imprescindible doble para el cubano y para que el mundo sepa lo que pasa en Cuba. Gracias al equipo que realiza tan importante trabajo
Maria Elena

Víctor Esperón

Así es mi amigo Javier, de quien con orgullo, llevó su insignia y no es por vanidad, si no por sentirme parte de un pensamiento con el cual me identifico y hago fila. Soy un anciano en Cuba, que ha vivido la película completa con poder de observación y no pocas veces manipulado por no tener la madurez o la información suficiente, pero a través de los muchos años que ya cuento, me he ganado la licencia de pensar como me dicta mi conciencia de cubano, que conoce que la libertad se lleva dentro, sin importar quien decide lo que es desde dogmas políticos y por eso me considero un libre pensador que ya no puede ser manipulado a conveniencia de un régimen. Soy de los que están para quedarse a Apagar el Morro, porque ya mi tren pasó de largo y lo perdí, pero no pierdo las esperanzas de que al igual que Javier, surgirán muchos de la.nueva generación que serán capaces de fabricar un mejor futuro para Cuba.
Víctor Esperón

Ana Bertha Alvarez Echevarría

Pienso que también es bueno que cuenten con la opinión de una ama de casa, que no es ni artista, ni intelectual, ni amiga de nadie famoso. JB piensa como yo y escribe como yo quisiera hacerlo. Creo que si no he desinstalado FB es para poder seguirlo. Me encanta su realismo, su profundo y pragmático análisis de nuestra realidad, su humor, su capacidad de hacerme entender mis por qué y la simple complejidad que nos manipula en este país, me gusta como pone directamente el dedo en la yaga delicadamente cruel y directo. Un libro de él me lo leería de un tirón. Quiero una insignia
Ana Bertha Alvarez Echevarría

Alain

Estupenda entrevista la disfruté de principio a fin y La verdad Javier es un crack esperanzador, los libre pensadores deberíamos hacer un movimiento, aunque nos citen esas personas bien vestidas, de mujeres lindas y educadas al final ellos son empleados y el empleador es el del problema. Me gustó su vicio áspera de la realidad cuando dice que hay un sentimiento de culpa y es una gran verdad que el cubano no quiere aceptar que fuimos y somos cómplices de nuestros sufrimientos, la libertad, identidad y dignidad no es negociable bajo ninguna circunstancia
Alain

Miladys Martin Labrador

Admiro la manera de exponer la realidad de Cuba con la que Javier nos complace en cada reflexión, también llegó su insignia a Perú.
Miladys Martin Labrador

Andrés Dovale Borjas

¿De qué vive este hombre? El no lo dice, la periodista no se lo pregunta. Tampoco se habla de su familia, al parecer tampoco le interesa a él ni a la periodista. No menciona ni siquiera uno solo de los múltiples problemas que confrontamos la mayoría de los cubanos. Ni hace crítica directa alguna a la Tiranía Totalitaria Estalinista (TTE). Las artes marciales no las practican las personas comunes, pero sí las practican todos los agentes de la Seguridad del Estado. En su perfil de Facebook hay mas de 30 publicaciones ocultas, esto no es común en la inmensa mayoría de los usuarios de Facebook. La insignia a mi me resulta algo afeminado, no le veo utilidad alguna. He leído muchas publicaciones suyas y ellas tampoco difieren de esta entrevista. Reúne muchas características de un agente de la Seguridad del Estado. Le he visto que ha viajado a Estados Unidos, y no parece ser como mula.
Andrés Dovale Borjas

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