Por décadas, Cuba ha presumido de la lealtad de sus socios más cercanos. Hoy, esa relación muestra grietas visibles: varios de los aliados tradicionales de La Habana —China, Vietnam, Rusia y Bielorrusia— han expresado públicamente su frustración por la falta de reformas económicas y el incumplimiento de pagos del Gobierno cubano.
Un informe del U.S.-Cuba Trade and Economic Council reveló, el 13 de agosto de 2025, que en los países «amigos» se repite un mismo diagnóstico sobre las delegaciones cubanas: llegan con exigencias, ofrecen esquemas de pago enrevesados y rara vez cumplen lo pactado.
Pese a la retórica pública de «cooperación y amistad», los aliados de la isla tienen la percepción generalizada de que Cuba busca asistencia constante sin ofrecer garantías claras a sus socios.
Según el reporte y en el caso de Rusia, se mencionaron obstáculos que frenan la llegada de capital a Cuba: la amplia brecha entre la tasa de cambio oficial (120 CUP por 1 USD) del dólar y la del mercado informal.
Los inversores rusos también se han quejado de la falta de propiedad de tierras y bienes raíces para ciudadanos y empresas extranjeras, así como de la ausencia de garantías para la repatriación de sus beneficios.
La queja de los rusos fue corroborada, en abril de 2025, por la agencia EFE, que reveló cómo las autoridades cubanas comunicaron a varias empresas extranjeras que no podían repatriar las divisas que tenían en cuentas bancarias en el país (en algunos casos ascendían a varios millones de dólares).
De allí que los inversores temen que sus activos puedan ser expropiados o confiscados sin compensación justa y sin garantías legales claras.
Por si fuera poco, las negociaciones comerciales del Gobierno de Miguel Díaz-Canel son percibidas con «burla, decepción y desdén» por sus socios. A esta situación se suma el historial de impagos de Cuba ante acreedores internacionales.
Se sabe que el Gobierno acumuló deudas millonarias con varias empresas, como la china Yutong. Según el proyecto China Aiddata, la deuda de Cuba con Yutong alcanzó unos 102.7 millones de dólares en 2011, pero tras los impagos y las indemnizaciones de Sinosure, Yutong fue compensada.
Actualmente, el Gobierno no tiene deuda con Yutong, sino con Sinosure/Eximbank de China, por un monto similar (alrededor de 100 millones de dólares).
Además, los intentos de renegociación de deuda con el Club de París no han resuelto los problemas de fondo (falta de capacidad para generar divisas o acceso limitado a fuentes de financiamiento internacional), y se prevén nuevos episodios de incumplimientos.
El quiebre con China
El mayor golpe vino en 2024 desde Pekín, que si bien sigue mostrando públicamente respaldo a la isla, en privado expresa frustración con la falta de claridad en las negociaciones, los atrasos en los pagos y la ausencia de garantías para sus inversiones.
En octubre de ese año, el Gobierno chino suspendió un contrato de compra de 400 000 toneladas de azúcar anuales, una fuente vital de ingresos para la isla.
Según Financial Times, la ruptura se debió a que la producción de azúcar de la isla ha caído a su nivel más bajo en más de un siglo: apenas alcanza para cubrir las necesidades internas. Lo anterior ha llevado a la cancelación de ese acuerdo de larga data.
El reporte indicó, además, que el volumen del comercio bilateral se redujo un tercio en cinco años, pues las exportaciones chinas a Cuba cayeron de 1 700 millones de dólares en 2017 a 1 100 millones en 2022. La reducción impactó sectores claves como la biotecnología, el tabaco de alta gama, los productos del mar y el níquel.
«China ya no es el sugar daddy de Cuba», resumió este diario financiero el año pasado.
Vietnam se incomoda
Hanoi, segundo socio asiático de La Habana y primer inversionista, también dejó atrás la discreción.
Durante una reunión en julio de 2025, el canciller vietnamita Bui Thanh Son pidió a Cuba «eliminar obstáculos» para que empresas de su país «inviertan y hagan negocios».
En la isla se ejecutan proyectos vietnamitas en sectores estratégicos como la agricultura, energía renovable y los bienes de consumo; pero los retrasos, la inseguridad jurídica y el peso de las deudas generan malestar entre los inversionistas.
En julio de 2025, un reporte de 14yMedio reveló que la firma vietnamita Agri VMA no pudo acceder a fondos que rondaban los 300 000 USD.
Según un documento al que tuvo acceso dicho diario, fechado mayo de 2024, la empresa solicitó a tres ministros cubanos acceder a sus fondos retenidos en el Banco Financiero Internacional —controlado por el Estado— con el fin de transferir esos dólares a su casa matriz en Vietnam.
«La transferencia es vital, ya que nos permite mantener el alto nivel de servicio que nos esforzamos por brindar. Valoramos altamente el beneficio que aportamos a la colaboración y esperamos su ayuda y apoyo para resolver este asunto», dijeron.
En junio de 2025, esa entidad exigió más tierras en Pinar del Río para la siembra de arroz y se le permitió el contrato directo de fuerza de trabajo local, sin mediación del Gobierno.
Moscú: apoyo condicionado
En el último Foro Económico de San Petersburgo, en junio de 2025, funcionarios cubanos prometieron a Moscú «simplificar y flexibilizar los procedimientos para los inversores».
También se habló de la firma de un «acuerdo para apoyar a los inversores rusos en Cuba», junto con la apertura de una oficina de la empresa VEB para acelerar dichos trámites. Igualmente, se mencionaron obstáculos como las altas tasas para invertir en la isla, tipos de cambio de divisas distorsionados y restricciones legales, que ambas partes se comprometieron a abordar.
El medio digital español Geoestrategia confirmó que en el Foro se trataron garantías para la repatriación de capitales e incentivos a las pymes —como parte del diálogo sobre flexibilización del entorno inversor—.
En junio de 2023, el influyente asesor ruso, Boris Titov, comparó a Cuba con la Unión Soviética de finales de los ochenta: «todo está prohibido, salvo unas pocas excepciones. La economía sumergida domina y el mercado allí aún es limitado».
Según Reuters, el Kremlin prometió, en mayo de 2025, invertir hasta 1 000 millones de dólares en la isla hasta 2030, pero condiciona ese respaldo a la creación de un marco legal más favorable que ofrezca garantías efectivas para proteger las inversiones rusas y el control de riesgos. Además de condiciones que aseguren el retorno de la inversión y la repatriación de ganancias sin obstáculos excesivos o riesgos de expropiación sin compensación adecuada.
Bielorrusia, socio político incondicional, se sumó desde hace par de años a la presión hacia el Gobierno de Díaz-Canel. Durante una visita a Minsk del primer ministro cubano Manuel Marrero, en noviembre de 2023, el presidente Aleksandr Lukashenko lo reprendió públicamente: «La base de todo, el cimiento, es la economía, y no hay avances».
«Durante décadas hemos estado tratando algunos temas en cada reunión, intentando expresarlos de alguna manera, pero no hay avances. Por lo tanto, al igual que con otros países, necesitamos revisar nuestras relaciones», añadió entonces.
La inusual escena, replicada en medios locales, ilustró hasta qué punto los reclamos de los aliados han dejado de reservarse para las conversaciones privadas.
Cuba sigue siendo un socio estratégico en lo político, pero un lastre en lo económico. Las donaciones y créditos blandos se han vuelto insostenibles, sin contrapartidas claras. La advertencia está en el aire: sin reformas profundas ni un plan serio de pago de deudas, incluso los socios más cercanos de Miguel Díaz-Canel empiezan a verlo como deudor crónico en vez de como aliado.
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