Foto: Ramón Espinosa/AP
Boxeo femenino en Cuba: ¿mejor tarde que nunca? (+Narración)
27 / abril / 2023
Namibia es una boxeadora cubana que dio sus primeros pasos en un ring hace más de 15 años, pero nunca pudo participar en un combate oficial. La noticia divulgada el 5 de diciembre de 2022 sobre la oficialización del boxeo femenino en Cuba fue un knockout para ella. Llega a sus 46 años, seis más que la edad límite reglamentada por la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA).
Todavía recuerda el momento exacto en que su vecino la felicitó por la noticia y le dijo: «¡Ahora sí podrás competir!». El sentimiento que le provocaron esas palabras no se aleja de la mente de esta mujer curtida entre jabs, uppercuts y ganchos. Imposible olvidar el vacío al rememorar su vida, su lucha constante y sus sacrificios para llegar a una competencia oficial en representación de su país sobre un ring de boxeo; un sueño que nunca llegó a materializarse. Cuba, que ha ganado 41 medallas de oro en Juegos Olímpicos y otras 80 en Campeonatos Mundiales en este deporte, solamente autorizaba a los hombres a boxear.
Cuando finalmente se abrió la cortina del escenario pugilístico a las mujeres, Namibia no estuvo en esa conferencia de prensa en la que las autoridades deportivas cubanas anunciaron la noticia. Se enteró por terceros que su nombre fue mencionado e incluso citada su fecha de nacimiento en el encuentro organizado por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder).
La historia de Namibia Flores Rodríguez, retratada en documentales, artículos y revistas a lo largo de los años, ilustra las sombras que rodean la oficialización de la práctica del boxeo entre las mujeres en Cuba.
A la espera de un ring
Cuando se informó que las mujeres boxeadoras subirían por primera vez a un ring en los Juegos Olímpicos de 2012, varios medios internacionales reportaron que Cuba no prepararía un elenco boxístico femenino para la cita. Según los reportes publicados en 2009 ―que citaban las declaraciones de José Barrientos, entonces presidente de la Federación Cubana de Boxeo, a la agencia Prensa Latina― los directivos de la isla consideraban que la modalidad no era apropiada para las mujeres.
Namibia, que desde 2006 entrenaba en el gimnasio de boxeo «Rafael Trejo», instalación deportiva de La Habana Vieja, vio como la prohibición le robaba su sueño de llegar a unos Juegos Olímpicos. Cansada de no pasar de hacer de sparring a los hombres y a las boxeadoras extranjeras que llegaban a la isla en busca de fogueo, se concentró en ganarse la vida lejos del gimnasio donde descubrió su pasión; aun así, seguía entrenando.
Sin embargo, a inicios de 2013 visitó La Habana Ching-Kuo Wu, entonces presidente de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA). El taiwanés abogó por que las mujeres pudieran acceder a la práctica oficial de la disciplina y mostró optimismo sobre un cambio en la isla porque «las medallas olímpicas son también un objetivo muy importante para Cuba». Fue entonces que Namibia se aferró a una nueva meta, la cita de 2016 en Río de Janeiro.
Volvió al gimnasio y se puso a entrenar como si no hubiera un mañana. Tenía claro que no podía dejar que pasara esa oportunidad; en 2016 cumpliría 40 años, la edad límite para participar en unos Juegos Olímpicos.
En ese cuatrienio, que antecedió a la cita bajo los cinco aros, muchos como Namibia creyeron que el panorama iba a cambiar. Incluso, el discurso de las autoridades no era de negativas rotundas. En 2013, el presidente de la Federación Cubana de Boxeo, Alberto Puig de la Barca, aseguró a ESPN que estaba revisando el tema desde el punto de vista médico, psicológico.
Sin embargo, las alarmas seguían ahí. En las declaraciones se repitieron los patrones de discriminación: «no las ubicamos [a las mujeres] hoy en día con guantes de boxeo, compitiendo con otras mujeres». Aunque no cerraba completamente la puerta al afirmar que «quizá» cambiaran de opinión, Puig volvía a hablar de la admiración a las mujeres, pero por su belleza.
Dos años después, a mediados de 2015, el mismo funcionario declaró a ESPN que «se sigue estudiando lo del boxeo femenil». Aunque cambió ligeramente su discurso al referirse a «boxeadoras que tienen posibilidades de trascender», siguió jugando con el tiempo: «veremos en los próximos años qué decisión tomaremos».
En esos momentos Namibia Flores se concentró en entrenar y también en visibilizar su historia, que motivó a periodistas y documentalistas a filmar diversos materiales. Su nombre resonó en los circuitos boxísticos, y uno de los documentales siguió sus pasos en la preparación para lo que esperaba fuera su primera (y última) cita sobre un ring olímpico.
Durante esa temporada también visitó por primera vez los Estados Unidos, una experiencia de la que no habla con cariño. Aunque sí cuenta que allí le propusieron competir por ese país en los juegos de Brasil. Ella rechazó la propuesta porque como dijo a un periodista: «en ese momento solamente quería pelear por la bandera de Cuba».
Al final llegó el preolímpico y la respuesta de las autoridades deportivas sobre la presencia de un equipo femenino cubano de boxeo en las olimpiadas fue el silencio. Otra vez Namibia vio su sueño truncado.
Varios periodistas y comentaristas deportivos se pronunciaron sobre la ausencia del boxeo femenino cubano en las competiciones internacionales; incluso, algunos cuestionaron los silencios cómplices y los prejuicios machistas de medios estatales como Tele Rebelde que durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 nunca transmitieron los combates de las boxeadoras.
Silencios oficiales vs. voces solidarias
Las polémicas en torno al tema en el escenario nacional e internacional nunca dejaron de escucharse. Cuando se habló sobre la posible obligatoriedad de la inscripción de dos boxeadoras por nación en la Serie Mundial de 2017 y donde el elenco cubano regía como campeón, Puig de la Barca nuevamente comunicó que se estudiaba la posibilidad de promover la práctica del pugilismo entre las mujeres. Una vez más todo quedó en estudios.
La inmovilidad de las autoridades cubanas suscitó comentarios de especialistas como Rolando Acebal, jefe técnico del equipo de boxeo, quien en sus declaraciones a la emisora estatal Radio Rebelde dijo que «en el mundo entero, las grandes potencias participan con hombres y mujeres, solo Cuba está por definir su situación». Y agregó: «como mismo hemos sido potencia en boxeo masculino, también lo podemos ser en el femenino».
El experimentado entrenador estaba preocupado porque la AIBA había confirmado que en los venideros Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se competiría en dos nuevas divisiones para las mujeres, sumando cinco categorías. Sin embargo, otra vez se repitió el modus operandi de las autoridades cubanas que seguían «estudiando la decisión» y volvieron a escudarse en las evaluaciones médicas para postergarla.
Los silencios cómplices desde la oficialidad, incluida la de organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), no pudieron acallar voces reconocidas como la de Alcides Sagarra, que también se posicionó ante la polémica del boxeo femenino en Cuba.
En abril de 2021, el maestro del pugilismo cubano y mundial afirmó en una entrevista a Cubadebate, si «el boxeo femenino se practica en el mundo entero, no sé por qué en Cuba aún no se oficializa». Añadió además: «es hora de acabar de aprobarlo. La mujer (…) tiene derecho a boxear. Hemos perdido tiempo, medallas y la satisfacción de enseñarlas a pelear. Espero llegar a verlas sobre el ring».
En esos años Namibia Flores viajó por algunos países europeos y después a los Estados Unidos. Trató de incluirse en el mundo del boxeo profesional, donde no existía el límite de edad de la AIBA y no tuvo éxito. Carecía de dos condiciones imprescindibles: dinero y experiencia documentada sobre el ring. Finalmente, después de no encontrar alternativas para cumplir su sueño en ese país, decidió volver a su tierra.
Entre las cuerdas…
Cuando Ariel Sainz Rodríguez, vicepresidente del Inder, nombró a Namibia en la conferencia de prensa de 2022 olvidó mencionar que la habanera perdió la pelea de su vida sin siquiera subirse a un cuadrilátero de boxeo en combate oficial por la tardanza de las autoridades cubanas. Sus puños no pudieron derribar a tiempo el muro de prejuicios para subirse a un ring de combate.
«Derechos constitucionales de las mujeres», «empoderamiento económico» y «justicia social» fueron frases usadas por el directivo como bandera para justificar su cambio de postura. De los 202 países afiliados a la AIBA, en 185 se practica el boxeo femenino; Cuba es la nación número 186 en oficializarlo.
Al referirse a los peligros del boxeo para la salud de las mujeres, el funcionario cubano solamente repitió el estribillo utilizado para justificar la tardanza: «desde hace muchos años se había estado trabajando en ello (…), recopilando y validando información para dar este paso».
¿Hacía falta más de una década para evaluar datos y aprobar la práctica de un deporte validado por organismos y competiciones internacionales, donde los knockout o heridas en las mujeres se cuantifican en menos del uno por ciento, según los propios resultados citados en la conferencia de prensa?
En febrero de 2023, Puig comentó a un medio estatal que los estudios médicos se venían realizando hacía cuatro o cinco años. ¿Entonces los que anunciaron en años anteriores a 2018 no existieron nunca? Los argumentos agrietan ese techo de cristal construido para ocultar años de prejuicios y colocan en el punto de mira las verdaderas razones tras la aceptación oficial de esta práctica entre las mujeres.
Convenientemente, la luz verde para el boxeo femenino en la nación llegó meses antes de los Juegos Olímpicos de París 2024. Lo alertaba Rolando Acebal, entrenador jefe de los boxeadores cubanos, tras la cita de Tokio 2020: «en la capital japonesa Cuba dejó de aspirar a medallas en cinco divisiones. Para la próxima cita estival, la Asociación Internacional de Boxeo aspira a establecer siete categorías competitivas al igual que entre los hombres».
Los propios directivos cubanos reconocieron en diciembre de 2022 que, desde hace varios años, Cuba marchaba en desventaja en las citas competitivas internacionales al prescindir de mujeres en la selección nacional y no poder optar por las medallas en esas categorías.
Sobre el ring
Si se resumen los hechos, después de la oficialización del boxeo femenino en Cuba tuvo lugar inmediatamente el primer cartel de boxeo femenino ―16 y 17 de diciembre de 2022―, en el que fueron seleccionadas 12 atletas para conformar una preselección nacional; dos por cada una de las seis divisiones olímpicas (50, 54, 57, 60, 66 y 75 kilogramos).
En las imágenes de las peleas vimos a Namibia al lado del ring, alentado e incluso dándole consejos a las muchachas. Al ser entrevistada por medios de prensa internacionales no dejó de alegrarse por el hecho histórico, aunque el vacío por la oportunidad perdida no la abandonará nunca.
La sensación de vacío creció aún más cuando interiorizó que ni siquiera podría mantenerse vinculada al entrenamiento cotidiano de las boxeadoras. Esa puerta también quedó cerrada para Namibia. Las autoridades cubanas le dijeron que podía visitarlos cuando quisiera, pero para ella quedó claro que sería siempre una mera espectadora. Mirar los toros desde la barrera, después de haber luchado tanto para estar en el juego, resulta demasiado doloroso.
En el escenario nacional, la federación de boxeo anunció que se preparan atletas en las diferentes provincias con vista a un torneo nacional pactado para noviembre de 2023 y que en el próximo ciclo escolar 2023-2024 se permitirá la matrícula de muchachas en las escuelas de alto rendimiento de la isla, en la categoría de 15-16 años.
Los expertos mencionan que la experiencia se aplicó en disciplinas como el levantamiento de pesas o la lucha, en las que el conservadurismo, la falta de visión competitiva a largo plazo y las posturas machistas laceraron los resultados durante largo tiempo.
Por ejemplo, en el caso de las pesas, Cuba oficializó la práctica a nivel nacional casi 20 años después de que se aprobara internacionalmente. La primera participación de las mujeres cubanas en la lucha y la halterofilia fue en los Juegos Centroamericanos de Cartagena, Colombia, en 2006. Las atletas que llegaron a la competición eran traídas de otras disciplinas. Aunque cosecharon resultados ―como en el caso de la lucha―, mostraron las grietas de un equipo conformado a la carrera.
En el caso específico de las estrategias de desarrollo de la lucha, sucedió que las interesadas en este deporte tuvieron que esperar hasta 2009 para matricular en las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE), primer eslabón de la cadena de formación de un atleta de alto rendimiento en Cuba. Algo similar ocurrió con las pesas. Cinco años después fue que lograron su presencia en los Juegos Escolares Nacionales.
Hoy las integrantes del primer equipo de boxeo femenino, conformado por atletas procedentes en su mayoría del ámbito de los deportes de combate, participan en los Juegos Deportivos del ALBA, que se realizan en Venezuela del 21 al 29 de abril; antesala de su próximo compromiso, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023, pactados del 23 de junio al 8 de julio próximos.
Ahora las boxeadoras cubanas están en el punto de mira, tanto de espectadores como de expertos, quienes se preguntan cuál será el resultado de un equipo moldeado en cuestión de meses. Se vio a la primera mujer de la isla en una pelea de boxeo de rango internacional el 23 de abril de 2023; la segunda que subió al ring consiguió la primera victoria de una cubana en una cita pugilística fuera de fronteras nacionales.
Antes de iniciar la competencia, se le preguntó a Namibia Flores sobre las oportunidades de las boxeadoras en la cita venezolana. Con ese halo de tristeza que se escucha en sus palabras, resaltó la importancia de tener el corazón y los pensamientos claros sobre el ring, más allá de tener un buen físico y una buena técnica.
«Estas chicas van con muchos factores externos en contra, porque no solo es boxear», aclara. «Ellas nunca se han enfrentado a las luces, las cámaras, el sonido de los espectadores durante el combate (…). Por eso es importante el trabajo psicológico y la asesoría de los entrenadores».
Insistió que lo importante es «tirar el primer golpe» y «demostrarles el valor que tienen, romperles la reacción a las contrarias, que saben que van contra un equipo sin experiencia». «A eso le llamo un prearranque positivo», apunta Namibia.
Para ella hablar del tema resulta difícil. La realidad es que la noticia del 5 de diciembre de 2022 la dejó tirada en la lona. Aunque trata de salir del conteo regresivo que se reinicia en su mente una y otra vez, los sueños robados duelen más que un knockout.
En su «querido Santos Suárez» tiene hoy su refugio. Desde allí busca consuelo en sus rutinas diarias, aun cuando le «ha costado volver a entrar a un gimnasio», cuenta con voz entrecortada. Sus objetivos inmediatos son recuperar la masa muscular perdida en los últimos meses ―hoy su peso casi es el mismo que cuando tenía 20 años y practicaba taekwondo― y volver al ring.
Sus palabras de despedida son una foto con las primeras representantes cubanas del boxeo femenino en una cita internacional. «Fui a visitarlas, quería despedirme de ellas, darles mis bendiciones y unos consejitos para que entren fuertes a la pelea», confiesa Namibia.
Historias al oído trae los mejores textos de elTOQUE narrados en la voz del locutor cubano Luis Miguel Cruz "El Lucho". Dirigido especialmente a nuestra comunidad de usuarios con discapacidad visual y a todas las personas que disfrutan de la narración.
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Marisleidy