¿El renacimiento? Cuba vuela alto en la Liga de Naciones

Foto: Volleyball World / tomado de X.
En una jornada que quedará grabada con letras doradas en la historia reciente del voleibol cubano, la selección masculina de la isla logró el jueves de esta semana una de las hazañas más resonantes de la presente edición de la Liga de Naciones (VNL): una victoria por 3-1 ante Polonia, número uno del ranking mundial y anfitriona de esta tercera semana del torneo.
El marcador (22-25, 25-19, 25-21 y 26-24) no solo reflejó el empuje caribeño, sino también la madurez deportiva que empieza a consolidarse con paso firme y que parece, finalmente, marca el renacer de Cuba como potencia en el voleibol.
El triunfo llegó tras un encuentro de alto voltaje emocional y técnico, en el que los discípulos de Jesús Cruz supieron reponerse a un primer set adverso para luego dominar el ritmo del partido y cerrar con temple ante una Polonia empujada por su público en Gdansk.
Con el resultado, Cuba elevó su récord a 6-4 y reafirmó sus aspiraciones de clasificarse entre los ocho primeros para la fase final de la VNL; un objetivo que parecía ambicioso al inicio del torneo, pero que hoy se ve más cercano.
La victoria no fue producto de un golpe de suerte ni de un bajón circunstancial del rival. Cuba viene mostrando una curva ascendente en su rendimiento colectivo e individual.
El martes 15 de julio, habían abierto la semana con un triunfo luchado ante Bulgaria (3-2), un encuentro que puso a prueba su resistencia mental y física. Contra Polonia, sin embargo, lo que se vio fue un equipo enfocado, bien planteado tácticamente y con un hambre competitiva que contagió a todos.
Uno de los nombres de esta gesta vuelve a ser el joven opuesto Marlón Yant, quien se ha consolidado como la gran figura ofensiva del conjunto cubano. Frente a los polacos, su capacidad para romper el bloqueo rival y aportar puntos en los momentos críticos fue decisiva.
Junto a él, el veterano Roberlandy Simón, quien a sus 38 años sigue siendo un pilar en la red tanto en ataque como en bloqueo, demostró que su regreso a las canchas no solo es simbólico, sino esencial en términos de liderazgo y rendimiento.
Cuba fue claramente superior en varios rubros estadísticos que explican el triunfo.
A pesar de ceder el primer parcial, no perdió la concentración y se apoyó en un juego de ataque versátil, con buen acompañamiento desde el centro, y en una defensa que supo sostener los embates del equipo polaco, que llegaba con marca de 7-2 y era el favorito de todas las quinielas.
Otro factor determinante fue la capacidad del conjunto cubano para mantener el equilibrio emocional.
En el cuarto set, con todo por definirse y el marcador muy parejo, los cubanos resistieron la presión local y cerraron el parcial 26-24 con una frialdad que en otras épocas se les escapaba. Esa madurez se percibe en la cancha: un grupo más unido, que sabe sufrir pero también competir.
Con este inesperado triunfo, Cuba se mantuvo dentro de los puestos de clasificación a la fase final, desplazando a varios equipos de mayor tradición reciente.
La misión posterior era sostener el nivel frente a dos duros compromisos que restaban esta semana: el viernes ante Francia (escribo antes del partido) y este domingo frente a China, equipo ubicado en la parte baja de la clasificación.
Jesús Cruz y su cuerpo técnico tienen ahora la difícil pero estimulante tarea de administrar energías, corregir detalles y mantener alta la motivación de cara a los próximos choques.
Francia será una prueba de fuego para confirmar que lo de Polonia no fue una excepción, sino una muestra real del potencial y renacer de Cuba en el deporte de la malla alta.
El objetivo inmediato sigue siendo superar el noveno lugar conseguido en la edición anterior.
Pero el verdadero desafío está en mirar más allá: en construir una selección sólida que llegue al Campeonato Mundial de septiembre en Filipinas con la convicción de que puede pelear contra cualquiera.
La victoria contra la Polonia del cubano nacionalizado Wilfredo León, sin dudas, alimentó ese sueño.
Por ahora, Cuba ha sacudido el tablero de la VNL. Lo ha hecho con fuerza, con carácter y con un voleibol que emociona.
Y en un torneo en el que cada punto cuenta, vencer al líder mundial no solo suma en la tabla: multiplica la fe de un país que respira deporte y que vuelve a ilusionarse con volver a estar entre los grandes.
Solo espero que a estas alturas, el partido de este domingo contra China sea un puro trámite para los Leones del Caribe.
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