El panorama excede lo surreal. Nada encaja, o tal vez se trata del resumen y esencia de lo precedente que es absurdo y anacrónico. Con la incertidumbre de no saber qué hacer ante el desastre ecológico, las personas se acomodan para observar el «espectáculo»; mientras, los niños juegan inocentes en los columpios y en la playa con el más hostil de los fondos.
Me pregunto si lo que hacen es lo mejor; de todas formas, durante esos momentos en que miran las llamas elevarse y oscurecer el cielo, dejan en sus casas conflictos cotidianos inmerecidos.
Nadie sabe el por qué de las nuevas explosiones ni adónde irá el viento ni qué pasará con el humo. Desde la tarde del 5 de agosto de 2022, cuando comenzó el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, nadie respira con tranquilidad.
Solo queremos que el espectáculo termine.
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Carlos Muñoz