Urgencias de los discapacitados visuales en Cuba

Oficinas de la Asociación Nacional del Ciego / Foto: Pedro Sosa

Urgencias de los discapacitados visuales en Cuba

23 / marzo / 2022

Yosira Alemán es una joven cubana de 33 años que padece una discapacidad visual. Un día caminaba por la acera de su casa, en Diez de Octubre, guiándose con su bastón. No detectó nada y, de pronto, chocó contra lo que parecía una enorme pared metálica. Cayó sentada en el pavimento. El rostro se le humedeció por el líquido que le corría como un riachuelo de sudor caliente, y que en realidad era sangre.

Alguien había dejado un camión parqueado sobre la acera. Como es un vehículo alto, Yosira pasó el bastón por debajo y no tuvo la suerte de tocar ninguna de las gomas, así que terminó con una herida abierta en medio de su frente.

Esa fue su peor experiencia con los obstáculos del camino, pero cuenta que constantemente se encuentra con carros y motos mal parqueados, rejas de viviendas abiertas, entre otros obstáculos que dejan en el camino quienes no piensan en las personas que, como ella, tienen algún tipo de discapacidad.

Barreras en el camino

«Baches, huecos… Hoy está un lugar normal y al otro día, cuando pasas, te rompieron la acera», se queja Lázaro Duarte, también invidente y residente en Güines, Mayabeque. Él dice que, aunque nunca ha sufrido consecuencias graves, se ha caído varias veces por culpa de estas incidencias constantemente halladas en la vía.

Explica, además, que hay barreras que surgen solas, por decirlo de algún modo, pero también están las que se construyen de forma premeditada.

De estas últimas, pone el ejemplo de un banco situado frente a un consultorio cercano a donde vive. La acera es estrecha, de un lado tiene el consultorio, del otro una avenida principal por la cual constantemente pasan carros y, en el mismo medio, el banco. Una persona invidente, como él, se ve obligada a bordear el obstáculo por un espacio muy reducido, a expensas de poder tropezar y caer, o a bajar a la calle sin saber con seguridad si hay algún vehículo pasando cerca. «Es un problema. Uno no sabe cómo pasar», dice.

Otro inconveniente diario, según Julio Vargas, son los postes de electricidad, ubicados muchas veces en el centro de las aceras, lo que provoca que las personas invidentes tengan que bordearlos o choquen directamente contra ellos si no los detectan a tiempo con el bastón.

Cuba es firmante de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, en la cual, entre muchos otros preceptos, establece que los Estados partes «reconocen el derecho de las personas con discapacidad a vivir en la comunidad en igualdad de condiciones que las demás», así como que «adoptarán medidas efectivas para asegurar que las personas con discapacidad gocen de la movilidad personal con la mayor independencia posible (…), facilitándoles los distintos tipos de asistencia que necesiten».

Sin embargo, para el arquitecto Nelson Palomino, en Cuba hay, además de una situación grave de calles y aceras en mal estado que pueden confundir o causar accidentes a los discapacitados visuales, una falta general de elementos que garanticen la autonomía de estas personas en la vía pública.

«No hay semáforos señalizados con sonido —explica Palomino—, no hay indicadores en braille que te diga dónde estás ubicado, hacia dónde te estás dirigiendo, si hay algún edificio público cerca que puedas estar buscando… Ese tipo de información, para que puedan orientarse sin depender de alguien más, está en falta; y también los relieves de señalización en el suelo, que son de los principales recursos que se utilizan en el mundo para los discapacitados visuales. Estos dicen si vas por una vía recta, si hay interrupciones, intersecciones, y te indican, por ejemplo, si hay una señalización en braille cerca».

Resume que tanto los edificios estatales como la vía pública deberían ser inclusivos y accesibles. Inclusivos al colocar en braille lo mismo que se ofrece como información visual en carteles u otros objetos parecidos; y accesibles al estar en buen estado y preparados para facilitar y no para entorpecer el paso de personas discapacitadas.

Al respecto, la arquitecta Sally Vázquez opina que «las normas cubanas de arquitectura y urbanismo, en su mayoría, no contemplan la accesibilidad, y es algo que tampoco se estudia mucho en las facultades de Arquitectura e Ingeniería Civil».

Además, menciona una serie de acciones que se deberían tener en cuenta con vista al futuro, la utilización de pavimentos antideslizantes, señalizaciones de cambios de niveles en la vía pública, mejora del transporte urbano. Pero aclara que «en la situación actual del país hay muy poco que pueda hacerse a corto plazo. Todas estas acciones llevan inversión. Sin embargo, comenzar a pensar en ellas e incluir normas de accesibilidad a todos los niveles es un primer paso importante que sí se puede dar».

Palomino comenta que se ha tenido al menos una buena experiencia inclusiva: la del Centro Histórico de La Habana, donde varios edificios y plazas de importancia poseen señalizaciones en braille, pero falta expandir estas prácticas y seguir avanzando en términos de inclusión. Y no solo en el aspecto arquitectónico. Los discapacitados visuales aún son discriminados en disímiles ámbitos de la vida diaria.

Quiénes maltratan a los discapacitados

La crisis económica que sufre el país desde hace años, agravada por la pandemia del SARS-CoV-2, ha devenido en una situación de desabastecimiento general en la cual los cubanos se ven obligados a hacer colas para comprar casi cualquier producto. Más si son artículos de primera necesidad como comida o aseo.

Según la Carta Circular no. 11 de 2000 emitida por el Ministerio de Comercio Interior (Mincin), las personas en situación de discapacidad tienen prioridad para comprar productos en los puntos de venta estatales.

Sin embargo, Julio Vargas, discapacitado visual, cuenta que hace más de un año no sabe lo que es comprar papas. «La última vez que fui al puesto a intentarlo —narra—, me vi envuelto en un maltrato total por parte de las personas de la cola. El encargado de organizar la venta tampoco me dejó pasar como discapacitado y fue tan mala la experiencia que nunca más he ido».

En otras ocasiones, los responsables de la venta o la organización sí hacen cumplir lo establecido, pero la situación creada por los miembros de la cola pone en aprietos a las personas discapacitadas.

Vargas también cuenta que, en diciembre de 2021, fue a comprar los cigarros que habían llegado a la bodega y se vio envuelto en otro incidente parecido. Cuando mostró su carné de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), las personas de la cola se negaron a dejarlo pasar y le gritaron todo tipo de improperios. «Querían tragarme, como se dice, por el simple hecho de querer pasar como discapacitado», cuenta.

En esa ocasión, el bodeguero salió y se enfrentó directamente con aquellas personas que atacaban a Julio. Sin embargo, dice con pesar: «Así es cuando entra el pollo o con cualquier cosa. Es un problema que arrastramos todos los días. La necesidad, el hecho de que todo el mundo quiera adquirir los pocos productos que hay han hecho que se pierda la consciencia».

José Luis Sansarí también es invidente y, del mismo modo, se siente afectado por esas situaciones. Él dice que en Placetas, donde vive, ser discapacitado es como ser «la peste».

«Llegas a una cola y enseguida la gente empieza a hablar: “Ya llegaron los ciegos, los ciegos quieren cogérselo todo”. Mi esposa —también invidente— y yo hemos tenido muchos problemas en las colas. No se nos respeta. Hay gente que sí, pero otros se molestan, se ponen a hablar de ti… Sobre todo desde que empezó este tiempo de pandemia, se está viendo que la sociedad maltrata a los discapacitados».

Y los ataques llegan por disímiles frentes, incluso desde la prensa. En mayo de 2021, un texto de opinión publicado en el diario Juventud Rebelde decía: «En las colas (…) piden el último con asiduidad el oportunismo y la indisciplina. Acompañan a coleros y revendedores en sus búsquedas para acaparar cuanta mercancía surten (…). Justo entre esos grupos, (…) pululan no pocos con un carné que los identifica como personas con alguna discapacidad, quienes desvirtúan los beneficios de la Carta Circular no. 11/2000 del Ministerio del Comercio Interior».

Si bien este se refería a los discapacitados revendedores o utilizados por sus familiares para no hacer colas, no deja claro los rasgos para identificarlos —porque no existen— y solo transmite un mayor recelo hacia las personas con discapacidad. Esto da cuenta de otros actos discriminatorios que, quizá realizados sin mala intención o por error, igualmente tienen lugar y sirven para avivar los ataques hacia este sector poblacional.

Discriminación estatal

La discriminación hacia los discapacitados se vio arreciada a partir de agosto de 2020, cuando el gobernador de La Habana, Reinaldo García Zapata, apareció en la Mesa Redonda para hablar sobre las nuevas medidas que habían sido aprobadas para la lucha contra el SARS-CoV-2. Entre ellas, mencionó que quedaba prohibida la presencia de niños y adultos discapacitados en la vía pública y que, en caso de detectarse estas situaciones, sus tutores responderían legalmente por ellos.

Luego, medios oficiales como Cubadebate se hicieron eco de sus palabras, que contenían una errata evidente. Como se expuso entonces en elTOQUE Jurídico, las personas con discapacidad no necesariamente tienen que ser personas incapacitadas civilmente —término que el gobernador confundió con discapacitados—. Además, poseen total independencia; no cuentan ni tienen razones para contar con «tutores».

Sin embargo, el impacto en las calles no se hizo esperar.

Yosira recuerda que por esos días fue a su bodega para comprar la canasta básica mensual y, mientras le pedía permiso al primero de la cola para pasar con su carné de discapacitada, el bodeguero le gritó desde detrás del mostrador: «¿Qué tú haces aquí? Tú no puedes venir. Manda a alguien de tu familia a que saque los mandados por ti».

«Yo estaba sola en mi casa con el perro —dice Yosira. ¿Qué iba a hacer, colgarle una cesta del cuello y mandarlo a la bodega?».

Tras varios sucesos de este tipo, el periodista Joaquín Borges Triana hizo pública una carta de los miembros habaneros de la ANCI, en la cual exponían que algunos establecimientos habían «llegado incluso a poner carteles diciendo que allí, en el período que dure esta situación de emergencia, no se le ofrecerá servicio a ninguna persona con discapacidad».

«La ANCI en la capital —decía también el documento— reclama a los dirigentes del Estado la observancia y cumplimiento de la Convención de las Personas con Discapacidad (…), así como del artículo 89 de la Constitución de la República de Cuba y que hoy se están violando, aunque sea involuntariamente y hasta con el ánimo de cuidarnos».

Tras esta queja pública y otras provenientes de distintas asociaciones de personas discapacitadas, Luis Carlos Góngora Domínguez, jefe del Grupo Temporal de Comercio del Consejo de Defensa Provincial de La Habana, asistió también a la Mesa Redonda para dilucidar el asunto.

«De acuerdo con precisiones ofrecidas por Góngora, no existen restricciones para la compra (…) por parte de personas con discapacidad, las cuales tienen derecho a hacer su cola y adquirir los productos», se rectificó en Cubadebate, junto con la precisión de que «tampoco están limitados a moverse en la vía pública».

A pesar de esto, durante esos días Yosira llegó a la cola del Cupet de Santa Catalina y Diez de Octubre, donde estaban vendiendo aceite, detergente y salchichas, y la policía que estaba organizando la cola se le acercó y le dijo: «Hoy te voy a dejar comprar, pero tú no puedes estar aquí. Ahora mismo yo puedo llamar una patrulla, llevarte para tu casa y multar al familiar que te dejó salir a buscar estos productos».

«Qué pena que usted, siendo una autoridad, repita lo que oye y manipule lo que se ha dicho por el televisor», la increpó Yosira, quien supo defender sus derechos, pero no por ello se vio menos discriminada en esa y otras ocasiones, hasta que se fue disipando el saldo negativo de aquella intervención televisiva de García Zapata.

Qué papel juega la ANCI como institución

La ANCI, fundada en 1975, agrupa a las personas discapacitadas visuales de Cuba y se supone que es la institución encargada de recoger sus quejas y exigencias, así como de representarlas en su resolución.

Aunque ha quedado en evidencia que sus miembros pueden, en una situación determinada, articularse a su alrededor para hacer demandas públicas, el funcionamiento de la organización en sí está sujeto a distintas opiniones.

José Luis Sansarí, por ejemplo, cree que la asociación «está por estar. Hace algunos años sí es verdad que ellos tomaban medidas, hacían alguna que otra cosa, pero hoy en día, la ANCI no está haciendo absolutamente nada».

Para dar fundamento a su afirmación, rememora que cuando se vendieron las cocinas de inducción en su municipio se dijo que solo iban a dejar comprar a un discapacitado cada diez personas de la cola, lo cual los ponía en clara desventaja. Él llamó al presidente de la ANCI de su municipio para intentar buscar alguna solución y el señor le dijo que estaba de vacaciones. «Él estaba de vacaciones y entonces no se podía hacer nada. Así de simple», cuenta.

Julio Vargas también piensa que la discriminación vivida diariamente en las colas es, en buena parte, culpa de la inactividad de instituciones que deberían ser competentes; principalmente la ANCI. Sobre esta, expresa que «se preocupa por cualquier cosa que llame la atención y pueda publicar en sus redes para ganarse puntos, pero al final no se dedica a resolver las problemáticas de los discapacitados visuales».

Yosira, por su parte, dice que la ANCI sí recoge las quejas de sus afiliados y, además, lleva las más importantes a un congreso en el que participan representantes de las principales instituciones del país, en el que el tema de las barreras arquitectónicas, por ejemplo, siempre se menciona.

«La ANCI quiere hacer muchas cosas, pero no depende de ella —explica Yosira—, sino de las entidades que luego recogen este tipo de problemáticas. Todo se queda en papel y no se hace nada. La ANCI se toma el trabajo de abogar por estas cosas, pero las otras entidades muchas veces las dejan en pausa».

Además, menciona que existe una reunión que debe hacerse habitualmente entre el presidente de la ANCI y otras asociaciones de discapacitados de cada municipio con representantes de otras instituciones y del Gobierno municipal, pero esta normalmente resulta infructífera o no se realiza.

«Hace poco, el presidente de la asociación en mi municipio tenía un encuentro con el intendente de Diez de Octubre y, al final, lo dejaron plantado» cuenta Yosira, y agrega: «No solo a él. Ahí también estaba el vicepresidente provincial de la ANCI, y nada, no los atendieron».

La asociación fue contactada por elTOQUE por distintas vías para obtener declaraciones sobre cómo funciona su sistema de recogida y canalización de quejas, pero no se obtuvo ninguna respuesta.

Mientras, ya sea por un mal trabajo de la ANCI o por falta de poder sobre otras instituciones, las personas discapacitadas visuales en Cuba siguen enfrentándose a cientos de barreras todos los días, desde las físicas hasta las verbales. Todas afectan su calidad de vida y son, de algún modo, discriminatorias.

Tanto Yosira como el resto de los entrevistados para este trabajo pudieran pedir que se les tenga en cuenta en la impresión de los billetes cubanos, que no contienen información en braille, o en la implantación de cajeros automáticos parlantes que le aseguraran independencia para extraer dinero, o en muchas otras cosas que facilitarían la vida de los discapacitados visuales. Pero ni siquiera piden tanto. Quieren que, al menos, piensen en ellos quienes crean obstáculos o los discriminan a diario en las calles.

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Idania Hernandez es

Hola buenas noches compañeros y compañeras x este medio me dirijo a ustedes como descapacitada débil visual con albinismo congénito completo d piel y vision hay mucha discriminación con las personas descapacitada ? Le digo esto xq a mi seme dio una cituacion el pasado 29 d diciendo en ls tienda d Boyero y Camaguey salia d un turno medico con mi hijo ?yme dirijo a la tienda y le presentó mi Carnet d la Acy la compañera k esta al orden d la cola ? Y d forma muy grocera me dice puede en trar usted sola le explico no veo casi es mi hijo y repite si yo quiero el no entra entro yo con usted eso lo vi cruel pero no respondi nada y su cruerdad y x fin nos dejo entrar es necesario k se tomen medidas con personas como ella k no tiene sencibilidad humana saludos cordiales desde municipio Bauta provincia Artemisa
Idania Hernandez es

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