«Tuvimos que comer como perros»: Los abusos en los centros de detención de inmigrantes en Florida

Krome, centro de detención. Foto: Captura de pantalla / Telemundo 51.
Un grupo de hombres esposados observa los platos de comida colocados sobre las sillas. No pueden utilizar las manos. Para no morir de hambre, se inclinan hasta el suelo y comen con la boca, como perros. La escena no ocurrió en una película, sino en el Centro Federal de Detención (FDC) de Miami, desde donde varios inmigrantes denunciaron el trato humillante y las condiciones inhumanas que los llevaron a pensar que su vida acabó.
El más reciente informe de Human Rights Watch (HRW) junto a Americans for Immigrant Justice y Sanctuary of the South revela un panorama devastador en tres centros de detención del sur de Florida: Krome, FDC Miami y Broward Transitional Center (BTC).
Basado en entrevistas a 17 personas detenidas, familiares, abogados y en la revisión de datos de la agencia de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), el documento de 92 páginas denuncia un patrón sistemático de abusos y negligencias.
El informe señala que las condiciones en las áreas de admisión son especialmente crueles. Inmigrantes reportaron ser mantenidos durante 48 horas en filas apretadas, sin acceso a agua potable, comida ni baños en funcionamiento. En muchos casos, hombres y mujeres fueron procesados juntos en esos espacios y obligados a vivir situaciones indignas (como defecar a la vista de otros detenidos, sin mantas ni higiene básica).
Los detenidos denuncian que, luego de ser procesados, los espacios adonde los llevan dentro de los centros se mantienen a temperaturas heladas, iluminación permanente que impide el descanso y falta de ventilación. Los espacios diseñados para seis personas, albergan hasta 40.
Los inmigrantes duermen sobre el piso de concreto sin sábanas, rodeados de mosquitos y humedad, mientras los baños se desbordan sin mantenimiento. Estas condiciones extremas aumentan la desesperación y el deterioro físico de las personas y agravan su vulnerabilidad desde el primer contacto con el sistema de detención.
La alimentación es otro factor crítico. Familiares y detenidos han denunciado que la comida ofrecida está en malas condiciones e, incluso, podrida; lo que ha provocado casos de desnutrición y sensación constante de hambre.
Un capítulo aparte merece el centro conocido como Alligator Alcatraz, un lugar recién inaugurado en los Everglades, aunque no evaluado directamente por HRW. Fuentes independientes y legisladores que han visitado la instalación denuncian condiciones atroces: falta de agua, infestaciones de mosquitos, baños inadecuados y comida insuficiente o en mal estado.
Las autoridades desmienten esta descripción del lugar, pero las denuncias apuntan a un centro de detención que sigue el mismo patrón de abuso y deshumanización.
Según el informe, quienes se atreven a protestar son castigados con aislamiento prolongado o transferencias sorpresivas que los alejan de sus abogados y familias. La atención médica es casi inexistente, incluso para personas con enfermedades crónicas. Marie Ange Blaise, una mujer haitiana de 44 años, murió tras sufrir una emergencia médica ignorada por los guardias de Krome. «Gritamos pidiendo ayuda, pero los oficiales no se movieron», relató una testigo entrevistada por HRW.
Maksym Chernyak, un ucraniano detenido en BTC, fue trasladado demasiado tarde al hospital. Durante varios días reportó dolor intenso y fiebre, pero fue ignorado hasta que colapsó. Lo diagnosticado con daño cerebral irreversible y murió pocos días después.
Desde enero de 2025, tras el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, las detenciones en Florida han aumentado un 111 %. El 72 % de los detenidos no tienen antecedentes criminales, pero son recluidos en estas instalaciones privadas y públicas bajo un régimen que HRW califica de «inhumano y degradante». A nivel nacional, el promedio diario de migrantes detenidos supera las 56 000 personas.
El informe no solo documenta los abusos, sino que exige medidas urgentes:
- Prohibir incentivos económicos para las empresas privadas que administran los centros.
- Garantizar atención médica y psicológica inmediata.
- Eliminar el uso del aislamiento como castigo.
- Facilitar el acceso legal desde el primer día de detención.
- Promover alternativas comunitarias a la detención masiva.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) ha rechazado las acusaciones y asegura que los centros cumplen los estándares federales. Sin embargo, los testimonios que aseguran lo contrario continúan acumulándose.
HRW advierte que estas prácticas no son casos aislados, sino el reflejo de un sistema diseñado para quebrar la resistencia de los inmigrantes. «No se trata de anomalías, sino del resultado de una política fallida y cruel», declaró Belkis Wille, directora asociada de Crisis y Conflictos de HRW.
Comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *