«El cártel de las flores de jabón». Cómo cuatro mujeres engañaron a cubanos para ir a la guerra en Ucrania

Foto: Collage elTOQUE. En las esquinas, de izquierda a derecha, Olga e Indira. En el centro, de arriba a abajo, Dayana y Elena
El canal de noticias en ruso Current Time publicó nuevas revelaciones sobre la red de reclutamiento que envió a cientos de cubanos a pelear en la guerra de Ucrania. En un reportaje de investigación que salió el 13 de octubre de 2025, se confirmó la identidad y complicidad de varias mujeres que desde 2023 y hasta 2024 llevaron una red de reclutamiento.
Current Time nombró al reportaje «El cártel de las flores de jabón», porque una de las reclutadoras tuvo en algún momento un emprendimiento en el que vendía pequeñas esculturas hechas de este material.
En 2022, la ciudadana rusa Elena Smirnova tenía 41 años y había pasado la mayor parte de su vida dedicada al turismo, de acuerdo con Current Time. Durante años trabajó para grandes empresas del sector y, en los últimos tiempos, gestionaba su propio negocio. Cosmopolita y políglota, había viajado a destinos como los Emiratos Árabes Unidos, España, Tailandia y Cuba, y hablaba seis idiomas, entre ellos español, portugués y turco. De su primer matrimonio tenía tres hijos con nombres poco comunes en su natal Riazán: Vivian, Henry y Nicholas.
Una persona que conoció a Elena afirmó que ella sentía un vínculo especial con Cuba. Su auto, por ejemplo, tenía una pegatina de la bandera cubana al lado de otra con una Z gigante, el símbolo de las fuerzas rusas en la invasión a Ucrania.
Su relación con Cuba iba más allá del ámbito profesional. La niñera de sus hijos era una cubana llamada Ixi, a quien Elena ayudó a regularizar su situación en Rusia: el padre de Elena se casó con Ixi y adoptó formalmente a los niños. En 2022, Smirnova contrajo matrimonio con Yoanki Sánchez Gómez, el padre de los hijos de Ixi, lo que también le permitió a él acceder a la ciudadanía rusa.
Un año después, en 2023, su carrera tomó un rumbo inesperado. La empresaria turística comenzó a vender un «paquete» muy distinto al que había ofrecido durante años: la posibilidad de ingresar al Ejército ruso. Smirnova se convirtió en intermediaria entre ciudadanos extranjeros —en su mayoría cubanos y ciudadanos de Sri Lanka— y unidades militares que buscaban nuevos reclutas para la guerra en Ucrania.
El anuncio más antiguo de reclutamiento publicado por Elena que elTOQUE pudo encontrar data de mayo de 2023, cuando salieron a la luz los primeros cubanos enrolados en el ejército.
Según las ofertas que publicaba en redes sociales, los contratos incluían un pago inicial, además de un salario mensual de 204 000 RUB (alrededor de 2 000 USD) y la promesa de ciudadanía rusa. En un país como Cuba, donde el sueldo medio en aquel año era aproximadamente 20 USD, la propuesta resultaba atractiva para quienes buscaban escapar de la pobreza.
Para captar interesados, Smirnova utilizaba cuentas en Facebook y VKontakte —una red social popular en Rusia— bajo su apellido de soltera: Shuvalova. Publicaba anuncios en grupos como «Cubanos en Moscú», ofrecía «oportunidades laborales» y aseguraba: «todos están vivos, cobran y son felices». Su objetivo, decía, era «cambiar la vida de los cubanos en Rusia».
El plan funcionaba con aparente eficiencia: la reclutadora cubría los gastos de viaje y alojamiento de los aspirantes y, una vez firmado el contrato militar, recuperaba el dinero mediante reembolso. En algunos casos, obtenía copias de las tarjetas bancarias de los reclutas y descontaba directamente los importes. Los contratos se firmaban en la oficina de reclutamiento de Riazán.
En una investigación publicada en mayo de 2024, elTOQUE habló con varios reclutas que confirmaron esta versión. Elena tenía acceso a sus cuentas bancarias y tomaba de allí el dinero. De acuerdo con estos reclutas, ella solía extraer más de la cuenta, quitándoles, en algunos casos, la totalidad del salario.
Con el tiempo, el sistema empezó a desmoronarse. Algunos cubanos se negaron a pagarle las «regalías» a Elena; otros denunciaron que habían sido engañados. Muchos de ellos relataron que firmaron contratos sin entender el idioma, creyendo que trabajarían en la construcción o en fábricas, pero fueron enviados al frente. Otros, en cambio, sí dijeron que sabían desde el principio que participarían en el conflicto, aunque no sabemos con certeza si fueron reclutados por la red que encabezaba Elena o por otro esquema.
En abril de 2024, un grupo de cubanos denunció a Smirnova ante la Policía rusa. Poco después, fue detenida y enviada a prisión preventiva bajo cargos de robo. Por esas fechas, uno de los reclutas que entrevistamos nos dijo que Elena había sido detenida, pero no tenía pruebas de ello.
Los detalles del caso salieron a la luz a través de una carta enviada por su abogado, Serguéi Poselyagin, al Comisionado de Derechos Humanos de Rusia. En la misiva, Poselyagin afirmó que su clienta había facilitado contratos a más de 3 000 extranjeros. La información fue compartida con la unidad de investigación Systema —que colaboró con Current Time— por el parlamentario ucraniano Marian Zablotsky, quien ha seguido de cerca el reclutamiento de cubanos para el ejército ruso. Según sus estimaciones, más de 1 000 ciudadanos de la isla firmaron contratos con el Ministerio de Defensa ruso entre julio de 2023 y febrero de 2024.
El abogado de Smirnova sostuvo que las acusaciones en su contra eran el resultado de una conspiración. Argumentó que los reclutas sabían que debían reembolsar los gastos iniciales, que la mujer accedió a sus cuentas bancarias con su consentimiento y que cualquier dinero adicional retirado fue donado como «ayuda humanitaria» al ejército ruso. Según Poselyagin, Smirnova habría enviado equipamiento militar —drones, miras nocturnas y chalecos antibalas— por un valor de más de 50 millones de rublos.
El letrado también aseguró que los denunciantes actuaron «bajo presión de agentes», y que al menos tres de ellos eran cubanos registrados en Riazán. Uno de ellos, identificado como René Reyes Fleitas, habría desaparecido en combate meses después de interponer la denuncia. Su familia confirmó al medio que «está desaparecido en acción» tras un ataque con dron que destruyó su búnker.
Las mujeres de la guerra
A partir de las denuncias, Systema identificó a otros implicados en la red de reclutamiento. Una de ellas es Olga Shilyaeva, de 40 años, esposa de un militar ruso destinado en la unidad 41495-2, cerca del aeródromo de Diaguilevo, donde operan bombarderos estratégicos. Olga conoció a Elena en mayo de 2023. Tras conversar, decidió ayudarla a «legalizar» a las familias de combatientes extranjeros. Los medios rusos dijeron que Olga era peluquera de profesión.
Según testimonios de allegados, Shilyaeva comenzó gestionando documentación, pero pronto participó directamente en el reclutamiento. Junto con Smirnova, organizaba la llegada de entre 30 y 40 personas al día a la oficina de Riazán. Contaban con apoyo logístico de la niñera cubana de Elena y su esposo, quienes ayudaban en la compra de billetes y traducciones.
Los testimonios de soldados cubanos obtenidos por elTOQUE en 2024 hablan de una tal Olga implicada en el reclutamiento. Hasta el momento, no se conocía su apellido ni su rol en el esquema de reclutamiento. En un video que obtuvimos en agosto de 2024, se ve a Olga en una unidad de reclutamiento dando explicaciones a reclutas.
Una amiga de ambas declaró a Current Time que al principio el propósito parecía humanitario, pero que con la llegada de una tercera colaboradora, la cubana Dayana Echemendía Díaz, el negocio se centró en obtener beneficios económicos. «Cuando Elena estaba sola, la idea era ayudar; cuando llegó Dayana, todo se convirtió en cuestión de dinero», dijo.
Dayana Echemendía Díaz, de 37 años, también residente en Riazán, se dedicaba antes del reclutamiento a vender productos artesanales hechos de jabón. Los vendía por su canal de Telegram llamado «Flores de jabón en Riazán». Sin embargo, su nombre también aparece en anuncios de reclutamiento compartidos en redes sociales. Varios cubanos la mencionaron en entrevistas como intermediaria en los contratos con el Ejército. En el grupo «Cubanos en Moscú», algunos la acusaron abiertamente de engañar a sus compatriotas y enviarlos a la guerra.
Por mucho tiempo no se conoció el nombre completo de Dayana. En anuncios antiguos que elTOQUE localizó aparece con el nombre: Dayana David Díaz.
En agosto de 2024, publicamos audios de Dayana en los cuales aseguraba que los cubanos no irían a pelear en la primera línea de combate, sino que participarían en tareas de apoyo y que ningún soldado de la isla había muerto en combate. Ambas declaraciones son falsas.
En su cuenta de VKontakte, Echemendía posa con una gorra militar con la letra «V» y la bandera rusa. En un video reciente, aparece con uniforme de camuflaje. Consultada por un periodista de Systema, negó dedicarse al reclutamiento, aunque nunca respondió sobre su relación con Smirnova y Shilyaeva.
La cuarta mujer en el esquema es otra cubana, llamada Indira Noa Martínez. En el video que publicamos en agosto de 2024 se ve a Indira haciendo trabajo de traducción para los reclutas cubanos en una unidad rusa. La investigación de Current Time no habló de Indira. Sabemos de su participación gracias a nuestras fuentes.
Indira emigró a Rusia desde la isla hace varios años. De acuerdo con cubanos residentes en el país euroasiático, en un primer momento se dedicó a la industria del entretenimiento. No queda claro cómo conoció a Elena, Olga o Dayana y cómo se vinculó a la red de reclutamiento.
Indira es bastante activa en Instagram, donde en ocasiones comparte propaganda rusa.
Otro nombre vinculado con la trama es el de Oleg Koveshnikov, un empresario de 56 años de Riazán, quien habría colaborado con Smirnova desde el inicio. Según fuentes citadas por Systema, continúa reclutando extranjeros. Al ser contactado por Telegram por un periodista de Systema que se hizo pasar por aspirante a soldado, no negó su participación y solicitó datos personales del supuesto interesado, incluido pasaporte y dirección, afirmando que serían verificados.
Koveshnikov figura como empleado de una empresa agrícola llamada Agro Universal, dedicada al cultivo de hortalizas.
Del negocio a las trincheras
La situación de Elena Smirnova dio un giro inesperado tras su arresto. Según su abogado, durante su detención perdió la esperanza de un juicio justo y solicitó al investigador permiso para alistarse en el ejército, posiblemente como traductora en una unidad de inteligencia. La carta en la que consta esa petición está fechada en octubre de 2024.
A cambio de clemencia, Elena prometió completar el reclutamiento de extranjeros, la mayoría cubanos. Según la inteligencia ucraniana, las autoridades rusas aprobaron el acuerdo.
No está claro si la decisión fue voluntaria. Casos similares se habían registrado: Olga Shilyaeva fue enviada desde un centro de detención preventiva al frente ucraniano, supuestamente, como castigo, según dijo su hermana a los medios rusos.
Al parecer, las mujeres de origen cubano no han recibido iguales sanciones penales que las rusas. Desconocemos el motivo.
El caso de Elena Smirnova y su red plantea interrogantes aún sin respuesta. ¿Actuaban estas personas por cuenta propia, movidas por el lucro, o formaban parte de un esquema más amplio vinculado al Estado ruso?
Hasta ahora, no existen pruebas de un vínculo directo entre los reclutadores y los servicios de inteligencia o el Ministerio de Defensa ruso, más allá de las relaciones personales de Shilyaeva con su esposo militar. En la carta del abogado de Smirnova se menciona que ella recibió «ofertas» para organizar vuelos y contratos con extranjeros, sin precisar su origen.
El Gobierno cubano enfrenta una situación similar. Un memo interno de la Administración Trump que obtuvo la agencia Reuters señaló que el Gobierno estadounidense pretende usar a los soldados cubanos en Ucrania como baza diplomática en la votación contra las sanciones que anualmente ocurre en la ONU.
De acuerdo con el memo, habría entre 1 000 y 5 000 ciudadanos cubanos peleando en la guerra. Según la inteligencia ucraniana, serían cerca de 20 000. Hasta ahora, plenamente confirmados con pasaporte y contrato, se han identificado a más de 1 000.
Los medios independientes de comunicación y la ciudadanía han denunciado que un esquema de reclutamiento de esa envergadura no podría ocurrir sin que el régimen cubano, como mínimo, hiciera la vista gorda. Ciudadanos rusos con vínculos con organizaciones estatales cubanas han sido identificados como reclutadores, pero no está claro si lo hicieron a título personal o como intermediarios entre Gobiernos.
La respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) de la isla ha sido negar la participación del Estado cubano en el conflicto. El Minrex dijo que se ha juzgado a 40 individuos por el delito de «mercenarismo».
Como el Gobierno no ha hecho públicos sus nombres, solo tenemos noticia de un par de individuos que, presuntamente, estarían involucrados en la red de reclutamiento que operaba dentro de la isla. Uno de ellos, Yassiel Yera, dijo en sus redes sociales que fue condenado por «mercenarismo» a cinco años de prisión, una pena menor que la mínima que establece la ley: diez años. De ser cierta su condena, no sabemos por qué Yera habría recibido una pena inferior.
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