Cuba, de la economía de guerra a la economía de guerrilla

Cuba, de la economía de guerra a la economía de guerrilla

30 / julio / 2024

Cuba siempre ha tenido una economía de guerra (EG) o al menos así está conceptualizado desde hace más de 60 años. Sin embargo, hoy es noticia el «término» debido a la mención de varios dirigentes y a la cobertura en disímiles medios de comunicación.

Cuando las cosas funcionan

EG es un término que se emplea al menos desde el siglo pasado. Tiene su origen moderno en la doctrina militar y hace referencia a la forma en que el Gobierno de un país intenta reorganizar el sistema productivo de su economía para adaptarlo a las necesidades de un conflicto bélico en el que esté involucrado. Es decir, es la administración de la economía en función de la guerra.

En materia estrictamente económica, la EG consiste en priorizar la producción interna. Lo que incluye, la industria, la energía, el gasto público y hasta el consumo, en dependencia de las características y debilidades estratégicas de cada nación.

En la práctica, la economía de guerra se traduce en mayor gasto público en defensa, emisión de bonos de deuda y aumento de impuestos; así como en incentivar los sectores de la economía a que reinventen y modifiquen, entre otros, los costos y dinámicas de producción.

Al mismo tiempo, las EG deben priorizar el cuidado y la protección de civiles, a los que se les debe garantizar la seguridad, la estancia en lugares habitables, la alimentación, los servicios básicos y la sanidad a través del uso de instalaciones civiles y militares que pueden ir desde túneles hasta hoteles. Por último, en términos del papel del Estado y las políticas públicas, una EG es impensable sin un fuerte intervencionismo económico.

Ejemplos de economías de guerra en la actualidad son Rusia y Ucrania; Rusia en su papel de agresor y Ucrania como nación que se defiende. La amenaza de la guerra ha llevado a otras naciones cercanas al conflicto a poner sobre el debate público la cuestión de la EG, como es el caso del presidente francés Emmanuel Macron, quien ha alertado que la aplicación de la economía de guerra es un escenario posible para su país.

La adopción de una EG tiene ventajas. Algunos países que la han aplicado terminan la guerra con una capacidad económica más desarrollada —como Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y Corea del Sur tras la guerra en su península—. Corea del Sur logró una recuperación de tal envergadura que expertos económicos nombran el fenómeno «el milagro del río Han».

Las ventajas de la EG han llevado su implementación más allá de los conflictos bélicos. Así, la extensión del concepto y la práctica se aplican también a condiciones especiales (terremotos, tsunamis, inundaciones, incendios…). Una de las situaciones más recientes que así lo ilustran fue la respuesta de varios Gobiernos ante la pandemia de la COVID-19, cuando la economía se puso en función del enemigo con el cual se tenía la guerra, un virus.

¿Me estás hablando de socialismo?

Una EG es una excepcionalidad que ha permitido a varias naciones superar grandes adversidades —el fascismo, el avance del comunismo en Corea del Sur, una pandemia—. Sin embargo, la temporalidad parece ser un estorbo para ideologías totalitarias, en las cuales las prácticas de EG son diferentes.

Para los nazis, la EG —a diferencia de países más democráticos— implicaba el control estatal y militar directo de la economía, así como mecanismos de producción que simulaban el funcionamiento de la estructura militar, órdenes dictadas desde arriba y que debían ser cumplidas.

Los nazis institucionalizaron la EG de tal modo que contaban con un cargo llamado «plenipotenciario general de la economía», al cual se subordinaban instancias económicas (los Ministerios de Economía, Trabajo y Agricultura), así como el comisario para el Control de Precios. También contaron con un Estado Mayor (EM) de la economía de guerra para preparar su ofensiva total.

Debido a que la Alemania nazi resultó derrotada durante la Segunda Guerra Mundial, puede ser objeto de debate hasta qué punto habrían aplicado su esquema de EG en tiempos de paz. Sin embargo, la existencia de la URSS —un Estado totalitario que se encontraba en el bando vencedor— muestra la extensión de la lógica militarista en época de normalidad.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, (y hasta su disolución) la URSS mantuvo la casi total centralización de las decisiones económicas en manos del Comité Estatal de Planificación de la Unión Soviética (Gosplan), su Estado Mayor de la economía. Desde allí, de manera general, se concebía la economía como mecanismo de reloj en el que cada precio y cantidad estaba planificada, dígase, controlada, desde el órgano central de planificación. Los rasgos —sumados a la abolición de incentivos y normas de registro propias de economías mercantiles, sustituidos por el esquema de ordeno y mando— convirtieron a la URSS, pilar del socialismo, en una economía de guerra permanente, incluso, en tiempo de paz.

Según expuso en varias charlas la intelectual y educadora popular Marta Harnecker, el socialismo reale era una prolongación del método organizacional de la economía que empleó la URSS para lidiar con sus distintos conflictos armados. El socialismo era la prolongación de la economía de guerra.

La idea era validada desde adentro porque para la ideología imperante la URSS estaba en Guerra Fría y el bloque socialista en conflicto con el capitalismo. Tampoco faltó la teoría de que la URSS cayó porque era asediada por Estados Unidos, situación bélica que le impidió desarrollarse armónicamente. Es decir, para la lógica política oficial de la URSS, su nación estaba en guerra permanente. Así justificaban su lógica económica.

Sueño de una noche de verano

La filosofía de hacer política económica como si los agentes y el mercado fueran un batallón ha sido un anhelo en los imaginarios comunistas y fascistas, los cuales desean la instauración del mencionado EM de la economía como materialización de su manera de pensar la producción.

Para el líder comunista León Trotsky, durante la aplicación de la Nueva Política Económica que aliviaba un poco la represión económica que representó el comunismo de guerra, era necesario contar con un EM de la economía. Lo acompaña el líder del fascismo italiano, Benito Mussolini, quien defendió la necesidad de un EM para su país.

En algunos casos, la aspiración recae sobre el órgano del Estado que haga las funciones del Ministerio de Economía. Así ocurre con Vietnam, por ejemplo, otra economía que navega desde las aguas del socialismo real (es decir, el socialismo realmente existente, no el teórico e hipotético del futuro), y en Venezuela.

Aunque Nicolás Maduro ha ido más allá. Creó en 2015 una comisión presidencial llamada Estado Mayor Económico y, por si fuera poco, lo aplicó a escala local y formó el Estado Mayor para la economía comunal.

No eres tú, soy yo

Durante seis décadas, Cuba no ha sido diferente del resto de las economías de los socialismos reales. El 16 de marzo de 1960, Fidel Castro creó la Juceplan, hoy Ministerio de Economía y Planificación. Desde entonces ha sido visto como la máxima institución de la economía de una guerra, el EM de la economía.

Luego vinieron estatizaciones y expropiaciones en tal cantidad, que al finalizar 1968 no quedaba ni un clavo de zapatero en manos de un productor privado.

La guerra de la economía parecía clara, era contra la propiedad y la libertad económica de los cubanos no miembros de la élite y era la forma de combatir el «imperialismo». Condición de plaza sitiada, le llamaron.

Pero la estructura de la EG permanentemente y su aspiración de constituir el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) como EM no logró tener una fuerte producción interna ni dinamizar la economía ni expandir avances tecnológicos ni resultado admirable alguno de los alcanzados por otras naciones en las que se aplicó. En otras palabras, la continuidad en el poder no ha servido ni para hacer bien una EG.

Los saldos de la alta concentración de poder económico se tradujeron en delirantes proyectos de zafras, de agricultura, ganadería y producción industrial que fracasaron o quedaron abandonados, pero que dejaron la economía cubana fatigada en una cuesta abajo que hoy continúa. Lo anterior acompañado de que los sectores más lucrativos de la economía estatal están en manos de militares.

La aplicación de una EG en Cuba ha servido para fortalecer el control de la élite en el poder mediante el control de la propiedad y de las decisiones económicas, aunque no para arrojar resultados económicos de impacto en los cubanos. Su único beneficio ha sido evitar grandes pérdidas humanas por desastres naturales; cuestión que pertenece al pasado, porque no se evitaron los miles de muertos por la COVID-19 y el país quedó entre las 20 naciones con más fallecidos por la pandemia.

La fase superior del socialismo

La EG hoy sobrevive, esencialmente, del menudeo del turismo atraído por el marketing país basado en vender al visitante comodidades mínimas para que pueda apreciar y disfrutar las ruinas del socialismo. También, de la extracción de remesas de la diáspora cubana e intentos de negocios e «inventos» que hace el empresariado militar en asociación con extranjeros —muchas veces «amigos de la Revolución»— para resolver problemas económicos puntuales.

La economía de guerra cubana recibe constantes donaciones internacionales de alimentos, combustible y varios recursos sin los cuales el país caribeño estaría paralizado. Por último, aplica una política hacia otros actores económicos, dígase privados, que se caracteriza por adelantos y retrocesos constantes, como quien hace una guerra de desgaste. Las empresas estatales y militares intermediarias parasitan parte de la renta de los privados, a la vez que mantienen a los últimos bajo estado permanente de zozobra.

Mientras los altos dirigentes cubanos llevan meses hablando del EM de su economía de guerra, los resultados y métodos invitan a preguntarse si el intento de una EG ha degenerado en una economía de rapiña, es decir, en una economía de guerrillas.

Puede que la economía de rapiñas sea la fase superior del socialismo.

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Alex

Un comunista es un psicopata que prefiere matar de hambre y miseria a un país entero antes que admitir que el comunismo es una mierda
Alex

Sanson

Como pueden haber tantos panzones comunistas en una economía de guerra ?. Marrero. la hija de Guevara y demas "dirigentes" están en guerra contra el plato?
Sanson

Mariateresa

Me gusta mucho esta plataforma por la valiosa información que llevan a toda una población sobre las tasas cambiarías de la monedas
Mariateresa

Ramón

Mario, gracias por su publicación, en términos breves usted explica el porqué no tuvo éxitos la economía en Cuba y sus consecuencias hoy ,, este material hay que explicarlo a las nuevas generaciones para que sepan cuál es el final y el porqué,, saludos
Ramón

Elias Navarro

muy buen artículo un retrato realista de la realidad económica cubana.
Elias Navarro

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