Foto: VenteVenezuela / X.
El Foro Alternativa Social Mundial: militancia comunicativa para las elecciones en Venezuela
26 / julio / 2024
A solo unos días de la realización de la jornada electoral más importante de Venezuela en el período chavista —y su continuación con la presidencia de Maduro— se organizó en la capital venezolana la segunda edición del Foro Alternativa Social Mundial, convocado por la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y el Instituto Simón Bolívar, ambos con sede en Caracas.
La realización de un evento académico-político en el momento más álgido de la campaña electoral, a unas horas de su acontecimiento cumbre (sesionó el 23 y 24 de julio y las elecciones son el domingo 28), lleva a cuestionarnos sus motivaciones y propósitos, si se tiene en cuenta lo reciente de la primera edición hace apenas unos meses, en abril de 2024.
La segunda convocatoria, a todas luces improvisada, tiene menor nivel de organización que la primera y a diferencia de la anterior —aunque participa Vijay Prashad, director ejecutivo de Tricontinental Institute for Social Research— Tricontinental no es uno de los convocantes. Los organizadores describen el evento como un espacio para promover la unión (alianzas) entre líderes y activistas de movimientos sociales para [suscitar] la unidad y acordar una agenda ante los ataques imperiales.
En el texto, nos proponemos analizar el contexto macro de este tipo de eventos, el contenido de la convocatoria actual y las propuestas resultantes ¿Qué nos dice el encuentro y la participación de un grupo de intelectuales afines sobre las estrategias gubernamentales de cara a las elecciones venezolanas?
EL MOMENTO: EL DECLIVE DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
El régimen de Nicolás Maduro convocó de manera precipitada a las elecciones presidenciales, obligado a cumplir con los mínimos democráticos del proceso tras el resultado de la negociación realizada en Barbados y la firma de los acuerdos signados por ambas partes.
Adelantado casi seis meses, el proceso ha estado plagado de denuncias de irregularidades procedimentales y de violaciones de derechos humanos a las fuerzas opositoras. A pesar de lo anterior y de la ventaja oficialista, la opinión pública internacional ha podido constatar el abrumador respaldo que ha acumulado el exdiplomático Edmundo González —contendiente principal de Maduro— impulsado por el liderazgo de María Corina Machado.
La inhabilitación de Machado a través de un turbio proceso administrativo fue avalada por el Tribunal Supremo de Justicia, incumpliendo uno de los acuerdos de Barbados. La estrategia fue poco efectiva en su propósito de alentar las divisiones dentro de la oposición y desestimular el voto. Por el contrario, la dupla que ha conformado la líder y el candidato ha generado un renacer de la esperanza opositora que logra acumular la mayor intención de voto alcanzada ante el chavismo-madurismo.
En este contexto, la narrativa que domina la campaña oficialista presenta el evento electoral como una batalla en la que se decide la supervivencia de la Revolución bolivariana. Nicolás Maduro y su jefe de campaña Jorge Rodríguez han denunciado la existencia de presuntos planes para desconocer los resultados electorales y generar violencia en el país. Las denuncias, paradójicamente, son acompañadas de una retórica amenazante a la ciudadanía opositora, en la que se condiciona la paz y la estabilidad del país al triunfo oficialista.
«El destino de Venezuela en el siglo XXI depende de nuestra victoria el 28 de julio. Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo», dijo Nicolás Maduro.
Las declaraciones del actual presidente venezolano provocaron reacciones críticas incluso de tradicionales aliados —el mandatario brasileño Lula da Silva y el expresidente argentino Alberto Fernández— y generó una crisis de respaldo sin precedentes para el oficialismo. A las reacciones, se han sumado tanto voces de izquierda —el presidente Boric y el expresidente Mujica— como los Gobiernos de Argentina, Uruguay, Costa Rica, Guatemala y Paraguay, que denunciaron conjuntamente las violaciones de los estándares democráticos y la represión y hostigamiento a opositores durante la campaña.
En medio del complejo contexto y luego de tres meses de haber sesionado el primer encuentro para una Alternativa Social Mundial (18 y 19 de abril), se efectuó la segunda reunión. Al revisar los análisis y discusiones del primer evento, no se encontró llamado alguno a una segunda ronda de debates. Ni las reseñas de prensa ni las declaraciones de los organizadores sugirieron que sería convocado un segundo encuentro o foro, como se llama en esta ocasión. Tampoco se encontraron divulgaciones previas sobre el cónclave.
En las palabras de inauguración del segundo encuentro, Jorge Arreaza —secretario ejecutivo de ALBA-TCP— lo presentó como una iniciativa del presidente Maduro y lo describió como un espacio «para promover la unidad y el diseño de una agenda que blinde a la región (…) contra los ataques imperiales».
Para Arreaza, y así lo expresó posteriormente en su discurso, Venezuela se encuentra en el epicentro de las luchas contra el imperialismo. «[Venezuela]... está dando la batalla contra el imperialismo, porque no es una disputa entre un candidato revolucionario y un candidato no revolucionario o una candidata; es una disputa entre la patria y el imperio, y eso se definirá y ustedes serán testigos de esa victoria popular el próximo domingo», afirmó.
EL MODUS OPERANDI: LA ORGANIZACIÓN PARA LA BATALLA COMUNICACIONAL
Como hemos dicho, la primera edición del encuentro de la Alternativa Social Mundial fue organizada por la Secretaría Ejecutiva de ALBA-TCP junto con el Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos y el Instituto Tricontinental. El subtítulo del evento (Encuentro de Centros de Pensamiento e Investigación Social – Plan para salvar al planeta) evidenciaba la escala en la que se pensaba el alcance del evento que reunió a intelectuales como Atilio Borón y figuras políticas como Juan Carlos Monedero, alineados con la izquierda autoritaria.
El Instituto Simón Bolivar es una organización venezolana de tipología imprecisa cuya labor ha consistido en brindar respaldo académico e intelectual a las narrativas del chavismo. Fue protagónico en la campaña por la liberación de Alex Saab y por la eliminación de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, a las que el Gobierno venezolano denomina «medidas coercitivas unilaterales». Su presidente es Carlos Ron, viceministro para América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano.
Tricontinental, por su parte —organizador de la edición anterior y presente en la segunda a través de la figura de su director Viajy Prashad— se autodescribe como un instituto para la investigación social, pero ejerce fundamentalmente una posición de respaldo a diversos autoritarismos en el mundo. Presenta su apoyo como defensa de la multipolaridad y lucha contra el imperialismo estadounidense. Como entidad académica, opera sobre todo en la generación de conceptos útiles que sirven para legitimar los regímenes autocráticos.
Prashad es un conocido historiador e intelectual marxista-leninista que ha hecho de la defensa de los regímenes autoritarios centro de su acción política y de su activismo. Tiene estrechas relaciones con la presidencia de Cuba y aporta de manera recurrente a la legitimación del régimen cubano. Ha visitado Cuba en varias ocasiones para reunirse (junto a Manolo de los Santos, director de The People’s Forum) con Miguel Díaz-Canel y participar en el programa televisivo Mesa Redonda para defender el papel rector de Cuba en la defensa del proyecto del socialismo en el mundo.
Un ejemplo de la labor de Tricontinental como generador de conceptos que sirven a la legitimación autoritaria es la creación del término «hiperimperialismo», que fue pilar conceptual en la primera edición de Alternativa Social Mundial. La definición del término apareció en Tricontinental el 23 de enero de 2024. «Se ha elegido el nombre de hiperimperialismo para indicar el carácter frenético de este imperialismo, el uso excesivamente entusiasta de la fuerza armada para resolver problemas», precisaron.
Se trata de una definición de carácter subjetivo que no remite a un fenómeno estructuralmente diferente del imperialismo, sino a la intensificación de sus lógicas. Sin embargo, a pesar de ello, hiperimperialismo se convirtió en el motor conceptual de las discusiones y de la declaración del evento.
Para la segunda edición del cónclave, el concepto de hiperimperialismo fue retomado por Vijay Prashad, quien participó en la plenaria del 24 de julio en un panel titulado «Alternativa Social Mundial y los desafíos actuales», en el cual se discutió sobre el hiperimperialismo y la necesidad de una nueva agenda de desarrollo del socialismo. En la mesa participó también el canciller venezolano Yván Gil, Jorge Arreaza, Irene León (de la Red en defensa de la humanidad) y Atilio Borón. Tocaron el tema de la crisis climática y la necesidad de la unidad para enfrentar el imperialismo y el capitalismo.
Se añadieron nuevas discusiones que, en palabras de Jorge Arreaza, ameritan la apertura de nuevos capítulos. Así afirmó: «[nos encontramos en una] nueva fase digital del capitalismo, la inteligencia artificial y el nuevo método de dominación que amenaza con terminar con el trabajo como la lógica de existencia humana en este planeta».
Para Arreaza y los ponentes del evento, la «nueva fase digital del capitalismo» presenta desafíos que deben ser contestados. De allí la insistencia que los organizadores hacen en la urgencia de «la conversión de los movimientos sociales en “guerreros digitales” para enfrentar la hegemonía mediática del imperialismo», cuestión que el Instituto Simón Bolívar presenta como una de las ideas fundamentales discutidas en la primera jornada del evento. Se trata del sustento intelectual que nutre la creación de las llamadas guerrillas digitales.
En un claro intento de convertirse en un nodo de una red de luchas articuladas en movimientos sociales en el mundo, el evento ha incluido incluso un panel sobre el tema de las reparaciones históricas («Alternativa por los derechos de los pueblos y las reparaciones») demandadas por pueblos indígenas y afrodescendientes al Estado nación o a las exmetrópolis. Tal inclusión puede contribuir a lograr la imagen de foro de confluencia y articulación de movimientos sociales, aún a pesar de las políticas gubernamentales que han causado graves daños en las comunidades indígenas en Venezuela —como en el caso del proyecto del Arco Minero—.
Se trata de un Gobierno que organiza un evento sobre movimientos sociales y que ocupa un sitio de enunciación que no le corresponde. Lo hace no solamente en rol de organizador, sino también a través de la participación directa de funcionarios del Estado venezolano (William Castillo, viceministro para asuntos anti bloqueo; Carlos Ron, viceministro para América del Norte; Yvan Gil, canciller), así como figuras al frente de instituciones cuya tipología no corresponde con la organización gubernamental, pero que sirven en la práctica de extensiones de la política oficial (ALBA Movimientos, la Red en Defensa de la Humanidad, Telesur).
Los funcionarios del Estado y las instituciones organizadoras, en su carácter real de representantes del Gobierno venezolano, se encargan de ubicar las discusiones —de manera que se reconoce con facilidad el sentido del evento— en el contexto de las elecciones del próximo domingo y ponen énfasis en los tópicos que legitiman la versión oficial sobre los comicios e, incluso, dan instrucciones a los partidarios de Maduro sobre cómo actuar.
Por citar dos ejemplos, Patricia Villegas, presidenta de Telesur, recurrió al tropo de la narrativa chavista de que hay un plan en marcha para atentar contra las elecciones y que este tiene una dimensión comunicacional que vuelve fundamental la participación en redes de quienes defienden el proyecto político del Gobierno.
«La militancia digital es hoy tan importante como la militancia real», dijo Villegas en su presentación en el panel «Comunicación y resistencia: el papel de los medios de comunicación en la geopolítica actual». Willian Castillo, por su parte, defendió la extensión del proyecto chavista por más de dos décadas y dijo que se había sometido a varias elecciones y había resultado siempre victorioso.
CONCLUSIÓN
El Foro Alternativa Social Mundial, realizado pocos días antes de la fecha de los comicios, funciona como plataforma desde la cual se articula —reafirmando las narrativas del Gobierno venezolano— el apoyo de un grupo de intelectuales y organizaciones a una supuesta victoria del chavismo en las elecciones del próximo domingo.
En palabras de su máximo organizador, Jorge Arreaza: «[en el país] se vive el epicentro de las luchas en nuestro continente y esperamos ver una victoria hermosa de un pueblo que ha sufrido todas las agresiones que se pueden imaginar, que le han caído las bombas, no las físicas de los aviones, pero sí de las sanciones como le dicen en Estados Unidos, de las medidas coercitivas».
Es evidente también el servicio que presta para redimensionar las elecciones venezolanas al presentarlas no como una disputa en el Partido en el poder y la oposición política, sino entre «la patria y el imperio», según Arreaza; e incluso como una disputa entre un proyecto político pretendidamente más humano contra el ascenso de la ultraderecha y el fascismo. Como mencionó Hindu Anderi, directora de la Plataforma de Solidaridad con la causa palestina, «con nuestro voto estamos votando en contra del fascismo y en contra del sionismo», a tono con la construcción de la oposición como derecha fascista que había quedado tipificada en la Ley contra el Fascismo, neofascismo y expresiones similares, firmada en abril de 2024.
A la vez, es importante reconocer la realización del Foro Alternativa Social Mundial como una instancia particular de una estrategia cuyo centro es la convocatoria y realización de eventos regionales e internacionales para discutir temas de impacto mundial. Los encuentros colocan a los convocantes en la posición de generadores y protagonistas de discusiones relevantes para el mundo actual.
Se trata de una estrategia a la que recurre cada vez con mayor frecuencia también el Gobierno cubano, lo que evidencia la existencia de lógicas y estrategias compartidas entre los Estados de Cuba y Venezuela.
La Administración de La Habana ha realizado en el último año eventos disímiles, como la V Conferencia Internacional por el equilibrio del mundo «Con todos y para el bien de todos», celebrada en la capital entre el 24 y 28 de enero de 2024. En el evento, Carlos Ron, viceministro para América del Norte y presidente del Instituto Simón Bolívar, presentaba el tema de las sanciones ilegítimas y apelaba a la necesidad de construir una zona libre de medidas coercitivas unilaterales.
Es difícil predecir —a pesar de los resultados de las encuestas y el entusiasmo con que gran parte de la población ha seguido el recorrido de María Corina y Edmundo González por el país— cuál será el resultado de la jornada electoral en Venezuela. Lo que se juega no es (como declara el documento final del evento) el derecho a la vida con dignidad en el planeta en contra del proyecto del hiperimperialismo.
Así lo hace parecer el hecho de que el Gobierno que se encuentra en riesgo de perder su posición de poder convoque a organizaciones e intelectuales identificados con causas populares a escasos días de las elecciones. Pero que el Gobierno haya traicionado en los actos su discurso, negando la realidad de un país pauperizado y dividido, y que varios de los convocados al evento sean intelectuales con un largo historial de respaldo a regímenes autcráticos desde una posición de izquierda estatista y autoritaria, muestra intenciones muy diferentes.
Lo que se busca con Alternativa Social Mundial es insistir en la imagen de Gobierno progresista y aliado de las causas justas del mundo para reclamar la legitimidad necesaria para seguir gobernando. En un panorama en el que hay múltiples indicios de que el Gobierno de Maduro no aceptará una derrota en las urnas, la contribución a generar un aura de legitimidad es un gesto cómplice que puede tener graves consecuencias.
Ojalá que el resultado permita, al menos, evidenciar la discrepancia radical entre el discurso de un mundo mejor y el apoyo concreto a la perpetuación de un orden social disfuncional y violador de derechos humanos, que los intelectuales cómplices del autoritarismo practican unas veces con ligereza irresponsable y otras con abierta deliberación y alevosía.
*Este texto es resultado del trabajo conjunto entre elTOQUE y Gobierno y Análisis Político (Gapac).
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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