Guantánamo, como en un huracán interminable

Una de las viviendas que se derrumbaron por el huracán Melissa en Guantánamo. Foto: periódico "Venceremos".
Con «el pecho apretado», Jennifer Salmón capturó en su celular varias imágenes de los despojos de su casa y las subió a las redes sociales. Libros empapados por la lluvia, algunos electrodomésticos mutilados, tablas destrozadas y un gato blanco con manchas que dormita sobre los escombros húmedos, es todo lo que ha quedado de su hogar en Guantánamo luego del paso del huracán Melissa por el oriente cubano, el 29 de octubre de 2025.
Desde el día anterior, se refugió en la casa de un familiar de su pareja porque el huracán «prometía ser devastador». Y para ella lo fue.
Durante las horas en que la tormenta atravesó el este del país de sur a norte, en Guantánamo, Jennifer «sentía cómo sacudía la calle y las casas alrededor». Al regresar a su hogar, la joven (quien es escritora) vio que se le habían desprendido varias paredes de madera y voló parte del techo. Las tejas que quedaron están agujereadas.
Melissa entró a Cuba con fuerza de huracán categoría 3 —según la escala Saffir-Simpson— por Chivirico, Santiago de Cuba, pero las lluvias y los vientos de casi 200 km/h afectaron amplias zonas de cuatro provincias orientales, incluida Guantánamo; un territorio que arrastra las heridas de catástrofes naturales anteriores y del abandono estatal.
Suele considerarse una de las provincias más pobres de Cuba —aunque el Gobierno cubano no publica datos al respecto— por su aislamiento geográfico, bajo desarrollo industrial, deterioro de infraestructura y limitada disponibilidad de servicios.
El 31 de octubre de 2025, la ONG Cubalex emitió una «alerta humanitaria» sobre Guantánamo, cuya situación calificó de «crítica» y «sin una respuesta efectiva por parte del Estado».
De acuerdo con denuncias recibidas por la organización, escaseaba la comida y no se habían garantizado suministros adicionales ante el paso inminente del huracán; no había combustible para cocinar y el carbón que podía encontrarse era vendido a 4 000 CUP cada saco; la basura, los árboles caídos y los escombros se acumulaban en las calles.

La casa de Jennifer tras el paso de Melissa.
«La situación sanitaria es alarmante: muchas personas padecen chikunguña, con fiebre, náuseas, dolores musculares y diarreas, sin medicamentos ni una alimentación adecuada», alertó Cubalex.
Sin embargo, el gobernante Miguel Díaz-Canel afirmó el primero de noviembre que el ciclón provocó «daños menores» en Guantánamo. Yoel Pérez García, jefe del Partido Comunista en Guantánamo y del Consejo de Defensa Provincial (CDP), durante una visita oficial del mandatario al municipio Niceto Pérez, le dijo a Díaz-Canel: «[los guantanameros] podrán recuperarse con fuerzas y recursos propios», e incluso ayudar luego a Santiago de Cuba.
Poco después, el 4 de noviembre de 2025, el discurso optimista de las autoridades locales se había moderado y los destrozos en Guantánamo —territorio incomunicado durante el paso de Melissa por la fibra óptica dañada por la lluvia— ya eran inocultables, sobre todo en los municipios Caimanera, Niceto Pérez, El Salvador y en barrios de la ciudad cabecera de la provincia, como el reparto Ho Chi Minh, donde decenas de personas se manifestaron por la crítica situación.
Tras un conteo preliminar, el CDP informó que más de 10 000 viviendas en Guantánamo tuvieron afectaciones, según la Agencia Cubana de Noticias.
Además, otras fuentes oficialistas reportan 14 escuelas afectadas, localidades incomunicadas, postes y transformadores caídos y más de 181 000 clientes sin servicio eléctrico.
En Guantánamo no hay casi nada, a pesar de la promesa del Gobierno local de distribuir los pocos productos disponibles. Además de la electricidad, falta la leña para cocinar y hasta el dinero en efectivo, dijo a elTOQUE otra fuente local que pidió no ser identificada por temor a represalias.
«La gente está comprando la comida del día a día donde puede (a veces en las mipymes, que son las únicas que tienen algo); tienes que comprar lo que te vas a comer hoy, porque no tienes cómo refrigerarlo para mañana», agregó.
Algunas comunidades castigadas en días recientes por la lluvia y las rachas de viento de las bandas exteriores de Melissa, todavía no habían cerrado las cicatrices dejadas por el ciclón Oscar que sí impactó Guantánamo de forma directa en octubre de 2024.
En medio del desastre tras la tormenta, la gente se acompaña como puede. Jennifer, por ejemplo, ha recibido modestas ayudas del proyecto cultural Café con Tinta, la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo y de personas individuales, como el realizador audiovisual Daniel Ross.
No es la primera vez que Ross decide hacer acciones por su cuenta para socorrer a sus coterráneos. En 2024, cuando el huracán Oscar devastó localidades de San Antonio del Sur e Imías, llevó medicamentos y otros productos esenciales a las personas damnificadas, sobre todo a los ancianos que quedaron aislados y sin apoyo institucional.
Ahora, en los ratos que la inestable conexión a Internet y los breves momentos en que cuenta con energía eléctrica lo permiten, Daniel Ross ha subido a Facebook imágenes de árboles caídos, montañas de basura, derrumbes de viviendas y cualquier situación que encuentre a su paso que sirva para mostrar la realidad de los guantanameros luego del último huracán, en contraste con la versión edulcorada que predomina en los comunicados oficiales.
«Como hice hace un año, si alguien quiere aportar a través de donaciones que entregaré personalmente, acá me tienen. Me escriben por mi WhatsApp: +53 5 2385571», publicó Ross en su Facebook.
El desastre meteorológico ha agravado una crisis general en Cuba, que es más cruda en las zonas más apartadas del Oriente cubano. Según la agencia de noticias EFE, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) planea asistir de emergencia a unas 900 000 personas durante tres meses, y al menos a la mitad de ellas por otros tres meses adicionales.
Aunque las autoridades del país informaron en un primer momento que Guantánamo había sufrido «daños menores», es una de las cuatro provincias incluidas en el Acuerdo 10247/2025 del Consejo de Ministros de Cuba que promete apoyar a las familias damnificadas con el financiamiento estatal del 50 % «de los precios de los materiales de la construcción que se vendan a las personas cuyas viviendas presenten afectación total o parcial».
Sin embargo, la medida tiene poco futuro en un país con insuficiencias en la producción de materiales de la construcción y un enorme déficit de viviendas que afecta también a las víctimas de huracanes anteriores.
Jennifer Salmón, que acaba de sumarse a quienes han perdido sus viviendas por los ciclones, continúa refugiada en casa de los familiares de su pareja, tratando de adaptarse a las nuevas condiciones de su vida. Hay «que seguir trabajando para ganarnos el diario», dice la joven.
Para ella lo más urgente es reparar su casa inhabitable: lo que no terminó de derrumbarse se encuentra «en el aire» y «toda la pared de la casa parece arrancada como si hubieran pelado una mandarina». Más adelante verá cómo recupera poco a poco los electrodomésticos, razona, «pero necesito un techo al que llamar hogar».











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