Acontecimientos del último año en Cuba como la manifestación de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020 y las protestas cívicas del 11 de julio han movido también la agenda de los medios de comunicación controlados por el Gobierno. Si hasta hace muy poco la prensa oficial ignoraba, en la mayoría de los casos, las historias contadas por los medios independientes, ahora estas se han convertido en el foco de una campaña que intenta desacreditarlos pero que, en definitiva, los termina reconociendo.

La sociedad cubana está cambiando. El bloque monolítico que el Estado intentó definir como total y único se empieza a resquebrajar y la ciudadanía comienza a mostrar públicamente su pluralidad. «Siempre ha sido una sociedad con puntos de vista y maneras diferentes de pensar a la cual el Estado reprimía. Ahora, gracias al aumento del flujo de información, uno puede percibir que hay corrientes, tendencias y movimientos transversales que recorren la sociedad y señalan las fallas del sistema», comenta Ladislao Aguado, director de Hypermedia Ediciones, en un capítulo que La Colada (un podcast de elTOQUE) dedicó al periodismo independiente y las protestas sociales en la isla.

En el programa participaron además la periodista Miriam Celaya, reportera del diario 14ymedio, y los conductores del espacio, el politólogo Enrique Guzmán Karell y el escritor y periodista Jorge de Armas.

«Los medios de prensa estatal están tratando de salirle al paso a lo que están diciendo artistas y activistas, como es el caso ahora de Yunior García Aguilera, y como fue en su momento con el artista independiente Luis Manuel Otero Alcántara. Percibo que la prensa oficial se siente en estos momentos contra la pared y está asumiendo una posición defensiva», opina Celaya.

Aguado considera que la prensa independiente y la ciudadanía han logrado que los medios oficiales tengan que acercarse a la realidad de otras maneras. Desde el momento en que el Noticiero Nacional de la Televisión, en su horario estelar, decide atacar públicamente a activistas, artistas, periodistas, y expone a los medios de prensa independientes en la pantalla, está sumando automáticamente al staff de la prensa nacional a esos medios prohibidos y censurados. Al mostrarlos a la población, les está otorgando una legitimidad.

«Cuando exponen un discurso disidente, contestatario y cuestionador que parte de la sociedad civil independiente, es implícitamente un reconocimiento a la existencia de esa sociedad independiente y de toda una plataforma de demandas», coincide Celaya. «Es evidente que existe un porciento de la población más grande de lo que imaginamos que está haciendo una lectura crítica de lo que dice la prensa oficial».

Según su punto de vista, los cambios en la relación comunicativa entre la prensa independiente y la prensa bajo propiedad estatal están dados porque el discurso de los primeros, de los activistas y de los grupos de la sociedad civil está más apegado a lo que el pueblo vive, y divorciado de las consignas, la beligerancia y los planteamientos de guerra y de enemigos que difunde la prensa oficial. «Cualquier cubano con sentido común sabe de qué lado está la verdad».

«Hay un aumento en el flujo, la cantidad y las miradas de la información que es imposible que el Estado cubano pueda controlar. Se ha puesto en evidencia que una gran parte del país está descontenta con la forma de gobierno y se lo está dejando ver al mundo», asegura Ladislao.

Jorge de Armas resalta el papel desempeñado en este contexto por los medios de comunicación que responden al Gobierno cubano: «Se está produciendo un fenómeno del que no hay dudas, el papel ridículo que está asumiendo la prensa oficial cubana. Esto evidencia el fracaso de un modelo comunicativo que apela únicamente a un sistema de valores simbólicos que no funciona en la cotidianidad».

«Por primera vez, gran parte de la ciudadanía cubana está viendo los medios oficiales como manipuladores de la verdad», opina Guzmán Karell. «Le están diciendo “menticiero” al Noticiero Nacional de Televisión y eso no es gratuito; es porque la ciudadanía tiene otros medios para informarse sobre el acontecer de su realidad».

Miriam llama la atención acerca de los reclamos de los cubanos que se lanzaron a las calles el 11 de julio (11J): no solo eran económicos, también clamaban por espacios ciudadanos, derechos y cambios políticos. «Lejos de ocultarnos, tenemos que mostrarnos —afirma—; es la visibilidad lo que nos crea una protección. Esa conjunción entre el activismo ciudadano y el periodismo independiente es la que está dando impulso a los cambios».

La prensa independiente y la ciudadanía: cómo llegan las historias a los medios

El rol que ha ejercido el periodismo ciudadano en Cuba y su contribución a reflejar los hechos en el lugar y momento en el que ocurren lo convierten en una fuente de información de gran valor para los medios independientes. Un ejemplo claro se dio el propio 11J, cuando la mayor parte de los registros compartidos en las redes sociales provino de fuentes anónimas que filmaron en tiempo real las protestas en las diferentes regiones del país.

«El peso de la tecnología es fundamental: que haya aumentado el número de teléfonos, que la conexión sea mayor, que las personas dispongan de más vías para transmitir la información los hace narradores activos de una realidad» —dice Ladislao. «Las imágenes del descontento popular del 11J que recibió el mundo no hubieran tenido lugar sin la colaboración desinteresada y anónima de la población. Fue una gran secuencia de lo que estaba sucediendo en todo el país; se pudieron ver los desmanes de la policía, las agresiones, la intensidad de las protestas, las rutas».

Miriam y Ladislao coinciden en que al Gobierno cubano le tomó por sorpresa el rol activo de la ciudadanía, tanto en su participación en las protestas, como en la filmación de los acontecimientos. «El Gobierno no estaba preparado para un enfrentamiento de esta naturaleza con los ciudadanos. Aun cuando quitaron la conexión a Internet el 11 de julio y los días siguientes, estaban las imágenes grabadas por participantes y observadores. Eso fue irrefutable, no pudieron evitar que esas imágenes fluyeran y se les rompiera el monopolio de la información», apunta Miriam.

La articulista de 14ymedio añade que al asumir un compromiso ante lo que se está viviendo, los periodistas independientes se exponen constantemente a la represión de las autoridades cubanas. Celaya cree muy probable que el 15 de noviembre, día en el que está prevista la manifestación pacífica convocada por la plataforma Archipiélago, a muchos periodistas independientes las autoridades les prohíban salir de sus casas para evitar que cuenten lo que está ocurriendo.

«La situación va a ser difícil, posiblemente no puedan salir todas las personas que piensan hacerlo. Pero precisamente que las autoridades impidan una manifestación pacífica, que estén a la riposta y planeando hacer ferias de comida —lo cual plantea su desprecio, esto de “pan y circo” que sucedía en la Roma clásica—, es una respuesta que tenemos que cubrir también los periodistas», concluye Miriam.

Puedes escuchar el capítulo Periodismo independiente y protesta social en el podcast de elTOQUE, La Colada:

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