Llegó a España sin papeles y triunfó con la sidra

Fotos: captura de pantalla / YouTube del Ayuntamiento de Nava.
En diciembre de 2023, al marcharse a España, la cubana Melissa Bellón «no conocía de nada» la sidra natural, bebida embriagante que se obtiene al fermentar la manzana. Hoy, asentada en el Principado de Asturias, la joven de 22 años ha encontrado una conexión con la identidad local mediante la práctica del escanciado, una técnica tradicional de servir la sidra que aprendió por casualidad y necesidad, pero que está marcando para bien su vida.
La «Cultura sidrera asturiana» fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2024. «Estas prácticas se desarrollan en el territorio asturiano desde, al menos, la Alta Edad Media y trascienden lo material hasta convertirse en un sentimiento de identidad personal y de pertenencia a la comunidad», explica la Cancillería española.
Los «chigres» o sidrerías son los templos populares donde se preserva esta tradición, entre bocados compartidos de chorizos y quesos asturianos. Melissa trabaja en una de estas tabernas tradicionales, la Tierra Astur de El Vasco, ubicada en la antigua ciudad Oviedo, la capital administrativa de Asturias y su corazón cultural.
Buscando el sustento al poco tiempo de llegar sin papeles a España para establecerse con su pareja, Melissa encontró un oficio que le apasiona, cuenta en un reportaje de la cadena radial COPE.
Su desarrollo ha sido extraordinario. A mediados de julio de 2025, la cubana ganó el XXXVIII Concurso de Escanciadores del Festival de Sidra de Nava, en la categoría sub-25.

La competencia «disputadísima y una de las más prestigiosas de Asturias», según reseña la prensa local, también vio coronarse a Melissa en el apartado femenino. Logró «la hazaña de servir cuatro culinos [tragos] perfectos de un total de seis», reportó la televisión asturiana.
Además, quedó cuarta en la categoría general, superando a experimentados «echadores de sidra» como el multicampeón Salvador Ondó, su maestro y un inmigrante como ella. Salvador llegó muy joven de Guinea Ecuatorial y se ha convertido en la autoridad indiscutible en la práctica cultural asturiana.
«Me enseñó todo lo que sé y he conseguido mis triunfos gracias a él», ha dicho Melissa. Ondó es «una buena persona y un buen profesor» que le develó los secretos de un oficio que «te tiene que gustar; si no, no fluye», confiesa la cubana.
Del Caribe al centro de la tradición de la sidra
«Echar sidra» parece sencillo, pero no es como servir un ron o una tacita de café. El escanciador levanta la botella por encima de su cabeza mientras sostiene el vaso —ancho, de fino cristal— por debajo de la cintura, dejando caer el chorro de sidra en el borde de este.
La altura desde donde se vierte el líquido —dicen quienes saben— es un ingrediente indispensable que potencia el aroma y el sabor de la manzana y el alcohol. Al chocar con el vidrio se produce el espalme, una espuma ligera y una efervescencia que despierta los sentidos del bebedor.
Servir demasiado, dejarla en el vaso, echar hielo... son algunos de los «pecados» comunes que aconsejan evitar los expertos sidreros citados por elDiario.es.
Escanciar y compartir culines (la pequeña cantidad que se sirve en cada trago y se bebe de un sorbo para no enfadar a los tradicionalistas) en una misma ronda es un acto comunitario. En el ritual, se suele usar un solo vaso para todos, lo cual refuerza la idea de cercanía y confianza.
Según dijo a COPE el maestro escanciador Salvador Ondó, «uno de los grandes retos para la cultura sidrera asturiana es que hacen falta más de 1 000 escanciadores» que preserven y promuevan la tradición.
Para ello, Odón cuenta con Melissa, su discípula aventajada que llegó a España buscando una vida mejor y ya es miembro destacada de la escena del escanciado. La cubana sueña con ser la «campeona absoluta» y a nadie le extrañaría que lo logre.
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