Los planes bizarros de la política alimentaria en Cuba

Cordón de La Habana, 1968. Foto: Orlando García

Los planes bizarros de la política alimentaria en Cuba

19 / septiembre / 2023

Muchos planes y proyectos alimentarios en Cuba estuvieron marcados por el personalismo y las decisiones de Fidel Castro. Los cubanos se vieron involucrados en la construcción y producción fortuita de proyectos «milagrosos» para luchar contra el hambre, flagelo que el poder dijo haber eliminado desde 1959.

El camino hacia la «construcción del socialismo» estuvo cimentado por planes extravagantes implementados a nivel nacional. Uno de ellos fue el «plan de repoblación forestal de vastas proporciones» en la Ciénaga de Zapata. El proyecto inició en 1959 e incluía la construcción de pueblos para los campesinos, centros de recreación y carreteras, y la desecación de 5 000 caballerías de la parte cenagosa para la plantación de cultivos. En el plan participaron técnicos cubanos, soviéticos y holandeses, que más tarde advirtieron los considerables daños ambientales que su trabajo causaría al ecosistema regional, incluido el alto riesgo de incendios forestales.

En 1968, Castro anunciaba: «El arroz quedará sembrado en las áreas del sur; el área del Cordón de La Habana será área de frutales y de café; las otras áreas (…) serán las productoras de leche». A golpe de ambición afirmativa, nacía el plan conocido como Cordón de La Habana. La superficie total agropecuaria de la capital, unos 4 928 km, se sembraría de frutales intercalados con café Caturra. Una vez armada la parafernalia en 30 000 hectáreas —incluida la construcción de unas 458 viviendas—, el proyecto fracasa porque la plantación paralela de plantas de rápido crecimiento, como el gandul, absorbía el oxígeno de la tierra, lo que agotaba al cafeto. 

Por esa época, la creación del Centro de Inseminación Artificial Rosafé Signet y de la Empresa Pecuaria Niña Bonita aseguraban perfeccionar y multiplicar la masa ganadera en Cuba. Para ello, la refrigeración local —en las cabezas de las vacas— aseguraría una máxima producción de leche, lo que permitiría al país competir con Holanda como exportador de quesos. 

El cruce indiscriminado, durante años, de descendientes del semental canadiense Rosafé —por el que el Gobierno pagó 27 000 dólares— hizo que mermara la calidad genética del ganado cubano y, por tanto, la cifra de terneros nacionales. Cuando Rosafé murió de un paro cardiaco, las personas a su cargo tardaron tres días en comunicarle la noticia al demiurgo de la supuesta riqueza ganadera cubana.

Por esos años, Fidel también quiso replicar un plan israelita para la plantación de cítricos en la Isla de la Juventud. El proyecto haría de Cuba una exportadora de cítricos tres veces mayor que Israel. Para ello, los alumnos de las escuelas locales comenzaron a laborar extensas jornadas en el cultivo de naranja y toronja. Más tarde, varias plagas y enfermedades, la escasez de insumos para combatirlas y los problemas de infraestructura en la plantación y el almacenamiento hicieron que el programa decayera.

Durante las décadas siguientes, el Estado cubano ideó y emprendió otros planes alimentarios, incluso a pesar del escepticismo de los profesionales involucrados. Se crearon ranarios para el cultivo y exportación de ranas toro; se desarrollaron experimentos con búfalos de río importados desde Panamá; se construyeron cuencas lecheras; y se rediseñaron planes arroceros.

En la década de los noventa, uno de los protagonistas para enfrentar la crisis alimentaria fue el plátano extragrande Microjet. Esta vez, Castro aseguraba que cada ciudadano de La Habana tendría, como resultado, unos 154 metros cuadrados de viandas y vegetales. 

Cada plan fue concebido para hacer a Cuba productora y exportadora insigne de un producto que derivaría en mayor entrada de divisas y, por ende, en mayor seguridad alimentaria para sus habitantes. Varios de los proyectos, como el establecimiento de estaciones de ranas, absorbieron las ayudas que entregó para el desarrollo del país el Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). 

Tras un comienzo titánico, que involucraba a miles de cubanos designados a cesar su trabajo en favor de largas jornadas agrícolas, cada uno de los programas fue mermando por errores de planificación, defectos de infraestructura o por el agotamiento de los recursos asignados.

A pesar de su deterioro físico-mental y tras casi medio siglo de mandato, Castro continuó impulsando campañas similares —producción extensiva de Moringa Oleífera y Morera que, según afirmaba, eran «fuentes inagotables de carne, huevo y leche»—. Aunque se inauguraron plantas procesadoras del cultivo, tras la muerte del exmandatario el plan perdió protagonismo y los cubanos lo recuerdan como «otro de sus delirios».

Sin el personalismo de décadas anteriores, la tendencia de crear planes nacionales redentores, de solución rápida, pero sin apego a la realidad, continuó siendo un síndrome de los burócratas en el poder. En abril de 2019, el comandante Guillermo García Frías, director de la Empresa Nacional de Flora y Fauna, sugirió en la Mesa Redonda el cultivo y desarrollo del avestruz como sustituto del ganado vacuno. En esa ocasión, también promocionó la jutía —roedor endémico y protegido por la institución que dirige— como fuente importante de proteínas. 

En julio de 2023, en medio de una aguda crisis alimentaria e hídrica, el viceprimer ministro cubano Jorge Luis Tapia propuso en la Asamblea Nacional del Poder Popular criar peces en estanques de barrios para el autoconsumo de las familias. 

Tapia intentaba reciclar la idea del aprovisionamiento local avanzada que se llevó a cabo durante el llamado Período Especial en Tiempos de Paz. Durante ese período, los balcones, patios y hasta baños de los cubanos se llenaron de pollos de corral, conejos, cerdos y otros animales para alimentar a las familias. La falta de infraestructura provocaría una crisis higiénico-sanitaria. La instalación improvisada de jaulas dañaría los bienes inmuebles de la comunidad, lo que más tarde obligó a las autoridades a prohibir la práctica.

El sistema político cubano parece haber normalizado la semántica de promesas y proyecciones grandilocuentes al punto de no necesitar una constatación efectiva sobre su éxito o sobre su impacto social. El Gobierno es consciente de las señales de humo que envía. Por ejemplo, a finales de 2022 Miguel Díaz-Canel afirmó que en Cuba había una Ley de Soberanía Alimentaria pero no alimentos, una Ley de Fomento Ganadero sin ganado y una Ley de Pesca sin pescado.

La ausencia de un marco legal de revisión y ajuste de cuentas del poder frente a su sociedad, afecta tanto el diseño e instrumentación efectiva de leyes alimentarias —entre otras—, como la conciencia ciudadana. A los desacuerdos de la población se une la inmensa incertidumbre de no poseer garantías de futuro de un Gobierno con proyecciones irreales y más justificaciones que argumentos. Cabría preguntarse, ¿qué tipo de nación puede desarrollarse con una población vulnerable y envuelta en repentinos planes voluntaristas? 

Ahora el poder no moviliza recursos en igual escala que en años anteriores, principalmente por falta de donantes y socios ideológicos. Sin embargo, deriva en una tendencia no menos peligrosa y camuflada. La aprobación de leyes cargadas de discrecionalidad es la estrategia de legitimación del Gobierno cubano. 

La enumeración de aspiraciones y deseos, por muy democráticos que parezcan, no cambiará la crisis alimentaria en la que la sociedad cubana está sumida y que afecta cada espacio de su realidad. 

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Casino deportivo

Que mano y cerebro para destruir.Su autosuficiencia insuficiente acabaron con la próspera agricultura cubana y la economía completa
Casino deportivo

Silvano

Muy típico de las tiranías comunistas. En aquellos tiempos, nuestro invicto e inolvidable comandante emulaba al genocida Mao Tse Tung, que obligaba a las comunidades a fundir su propio acero, en un grotesco escenario de famélicos campesinos intentando derretir pedazos de hierro en hornos rústicos. En China supieron cambiar de rumbo, en Cuba producimos hoy el azúcar de 1850 y el café de antes de la Revolución Haitiana. En unos años, la isla quedará desierta. Saludos desde Oslo.
Silvano

Sanson

Desde que llegaron en el 59 no hanparado de idear estupideces. Ha sido como matar a alguien a pellizcos destryendo poco a poco como el comejen.
Sanson

Raul

Todo es un circo y desafortunadamente aún hay muchos que se ilusionan con las promesas.
Raul

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