En ese caos permanente que son los temas de actualidad, el cantautor Silvio Rodríguez y el escritor Carlos Alberto Montaner han vuelto a ser noticia. Silvio, tras publicar las que posiblemente sean sus más fuertes opiniones acerca de la realidad cubana y de los países que se siguen llamando «socialistas». Montaner, porque tomó tal vez la decisión más dura de su vida, acogerse a la eutanasia, luego de cumplir 80 años y ver muy disminuidas sus facultades a causa de la parálisis supranuclear progresiva (enfermedad de la familia del parkinsonismo).
Dijo Silvio el 26 de junio de 2023 en un comentario en su blog Segunda Cita: «la etapa de transición llamada socialismo hasta ahora no ha inventado un modo de producción superior al capitalista. Todos los socialismos que han sobrevivido y prosperan tienen economías capitalistas».
Agregó: «Uno de los grandes —grandísimos— problemas que tenemos es que se pretende conducir la sociedad como si se estuviera conduciendo una reunión del Partido. Sin duda, tuvimos momentos en que nuestro pueblo casi en su totalidad se identificaba con la Revolución y su Gobierno. Pero hay que estar ciego para no darse cuenta de que actualmente no es lo mismo».
Como guinda del pastel, encajó el músico: «Hay que perder el miedo. Para ser verdaderamente revolucionario, hay que saber anteponer el bienestar colectivo a la seguridad de un grupo o de una condición social. El pueblo no es bobo».
Tales criterios me transportaron de inmediato a una polémica que Silvio sostuvo con Montaner en 2010 y que fue reproducida en su momento por varios medios, incluido El País, que la recogió íntegramente en eficiente servicio de archivo.
El 31 de marzo de 2010, en un poema publicado en Rebelión, el trovador preguntaba: «Si los miles de cubanos que perdimos familia / en atentados de la CIA hiciéramos una carta de denuncia / ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?».
Al día siguiente, en carta pública replicaba Montaner:
«Por supuesto, Silvio, yo firmaría esa denuncia. La CIA, como todos los servicios de inteligencia, ha hecho cosas deplorables que merecen ser censuradas. Y las ha hecho el ejército norteamericano cuando maltrató cruelmente a los prisioneros. Y las sigue haciendo el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y hasta la Corte Suprema, cuando priva a ciertos detenidos del amparo de la ley. Todo eso, incluida la pena de muerte, me parece abominable».
«Ahora, Silvio, me toca preguntarte a ti: ¿firmarías una carta en la que se denunciaran los atropellos a los presos políticos cubanos y el acoso a las Damas de Blanco? Una carta en la que mostraríamos nuestro respeto por Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas y todo aquel dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano».
Luego, el autor de «Ojalá», sin responder directamente el emplazamiento del adversario, entre otros razonamientos, expresaba:
«Diseñas una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes».
«Sigo con muchas más razones para creer en la Revolución que en sus detractores. Si este Gobierno es tan malo, ¿de dónde salió este pueblo tan bueno?».
En su segunda intervención, decía Montaner:
«¡Ay, Silvio! ¿Diseño una Cuba distorsionada? ¿Te parece poco que, desde que se instauró la Revolución, hace más de medio siglo, el 20 % de la población ha huido a bordo de cualquier cosa […]? ¿Son falsos los fusilamientos, los maltratos en las cárceles, los actos de repudio a quienes se atreven a criticar al régimen? ¿Es mentira la censura?».
«Me parece legítimo que continúes cantando lo que piensas e insistas en defender la Revolución y la dictadura comunista. Ese es tu derecho. Te diré más: la Cuba con la que sueñan millones de cubanos debe ser un país en el que tú puedas cantar lo que piensas, pero en el que también quepan Gloria Estefan, Willy Chirino, Paquito D'Rivera y Los Aldeanos. Una Cuba sin exclusiones».
Antes del cierre, nuevamente al bate el trovador en su más extensa misiva apuntaba:
«En algunas entrevistas y canciones, a través de una trayectoria de más de 40 años, he señalado lo que he considerado criticable del proceso revolucionario. En otras, he apoyado este proceso, sin caer jamás en el servilismo o el panfleto. No hay dualidad en esto. En ambas facetas soy el mismo cubano pretendiendo asistir a los suyos».
«La oposición, en las prisiones, enfrenta el mismo drama que en las calles: no tienen pueblo, sus posiciones los alejan de las masas».
«No estoy de acuerdo con los actos de repudio, pero otros cubanos se indignan hasta el punto de cometerlos. Los cubanos de Miami hacen lo mismo. Debe ser la parte triste de nuestro karma. […] La censura, como en otros países, existe en Cuba. Y ahí donde estás ahora mismo, existe también, sobre todo para los que no piensan como tú».
«Si tanto deseas que Cuba sea mejor, cambia tu lógica y empieza a luchar contra el bloqueo. El bloqueo es genocida, inmoral, impresentable. Mientras exista será la justificación para no bajar ni un ápice la tensión defensiva».
El autor de Los latinoamericanos y la cultura occidental, también en su más larga y argumentada riposta, esgrimía:
«He oído antes el argumento de que los demócratas de la oposición carecen del apoyo del pueblo. Lo escuché en la España del franquismo donde, en efecto, el Partido Socialista apenas tenía un centenar de miembros activos antes de la desaparición del Caudillo. Lo escuché en Checoslovaquia, cuando se burlaban de la Carta 77 que encabezó mi admirado Václav Havel, porque la oposición contra la dictadura comunista apenas llegaba a dos docenas de valientes. ¿Y qué ocurrió cuando se abrieron los cauces de participación y los oprimidos pudieron decir su verdad? Ocurrió que los demócratas instantáneamente se multiplicaron por millones y los partidos oficialistas se encogieron hasta casi desvanecerse en medio de la vergüenza. Ocurrió que el pueblo pudo estrenar su verdadero rostro […]. En Cuba no será diferente».
«Dices no estar de acuerdo con los actos de repudio, y te creo, pero no es cierto que ocurran porque “otros cubanos”, espontáneamente, se indignan contra personas como las Dama de Blanco y las agreden. Esos actos están orquestados por la Policía política y el Partido Comunista».
«Me pides que me manifieste contra el bloqueo. Por supuesto que lo haré. Yo también quiero que se elimine, pero antes tenemos que dejar aclarados varios aspectos de este asunto. En primer término, como los cubanos sabemos muy bien, Estados Unidos es el principal vendedor de alimentos a Cuba, mientras las remesas de los exiliados constituyen una de las primeras fuentes de ingreso de la isla».
«Te propongo, con la mejor buena fe, que creemos los dos un comité para luchar conjunta y simultáneamente contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la amnistía a los presos políticos, a favor de otorgar el derecho a la libertad de asociación y expresión, a favor de que los cubanos puedan entrar y salir libremente de Cuba. Ese comité pudiera ser el comienzo de la reconciliación, la paz y el progreso para nuestro país que los dos deseamos. Conquistemos juntos un futuro mejor para nuestros hijos».
Lo que sobrevino fue un corte abrupto del intercambio por parte de Silvio, quien en un simple párrafo se justificó: «no puedo pasarme la vida en esto, que para ti es como ir a tu oficina y para mí significa ausentarme a mi trabajo […]. Abandona la guerra fría, ponte a luchar contra el bloqueo, hazle bien a la niñez de esta tierra en que tú fuiste niño. Si eres capaz de dignificarte ante la infancia, todos venceremos un poquito».
Montaner cerró también con unas escasas líneas: «Entiendo tus razones para interrumpir el intercambio de cartas. De lo escrito por ti saco algunas conclusiones positivas. Espero, cuando se acerque la hora de los cambios profundos, que estés entre los que contribuyan a la llegada de la libertad y la democracia».
***
Han pasado 13 años. Cuba ha empobrecido, en todos los aspectos, como quizá nadie sospecharía en 2010. Hambre. Represión. Huida. Desbarrancadero. La «hora de los cambios profundos» por momentos parece estar muy cerca, por momentos parece extraviada en un futuro desconcertante. La gente no aguanta más. Pero amanece cada día y hay que seguir aguantando, ¡qué remedio!
¿Qué pensará ahora el trovador de San Antonio de los Baños del diálogo con Carlos Alberto Montaner, para muchos el más sistemático y agudo opositor del Gobierno cubano en las últimas décadas? ¿Cuánto más se puede defender a un sistema que dirige la sociedad no ya como una reunión del Partido, sino como una finca, en la que el mayoral tiene siempre listo el látigo?
La poesía de Silvio, patrimonio de la belleza humana, nos trascenderá. Sus tantas obras sociales, como la enorme gira de conciertos por los barrios más pobres, lo dignifican. Pero el compromiso político tozudo, los silencios a la hora de las palabras —de los que casi nadie está a salvo— también, en algún momento, pasan factura.
El pueblo no es bobo.
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