Foto: Denis Balibouse / Reuters.
Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. ¿Legitimación política o compromiso genuino?
11 / octubre / 2023
Cuba ha sido elegida por sexta vez miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. La noticia ha causado incomodidad entre muchos cubanos, aunque para algunos no se trata de una sorpresa.
La sensación de malestar se debe a que, en teoría, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es un organismo intergubernamental encargado de promover y proteger los derechos humanos en el mundo. Según sus estatutos, los miembros deben demostrar un compromiso constante con la promoción y el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, el régimen cubano ha mostrado, a lo largo de los años, de todo menos un compromiso genuino con esos principios.
A pesar de lo anterior, la decisión de elegir a Cuba no debería sorprender por varias razones. En primer lugar, el Gobierno cubano ha dedicado esfuerzos significativos para formar parte del Consejo de Derechos Humanos desde su creación en 2006 —tras la desaparición de su predecesora, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU—. La antigua Comisión condenó al Gobierno del Partido Comunista en varias ocasiones. La propaganda cubana la señaló de organismo viciado y políticamente controlado por Estados Unidos.
Tras la desaparición de la Comisión, las autoridades cubanas —que cuentan con un desproporcionado aparato «diplomático»— concentraron esfuerzos para asegurar una presencia permanente en el nuevo organismo y lograron un asiento desde la primera elección.
Un asiento que han mantenido desde entonces, con excepción solamente de los períodos que, por razones de procedimiento, estaba impedida de pertenecer al organismo. Los miembros del Consejo ejercen por un lapso de tres años y no son elegibles para reelección inmediata después de servir dos mandatos consecutivos.
Si bien la Comisión de Derechos Humanos no cumplió con su objetivo, el Consejo de Derechos Humanos tampoco lo ha hecho. Durante mucho tiempo, algunos de los regímenes autoritarios más prominentes del mundo (que han utilizado su membresía como manera de legitimarse) han influido en el organismo y han cooptado (o intentado) sus funciones.
El reciente tuit del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba muestra el uso de la membresía en el Consejo como forma de legitimación política. El canciller cubano afirmó que la reelección de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos era un «reconocimiento de la comunidad internacional a la labor humanista de la Revolución».
El Gobierno cubano, además, ha transmitido la lógica de legitimación anterior a sus aliados más cercanos (el régimen de Nicolás Maduro que, en 2019 y luego de haber sido condenado por el Consejo unos meses antes, logró un asiento en el organismo). En 2019, el Gobierno de Venezuela obtuvo más votos que Costa Rica. Otros autoritarismos y teocracias (China, Rusia, Arabia Saudita y Eritrea) han repetido la lógica de legitimación para lograr un asiento en el Consejo. ¿Cómo han logrado hacerlo?
Lo han logrado, entre otras razones, porque algunos países se postulan activamente, destinan recursos y atención al proceso, mientras otros Estados no promueven sus candidaturas. Los asientos en el Consejo se asignan por regiones. En la reciente elección, la Administración de La Habana compitió por un puesto en el grupo de países de Latinoamérica y el Caribe, donde se disputaban tres asientos entre cuatro candidaturas (Brasil, República Dominicana, Cuba y Perú). Perú quedó fuera. El Gobierno peruano ha sido objeto de críticas por su respuesta a las protestas populares y no tiene igual experiencia y conexiones en diplomacia e inteligencia internacional como las que ha acumulado el régimen cubano durante más de seis décadas.
Las redes y estrategias fueron las que permitieron a Cuba obtener el mayor número de votos (143) en las elecciones al Consejo en 2023. Un logro que la propaganda cubana ha utilizado para reforzar su discurso de respaldo internacional al régimen. Sin embargo, la permanencia de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos durante seis mandatos resalta las prioridades del Gobierno y la ineficacia del sistema actual de protección de derechos humanos en el mundo.
La inclusión de Cuba y otros regímenes similares en el Consejo de Derechos Humanos ha convertido al organismo, en ciertas ocasiones, en una especie de camarilla de autoritarismos que se protegen y apoyan mutuamente para evitar señalamientos por violaciones a los derechos humanos.
Un análisis de Cadal, que abarca los primeros 12 años de la membresía de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos (hasta 2020), muestra que de las 205 resoluciones sobre situaciones de derechos humanos en el mundo votadas durante ese período Cuba se opuso en 74 ocasiones y apoyó en 66. De las que respaldó, 62 estaban relacionadas con situaciones en los territorios palestinos y el Golán, mientras que las cuatro restantes abordaban temas en Darfur, Congo, Honduras y Burundi.
Desde 2008, Cuba votó en contra en seis ocasiones en las que se trataron violaciones a los derechos humanos en Corea del Norte. Rechazó la renovación del mandato del relator especial sobre la situación de los derechos humanos de la República Popular Democrática de Corea y se negó a condenar cuestiones relacionadas con graves violaciones de derechos humanos en ese país (considerados delitos de lesa humanidad).
En 2011, Cuba votó en contra de considerar la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán y en Belarús. También se opuso a velar por la promoción y protección de los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela en 2018, a pesar de la profunda preocupación expresada por el Consejo debido a las graves violaciones de derechos humanos en medio de una crisis política, económica, social y humanitaria en ese país.
En marzo de 2019, el Consejo de Derechos Humanos aprobó una resolución debido a su preocupación por las graves violaciones y abusos en Nicaragua. Cuba se opuso a pesar de las pruebas documentadas de uso desproporcionado de la fuerza, detenciones ilegales, torturas y violencia sexual y de género durante la reclusión de ciudadanos.
En las resoluciones aprobadas con votación registrada, se observa que de las 74 veces que Cuba votó en contra de resoluciones sobre violaciones a los derechos humanos en un país lo hizo junto a China (73 ocasiones), Rusia y Venezuela (42 ocasiones cada una), Burundi (25 ocasiones), Egipto (21 ocasiones), Filipinas (18 ocasiones), Pakistán (15 ocasiones), Arabia Saudita (13 ocasiones), Eritrea e Iraq (12 ocasiones), Argelia (11 ocasiones), Bangladesh (9 ocasiones), Ecuador (8 ocasiones) y Emiratos Árabes Unidos (4 ocasiones).
Dentro del Consejo de Derechos Humanos, Cuba ha seguido un patrón consistente en rechazar las resoluciones que identifican situaciones específicas y proponen medidas concretas en respuesta a graves violaciones de derechos humanos cometidas por Gobiernos dictatoriales o autoritarios.
La reelección del régimen de La Habana para un nuevo mandato en el Consejo de Derechos Humanos reafirma la ineficacia y la falta de credibilidad del organismo encargado (en teoría) de promover y defender los derechos humanos en el mundo y no el apoyo internacional a la gestión del Partido Comunista.
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