Katherine Gavilán no puede pensar sin emocionarse en esos primeros momentos de Solo el Amor, la red de colaboradores que durante la crisis sanitaria del coronavirus (COVID-19) prestó asistencia humanitaria en Cuba. Una red que, hasta enero de 2024, ha entregado ayuda a más de 100 000 personas en la isla.
Katherine cierra los ojos y regresan las imágenes de julio de 2021. En el momento más crítico de la pandemia, mujeres y hombres de todas las edades llegaban a las puertas del teatro El Portazo, en Matanzas, en búsqueda de medicamentos para aliviar su dolor o el de sus seres queridos. Los primeros donativos salieron de las casas cubanas, personas que compartían lo poco que tenían dentro de sus botiquines, alacenas y billeteras.
«Vimos a muchísima gente muriéndose. Vimos a mucha gente sin recursos que lloraba cuando le entregábamos una pastilla o el tratamiento completo que necesitaban», dice Katherine, una de las gestoras de la iniciativa.
Una sala pequeña en El Cerro
Mi primer encuentro con Solo el Amor ocurrió en junio del 2022. Después de casi tres años sin pisar tierra cubana, aterricé en el Aeropuerto Internacional «José Martí» con dos mochilas de camping rojas, cada una cargada con 10 kilos de medicamentos.
A inicios de mayo ―el 6 para ser exactos―, la explosión en el hotel Saratoga, en La Habana Vieja, nos tomó por sorpresa. La fachada del emblemático edificio de 13 pisos, que alguna vez alojó a estrellas como Madonna y Beyoncé, así como a importantes figuras de la historia cubana como Antonio Guiteras, quedó en pedazos.
La explosión provocó muertes y destrucción: 47 personas perdieron la vida y casi un centenar resultaron heridas. El colapso también ocasionó el desplazamiento de los vecinos de Prado 609, cuyas viviendas sufrieron daños estructurales. Solo el Amor empezó a recolectar medicamentos, comida y productos de primera necesidad para los damnificados.
Katherine me recibió temprano en su casa en El Cerro. La sala, pequeña, estaba repleta de bolsas plásticas de contenidos diversos. No tuvimos mucho tiempo para hablar, ella corría con la clasificación y la entrega de donativos.
«No se sabía el número real de desaparecidos ni la cifra exacta de muertos, pero nadie hablaba de los vecinos del edificio colindante», me dice Katherine vía WhatsApp, dos años después de ese breve encuentro en El Cerro. Ella ahora vive en España.
«Los fallecidos, lamentablemente, estaban siendo buscados por los bomberos, con el apoyo de algunos de los emprendedores. Pero no, nadie sabía dónde estaban los vecinos».
Los afectados habían sido reubicados en la Villa Panamericana, en la Habana del Este. Hasta allá hicieron llegar una primera entrega de alimentos (pizza y sándwiches). Dos años después, aún mantienen comunicación con los vecinos de Prado 609. Para el colectivo no basta con solo responder ante necesidades puntuales, hay que estar presentes también.
Durante los meses que sucedieron a la explosión, Solo el Amor recaudó más de 6 000 USD para la compra de productos de primera necesidad para los vecinos de Prado 609. También prestaron ayuda luego del derrumbe del edificio en Lamparilla, La Habana Vieja, donde fallecieron tres personas y 54 residentes fueron afectados; y tras la explosión de la Base de Supertanqueros, en Matanzas.
La pandemia y los inicios de Solo el Amor
Katherine y Laura Bustillo, fundadoras de Solo el Amor, vienen del mundo de la fotografía y el audiovisual, aunque a Laura le hubiera gustado estudiar Medicina. Ninguna pensó que el grupo llegaría a tener las dimensiones actuales o el impacto que ha sostenido desde 2021.
A finales de julio de 2021 ocurrió la oleada más agresiva del coronavirus en Cuba. Matanzas, que recibió de forma intermitente visitantes de varios países, fue una de las provincias más golpeadas: la mayor cantidad de casos confirmados, contagios y muertes per cápita. La carencia de insumos, medicinas y el agotamiento progresivo de los recursos materiales y humanos, llevó al colapso del sistema de Salud de la provincia.
Ante el catastrófico panorama, Laura ―quien tenía permiso de circulación entre La Habana y Varadero por residencia― lanzó una convocatoria a través de sus redes sociales: quienes quisieran y pudieran enviar algún donativo para hospitales y centros de aislamientos en Matanza podían contactarla. Primero, respondieron amigos. Los amigos contactaron a otros conocidos. En 48 horas se recogieron alrededor de 100 kilogramos de fármacos, insumos médicos, productos de aseo y 20 000 CUP (270 USD aproximadamente, según el cambio informal en esa fecha). Así surgió la red de Solo el Amor.
«La articulación que se creó en julio de 2021 fue totalmente orgánica», comenta Katherine. «Había un deseo común, una empatía y una compasión y una voluntad de ayudar. Muchísima gente empezó a confiar en el equipo que habíamos creado».
El 9 de julio se entregaron las primeras donaciones en la sede del grupo de teatro El Portazo, en Matanzas. Al día siguiente, Laura creó un grupo de WhatsApp al cual sumó a otras personas que, de forma individual o a través de otras iniciativas, gestionaban medicamentos de un lado a otro. Se empezó a articular la estructura necesaria para sostener el voluntariado. También se habilitó una página de Facebook, cuya función era divulgar las acciones que realizaban y convocar nuevos esfuerzos.
Llegaron a tener coordinadores en siete de las 15 provincias. Hoy en día, solo quedan tres en Oriente. «El resto se ha ido del país o no han podido sostener el ejercicio», dice Katherine.
El 16 de julio de 2021, cinco días después de las protestas masivas del 11J, el Gobierno de Miguel Díaz-Canel levantó las restricciones para la importación de medicamentos, insumos farmacológicos, comida y aseo. No había límite de peso o cantidad. La exención permitió que otras personas, comunidades y organizaciones fuera de la isla pudieran acercarse y colaborar con la causa de Solo el Amor. Se abrió un nuevo canal y nuevas oportunidades para gestionar y recibir donativos.
Hasta ese punto, los insumos permanecían en casa de Katherine y Laura. Su hogar era almacén y centro neurálgico de Solo el Amor. Pero se hizo necesario un nuevo espacio para albergar las maletas que llegaba a sus manos. Aquí entró a jugar un rol muy importante, Ludi Teatro, una compañía con sede en el Vedado.
Durante cinco meses, Ludi fue la «farmacia» de Solo el Amor. La «farmacia» tenía horario de apertura y cierre y siempre había uno o dos colaboradores atendiendo. Había un protocolo de recepción de receta y chequeo de la firma del médico.
«Así, teníamos información actualizada con respecto a los medicamentos que estaban en falta», detalla Katherine.
«También entrábamos en conversaciones con los médicos que nos podían confirmar cuáles serían, dadas las circunstancias, los medicamentos ideales para compartir y cuál sería la posología (dosis). En el caso de los medicamentos psiquiátricos para personas con necesidades puntuales, por lo general entregábamos los medicamentos a especialistas. Fuimos ajustando según íbamos viendo determinadas demandas».
Solo el amor por Cuba
En agosto de 2021 tuvo lugar el primer viaje nacional de entrega de donativos con destino final Santiago de Cuba. El segundo, fue un año después (julio de 2022) y llegó hasta Baracoa, Guantánamo.
Para la primera gira, Katherine se «apasionó». Tocó de forma insistente la puerta del departamento de Atención a la población del Ministerio de Transporte (Mitrans) hasta recibir respuesta. Necesitaban un salvoconducto o permiso de circulación porque las fronteras interprovinciales seguían cerradas por la pandemia. El viaje fue «durísimo». El país estaba desolado y en situación crítica. No solo aumentaba el número de enfermos por COVID-19, sino que escaseaban los tanques de oxígeno.
«La gente se estaba muriendo por falta de oxígeno. Y recuerdo que atravesábamos la ciudad, las ciudades, atravesamos el país y nos pasaban los helicópteros por encima. La motorizada protegiendo, cuidando o custodiando los camiones de oxígeno que iban de un pueblo o provincia a otro».
El viaje les hizo darse cuenta de que el equipo de Solo el Amor también tenía que resguardar su salud para poder continuar sus labores.
«Nos quedamos sin medicamentos para el equipo», dice Katherine.
«A partir de ahí nos dimos cuenta de que necesitábamos tener un kit para los miembros del equipo, para podernos sostener en caso de necesidad. Teníamos nuestro pomito de gel antibacterial, termómetros, oxímetro, teníamos un glucómetro. Intentamos guardar una cajita con los primeros auxilios para nosotros y garantizar también que íbamos a estar seguras. Estuvimos expuestas a muchas personas enfermas, a muchísima gente con necesidades. Había un riesgo bastante alto porque constantemente estábamos recibiendo personas, interactuando con personas».
Tres años y 5 toneladas de medicamentos después…
Cuando Katherine describe los primeros meses de construcción de Solo el Amor, la voz se le desgarra un poco. Creo que de la emoción. Habla de personas ―sin decir nombres― que la contactaron para gestionar viajes, aviones y buques de medicamentos e insumos.
«Dicho así, parece super difícil de creer, pero nos pasó», señala. Me habla del corredor humanitario que se abrió entre Madrid y La Habana o de cubanos en Estados Unidos ―como Enrique Guzmán y Mabel Cuesta― que gestionaron «toneladas» de fármacos.
«Ha sido de las cosas más lindas que he podido presenciar y de la cual me enorgullezco muchísimo. Fue muy intenso. Imagínate pedirle algo y que te digan “¿Para Solo el Amor?, sí”. Personas que te llaman para preguntarte qué pueden hacer. Había una sensación de cardumen. Empuje en grupo hacia el bien».
Sin embargo, Katherine también habla de obstáculos, desde encontronazos con las autoridades cubanas hasta robos de medicamentos. Pero todas las experiencias, tanto las positivas como negativas, les hicieron darse cuenta de las limitaciones que tenía Solo el Amor.
A diferencia de otras iniciativas, instauradas como asociaciones, ya sean dentro o fuera de Cuba, Solo el Amor es una comunidad que hace todo «a pecho y sin cobrar nada». La red es consciente de no tener todo el tiempo que quisieran o todos los recursos disponibles para comprar, solventar o facilitar una gestión.
La falta de un respaldo legal fue una barrera importante, incluso en los momentos más críticos. Médicos y centros de Salud «temían» la recepción de fármacos donados por agentes externos, por ejemplo. Lo anterior, unido al embargo de Estados Unidos sobre Cuba, también obstaculizó la apertura de cuentas y relaciones bancarias.
La primera vez que Laura y Katherine salieron de Cuba fueron retenidas e interrogadas en el Aeropuerto Internacional «José Martí». Querían saber sobre las actividades que estaban desarrollando en las redes sociales, los hashtags utilizados y los procesos detrás de Solo el Amor.
«Lo que pasa con iniciativas como Solo el Amor [sabemos que hay otras] es que, cuando se ponen en práctica, visibilizan la vulnerabilidad de un Estado que en su administración ha desatendido cuestiones prioritarias como la salud. También visibiliza las capacidades de gestión, organización, alianzas, negociación que tiene la sociedad civil. Recursos humanos con la fuerza, voluntad, el orden, la disciplina y las estrategias para llevarlo a la práctica, que son totalmente posibles y viables», explica Katherine.
Hoy en día, el reducido equipo de Solo el Amor está compuesto por cuatro personas en Cuba y dos en España. Todos, responsables de coordinar los esfuerzos para que sigan llegando medicamentos a Cuba. Siempre bajo la filosofía de ayudar a quien lo necesite, sin importar «quién sea ni de dónde venga». Pero no sabe cuánto más podrá sostener sus acciones.
En julio de 2024, a raíz de la Resolución 211 del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), las autoridades cubanas renovaron el permiso excepcional para la libre importación de determinados artículos en calidad de equipaje acompañado ―y sin carácter comercial― hasta el 30 de septiembre de 2024.
No obstante, en la normativa, el MFP resaltó que se trata de una medida «excepcional» y «temporal». En un reciente discurso ante la Asamblea Nacional, el primer ministro Manuel Marrero Cruz habló de la disposición del Gobierno de tomar «medidas después del mes de septiembre» [sic]. Marrero alegó que la medida era utilizada por individuos para traer productos y venderlos «a precios excesivos y abusivos».
En algún momento, se pensó instalar Solo el Amor como una organización no gubernamental en España, pero por falta de documentación, no pudieron. Pero Katherine y Laura no se dan por vencidas, entienden que cuando uno se involucra en determinadas actividades resulta casi imposible separarse de ellas. Sobre todo, por el valor que tienen. Pero necesitan de una estructura más sólida para fortalecer, mejorar y desarrollar los objetivos que se proponen.
«Hay un necesario camino hacia el empoderamiento, hacia la renovación de la conciencia ciudadana, como ese ejercicio activo para el bien de un país y de sus ciudadanos. Uno de los objetivos de Solo el Amor ―como proyecto― es justamente empoderar a la gente».
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *