En septiembre de 2019, el recién nombrado «presidente constitucional» de Cuba apareció en la Mesa Redonda para explicar a los ciudadanos que el país enfrentaba una situación puntual —de días— en cuanto al suministro de combustibles.
Según las palabras de Miguel Díaz-Canel, la «situación coyuntural» no se debía a la escasez de productos, sino únicamente al problema del petróleo, que a su vez se atribuía al «endurecimiento del bloqueo» y a las sanciones impuestas por el Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.
Cuatro años después, el 27 de septiembre de 2023, el ministro de Energía y Minas dijo en televisión nacional que el país vivía una nueva situación «difícil» con el tema de los combustibles, en especial con el diésel, y que recuperarse podía demorar «un tiempo».
¿Cuánto? No lo dejó claro, pero dijo que esperaba que en los meses siguientes los apagones pudiesen espaciarse cada tres o cuatro días en cada uno de los circuitos del país. Resaltó, además, que esperaba que en algún momento se pudiera regresar a una situación en la que el sector residencial no se tuviera que afectar.
La anterior fue una idea que confirmó el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, en el mismo espacio televisivo. El titular de Economía, quien también estaba en el cargo en septiembre de 2019 cuando Díaz-Canel declaró el inicio de la «coyuntura», dijo que contrario a lo que algunos medios de prensa «enemigos» decían «no [habría] un colapso», solo una complicación.
La coyuntura, el Período Especial, la crisis o cualquier otro eufemismo nunca ha sido cuestión de días en Cuba. Ha sido durante décadas la normalidad del país.
Para analizar el planteamiento, no es necesario ir demasiado atrás en el tiempo, basta con rememorar lo que ha acontecido en el país desde la gestión del actual Gobierno cuando Cuba se convirtió —como satíricamente muchos cubanos la catalogan— en «Coyuntu Land».
2019
Un mes después de declarar el comienzo de la situación coyuntural en octubre de 2019, la Administración de Díaz-Canel anunció nuevas medidas para hacerle frente. Entre ellas destacaba la venta de productos importados en tiendas en las que había que pagar en moneda libremente convertible (MLC); una medida que en teoría estaba limitada a productos de «alta gama». Según lo que anunciaron las autoridades cubanas en ese momento, solo 70 tiendas en el país ofrecerían el servicio.
Además, los funcionarios gubernamentales aseguraron que el objetivo no era dolarizar la economía, que el número de tiendas que aceptaban MLC no aumentaría significativamente y que los productos de primera necesidad seguirían disponibles en las tiendas que operaban con moneda nacional. La realidad fue otra. Las tiendas en MLC se expandieron hasta el punto que casi extinguieron las de moneda nacional.
Lo que empezó como venta de productos de «alta gama» se convirtió en la oferta de productos de primera necesidad y, finalmente, en el desabastecimiento. Lo anterior sucedió después de que el ministro de Economía, quien continúa en su cargo tres años después, afirmara que los ingresos de las tiendas se utilizarían para reabastecerlas y realizar inversiones en la industria nacional.
2020
En abril de 2020, siete meses después de iniciada la coyuntura —un asunto temporal y que Díaz-Canel anunció «sin miedo»—, los apagones continuaban siendo parte de la vida del cubano. Tan indisoluble que el hashtag #ReportoApagonenCuba se convirtió en tendencia en la red social X (en ese momento Twitter).
Ante la situación, y cuando había comenzado la pandemia de COVID-19, el Gobierno de Díaz-Canel no podía darse el lujo de perder la principal entrada de divisas con la que contaba, el turismo. Fue cuando el presidente «regaló» a los cubanos aquella conferencia de prensa en la que la directora general de Mercadotecnia del Ministerio de Turismo aseguró que Cuba tenía las puertas abiertas para los turistas que quisieran llegar, pues el país contaba con un sistema de salud fuerte y con trabajadores preparados.
Sin embargo, solo unos meses después de esas declaraciones, en julio de 2020, Díaz-Canel anunció que el Buró Político había concebido el «Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social», fundamentado en la «Estrategia Económico-Social para impulsar la economía y enfrentar la crisis mundial provocada por la COVID-19».
La estrategia, de nombre rimbombante, no impidió que los apagones continuaran y que las cifras de afectados por el coronavirus y la crisis que generó comenzaran a ser alarmantes meses después de anunciada. En septiembre de 2020, los apagones llegaron incluso a la capital del país que habían tratado de mantener aislada de los efectos del flagelo. Según el periódico Granma, los apagones en ese momento eran resultado de un sobregiro en el consumo que el país no se podía permitir.
En septiembre de 2020 —en medio del reconocimiento de la prensa oficial de la agravada situación energética del país— la coyuntura cumplía un año.
2021
El primero de enero de 2021 marcó el comienzo del día cero. El día que el Gobierno cubano decidió implementar la Tarea Ordenamiento. La medida eliminó el uso del CUC y dio inicio a un camino irrefrenable hacia la inflación.
Durante los primeros meses de implementación se observó cómo diez años de investigación teórica y planificación no impidieron uno de los mayores desastres económicos de los últimos años en Cuba.
Como resultado de la Tarea Ordenamiento, el país ha experimentado una devaluación diaria del peso cubano. Han emergido fenómenos sociales cuya magnitud aún no se comprende completamente debido a la falta de datos oficiales.
En mayo de 2021, los apagones —oficialmente catalogados de situación puntual en septiembre de 2019— seguían siendo uno de los principales motivos de malestar entre la población. Algunos medios independientes de comunicación informaban sobre una creciente presión sobre el régimen cubano.
La presión encontró salida en la protesta. La gente no pudo soportar más. El 11 y 12 de julio de 2021 (11J) salieron a las calles. La manifestación que inició en San Antonio de los Baños devino estallido social en el resto del país. La motivación principal fue un prolongado apagón. La coyuntura permanente había dado lugar al estallido.
Cuatro días después de las mayores protestas que el Partido Comunista había enfrentado en más de 60 años, el Gobierno decidió implementar otro paquete de medidas económicas, destinadas a «reflotar y dinamizar» la maltrecha economía del país. Se autorizó de manera repentina la aparición de actores económicos que habían sido demandados durante mucho tiempo, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes).
Las mipymes fueron caminando, a pesar del Gobierno cubano y del diseño que le confirió. Hoy, ante la incapacidad e insolvencia gubernamental, son las principales suministradoras de productos de primera necesidad.
Asimismo, su crecimiento y las influencias de actores políticamente conectados han dado lugar a la conformación de mercados en línea que han terminado por competir y suplir en muchos aspectos a las tiendas en MLC (las que servirían para garantizar el surtido en moneda nacional y refinanciar la industria doméstica).
Pero ni la represión que acompañó al 11J ni las nuevas medidas que le sucedieron acabaron con la coyuntura. En septiembre de 2021, todavía se anunciaban apagones por déficit de generación. En diciembre de ese año, medios de prensa extranjeros resaltaron que a finales de septiembre el Gobierno cubano estimaba que los apagones se reducirían solo a menos de tres horas diarias por usuario.
La coyuntura cumplía así, gloriosamente, dos años.
2022
Durante el primer semestre de 2022 la situación no mostró una mejora significativa. En junio de ese año, Díaz-Canel apareció en televisión junto a uno de los históricos, Ramiro Valdés, para explicar una vez más cómo se resolvería la coyuntura.
En aquel momento, Ramiro mandó callar a Díaz-Canel frente a las cámaras de la televisión cubana. Díaz-Canel, junto con el entonces ministro de Energía y Minas y el director de la Unión Eléctrica, presentaron gráficos para explicar cómo saldrían —ahora sí— del entuerto.
Entraron en el panorama «patanas turcas», que resolverían el problema de la generación. Se mencionó también —contrario a lo que originalmente se había dicho— que el dinero proveniente de las tiendas en moneda libremente convertible no se estaba utilizando para abastecerlas, sino para reparar las centrales eléctricas de más de 40 años de antigüedad (que generaban electricidad de forma intermitente por no haber recibido los mantenimientos programados).
Durante esa aparición, Díaz-Canel también dijo que un crédito extranjero que Cuba había conseguido hacía años para la construcción de dos centrales termoeléctricas se encontraba en fase de estudio.
Se refería a un financiamiento ruso otorgado en 2016 y que estaba destinado a construir dos nuevas plantas termoeléctricas en Cuba, las cuales no han progresado más allá de los cimientos hasta la fecha.
En junio de 2022, los líderes cubanos volvieron a solicitar confianza, pero la coyuntura y los apagones persistían. Las personas, por supuesto, se cansaron. Tanto que durante ese verano se volvió común ver a la gente salir a protestar en las calles para exigir que pusieran la corriente y clamar «libertad».
La insatisfacción de la población llegó a tal punto que en el barrio Pastelillo, en Nuevitas, Camagüey, la gente salió a las calles durante varios días y fue violentamente reprimida por las tropas especiales del Ministerio del Interior (Minint).
El Gobierno cubano parece ser incapaz de garantizar el suministro eléctrico, pero es experto en ejercer represión. Un año después de las protestas en Pastelillo, y en medio de igual crisis energética, la Fiscalía presenta cargos contra 14 de los cientos de manifestantes de Nuevitas y solicita penas que van desde los 4 hasta los 15 años de privación de libertad.
El verano de 2022 fue intenso y agitado. En un intento por revertir la situación, Díaz-Canel ofreció represión y también rodaron cabezas. En octubre de 2022, destituyeron al ministro de Energía y Minas y al director de la Unión Eléctrica. El Gobierno recurrió a dos figuras conocidas para la sustitución, Vicente de la O Levy y Alfredo López Valdés.
Algunos entusiastas afirmaron, otra vez, que ahora sí se resolvería todo. Incluso destacaron que el nuevo ministro de Energía había sido director de la Unión Eléctrica durante la Revolución Energética impulsada y diseñada por el fallecido Comandante en Jefe, y sugirieron que era un motivo suficiente para confiar en él.
Como parte de los esfuerzos para superar la coyuntura, Díaz-Canel emprendió un viaje en noviembre de 2022 con el objetivo de reestablecer conexiones importantes. Viajó a Argelia, a Turquía, a Rusia y a China.
Al regresar de su gira, Díaz-Canel afirmó que, desde el punto de vista energético, su viaje había tenido tres objetivos principales: asegurar un suministro estable de combustibles, promover una serie de proyectos que mejorarían la situación de las plantas de energía en Cuba y desarrollar tecnologías renovables para el futuro.
2023
El Gobierno de Díaz-Canel comenzó 2023 luego de la gira y con la reciclada idea de que Cuba no está sola. De hecho, el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, afirmó que sería un año mejor.
Sin embargo, 2023 ha demostrado ser de todo menos un año mejor para Cuba. La inflación no se ha detenido y los apagones persisten. Teniendo en cuenta la ola de protestas sociales en los veranos de 2021 y 2022, el Gobierno cubano apostó todo para mantener niveles decentes de generación de energía eléctrica en julio y agosto de 2023.
Según dijera en la Mesa Redonda del 27 de septiembre de 2023 el ministro de Energía y Minas, Vicente La O, en julio se alcanzó un récord de generación eléctrica en el país, con un promedio diario de 61 gigavatios/hora. Lo cual representa un aumento en casi 10 gigavatios/hora si se compara con los 51 que como promedio diario se generaron en igual mes del año anterior.
Lo anterior, de acuerdo con el titular de Energía, resultó en un 98 % menos de apagones en julio de 2023 en comparación con igual mes de 2022. Además, De la O aseguró que en agosto de 2022 se generaron 46.9 gigavatios/hora diarios, mientras que en agosto de 2023 lograron aumentar la generación a un promedio de 59 gigavatios/hora diarios, lo que permitió que las afectaciones fueran incluso inferiores a las de julio.
La información que proporcionó el ministro respalda su afirmación de que, a diferencia de 2022, el país tiene la capacidad de generar la electricidad que necesita, pero ahora carece de los combustibles necesarios para hacerlo. Según lo expresado por De la O, los países que tenían compromisos con Cuba para proveer combustibles no han podido cumplirlos, lo cual —casualmente— coincide con lo que afirmó Díaz-Canel en junio de 2022.
Pero de ser como dice el Gobierno cubano, que el problema es de los productores y no de la falta de liquidez, ¿dónde quedaron los resultados de la gira internacional de Díaz-Canel en noviembre de 2022?
El Gobierno de La Habana no ha dejado de buscar nuevos y viejos proveedores. De hecho, en los últimos tiempos encontró un aliado político y económico en la Administración mexicana de Andrés Manuel López Obrador.
Como resultado de la alianza, Cuba ha logrado que México envíe aproximadamente dos millones de barriles de petróleo entre mayo y agosto de 2023 a través de Pemex y en barcos administrados por Cuba. Estos volúmenes han llevado a que México supere a Rusia como el segundo proveedor clave de petróleo a Cuba en el segundo trimestre de 2023.
Sin embargo, justo un día antes de la transmisión de la Mesa Redonda, Bloomberg informó que la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, encabezada por Alicia Bárcena, mencionó que el Gobierno mexicano buscaba formas de aliviar la presión sobre las finanzas públicas debido a lo que describiera de «ayuda humanitaria». Por lo tanto, estarían evaluando mecanismos para comenzar a cobrar por el petróleo que han donado a Cuba.
El informe también indicó que en junio de 2023 México envió 350 000 barriles de crudo a Cuba a través de Pemex sin cargo alguno, y esa cifra aumentó a 700 000 barriles en julio, con un valor total de 77 millones de dólares.
Pero a la luz de las declaraciones recientes de los ministros de Economía y de Energía cubanos, es evidente que el país no tiene ni tendrá en el futuro cercano la capacidad de pagar de manera estable los combustibles que necesita y que sus aliados no están dispuestos a donarle.
También quedó claro que las autoridades gubernamentales están dispuestas a enfrentar la furia y la inconformidad de la gente porque han decidido dejar de priorizar el suministro de electricidad residencial para intentar potenciar otros sectores de la economía, como la agricultura.
El resumen, ni la coyuntura ni los apagones han sido ni serán cosas de días en Cuba.
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