Autor

Anidelys Rodriguez Brito

Anidelys Rodriguez Brito

Doctora en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana de México, 2018. Graduada de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, 2005, donde trabajó como profesora e investigadora (2005-2014). Sus áreas de trabajo son: Políticas Sociales, Bienestar Social, Capital Social, Ciudadanía, Comunicación y TIC, y Métodos mixtos.
La COVID-19 aceleró el consenso social en torno a las oportunidades, beneficios y desafíos del teletrabajo. Para su implementación a futuro, el país debe transitar de una concepción contingencial a otra que lo incorpore en la estrategia de desarrollo nacional.
Los recientes debates críticos sobre intervenciones urbanísticas como la sustitución de las áreas verdes del último tramo de la calle G por adocretos, demuestran que el creciente acceso a Internet de la ciudadanía cubana amplía las expresiones participativas.
En marzo cuestionábamos la efectividad y oportunidad de las medidas tomadas por los gobiernos. Hoy las preguntas están más orientadas a cuándo y cómo se produce la desescalada y a qué significa exactamente “nueva normalidad”.
La COVID-19 abre una ventana de oportunidades para que las instituciones sanitarias y el personal médico humanicen las prácticas cotidianas de atención a los pacientes y dignifiquen las dimensiones cualitativas del bienestar materno-infantil.
Las conferencias diarias y el parte de las autoridades sanitarias cubanas, en general, ofrecen información sistemática, actualizada y amplia en comparación con algunos países latinoamericanos. Pero, exactamente, ¿qué nos dicen los datos?
Lejos de lo que podría pensarse no todos los países transparentan la información sobre el personal de salud afectado por el nuevo coronavirus.
Si sumamos los adultos mayores y las personas de hasta 59 años que padecen hipertensión arterial (sin considerar asmáticos y diabéticos) más de 3 millones y medio de cubanas y cubanos constituyen la población de riesgo ante la COVID-19.
¿Cuáles son las medidas más efectivas para enfrentar el nuevo coronavirus SARS-CoV-2? ¿Cuál es el momento más oportuno para adoptar cada medida? ¿Cuántas pruebas deben realizarse? ¿Cómo debe hacerse el seguimiento y la vigilancia epidemiológica?

Autores

Anidelys Rodriguez Brito

Anidelys Rodriguez Brito

Doctora en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana de México, 2018. Graduada de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, 2005, donde trabajó como profesora e investigadora (2005-2014). Sus áreas de trabajo son: Políticas Sociales, Bienestar Social, Capital Social, Ciudadanía, Comunicación y TIC, y Métodos mixtos.

La COVID-19 aceleró el consenso social en torno a las oportunidades, beneficios y desafíos del teletrabajo. Para su implementación a futuro, el país debe transitar de una concepción contingencial a otra que lo incorpore en la estrategia de desarrollo nacional.
La COVID-19 abre una ventana de oportunidades para que las instituciones sanitarias y el personal médico humanicen las prácticas cotidianas de atención a los pacientes y dignifiquen las dimensiones cualitativas del bienestar materno-infantil.
Si sumamos los adultos mayores y las personas de hasta 59 años que padecen hipertensión arterial (sin considerar asmáticos y diabéticos) más de 3 millones y medio de cubanas y cubanos constituyen la población de riesgo ante la COVID-19.
Los recientes debates críticos sobre intervenciones urbanísticas como la sustitución de las áreas verdes del último tramo de la calle G por adocretos, demuestran que el creciente acceso a Internet de la ciudadanía cubana amplía las expresiones participativas.
Las conferencias diarias y el parte de las autoridades sanitarias cubanas, en general, ofrecen información sistemática, actualizada y amplia en comparación con algunos países latinoamericanos. Pero, exactamente, ¿qué nos dicen los datos?
¿Cuáles son las medidas más efectivas para enfrentar el nuevo coronavirus SARS-CoV-2? ¿Cuál es el momento más oportuno para adoptar cada medida? ¿Cuántas pruebas deben realizarse? ¿Cómo debe hacerse el seguimiento y la vigilancia epidemiológica?
En marzo cuestionábamos la efectividad y oportunidad de las medidas tomadas por los gobiernos. Hoy las preguntas están más orientadas a cuándo y cómo se produce la desescalada y a qué significa exactamente “nueva normalidad”.
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