Autor

Alberto Garrandés

Alberto Garrandés

Alberto Garrandés es narrador, ensayista y editor. En años recientes ha publicado "Sexo de cine" (Ediciones ICAIC, 2012, Premio de la Crítica en 2013), "Body Art" (cuentos, Editorial Letras Cubanas, 2014), "El ojo absorto" (ensayos sobre el cuerpo en el cine, Ediciones ICAIC, 2014) y "El sueño de Endymion" (ensayos sobre narrativa cubana, Ediciones Matanzas, 2015). También ha dado a conocer la novela "Demonios" (Premio Alejo Carpentier, Editorial Letras Cubanas, 2016), así como "El espejo roto" (sobre el cuerpo queer en el cine, 2016). En 2018 obtuvo el Premio Cubadisco en la categoría de Notas Discográficas. En 2019 publicó "Mar de invierno y otros delirios" (Holguín, Ediciones La Luz), antología personal de sus relatos por la que obtuvo el premio La Puerta de Papel 2020.
Más allá de las costumbres regionales y de los cambios de paradigma en la historia de las representaciones del sexo, los tabúes y los tótems siguen ahí, influyendo en los intercambios sexuales de todo tipo.
Hoy día el porno se hace dúctil y maleable porque la gente ya no se traga que todo lo que el porno enseña sea real, más allá de su acusada vocación realista. Sin embargo, el porno sigue siendo un horizonte, una meta íntima, y consigue vender la rentabilidad del coito (los maravillosos detalles de sus magias y sorpresas) como el destino mítico del sexo, como una utopía perfectamente realizable.
Hay peligros que provienen de mentalidades en cuyo fondo la cultura patriarcal pervive, prospera y manda.
Sveta y yo estábamos en una clase de francés, habíamos terminado un examen, salimos a la calle y nos acercamos a una cafetería de las inmediaciones en busca de café. De pie junto a una mesa la vi beber despacio, luchando con una servilleta contra los restos de un afeitado sin descañonar. Mencionó un eficaz […]
Las narrativas que cuentan y representan los procesos de elaboración y emplazamiento del yo, centradas concretamente en el binomio cuerpo/género, son siempre, en primera instancia, espectáculos privados.
Un cuerpo en el cual el género se fluidifica admite representaciones muy variadas y que ganan su propio espacio-tiempo. En principio rompe con el binarismo hombre masculino/mujer femenina y descree de esas nociones, las borra en favor de una identidad sin pautas patriarcales.
¿Cómo hacer del cuerpo algo sagrado? ¿Qué hay de sagrado ahí? ¿Es sagrado el cuerpo porque es el soporte de la vida, pues la vida es soportada por lo carnal, lo somático, de donde brota el espíritu?
Todos somos agentes de la cultura patriarcal, seamos conscientes de ello o no. Todos tenemos esa responsabilidad. Y si alguien dijera que hay culpa pero que no es de nadie, eso querrá decir que la culpa es de todos.
En los rituales de apareamiento hay una micropolítica. Un conjunto de gestos y actitudes y respuestas (condicionadas o no) que son, de manera indirecta, un reflejo de una macropolítica sexista y patriarcal, de dominación.
Hará una semana, en el portal de la carnicería frente a la cual vivo, y desde un balcón que me salva de muchas cosas al tiempo que me sumerge en ellas, hubo un encuentro de jóvenes que celebraban (ellos no sabían que celebraban) el fin del toque de queda en La Habana.

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Alberto Garrandés

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Alberto Garrandés es narrador, ensayista y editor. En años recientes ha publicado "Sexo de cine" (Ediciones ICAIC, 2012, Premio de la Crítica en 2013), "Body Art" (cuentos, Editorial Letras Cubanas, 2014), "El ojo absorto" (ensayos sobre el cuerpo en el cine, Ediciones ICAIC, 2014) y "El sueño de Endymion" (ensayos sobre narrativa cubana, Ediciones Matanzas, 2015). También ha dado a conocer la novela "Demonios" (Premio Alejo Carpentier, Editorial Letras Cubanas, 2016), así como "El espejo roto" (sobre el cuerpo queer en el cine, 2016). En 2018 obtuvo el Premio Cubadisco en la categoría de Notas Discográficas. En 2019 publicó "Mar de invierno y otros delirios" (Holguín, Ediciones La Luz), antología personal de sus relatos por la que obtuvo el premio La Puerta de Papel 2020.

Más allá de las costumbres regionales y de los cambios de paradigma en la historia de las representaciones del sexo, los tabúes y los tótems siguen ahí, influyendo en los intercambios sexuales de todo tipo.
Sveta y yo estábamos en una clase de francés, habíamos terminado un examen, salimos a la calle y nos acercamos a una cafetería de las inmediaciones en busca de café. De pie junto a una mesa la vi beber despacio, luchando con una servilleta contra los restos de un afeitado sin descañonar. Mencionó un eficaz […]
¿Cómo hacer del cuerpo algo sagrado? ¿Qué hay de sagrado ahí? ¿Es sagrado el cuerpo porque es el soporte de la vida, pues la vida es soportada por lo carnal, lo somático, de donde brota el espíritu?
Hará una semana, en el portal de la carnicería frente a la cual vivo, y desde un balcón que me salva de muchas cosas al tiempo que me sumerge en ellas, hubo un encuentro de jóvenes que celebraban (ellos no sabían que celebraban) el fin del toque de queda en La Habana.
Hoy día el porno se hace dúctil y maleable porque la gente ya no se traga que todo lo que el porno enseña sea real, más allá de su acusada vocación realista. Sin embargo, el porno sigue siendo un horizonte, una meta íntima, y consigue vender la rentabilidad del coito (los maravillosos detalles de sus magias y sorpresas) como el destino mítico del sexo, como una utopía perfectamente realizable.
Las narrativas que cuentan y representan los procesos de elaboración y emplazamiento del yo, centradas concretamente en el binomio cuerpo/género, son siempre, en primera instancia, espectáculos privados.
Todos somos agentes de la cultura patriarcal, seamos conscientes de ello o no. Todos tenemos esa responsabilidad. Y si alguien dijera que hay culpa pero que no es de nadie, eso querrá decir que la culpa es de todos.
Hay peligros que provienen de mentalidades en cuyo fondo la cultura patriarcal pervive, prospera y manda.
Un cuerpo en el cual el género se fluidifica admite representaciones muy variadas y que ganan su propio espacio-tiempo. En principio rompe con el binarismo hombre masculino/mujer femenina y descree de esas nociones, las borra en favor de una identidad sin pautas patriarcales.
En los rituales de apareamiento hay una micropolítica. Un conjunto de gestos y actitudes y respuestas (condicionadas o no) que son, de manera indirecta, un reflejo de una macropolítica sexista y patriarcal, de dominación.
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