¿Por qué es posible que no nos enteremos de inmediato si la salud de Raúl Castro se deteriora?

Foto: Irene Pérez / Cubadebate.

¿Por qué es posible que no nos enteremos de inmediato si la salud de Raúl Castro se deteriora?

30 / septiembre / 2024

El 18 de septiembre de 2024, Juan Juan Almeida publicó un video —grabado en la ducha— en el que anunció el deterioro del estado de salud de Raúl Modesto Castro Ruz y su posible fallecimiento. 

Los «rumores» al respecto comenzaron a crecer. Más de una semana después (el 27 de septiembre), el menor de los hermanos Castro reapareció públicamente para recibir a To Lam, presidente vietnamita.

No obstante, una pregunta se reprodujo entre varios cubanos. ¿Por qué podrían demorar en anunciar el fallecimiento de Raúl si cuando murió Fidel Castro la noticia se dio de inmediato?

Lo primero es que no hay certeza de que la noticia de la muerte de Fidel se haya ofrecido al público cubano inmediatamente después de su muerte. No obstante, pocos pusieron en duda que hubiese sido dilatada por horas o días.

Sin embargo, la muerte de Fidel Castro se produjo en un contexto político diferente por completo al que vive Cuba hoy, lo cual pudiera justificar el manejo secreto del estado de salud de Raúl Castro. 

CONTEXTO DE LA MUERTE DE FIDEL

Cuando Fidel Castro murió en noviembre de 2016, llevaba diez años en la práctica y ocho de manera oficial apartado del ejercicio del poder. Sus últimas instantáneas antes de morir lo mostraban como un hombre debilitado, muy distante de la imagen de «líder imponente e invencible» que siempre intentó proyectar incluso en su vejez. 

Fidel Castro dejó el poder en 2006. Por motivos de salud, se apartó de forma «temporal» de sus funciones y las dejó en manos de su hermano Raúl, quien en ese momento detentaba los cargos de primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ministro de las Fuerzas Armadas (FAR) con el grado de general de Ejército y segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. 

La delegación temporal pasó a ser definitiva cuando en 2008 —cinco días antes de que iniciara la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la que realizarían «elecciones» para escoger los más altos mandos del país— anunció mediante un «mensaje» publicado en Granma que no «aspiraría» ni «aceptaría» el cargo de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

La sesión de la ANPP que se desarrolló inmediatamente después del anuncio de Fidel Castro formalizó lo que era un hecho desde dos años antes, la entrega del poder real al más pequeño de los hermanos Castro. 

Durante su gestión (2008-2018), Raúl Castro dio muestras de independencia. La línea ideológica y las ansias de conservar inmutable el Estado totalitario que le garantiza privilegios a él y a su familia fueron idénticas a las de su hermano. Sin embargo, el general de Ejército demostró ser capaz de impulsar reformas imperceptibles y efímeras y de tomar sus decisiones más allá del criterio de su hermano. 

Un ejemplo claro fue la purga casi inmediata que realizó después de asumir oficialmente el poder y que terminó con la remoción de funcionarios cercanos a Fidel —quien después los calificó de indignos— y con el encumbramiento de personas de su círculo de confianza en puestos claves de poder. 

También fue notable el acercamiento que promovió entre su Administración y la de Barack Obama entre 2014 y 2016. Un proceso que Fidel Castro rechazó al asegurar que el ofrecimiento de Obama de olvidar el pasado generaba el riesgo de un infarto a cualquier cubano después de seis décadas de «bloqueo». En aquella oportunidad, Fidel también sentenció de forma lapidaria: «no necesitamos que el imperio nos regale nada».

Después de la salida de Fidel del poder, Raúl Castro asumió la conducción del Estado totalitario, rodeado de algunos de los más importantes exponentes de la generación que luchó a su lado en la Sierra Maestra —como José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés—. En ese momento, y a pesar de su avanzada edad, muchos los veían como personas con la suficiente legitimidad y vigor para suceder a Raúl Castro en caso de que este también faltara. 

En resumen: cuando Fidel Castro murió no existía la imperiosa necesidad de retrasar el anuncio de su fallecimiento. La transición de poder que muchas veces se busca garantizar con el silencio de una noticia así estaba consolidada desde hacía una década.

CONTEXTO ACTUAL

Quien observe de manera superficial la realidad cubana actual podría pensar que existen similitudes con el contexto que prevalecía al momento de la muerte de Fidel Castro en 2016. Y correría el riesgo de considerar que, en caso de que la salud de Raúl Castro se hubiera deteriorado, o si hubiera fallecido, no existirían razones para dilatar el anuncio. Sin embargo, la realidad cubana no puede analizarse solo a partir de lo aparente. Los escenarios actuales, los verdaderos, difieren de manera significativa de los que se vivían en Cuba en 2016.

Aunque en 2018 se produjo una transferencia del poder formal en el país, muchos dudan que el poder real también se trasfiriera

Aunque Díaz-Canel asumió la presidencia del país en 2018, en ese momento no tomó el control de la principal fuerza política que ha dominado al Estado durante años, el Partido Comunista. En una muestra de desconfianza, Raúl Castro afirmó entonces que el plan —plasmado luego en la Constitución— era que durante el primer mandato del nuevo presidente el predecesor seguiría supervisando la gestión desde la dirección del Partido. Así, durante los primeros años del mandato de Díaz-Canel, Raúl permaneció como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. 

Lo anterior permitió que, cuando Díaz-Canel tuvo que anunciar medidas importantes o trascendentales —como el «día 0» que marcó el inicio de la «Tarea Ordenamiento»— lo hiciera acompañado de Raúl Castro. La presencia de Raúl reforzaba la percepción de que Díaz-Canel era una figura instrumental, manejada por un «Estado profundo» dirigido en realidad por el mismo de siempre, el general de Ejército.

Cuando Raúl Castro dejó oficialmente el cargo de primer secretario del Comité Central del Partido Comunista tras el VIII Congreso de esa organización, su partida tampoco fue total. Mantuvo su condición de diputado a la ANPP, lo que le permitía asistir a las sesiones del órgano, ser objeto de reverencias y servir de recordatorio constante de que su influencia seguía presente. A fin de cuentas, como él mismo aseguró en su discurso de despedida durante el VIII Congreso del Partido Comunista, mientras viviera iba a estar con un pie en el estribo. 

Después, durante el VIII Congreso del Partido y a la par que Raúl teóricamente se despedía, se incorporaba a las más altas esferas de dirección de la organización partidista una figura del círculo íntimo del general de Ejército, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja. General de las FAR, presidente durante años del Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas (Gaesa) y padre de Raúl Guillermo —nieto de Raúl Castro y jefe de su seguridad personal—, López-Calleja había permanecido durante mucho tiempo fuera del foco mediático y de cualquier cargo de dirección política en el país.

La designación de López-Calleja como miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista, y su posterior «elección» como diputado, fueron vistas por muchos analistas como una señal inequívoca de que Raúl Castro había posicionado a una persona de su total confianza detrás de Díaz-Canel. Alguien que, en caso de que fuera necesario sacrificar a Miguel Mario, podría asumir como figura sustituta y —mientras tanto, con la aprobación de Raúl— seguir manejando los hilos del «Estado profundo».

Por otro lado, incluso después de «retirado», Raúl Castro ha seguido participando en actos protocolares y no tan protocolares, siempre vestido con su uniforme de general de Ejército, un título que no ha sido ocupado por nadie más —ni siquiera por los ministros de las Fuerzas Armadas que le sucedieron—. Tampoco, después del retiro oficial de Fidel en 2008, ha sido asignado a más nadie el cargo de Comandante en Jefe al que renunciara Fidel Castro a través de un «mensaje» publicado en Granma. En teoría, Díaz-Canel reúne hoy los más altos cargos políticos y administrativos del país, pero no ha sido reconocido como el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

Como muestra de la labor «protocolaria» de Raúl Castro puede mencionarse la reunión que mantuvo el 27 de febrero de 2024 —en solitario y acompañado por el ministro del Interior Lázaro Alberto Álvarez Casas y otros altos funcionarios de su ministerio— con Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia y uno de los colaboradores más cercanos de Putin. Raúl y Álvarez Casas volvieron a reunirse con Patrushev el primero de marzo de 2024 y fue en esa ocasión posterior cuando participó Díaz-Canel.

A diferencia de Raúl Castro, Díaz-Canel no ha podido realizar una purga significativa para remover a los funcionarios afines a Raúl o heredados de su Administración. Muchos afirman que ni siquiera tuvo la libertad de escoger a su primer ministro. Manuel Marrero Cruz, quien proviene de Gaesa y fue el titular de Turismo durante el mandato «anterior», es considerado «un hombre de Raúl». Lo máximo que Díaz-Canel ha logrado es incorporar algunos tecnócratas a su Administración, otorgándoles roles de planificación. Pero en algunos casos ni eso ha podido mantener.

El caso de Alejandro Gil Fernández es quizá el más representativo. Designado por Miguel Díaz-Canel ministro de Economía, en sustitución de Marino Murillo Jorge —otro «hombre de Raúl»—, su mandato no fue duradero. Gil fue destituido el primero de febrero de 2024 de conjunto con otros ministros, en lo que Granma denominó un «movimiento de cuadros». 

Después de la destitución, Díaz-Canel se deshizo en elogios públicos en favor de Gil Fernández e, incluso, le envió un abrazo por su cumpleaños a través de la red social X el 6 de febrero de 2024. Apenas un mes después del intercambio virtual de abrazos, Canel firmó un comunicado en el que aseguraba que debido a «graves errores» del «exministro», y a partir de una petición de la Fiscalía General de la República, el Buró Político había autorizado al Ministerio del Interior para que iniciara una investigación penal en contra de Gil dirigida a «esclarecer» sus conductas.

La secuencia de hechos dejó en evidencia a Díaz-Canel y a la distancia que lo separa de quienes mantienen el poder real en Cuba: los militares y los cuerpos de seguridad leales a Raúl Castro. 

La investigación de Gil no se inició después de su destitución. Quienes detentan el poder real en Cuba ya tenían en su mano la información que necesitaban para procesarlo desde antes. Es probable que también hubieran decidido hacerlo. No obstante, prefirieron mantener al «presidente» al margen del asunto y dejar que públicamente, unas semanas antes de tildarlo de corrupto, se deshiciera en elogios y cariños hacia quien durante mucho tiempo fue «su mano derecha». El gesto, casi familiar hacia un corrupto, dejó a Díaz-Canel en una posición incómoda y reveló su desconexión con lo que ocurría incluso dentro de su Administración.

Aunque Díaz-Canel asumió de manera nominal los cargos políticos de Raúl Castro, no ha podido deshacerse de su influencia sobre el aparato militar y de seguridad. Tampoco ha podido deshacerse de la influencia de los otros exponentes de la «generación histórica» que quedan vivos y medianamente funcionales.

Después de la retirada de Raúl Castro como primer secretario del Comité Central del Partido, no se ha elegido un nuevo segundo secretario. El cargo que durante años estuvo ocupado por Raúl, y luego por José Ramón Machado Ventura, sigue vacante. Pero en la práctica, Machado no parece haber abandonado del todo sus funciones e influencias

Asimismo, Díaz-Canel sigue lidiando con la sempiterna presencia de quien parece ser el más saludable y fuerte de los exponentes de la generación histórica que queda en pie, Ramiro Valdés Menéndez. Valdés Menéndez conserva su puesto de vice primer ministro y ha demostrado sentirse con la autoridad suficiente como para mandar a callar en televisión nacional al «presidente y primer secretario».

¿GARANTIZADA LA TRANSICIÓN?

Si fallece Raúl Castro hoy, la transición de poder real no está ni medianamente clara ni asegurada en Cuba. Díaz-Canel no ha podido (ni parece poder) apropiarse de los resortes del poder real. Tampoco tiene la cada vez más depauperada cuota de legitimidad que conservan algunos exponentes de la generación histórica que siguen en pie y con ganas de continuar ejerciendo el poder. No parece tener tampoco influencia decisiva sobre los sectores militares y de seguridad que a la larga definirán la hoja de ruta en caso de una transición desencadenada por la muerte de Raúl Castro.

No hay en la Cuba de hoy (al menos no públicamente) un líder claro que pueda sustituir a Raúl Castro en la cabeza del «Estado profundo». Por ende, es comprensible que de ser cierta la información sobre el deterioro de la salud del general de Ejército, se mantenga en el más estricto secreto mientras se desarrollan los movimientos y las pugnas de poder para definir los nuevos reacomodos políticos. Máxime cuando el país vive hoy una profunda crisis social y política que puede desencadenar en un nuevo estallido ante la más mínima chispa.

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Pedro Jorge Blanco Rodríguez

Mi percepción fue y es exactamente la misma desde que escuché el rumor y después de ver el video en la ducha de Juan Juan Almeida... Para nada son iguales la condiciones respecto a la muerte de Fidel Saludos y gracias por poderlos leer
Pedro Jorge Blanco Rodríguez

Carmen

Para mí esas noticias son filtradas desde más arriba, para crear expectativas, que la gente hable, los de allá y los de aquí y luego desmentirlas. Con Fidel pasó varias veces y como el famoso cuento de ahí viene el lobo después nadie lo cree cuando sea verdad hasta que no digan oficialmente.
Carmen

Uno

De q sirve uno o el otro son del mismo bando,herederos del castrocomunismo del Castro mayor....egolatra,eclipsador,adoctrinador,abogado con astucia v labios,que sabía muy bien como discursear y fácilmente,convencer a las mayorías ,q se embelesaban con su magnetismo convencerdor...en fin un cautivador d multitudes ,pero ....cuanto daño creó,q persiste hasta nuestros dias...su mente desconfiada,sus caprichos,sus decisiones unipersonales,sin contar con nadie,su habilidad para responsabilizar, sus garrafales fiascos fiascos económicos,q cayeran en hombros d otros....su locura d "internacionalismo proletario"...q no fueron más q costosas y largas guerras en montón de países d África y A latina(injerencias guerreristas en esos países, pa exportar está "revolución") por casi 3' décadas,q terminó d destruir la economía d está nación y la hundió ,aun más...
Uno

Guadalupe Saba Mois

Pido disculpas! Me equivoqué! Mi pensión de jubilada es de 1624 pesos cubanos!!! Ni me entero… lo cobra mi hija y se le va en un poco de pan…
Guadalupe Saba Mois

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