Cuando uno ha hecho su vida entre un municipio y la cabecera de su provincia. Cuando uno ha escuchado decir tantas veces en la televisión y en la radio: “La Habana, capital de todos los cubanos”. Cuando uno ha leído, y venerado tras la lectura, y desandado entre páginas, esa Habana casi mítica de las novelas de Carpentier y Cabrera Infante, de Pedro Juan y Padura. Es común que al poner los pies en ese espacio petrificado en el tiempo uno sienta circular por el cuerpo cierta sinergia metafísica ligada a la emoción de traspasar un sueño, de entrar en la imaginación colectiva y apreciar un milagro.
A mis 22 años fue que pude visitarla por primera vez y bien recuerdo mi anonadamiento de aquel entonces. Mientras el ómnibus rodaba por San Miguel del Padrón, y otros municipios, hasta hacer cala en la Terminal de Ómnibus Nacionales, ubicada en Plaza de la Revolución, mis ojos iban absortos en cada calle, en cada casa o edificio, en cada luz de neón y en cada transeúnte. A las seis de la mañana La Habana es una ciudad ya desperezada de su sueño; aunque yo creo que nunca duerme, es un animal en constante vigilia.
Aquellos fueron días trepidantes, de constante ir y venir, hacer y deshacer. La sensación que me atravesaba el cuerpo era la de estar asistiendo a la vida de veras, como si mis 22 años gastados en una ciudad de provincia hubiesen pertenecido a un simulacro de existencia. Ahora podía constatar que esos museos, galerías, institutos, monumentos, parques, bares, sobre los que había leído o escuchado, no pertenecían a una ficción, sino a una realidad capaz de superar cualquier producto imaginativo. Cada paso que di durante aquel viaje me fue revelando nuevos aconteceres interiores, sentía que al poner los pies en cualquier sitio, La Plaza de Armas, El Parque del Quijote o un P-11, lo hacía con afán de conquistador, como si quisiera dejar mi marca en cada parcela vista, transitada, presentida.
De aquel entonces acá he viajado a La Habana en decenas de ocasiones y nunca he logrado desprenderme de cierta sensación mágica, de cierto misterio oculto en los espacios, en la posibilidad humana de transgredir las distancias. Siempre me digo “ayer estaba en Ciego de Ávila y hoy estoy aquí” y llego a preguntarme cómo fue posible que aconteciera algo semejante. Y aún me recorre ese afán perseverante al desandarla. Me veo asistir a su eterna decadencia, a su sempiterno desplomarse sobre las penurias de la Historia, y no dejo de sentirme privilegiado.
En una visita mientras iniciaba mi retorno, ese que siempre me deja como lerdo, sumido en una perturbación de la que a veces tardo días en recuperarme, tomé una guagua y le pedí ayuda a una señora para llegar hasta la Terminal de Villanueva. Mi solicitud la llevó a una pregunta: “¿Me hablas de la terminal desde la que se viaja pa los campos?”, y creo haberla mirado atravesado, con desdén chovinista, por estar reduciendo a campo todo lo que no fuera La Habana. Le dije un sí desganado, no me quedaba otra aunque ahora comprendo su razón, solo que en ese instante mi guajiro intrínseco se resintió un poco. Y entonces me dio una explicación precisa que aún le sigo agradeciendo.


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Amelia González
Sentada en mi balcón en Miami, me has trasladado a mi niñez. Mucho antes que tú, creo que mi primer recuerdo de La Habana es como a los seis años pero jamás dejó de impresionarme! Era una alegría inevitable y hasta el aire del malecón me emocionaba.
Nací y me crié en Santa Clara y allí viví hasta 1980, ya he visitado otras capitales entre ellas Buenos Aires y Madrid las más impresionantes pero New York es la meca del mundo!
Ojalá un día puedas escribir tu impresión al pasar algún puente o túnel y verte en la capital de los rascacielos.
Un abrazo.
Jesse Diaz
No hacer nada
Jesse Diaz
Desde 1918 perteneció abiertamente al frente del movimiento nacionalista indio. Instauró métodos de lucha social novedosos como la huelga de hambre, y en sus programas rechazaba la lucha armada y realizaba una predicación de la áhimsa (no violencia) como medio para resistir al dominio británico. Defendía y promovía ampliamente la total fidelidad a los dictados de la conciencia, llegando incluso a la desobediencia civil si fuese necesario; además, bregó por el retorno a las viejas tradiciones hinduistas. Mantuvo correspondencia con León Tolstói, quien influyó en su concepto de resistencia no violenta. Fue el inspirador de la marcha de la sal, una manifestación a través del país contra los impuestos a los que estaba sujeto este producto.
Encarcelado en varias ocasiones, pronto se convirtió en un héroe nacional. En 1931 participó en la Conferencia de Londres, donde reclamó la independencia de la India. Se inclinó a favor de la derecha del partido del Congreso, y tuvo conflictos con su discípulo Nehru, que representaba a la izquierda. En 1942, Londres envió como intermediario a Richard Stafford Cripps para negociar con los nacionalistas, pero al no encontrarse una solución satisfactoria, estos radicalizaron sus posturas. Gandhi y su esposa Kasturba fueron privados de su libertad y puestos bajo arresto domiciliario en el Palacio del Aga Khan donde ella murió en 1944,2 en tanto que él realizaba veintiún días de ayuno.
Su influencia moral sobre el desarrollo de las conversaciones que prepararon la independencia de la India fue considerable, pero la separación con Pakistán lo desalentó profundamente.
Una vez conseguida la independencia, Gandhi trató de reformar la sociedad india, empezando por integrar las castas más bajas (los shudras o ‘esclavos’, los parias o ‘intocables’ y los mlechas o ‘bárbaros’), y por desarrollar las zonas rurales. Desaprobó los conflictos religiosos que siguieron a la independencia de la India, defendiendo a los musulmanes en el territorio indio, siendo asesinado por Nathuram Godse, un fanático integracionista hinduista, el 30 de enero de 1948 a la edad de 78 años. Sus cenizas fueron arrojadas al río Ganges.
Sobre economía política, pensaba que el capital no debería ser considerado más importante que el trabajo, ni que el trabajo debería ser considerado superior al capital, juzgando ambas ideas peligrosas; que, más bien, debería buscarse un equilibrio sano entre estos factores, siendo que ambos eran considerados igual de valiosos para el desarrollo material y la justicia. Fue un gran defensor del vegetarianismo y rechazaba cualquier forma de maltrato a los animales.
Biografía
La primera foto conocida de Mohandas Karamchand Gandhi, c. 1876 con siete años.
Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en Porbandar, una ciudad costera del pequeño estado principesco de Kathiawar, actualmente en el estado de Guyarat (India). Su familia era de la casta vaisia (comerciante). Fue el hijo de Karamchand Gandhi, el diwan (primer ministro) de Porbandar. Su madre, Putlibai, la cuarta esposa de su padre, tuvo una gran influencia en su niñez, cuando Gandhi aprendió a muy temprana edad a no hacer daño a ningún ser viviente, a ser vegetariano, a ayunar para purificarse, y a ser tolerante con otros credos religiosos. Fue el menor de tres hermanos, Laksmidas y Karsandas (varones) y una hermana de nombre Raliatbehn.3
A sus trece años, sus padres arreglaron su matrimonio con Kasturba Makhanji, de la misma edad y casta, con quien tuvo cuatro hijos.
En su juventud, Gandhi fue un estudiante mediocre en Porbandar. Posteriormente en Rajkot, en 1887, logró pasar a duras penas el examen de admisión de la Universidad de Bombay, matriculándose en la Escuela de Samaldas, en Bhavnagar. No estuvo mucho tiempo allí, porque aprovechó la oportunidad que se le presentó de estudiar en Inglaterra, país al que consideraba como «cuna de filósofos y poetas, el centro de la civilización». Estudió Derecho en la University College de Londres. Regresó a la India después de lograr su licenciatura para ejercer la abogacía en la India.
Trató de establecerse como abogado en Bombay, pero no tuvo éxito, pues en aquel entonces la profesión de abogado estaba sobresaturada y Gandhi no era una figura dinámica en los tribunales. Regresó a Rajkot ejerciendo la modesta labor de preparar peticiones de litigantes. Tuvo que dejar esta tarea tras un altercado con un oficial británico, en un incidente en el que trató de abogar por su hermano mayor.
Trabajo en Sudáfrica
En el año 1893, aceptó un contrato de trabajo por un año con una compañía india que operaba en Natal (Sudáfrica). Se interesó por la situación de los 150 000 compatriotas que residían ahí, luchando contra las leyes que discriminaban a los indios en Sudáfrica mediante la resistencia pasiva y la desobediencia civil.
Sin embargo, el incidente que serviría como un catalizador de su activismo político ocurrió varios años después, cuando viajando a Pretoria, fue sacado forzosamente del tren en la estación de Pietermaritzburg porque se negó a mudarse de la primera clase a la tercera clase, que se destinaba a la gente negra. Más tarde, viajando en una diligencia, fue golpeado por el conductor porque se negó a ceder su asiento a un pasajero de piel blanca. Además, en este viaje, sufrió otras humillaciones al serle negado alojamiento en varios hoteles debido a su raza. Esta experiencia le puso mucho más en contacto con los problemas que sufría cotidianamente la gente negra en Sudáfrica. Asimismo, después de haber sufrido el racismo, prejuicio e injusticia en Sudáfrica, comenzó a cuestionar la situación social de sus coterráneos y de él mismo en la sociedad de ese país.
Cuando se terminó su contrato, se preparó para volver a la India. En la fiesta de despedida en su honor en Durban, hojeando un periódico se informó de que se estaba elaborando una ley en la Asamblea Legislativa de Natal para negar el voto a los indios. Pospuso su regreso a la India y se dedicó a la tarea de elaborar diversas peticiones, tanto a la asamblea de Natal como al gobierno británico, tratando de evitar que dicha ley fuese aprobada. Si bien no logró su objetivo, ya que la ley fue promulgada, logró, sin embargo, llamar la atención sobre los problemas de discriminación racial contra los indios en Sudáfrica.
Gandhi en Sudáfrica (1895).
Amplió su estancia en este país, fundando el Partido Indio del Congreso de Natal en 1894. A través de esta organización pudo unir a la comunidad india en Sudáfrica en una fuerza política homogénea, inundando a la prensa y al gobierno con denuncias de violaciones de los derechos civiles de los indios y pruebas de la discriminación por los británicos en Sudáfrica.
Gandhi regresó a la India breve tiempo para llevar a su esposa e hijos a Sudáfrica. A su regreso, en enero de 1897, un grupo de hombres blancos lo atacó y trató de lincharlo. Como clara indicación de los valores que mantendría por toda su vida, rehusó denunciar ante la justicia a sus atacantes, indicando que era uno de sus principios el no buscar ser resarcido en los tribunales por los daños infligidos a su persona.
Al principio de la guerra de Sudáfrica, Gandhi consideró que los indios debían participar en dicha guerra si aspiraban legitimarse como ciudadanos con plenos derechos. Así, organizó cuerpos de voluntarios no combatientes que asistieran a los británicos. Sin embargo, al terminar la guerra, la situación de los indios no mejoró; de hecho, continuó deteriorándose.
En 1906, el gobierno de Transvaal promulgó una ley que obligaba a todos los indios a registrarse. Esto originó una protesta masiva en Johannesburgo, donde por primera vez Gandhi adoptó la plataforma llamada satyagraha (‘apego o devoción a la verdad’) que consistía en una protesta no violenta.
Gandhi insistió en que los indios desafiaran abiertamente, pero sin violencia, la ley promulgada, sufriendo el castigo que el gobierno quisiera imponer. Este desafío duró siete años en los que miles de indios fueron encarcelados (incluyendo a Gandhi en varias ocasiones), azotados e incluso fusilados por protestar, rehusar registrarse, quemar sus tarjetas de registro y cualquier otra forma de rebeldía no violenta. Si bien el gobierno logró reprimir la protesta de los indios, la denuncia en el exterior de los métodos extremos utilizados por el gobierno de Sudáfrica, finalmente obligó al general sudafricano Jan Christian Smuts a negociar una solución con Mahatma Gandhi.
Inspiración
Gandhi y su esposa Kasturba en 1902.
Durante sus años en Sudáfrica, Gandhi se inspiró en la Bhagavad-guita y en los libros de Tolstoi, particularmente en El Reino de Dios está en Vosotros. En la década de 1880 Tolstoi se había convertido profundamente a la causa del anarquismo cristiano. Gandhi tradujo otro libro de Tolstoi llamado Carta a un indio escrito en 1908, en respuesta a los nacionalistas indios que apoyaban la violencia. Gandhi permaneció en contacto con Tolstoi hasta la muerte de éste en 1910.4
La carta de Tolstoi se basa en las doctrinas hinduistas y las enseñanzas del dios Krisna en relación con el creciente nacionalismo indio. Gandhi también se inspiró en el escritor estadounidense, y también anarquista, Henry David Thoreau que escribió el famoso ensayo La desobediencia civil. El mismo Gandhi, en parte, se ha convertido en un referente muy representativo del anarquismo pacifista.
Regreso a la India
Gandhi regresó a la India en 1915. En esta época ya había cambiado sus hábitos y estilo de vida adoptando los más tradicionales de la India. Trató al principio de lanzar un nuevo periódico y de practicar la abogacía, pero fue disuadido por Gopal Krisna Gokhale, quién le convenció para que se dedicase a labores de mayor importancia nacional.
Gandhi y su esposa Kasturbá viajaron por toda la India. Mantenía una copiosa correspondencia con diferentes personajes en este país y continuaba experimentando con su dieta y profundizando sus conocimientos sobre religión y filosofía, pero sobre todo, prestó principal atención a la política.
Marcha de la sal
En 1930 protagonizó una importante protesta no violenta, conocida como marcha de la sal (salt satiagraha), que serviría de inspiración a movimientos como el del estadounidense Martin Luther King.
La Segunda Guerra Mundial
Gandhi con Nehru e Indira. Fines de los años treinta.
Gandhi ayunando junto a la joven Indira (la hija de Nehru, que más tarde sería la primera ministra de la India), en 1939.
El poeta bengalí Rabindranath Tagore con Gandhi en 1940.
Gandhi con Mahadev Desai (1942).
Jawaharlal Nehru bromea con Gandhi (Bombay, 6 de julio de 1946).
La Segunda Guerra Mundial estalló el 1 de septiembre de 1939, cuando la Alemania nazi invadió Polonia. Inicialmente, Gandhi había favorecido la política de indiferencia y no violencia contra los británicos, pero la inclusión unilateral de la India en la guerra, sin la consulta de los representantes del pueblo, ofendió a otros líderes del Congreso. Todos los miembros del Congreso eligieron dimitir en masa.
Después de largas deliberaciones, Gandhi declaró que la India no podría ser partidaria de una guerra que, aparentemente, era una lucha para la libertad democrática, mientras que esa misma libertad le era negada a la India.
Mientras progresaba la guerra, Gandhi intensificó su reclamo de independencia, bosquejando un llamamiento para que los británicos abandonasen la India. La rebelión de Gandhi y la más definitiva del Partido del Congreso tuvieron como objetivo el asegurar la salida británica de la India.
En el congreso del partido en 1942, Gandhi fue criticado por algunos miembros del mismo y por otros grupos políticos indios, favorables a los británicos y opuestos a la posición de Mohandas. Opinaban que el no apoyo a Gran Bretaña en su lucha a vida o muerte contra el nazismo era inmoral.
Para la India fue el movimiento más poderoso de la historia de su lucha, con detenciones y violencia en una escala sin precedentes. Millares de combatientes por la libertad murieron o cayeron heridos por el fuego de la policía, y cientos de miles fueron arrestados.
Gandhi y sus partidarios tuvieron claro que no apoyarían el esfuerzo de la guerra a menos que le fuera concedida la independencia inmediata a la India. Él incluso tuvo claro que esta vez el movimiento no pararía, aunque fueran cometidos actos individuales de violencia, y ordenó decir que «la anarquía» alrededor de él era «peor que la anarquía verdadera». Él invitó a todos los miembros del Congreso e indios a mantener la disciplina vía ahimsa (no violencia), y karó ia maró (‘hecha o dada’) en la causa última de la libertad.
Los británicos arrestaron a Gandhi y a todo el comité de trabajo del congreso en Bombay el 9 de agosto de 1942. Retuvieron a Gandhi durante dos años en el palacio de Aga Khan en Pune. Fue entonces cuando Gandhi sufrió dos golpes terribles en su vida personal. Su secretaria Mahadev Desai (de 42 años) murió de un ataque al corazón 6 días después y su esposa Kasturbá murió tras 18 meses de encarcelamiento, en febrero de 1944; Gandhi sufrió seis semanas más adelante un ataque grave de malaria. Lo liberaron antes de finalizar la guerra, el 6 de mayo de 1944, debido a su débil estado de salud y a la necesidad de curarse. El Raj británico no quería que él muriera en prisión y que eso produjera odio en la nación.
Aunque el movimiento no violento de la India tuvo moderados éxitos en su objetivo, la despiadada represión del movimiento trajo el orden a la India a finales de 1943. Con el final de la guerra, el imperio británico dio indicaciones claras de que el poder sería transferido a manos indias. En este punto Gandhi ordenó suspender la lucha, consiguiendo que liberaran a alrededor de 100 000 presos políticos, incluyendo la dirección del Partido del Congreso.
Partición de la India (1945-1947)
Gandhi recomendó al Congreso rechazar las propuestas del Plan de la Misión del Gabinete creado por los británicos en 1946. Desconfiaba de la idea de compartir el poder con la Liga Musulmana y las divisiones y descentralización que proponían los británicos.
Entre 1946 y 1947, más de 5000 personas murieron en enfrentamientos entre hinduistas y musulmanes. La Liga era popular en las regiones donde había una mayoría musulmana, como Panyab, Bengala, Sindh, NWFP y Baluchistán.
El plan de la división de la India fue aprobado por el Congreso como una forma de evitar una guerra civil hinduista-musulmana a gran escala. Los líderes del Congreso sabían que, si bien Gandhi era visceralmente opuesto a la partición de la India, también era prácticamente imposible aceptar el plan sin la aprobación de Gandhi, porque el respaldo de que gozaba en toda la India era muy fuerte. Sadar Patel, persona de confianza de Gandhi, fue el encargado de lograr su consentimiento al plan de división.
Gandhi gozaba de gran influencia en las comunidades hinduistas y musulmanas. Su mera presencia evitaba y paraba desórdenes y motines. Se oponía vehementemente a cualquier plan que implicara la partición de la India. Por otra parte, la Liga Musulmana argumentaba que la superioridad numérica de los hinduistas oprimiría sistemáticamente a la minoría musulmana en una India unida y que una nación musulmana separada era la única solución. Sin embargo, muchos musulmanes en la India vivían junto a hinduistas, sijes, budistas, cristianos, yainas, parsis y judíos y eran partidarios de la unidad de la India.
Pero Muhammad Ali Jinnah, líder de la Liga Musulmana tenía un amplio respaldo en Panyab Occidental, Sindh, NWFP y Bengala Oriental, es decir todo lo que forma hoy en día Pakistán y Bangladés. El día de la transferencia del gobierno, Gandhi no lo celebró como en el resto de la India y estuvo solo ese día en su residencia en Calcuta.
Asesinato y sus últimas palabras
El 30 de enero de 1948, cuando Gandhi se dirigía a una reunión para rezar, fue asesinado en Birla Bhavan (Birla House) en Nueva Delhi, a los 78 años de edad por Nathuram Godse, un radical hinduista aparentemente relacionado con grupos ultraderechistas de la India, como era el partido hinduista Hahasabha, quienes le acusaban de debilitar al nuevo gobierno con su insistencia en que le fuera pagado a Pakistán el dinero prometido.
Godse y su cómplice Narayan Apte fueron juzgados y condenados a muerte. Su ejecución se realizó el 15 de noviembre de 1949. Sin embargo, el que se considera como instigador del asesinato, el presidente del partido Hahasabha, Vinayak Damodar Savarkar, quedó libre sin cargo alguno por falta de pruebas.
Una prueba de la lucha de Gandhi y su búsqueda de Dios está en sus últimas palabras antes de morir exclamó: «¡Hey, Rama!». Esto se interpreta como un signo de su espiritualidad, así como su idealismo en la búsqueda de la paz en su país. Estas palabras están escritas en el monumento erigido en su honor en Nueva Delhi.
Su pensamiento sobre la salud y la alimentación
Uno de los aspectos menos conocidos de Gandhi, pero más importante para él, es el de la autogestión de la salud:
Aunque he tenido dos enfermedades graves en toda mi vida, creo que el hombre no tiene prácticamente necesidad alguna de tomar medicinas. De mil casos, novecientos noventa y nueve pueden tratarse con una dieta bien equilibrada, un tratamiento a base de tierra y agua y similares tratamientos caseros. Quien acude de inmediato al médico, al vaidya [médico ayurvédico ―el antiguo sistema hinduista de medicina―] o al hakim [arábigo, doctor o médico, en todos los países orientales, médico unani ―método griego de medicina―] por cualquier molestia, no sólo pone en peligro su vida, sino que se convierte en un esclavo de su cuerpo, en lugar de seguir siendo su amo, por lo que pierde el control de sí mismo y deja de ser un hombre***. Ahora creo que si sabes quien fue Ghandi, y creo ademas que lo puedes poner como ejemplo, mientras tu solo lo citaste a el, yo cite a varios de los nuestros.. Con saludos y esperando sepas aprovechar las enseñanzas, y sobre todo, poniendo de manifiesto lo que te enseño el Sr. Ghandi, el RESPETO, lo es todo. Quede de Ud., Jesse.
A Jesse
Jesse Diaz