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Rostros de la crisis en Cuba. «¿Cómo le digo a mis hijos que no hay…?»

14 / marzo / 2024

La mañana en que Yudeyvis Reinoso se plantó frente a la sede de Gobierno de Marianao, en La Habana, repetía la misma frase: «¿Hasta cuándo hay que aguantar?». En una transmisión compartida a través de Facebook exigió soluciones ante la escasez de alimentos que afecta a sus hijos. La incertidumbre, la carencia de comida y de medicinas son los detonantes más visibles que han llevado a las mujeres cubanas a ejercer la protesta cada vez con mayor frecuencia en entornos públicos y virtuales. 

Los reclamos más recientes están relacionados con problemas en la entrega de productos básicos (la leche y el pan de la cuota normada). Así lo hicieron saber en enero de 2024 varias internautas que protagonizaron un reto en Facebook para denunciar la falta de alimentos mediante mensajes y publicaciones en la página del Ministerio de Comercio Interior (Mincin).

Mientras Betsy Velázquez, ministra del Mincin, inauguraba la casita infantil «Amiguitos del Comercio», Bárbara W. preguntó en la misma publicación: «qué pasó con la leche de los niños». En el post en el que el Mincin anunciaba una feria para «realzar los valores de los productos cubanos», Dailenis G. comentó: «la leche del día 11 se la jamaron (...), medio kilo tumbado así como así y no pasa nada». 

En los primeros meses del año, la situación de incomodidad no ha cambiado. En febrero de 2024, el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) registró 661 protestas públicas espontáneas, lo que representa un aumento del 5.3 % respecto a las 626 documentadas en enero. La mayor parte de las protestas fueron impulsadas por mujeres que cuestionaron la gestión del Gobierno ante la crisis y pusieron en evidencia la incapacidad estatal. 

Mensaje de una madre cubana: «resiste tú pa´que sientas que no se puede más»

Cuando María Padilla fue a planchar el único uniforme de su hijo, lavado la noche anterior, descubrió que no tenía corriente. Eran las 6:20 de la mañana en Camagüey. Lo que se lee es parte de una denuncia publicada en Facebook. María habla sobre las madres que en el día anterior no tuvieron «pan normado», sobre las que no pueden «pagar 150 pesos por 10 bolitas de pan» o sobre las que carecen de gas licuado. Su mensaje es evidente, «no se puede más».

La crisis económica perjudica doblemente a las madres cubanas pues, además de recibir el impacto directo de las carencias, sobre ellas recae la responsabilidad del trabajo doméstico; también, en muchos casos, la búsqueda de alimentos y el cuidado de niños y de personas mayores.

La Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016 —realizada en un panorama menos grave que el actualconcluyó que las mujeres de 15 a 74 años dedicaban 36 horas cada semana a trabajos no remunerados tanto domésticos como de cuidados. Del total de horas, casi nueve eran para atender a niños, enfermos y personas dependientes.

Ocho años después, en medio de una profunda crisis migratoria y con una mayor tasa de envejecimiento de la población, hay más personas dependientes y menos en disposición de cuidar. Mientras tanto, se hace evidente el deterioro de los servicios públicos de apoyo al cuidado. Una realidad que afecta directamente a las mujeres que asumen esas labores. Para 2030, más del 50 % de los hogares cubanos estarán encabezados por mujeres, según el informe «Proyecciones de los Hogares Cubanos 2015-2030» de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

La información disponible sobre los índices de pobreza en Cuba es muy limitada, también los datos sobre su distribución geográfica y la diferencia entre grupos sociales. Pero varios estudios internacionales revelan que las mujeres tienden a enfrentar mayores niveles de empobrecimiento, en especial en situaciones de crisis y, en este sentido, Cuba no parece ser diferente. 

El acelerado incremento del costo de la vida, la contracción en la disponibilidad de los productos racionados y la escasez de alimentos y aseo de alta demanda suponen un impacto mayor para las madres en Cuba porque la agudización de la crisis también significa la disminución del poder adquisitivo, un menor nivel de ingresos y de ahorros. 

Según los datos oficiales de la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, en una semana las mujeres en Cuba dedican el 21.6 % de su tiempo al trabajo no remunerado. El 72.8 % de las personas que participaron en la investigación dijeron que los bajos ingresos son el principal problema de las mujeres en la isla, seguido de la escasez de viviendas (señalado por el 35.2 %) y los problemas de transporte (según el 31.8 % de las personas consultadas).  

El sondeo determinó que el principal efecto de la crisis había sido la intensificación de los trabajos no remunerados, que principalmente asumen las mujeres en el seno de los hogares. Es decir, una intensificación del esfuerzo, el sacrificio y las cargas que pesan sobre ellas.

Hijas, madres, mujeres, solas

Joaquina Rodríguez Vera vive en condiciones muy precarias, en Songo La Maya, Santiago de Cuba. Antes trabajaba en la agricultura, pero debió abandonar el empleo para cuidar a su madre enferma. Recibe una pensión mensual de 1 500 CUP, un ingreso que ni siquiera le permite comprar 1 kilo de leche en polvo que venden en el mercado informal a más de 2 000 CUP.

La disminución de servicios estatales de cuidados ha llevado a que un mayor número de mujeres cubanas asuma responsabilidades adicionales, lo cual lacera drásticamente su calidad de vida. 

Según la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población, el 37.4 % de las personas mayores de 50 años que alguna vez trabajaron dejaron de hacerlo por una razón diferente a las comunes de la jubilación. De ese grupo, el 25 % de las mujeres cesó en su empleo para cuidar a otras personas. Los números son de 2017.

Joaquina y su madre son mujeres ancianas y negras que viven en condiciones de pobreza extrema. «La poca alimentación que tenemos es (…) del primero al día seis», asegura ella. Hace referencia a la cuota de alimentos normada por el Estado y añade que después tiene que «estar inventando con lo que aparezca» para comer. Lo peor es el miedo. Además de la preocupación por los alimentos, teme que en el próximo ciclón les caiga la casa encima. «Nos podemos morir las dos porque aquí no viene nadie».

Ambas forman parte de un grupo aún más vulnerable. La población afrodescendiente en Cuba está desproporcionadamente representada entre las personas en situación de pobreza y persisten brechas sociales y económicas que afectan a las mujeres racializadas

Por otro lado, las que viven en zonas rurales tienen muchas limitaciones para acceder a recursos (agua potable, alimentación, ropa y calzado) y a servicios sanitarios. Una investigación de 2019 concluyó que, en ese momento, las mujeres representaban el 46.3 % de la población rural y solamente eran el 26.1 % de la fuerza laboral activa en esos territorios. 

Amanda y la crisis sanitaria. «Me están matando a mi hija»

Durante más de un año, Milagros Ortiz esperó por un trasplante de hígado para su hija afectada por atresia de las vías biliares y cirrosis de tipo 2. «No quieren intentar hacer algo por ella (...), me la están condenando a morir aquí», denunció Milagros en un video compartido por la activista Yamilka Lafita, conocida en Facebook como Lara Crofs. 

La historia de Amanda Lemus Ortiz conmovió a cubanos de dentro y fuera de la isla, quienes se sumaron a una campaña de crowdfunding para cubrir los gastos médicos de la operación en otro país. Las constantes denuncias en redes sociales fueron el catalizador para que la niña lograra viajar a España, donde la están atendiendo. También se hizo un llamado de atención sobre casos similares que esperan una respuesta. 

El 24 de noviembre de 2023, un grupo de madres cubanas protagonizó una protesta frente a la sede del Ministerio de Salud Pública (Minsap), en La Habana, para denunciar la desatención médica a la cual están expuestos sus hijos —niños con padecimientos graves o enfermedades crónicas—.

A raíz del suceso, la activista Diasniurka Salcedo quien fue obligada a salir de la isla posteriormenteenfrentó una medida cautelar por acompañar y difundir la manifestación. 

Como resultado de la protesta, algunas madres fueron atendidas. «Me mandaron a decir que [mi hija] ingresará solamente para que calle mi boca, pero a mí mi boca nadie me la va a callar porque lo que le van a hacer a la niña no es la solución para ella», dijo Yessica Peña, madre de Amelia quien padece estenosis esofágica, un estrechamiento del esófago que le impide ingerir alimentos.

En diciembre de 2023 emergieron nuevos reclamos de las manifestantes que se reunieron frente al Minsap. Es el caso de Eliannis Ramírez quien confirmó en su perfil de Facebook la falta de respuesta efectiva en torno al caso de su hijo. «Me recogieron mis datos y mi información, que me iban a visitar y no ha venido ninguno», dijo la madre, Jackeline Rodríguez. 

Emplear las redes para amplificar la denuncia es una práctica cada vez más frecuente entre los activistas y los familiares de los enfermos. Por esa vía se han expuesto historias personales y reclamos urgentes ante situaciones en las que la escasez de suministros, las limitaciones de personal médico y las trabas burocráticas impiden o limitan la asistencia a los menores. 

Protesta pública y violencia política

La respuesta del Gobierno cubano ante las expresiones públicas de descontento popular ha sido la amenaza y la represión. Lisdany Rodríguez fue una de las mujeres que salió a exigir cambios el 11 de julio de 2021. Por ese motivo cumple una condena de ocho años de cárcel en la prisión de Guamajal, en Santa Clara. 

Una denuncia realizada recientemente por la madre advierte que la Seguridad del Estado ha intentado propiciarle un aborto a Lisdany en contra de su voluntad. «No la están atendiendo porque quieren que se lo saque y nunca había salido embarazada», se escucha en un video compartido por la ONG Prisoners Defenders.

La situación que atraviesa la presa de conciencia muestra las vulneraciones a las que son sometidas las mujeres detenidas por motivos políticos. En junio de 2023, Cubalex advirtió que más de 100 presas políticas permanecen encarceladas.

Otras cubanas se han visto obligadas al exilio debido a su activismo y a sus denuncias en las redes sociales, como es el caso de Diasniurka Salcedo, Suleidys Pérez, Amelia Calzadilla y Marisol Peña Cobas.

En 2023 se registró un aumento significativo de la represión contra las mujeres, según los datos recopilados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH). De acuerdo con el informe, ellas fueron las principales afectadas en los casos de detenciones arbitrarias y retenciones ilegales en viviendas. 

2024 comenzó con reportes alarmantes. En febrero se documentaron 282 acciones represivas en la isla. De las 95 detenciones arbitrarias que se reportaron, 71 fueron contra mujeres

El OCDH alertó sobre un proceso de «vaciamiento de la oposición y de la sociedad civil» mediante distintos mecanismos de presión para forzar a ciudadanos y a opositores a salir del país. Entre ellos hay un gran número de activistas. 

En manifestaciones posteriores al 11J, mujeres que sufren por las condiciones de vida de sus familias han salido a exigir responsabilidades al Gobierno ante apagones, escasez de agua, gas o problemas de vivienda. El trasfondo ha sido también una denuncia de la falta de derechos políticos y sociales que padecen.

Madres al límite de la subsistencia exponen la falta de alimentos y medicinas, exigen cambios y defienden el «no me voy a callar», así como la posibilidad de interpelar directamente a las autoridades. Muchas cubanas han perdido el miedo aunque no cuenten con una representación efectiva ni tengan el permiso estatal para organizarse libremente sin ser perseguidas y criminalizadas. 

En sentido general, la manera de protestar ha sido plantarse en el espacio público y activar las denuncias en las redes sociales. Cerrar una calle con tanques vacíos, reunirse frente a un ministerio, hacer transmisiones en directo, dejar mensajes que desmontan la propaganda estatal, usar la palabra y la acción cívica como herramientas de poder, alzar la voz donde se limite o se anule su libertad. 

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Rainer

Excelente trabajo periodístico
Rainer

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