Aquella tarde sentí unos pasos en la escalera, pero nunca imaginé lo que vería cuando me asomé a la puerta. Yo había subido a recoger la ropa lavada y los niños estaban jugando con su papá en la sala. Todo sucedió en cuestión de segundos. Me quedé paralizada al ver a Emma, mi pequeña de un año y medio, en la escalera. 

Había subido sola y ni siquiera lo hizo gateando. Subió cada escalón de pie, como una niña grande. Sentí que el corazón se me iba a salir del pecho. Me encontraba en una mezcla de emociones intensas, sorpresa, orgullo, pero también una buena dosis de preocupación. Ver a mi bebé, todavía tan pequeña ante mis ojos, aventurarse en las escaleras fue un recordatorio de lo rápido que crecen nuestros hijos y de su insaciable curiosidad.

También recordé la vez que Daniel se cayó de la cama brincando de un lugar a otro. En aquel momento él tenía la misma edad que ahora tiene Emma, y el susto aún me hace sudar frío. 

Mi Travieso cumplirá en unos meses sus cuatro años. Parece increíble lo rápido que pasa el tiempo y lo desafiante que puede ser cada etapa vivida durante la crianza. Verlos crecer es nuestra mayor alegría. Cada paso, cada primera palabra, cada dientecito que va saliendo, cada caída tiene una historia que nos ha hecho crecer junto a ellos. 

De recién nacido a pequeño explorador

La etapa de recién nacido, con todas sus noches en vela y cambios de pañal, parecía desafiante en su momento. Muchas veces deseé que pasara pronto y que mis hijos crecieran un poco y quedaran atrás los sustos del reflujo y las ojeras como cuevas oscuras que me acompañaban. 

Sin embargo, a medida que fueron creciendo, me di cuenta de que cada nueva etapa de su desarrollo venía acompañada de desafíos que no habíamos previsto. La independencia de un niño tan pequeño puede parecer una montaña rusa de emociones, como todo lo vinculado con la mapaternidad.

Cuando somos padres, anhelamos el día que nuestros pequeños crezcan y se vuelvan más independientes. Pero, a medida que nuestros bebés se convierten en niños curiosos, ansiosos por explorar el mundo, descubrimos que el desafío no disminuye, sino que toma una forma diferente. Los niños, impulsados por una curiosidad aparentemente insaciable, a menudo se embarcan en misiones de exploración sin una comprensión completa de los peligros que pueden acechar. Los tomacorrientes, los objetos afilados, las sustancias químicas y otras amenazas se vuelven imanes para sus travesuras. Como padres, nuestra responsabilidad es garantizar su seguridad, lo que puede convertirse en el reto cotidiano.

Los pequeños trepadores, recolectores, escaladores, investigadores nos hacen vivir en un maratón constante. El deseo innato de explorar y descubrir el mundo es un elemento hermoso y fundamental para su desarrollo. Sin embargo, la curiosidad a menudo viene acompañada de una falta de conciencia de los peligros que los rodean. Los niños no entienden completamente lo que es seguro y lo que no lo es. Esta es la razón por la que los adultos, especialmente los padres, desempeñamos un papel crucial en encontrar el equilibrio entre garantizar la seguridad de nuestros hijos y el autocontrol para no sofocar su curiosidad, que no solo debe ser aceptada, sino fomentada. 

¿Cómo fomentar la independencia desde la infancia?

En los primeros años de vida es fundamental encontrar el equilibrio entre la protección y la autonomía, y brindar a nuestros hijos la oportunidad de explorar y aprender de manera segura.

Es importante proporcionarles oportunidades para explorar, hacer preguntas y descubrir por sí mismos. Esto les ayuda a desarrollar habilidades cognitivas, como el pensamiento crítico y la resolución de problemas, y promueve su independencia y autoconfianza.

La supervisión constante de los padres se convierte en un pilar fundamental, ya que la capacidad de los niños para encontrar peligros donde menos lo esperamos es impresionante. Pero la supervisión no lo es todo; también es crucial educarlos sobre la seguridad para que, mientras crezcan, puedan por su cuenta determinar lo que son situaciones de riesgo y tomar decisiones acertadas en un momento de peligro. 

Una estrategia eficaz es convertir la enseñanza de la seguridad en parte de la exploración. En lugar de simplemente decir «no toques eso» o «no te acerques ahí», podemos explicarles por qué es peligroso y cuáles son las alternativas seguras. Esto les ayuda a comprender los riesgos y a desarrollar una mayor conciencia de su entorno.

Además, podemos adaptar nuestro hogar para minimizar los peligros potenciales. Lo cual implica asegurarnos de que los productos químicos y objetos peligrosos estén fuera de su alcance, y proteger enchufes, escaleras y esquinas afiladas. Es un trabajo constante, ya que a medida que los niños crecen, su alcance y habilidades también se desarrollan.

La comunicación abierta y constante es otra herramienta valiosa. Fomentar un ambiente en el que los niños se sientan seguros para preguntar y discutir cualquier inquietud que tengan puede ayudar a prevenir accidentes. Además, como padres, debemos estar dispuestos a escuchar y a adaptarnos a sus necesidades cambiantes.

Criar a niños curiosos que constantemente buscan el peligro puede ser un desafío, pero también es una oportunidad para fomentar su crecimiento y desarrollo de manera segura. A medida que enfrentamos estos desafíos, recordemos que el equilibrio entre libertad y seguridad es esencial y que, con amor, paciencia y educación, podemos ayudar a nuestros pequeños a explorar el mundo de manera segura y valiente.

¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional en la infancia?

La inteligencia emocional es imprescindible para que niñas y niños crezcan con las herramientas sociales que les permitan canalizar adecuadamente sus sentimientos, ser más empáticos y gozar de un mayor bienestar.

Algunas sugerencias para padres que crían niños curiosos:

Supervisión constante: Mantén una supervisión activa de tus hijos, especialmente en situaciones potencialmente peligrosas. Implica estar cerca y atento a lo que están haciendo.

Educación sobre la seguridad: Enseña a tus hijos sobre los peligros comunes en el hogar y cómo evitarlos. Explícales por qué ciertas cosas son peligrosas y cuáles son las alternativas seguras.

Adaptación del entorno: Asegúrate de que tu hogar esté adaptado para minimizar los peligros. Incluye asegurar los productos químicos y objetos afilados, proteger enchufes y esquinas, y mantener objetos peligrosos fuera del alcance.

Comunicación abierta: Fomenta una comunicación abierta y sincera con tus hijos. Anímalos a hacerte preguntas y a hablar sobre cualquier inquietud que tengan.

Establece límites claros: Define límites y expectativas claras para tus hijos. Les ayudará a comprender lo que está permitido y lo que no, y a sentirse seguros en su entorno.

Modela el comportamiento seguro: Los niños a menudo aprenden observando a sus padres. Si demuestras comportamientos seguros y conscientes, es más probable que ellos también los adopten.

Fomenta la independencia gradual: A medida que tus hijos crecen, permíteles tomar decisiones y asumir responsabilidades de acuerdo a su edad. Les ayudará a desarrollar habilidades y confianza.

Busca apoyo: No dudes en buscar el apoyo de otros padres o incluso profesionales si sientes que necesitas orientación adicional.

Mantén la calma: A pesar de los desafíos, es importante mantener la calma y la paciencia. Los niños aprenden a través de la repetición y la experiencia, por lo que es natural que cometan errores y necesiten correcciones.

Celebra los esfuerzos: No olvides celebrar los logros de tus hijos a medida que crecen y desarrollan nuevas habilidades. Refuerza su autoestima y les motiva a seguir aprendiendo.

Criar a niños curiosos es una aventura emocionante y llena de desafíos. Fomentar su curiosidad mientras se mantienen seguros requiere equilibrio y paciencia, pero es una parte fundamental de ayudarlos a crecer y desarrollarse como personas independientes y seguras.