
Ilustración: Wimar Verdecia
El Enjambre dialoga sobre situación de las mujeres ante las medidas de cuarentena
20 / abril / 2020
El episodio número 23 del podcast sobre la realidad cubana contemporánea en el universo Twitter contó esta vez con la presencia de la psicóloga e investigadora cubana Ailynn Torres Santana, quién ilustró a los oyentes acerca del comportamiento de la violencia de género en los hogares durante la cuarentena y el aislamiento social.
La doctora en Ciencias Sociales comenzó alertando sobre el llamado de atención de organizaciones internacionales, incluida la propia OMS, UNFPA, ONU, UNICEF y colectivos feministas y defensores y defensoras de derechos humanos, sobre los efectos diferenciados de la pandemia para hombres y mujeres. Al respecto, detalló que los efectos específicos en este caso tienen un eje económico y uno social; algunos se están observando en el presente, dentro de la gestión coyuntural de la pandemia, y otros se van a observar después, en la poscrisis.
“El conjunto de medidas que se tomarán después de la crisis tienen que tener en cuenta que las mujeres saldrán de esta en condiciones distintas de las que se espera que salgan otros grupos sociales. Uno de los efectos sobre el que se ha llamado mucho la atención, es que a partir del decreto de cuarentenas, toques de queda y restricciones de movilidad en todos los países, ha habido un estrepitoso aumento de la violencia hacia las mujeres y los menores en el ámbito doméstico. Esto se ha verificado en todos los países: China, Italia, España, Francia… y en muchos de América Latina se han revelado las cifras de un incremento considerable de las llamadas para pedir auxilio por situaciones de violencia en el espacio doméstico, y las denuncias en otros casos.
“En algunos países se han reportado mucho las llamadas de ayuda ante esta situación, y han disminuido las denuncias. Esto tiene que ver con las barreras en el acceso a la justicia que están teniendo las mujeres, porque algunas requieren presencia física y otras son imposibles de hacer, ya que aumentan los controles de los agresores a las mujeres en los hogares.
“En Cuba no tenemos cifras sobre si hay un aumento o no. Podría saberse a través de los registros de las llamadas a las Casas de Atención a la Familia o a la Federación de Mujeres Cubanas, o bien los de denuncias policiales. Sin embargo, esos registros no son públicos, por tanto, no sabemos si la violencia ha aumentado o no desde que se empezaron a dictar las medidas de restricción. Probablemente, este sea el desafío más grande, construir políticas y medidas alrededor de eso, y aunque no tenemos registro pienso que es posible esperar que, en efecto, estén aumentando los casos, porque los índices de violencia entre parejas y las familias en Cuba son comparables con los promedios globales. La violencia hacia las mujeres en los espacios domésticos y hogares es un problema persistente y reconocido institucionalmente; siendo así es de esperar que los índices de violencia al interior de los hogares aumenten.
“La pandemia también tiene un efecto en el aumento de la carga del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares. Al estar los niños y niñas en las casas a partir de la suspensión de las actividades escolares, al estar todos los miembros de la familia en el hogar de manera más permanente, y aumentando también las dificultades para la reproducción de la vida por la precariedad y la dificultad de acceso a bienes, aumenta el trabajo que hay que hacer en la casa para cuidar a los menores; asistirles en las tareas escolares, asegurarles los alimentos y el cuidado a ellos, así como a todos los miembros de la familia. Este es un tipo de trabajo que habitualmente realizan las mujeres, y en Cuba también es así. Ese trabajo aumenta con la crisis sanitaria que converge con las crisis previas, y es un efecto importante porque aumenta la carga de trabajo, que está desigualmente distribuida en los hogares entre hombres y mujeres.
“Otro efecto es ver restringido los derechos y garantías de salud sexual y reproductiva de las mujeres. Por ejemplo, en el caso de embarazo y decisión de interrumpirlo cuáles son los límites que podría estar teniendo el acceso a los servicios de interrupción de los embarazos para las mujeres que los necesiten. Está en primer lugar el riesgo de contagio y también es visible la necesidad de redireccionar servicios médicos para atender la pandemia.
“Hay otro asunto muy importante que está relacionado con que las mujeres estamos sobrerrepresentadas en los sectores de trabajo informal, aquellos que no se realizan bajo contrato, que no establecen una dependencia salarial y que están siendo altamente afectados durante esta crisis, ya que dejan a las personas sin garantías salariales porque no son sujetos de derechos laborales. Es muy probable que los servicios suspendidos durante la crisis y la paralización del trabajo en el sector informal deje desprotegidas a las personas que reciben ingresos por esta vía, muchas de las cuales probablemente sean mujeres.
“Tenemos que tener en cuenta también que las mujeres estamos sobrerrepresentadas en el sector de la salud. Más del 70% del personal de salud en Cuba son mujeres y eso supone una mayor exposición al contagio, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de asegurar las medidas de seguridad física para ellas. A la vez, qué pasa con esas mujeres del sector de la salud que tienen hijos e hijas que necesitan cuidados y que en algunos casos no tienen quien asegure los cuidados dentro de los hogares.
Torres Santana se refirió, asimismo, a las formas más comunes de violencia: la agresión psicológica, la física, la sexual y la económico-patrimonial, las cuales pueden converger en los espacios domésticos y verse incrementadas durante la crisis. En este sentido, alertó que los ciclos de violencia van en aumento en cuanto a intensidad y que muchas veces un tipo de violencia psicológica deviene en violencia física o sexual.
“¿Cómo protege la ley cubana a las mujeres que puedan ser víctimas de agresión en sus hogares?”, indagó Camilo.
“Cuba no considera la violencia de género como un delito específico dentro de su Código Penal y tampoco como una categoría dentro del cuerpo normativo cubano. Esta es una barrera importante a la hora de procesar este tipo de delito desde el punto de vista penal y gestionar su emergencia y mayor agudización, así como para las políticas de prevención”, explicó la experta.
“Al mismo tiempo, dentro del Código Penal están considerados los delitos violentos como una categoría a tener en cuenta. La violencia hacia las mujeres en los espacios domésticos podría procesarse desde el punto de vista legal a través de la figura de delito violento que, en el caso cubano, está considerado el agravante si el agresor es familiar o persona cercana a la víctima.
“Más allá de cómo la ley puede protegernos, es importante pensar en cuáles podrían ser las políticas públicas habilitadas o no para gestionar este tipo de hechos. Hay una carencia muy notable de políticas públicas protectoras para las mujeres sujetas a violencia de género. También hay procedimientos policiales muy deformes, muy faltos de tino a la hora de implementarse y gestionar situaciones de denuncia y emergencia de las mujeres. Hay testimonios suficientes para asegurar que el cuerpo policial no está preparado ni para recibir las denuncias ni para gestionarlas al interior de los espacios domésticos. Esto es una barrera muy grande que se revela en que un por ciento muy pequeñito de las mujeres en Cuba piden ayuda policial.
“El sistema policial no es un lugar seguro ni eficiente para las mujeres y no las acompaña de forma efectiva. Lo mismo podría decirse de otro tipo de políticas muy necesarias en clave de protección y emergencias de casos concretos. Además, está la inexistencia en Cuba de refugios de emergencia para mujeres en situación de violencia en sus hogares que constituyan peligro para sus vidas y que necesiten salir de ahí ellas y sus hijos porque estén en peligro. Los refugios para estas mujeres son habituales en muchos países del mundo; hay algunos que cuentan con redes de refugio en todas sus provincias y es algo de lo que carecemos en Cuba. La ley no protege como debería a las mujeres en esta situación, pero tampoco lo hacen las redes institucionales con el alcance que se necesita.
“¿Qué consejos pudieras brindarles a las mujeres que son víctima de violencia en sus hogares?”, preguntó Lucía.
“Deben tejer redes y buscar ayuda porque este no es un problema individual, es un problema social, que nos atañe a todos y todas. Lo primero que tienen que entender las mujeres víctimas de violencia y aquellos con personas cercanas en esta situación, es que es un problema que debemos resolver de conjunto. Para las mujeres en esta situación es muy importante tener en cuenta cuáles son los canales disponibles que, como decía antes, son pocos y estrechos. Pero los que sea que existan debemos tenerlos a disposición y tener a mano los teléfonos de la Policía, la Fiscalía, el habilitado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), como los de distintas organizaciones y colectivos que se han activado en esta emergencia para atender a mujeres en situación de violencia machista. No son muchos los servicios habilitados y tienen poco alcance, pero los que hay están funcionando a distancia, por redes telefónicas, y es importante que todas las mujeres, tanto las que estén en esa situación como las que no, tengan estos teléfonos a mano.
“El Centro Oscar Arnulfo Romero ha habilitado un servicio de consejería por correo electrónico tanto legal como psicológico; está la plataforma “Yo sí te creo” en Cuba, que opera sobre todo desde las redes sociales (Facebook), pero que ha habilitado una línea telefónica para los casos de violencia en los hogares y ofrece acompañamiento y asesoría legal y psicológica. Es muy importante socializar estos servicios y contactos telefónicos para tenerlos a mano en situación de emergencia.
“Por otra parte, hay estrategias a mediano y largo plazo relacionadas con establecer códigos o claves de comunicación con personas cercanas que en un momento determinado puedan hacer las denuncias o ir por ayuda en caso de agresión física dentro de los hogares. Puede ser un mensaje o palabra clave que se pueda enviar a una persona de confianza, puede ser un sticker a través de un chat. Se trata de crear redes de ayuda para los momentos de necesidad y premura y tener preparada, por ejemplo, una mochila con las cosas básicas que podamos coger y salir corriendo si llega el momento. Estas son estrategias en situaciones límite y de emergencia.
“Según los datos de Cuba, casi un 40 % de mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia al interior de sus relaciones de pareja, lo cual es un dato notablemente grande. Entonces, como sociedad necesitamos hacer crecer los espacios de acompañamiento y sostener sistemáticamente las denuncias cuando hay malos procedimientos institucionales. Debe insistirse en la solicitud persistente a las instituciones y al gobierno para que intervengan en los planes legales e institucionales para incrementar los servicios, tanto de prevención como de acompañamiento a casos de violencia de género, porque no se trata solo de esfuerzos pequeños e individuales, sino de un activo compromiso político real”.
Hayes: “Muchas de estas mujeres víctimas de abuso comparten sus problemas con familiares, amigos, vecinos… ¿Qué consejos les darías a estas personas que escuchan a estas mujeres agredidas?
Doctora Torres Santana: “Es muy habitual la revictimización. Esto implica poner en duda sus testimonios, preocupaciones o denuncias; minimizarlos, relativizarlos o asegurarles que eso va a pasar, que no va a llegar a mayores problemas o que debe aguantar por los hijos. Tratar de deslegitimar las denuncias de las mujeres es un comportamiento social muy habitual que tiene que ver con la invisibilización del problema y con la falta de profundidad con que se analiza este problema que puede llegar hasta la muerte, o daños psicológicos, físicos, sexuales, económicos, importantísimos para las mujeres. Lo primero es reconocerlo como problema y entender que cuando estamos revictimizando a una mujer víctima de violencia machista estamos siendo cómplices de ese proceso de violencia y daño. Lo que más necesita una mujer en esa situación es acompañamiento emocional y alternativas legales y psicológicas”.
Los enjambreros agradecieron los aportes de la doctora Torres Santana e intercambiaron a lo largo del capítulo sobre otros temas de interés, como las cifras de médicos que sufren de la COVID-19 en Cuba, que representan un 10 % del total de los casos. “Está muy bien lo de los aplausos a las 9:00 de la noche, pero si realmente queremos ayudar a los médicos, quedémonos en casa. Entiendo que salgan si tienen que ir a comprar comida o un trabajo imprescindible, pero si no es una salida esencial colaboren con estos médicos”, instó Camilo.
A su vez, los jóvenes dialogaron en torno a la situación de incertidumbre de la Educación en Cuba y los nuevos ingresos al sistema escolar; las multas a los periodistas independientes por sus publicaciones en las redes sociales y las disfuncionalidades de las compras online en el país.
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