La amargura de los habitantes del río Miel: historia de un colapso

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A simple vista, parece un tramo de madera destrozada. Un esqueleto de puente. Pero para los vecinos de Boca de Miel, la pasarela sobre el río es mucho más que eso. Representa la herida abierta de una comunidad a la que, seis meses después del paso del huracán Oscar, aún nadie le tiende la mano. Una muestra de que la «reconstrucción» en Cuba no llega a todos por igual. En octubre de 2024, el estado del puente sobre el río Miel empeoró, cuenta a elTOQUE Suyenis Lambert, una de las más de 500 personas que viven en la zona. No es la primera vez que la estructura está al borde del derrumbe. 

Desde la ciudad de Baracoa, la imagen del río Miel no es idílica. Divide. Excluye. Silencia. Un bote —una cayuca— opera como la única opción para cruzar. No hay horarios garantizados. Tampoco seguridad. Después de las 6 de la tarde, cualquiera se puede morir en Boca de Miel y nadie se entera. Esto no se debe a un presagio o una maldición. La respuesta es mucho más simple. Desde esa hora, el pueblo se queda incomunicado y acudir a un hospital resulta casi imposible. 

«Mi hija por poco se mata en ese puente, pero eso no le importa a los dirigentes del país, y mucho menos a los de la provincia porque ellos no transitan por ese lugar», escribió Yudannys Fuentes en un comentario que se ha compartido decenas de veces entre grupos de Facebook y redes comunitarias. «Ese barrio, en tiempo de lluvia, se queda incomunicado por todas las vías de acceso». Quienes no alcanzan la cayuca deben caminar kilómetros para poder rodear el río. Y eso, en un lugar con lluvias frecuentes y caminos sin asfaltar, se vuelve una forma de castigo. 

Baracoa no olvida al huracán Oscar. El 20 de octubre de 2024 tocó tierra con fuerza, barriendo caminos, estructuras y techos. Pero en Boca de Miel, lo que más se extraña es el paso seguro de una orilla a otra. El puente no era un lujo sino una necesidad diaria. Médicos, maestros, ancianos, niños, vendedores ambulantes, estudiantes… todos lo usaban.

Sin embargo, unos meses antes, en agosto de 2024, un video reveló que la estructura estaba muy endeble. «Cada vez que lo hacen [reparan] es una mierda, nunca han querido construir algo que valga la pena», opinó Dalmaris Primer Alba en una publicación de la emisora local Radio Baracoa. Su comentario, duro y sin filtros, refleja el hartazgo. Porque no es la primera vez que el puente se reconstruye a medias. Y no hay indicios de que esta vez vaya a ser diferente.

Una comunidad cansada

A la denuncia de Yudannys se suman otras voces. «Ese puente es imprescindible para los cientos de personas que a diario pasan por él», recuerda Daylen Lobaina en otro comentario. «Es el tramo más corto para ir a la ciudad (...) ¿Hasta cuándo Boca de Miel?». Lo que más molesta, según muchos vecinos, no es solo el retraso, sino el silencio. La ausencia de respuestas oficiales. Ni una fecha, ni un plan, ni una explicación. Solo el eco del agua golpeando las ruinas del viejo puente.

«Por esta vía cruzan además de los pobladores de Boca de Miel, los de Majayara, Majana, Yara y algunos de Bomba», detalló el usuario Ysidro Leiva, con un conocimiento casi cartográfico del territorio. «En todos los casos, un gran porciento [de los pobladores] labora, estudia, o hace otras actividades en la ciudad. Además, en situaciones de urgencia, no hay alternativa. No hay salida», comentó en la publicación de Radio Baracoa.  

En declaraciones a nuestro medio, Ysidro confirmó que la infraestructura ha sido intervenida en varias ocasiones desde la década del 70, utilizando en cada reparación «madera preciosa» de alto costo. «Especialistas en inversiones de esta índole, alegan algo que muchos conocemos: con el valor económico de esos recursos, se hubiesen podido construir alrededor de dos puentes de cemento», advirtió Ysidro.  

Una de las preocupaciones constantes es la atención médica. Si alguien se siente mal fuera del horario del cayuquero, no puede salir. No puede ir al hospital, ni al policlínico, ni siquiera a pedir ayuda. «Cuando se enferma alguien, quitan el botecito a las seis de la tarde y no pueden andar por la noche porque lo tienen prohibido», denunció Yunet Paján Giral. «Pero para esa situación no hay recursos… qué pena». 

Más que Boca de Miel: ¿cómo cruzar? 

La percepción de que el problema se limita a Boca de Miel indigna a muchos. «Está la zona de Boca de Miel… cierto. Pero también Majana, Yara, Majayara, hasta Boma. Son miles de personas perjudicadas con este tema», advirtió Mila Maresma, sugiriendo que las cifras oficiales se quedan cortas.

Según los testimonios recogidos, el puente actual no resiste las crecidas, poniendo en riesgo la seguridad de las comunidades aledañas. Además del deterioro estructural, la situación representa un obstáculo significativo para el acceso a servicios esenciales. «Gran parte de la población que habita estos poblados tiene vínculo laboral y estudiantil en La Primada», añadió Ysidro, quien también subrayó que ante situaciones imprevistas, como emergencias médicas, la falta de un paso seguro hace «prácticamente imposible el cruce». 

«El puente es necesario para el paso de habitantes de cinco comunidades», añadió otra usuaria en Facebook. «Se necesita que lo arreglen, pero que sea algo que valga la pena. No para salir del paso. Porque después caen en la misma situación». Otros residentes han denunciado irregularidades en el uso de recursos públicos, la falta de supervisión técnica y una posible repetición de errores cometidos en obras anteriores.

Suyenis Lambert Leyva, vecina del sector afectado, aseguró a elTOQUE que el puente anterior «no llegó ni al año cuando ya estaba roto». Según la residente, el deterioro prematuro se debió al desvío de materiales y la ausencia de control por parte de las autoridades.

«El problema es que nadie supervisa. Ese puente no puede durar porque siempre hay desvío de materiales», sostuvo Lambert, quien expresó su preocupación por la nueva obra que, según ella, se pretende levantar en la zona. No hay información disponible ni declaraciones oficiales sobre el nuevo proyecto, por lo que no hemos podido verificar estos datos. 

Suyenis también advirtió que el diseño tendría una estructura superior a los 10 metros de alto al estar ubicado en una pendiente. «Es bajando una loma, donde ancianos y niños no podrán transitar por el puente», dijo. Además, cuestionó que no hay un arquitecto a cargo para asegurar la viabilidad técnica y humana del proyecto.

Lambert considera que la obra no representaría una solución real al problema estructural del puente, sino más bien una oportunidad de lucro para empresas privadas. «Vamos a ser afectados la mayoría de la población con una obra que al final no será la solución, sino, como siempre, para el beneficio de mipymes —empresas particulares de construcción—», denunció.

Según su testimonio, la misma compañía que construyó el puente anterior estaría a cargo del nuevo proyecto, y habría solicitado aún más fondos, pese a los antecedentes de mala ejecución. «Pidieron más dinero para invertir y al final no van a garantizar la calidad. Están viendo por dónde ahorran más, y eso significa que no les importa lo que hagan, sino ahorrar recursos», afirmó.

La denunciante cuestionó además el sentido de «ahorrar» en una inversión ya asignada por el Estado. «No entiendo por qué, si se destina un dinero para una obra, tienen que pensar en ahorrar. Eso no tiene lógica», concluyó.

La política del olvido

«¿No vieron al primer secretario en Cajobabo en la TV? Yo pensaba que iba a dar un saltico hasta allá. Seguro no hay combustible», ironizó el usuario Pedro Rafael en Facebook, burlándose de la desconexión entre las visitas institucionales y las necesidades reales del pueblo.

Yender Villafañes Vior, en cambio, fue más directo: «Si por ahí hubiesen desembarcado Martí o Gómez, en este aniversario cerrado y con la visita del presidente, ya estuviera terminado el puente. Lastimosamente todo lo ligan a la política de historias pasadas, muy ajenas a las necesidades actuales». 

Su crítica toca un nervio sensible: la tendencia a priorizar la conmemoración histórica sobre la vida presente. Porque en Boca de Miel no piden estatuas ni placas, solo un puente que funcione. Uno que no se derrumbe con cada tormenta. Uno que no sea un privilegio, sino un derecho.

Tras el paso del huracán Oscar, el Gobierno cubano desplegó puentes tácticos de origen ruso en zonas como Imías, facilitando el paso de vehículos de hasta 12 toneladas. También se reabrieron tramos de carretera en la provincia. Pero Boca de Miel quedó fuera del mapa. Fuera del discurso. Fuera de la ayuda. Y eso es lo que más duele. Mientras esperan una solución, los habitantes de Boca de Miel se convierten, cada vez más, en un pueblo que ha perdido la dulzura. 

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