En Cuba no hay elecciones, sino votaciones en las que la libertad del electorado alcanza solo para decidir si ratifica o no las decisiones y propuestas que han hecho, con anterioridad, quienes administran el Gobierno.
El sistema necesita, para legitimarse, que la mayor cantidad de ciudadanos voten. Necesita, también, armar una narrativa que brinde una apariencia de normalidad y apoyo mayoritario de la población.
La prensa oficial y los dirigentes gubernamentales, por ende, forman parte del entramado de la propaganda y la manipulación para lograr imponer sus lógicas.
En ese sentido, la afirmación de José Luis Toledo, actual presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, de que el proceso de nominación se había comportado sin incidencias es una manipulación.
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