Beyond Roots: una plataforma de afro-proyectos

En su tienda, Beyond Roots oferta todo tipo de productos afro-estéticos. Foto: Pedro Sosa

Beyond Roots: una plataforma de afro-proyectos

10 / enero / 2020

Sentada en “su puesto de mando” (una mesa de granito en un patio lleno de animales), Adriana Heredia Sánchez, fundadora de Beyond Roots junto a José Luis Corredera Gutiérrez, repite una y otra vez la palabra “plataforma” para referirse a su emprendimiento. “Es algo tan amplio que a veces cuesta trabajo ubicarse, pero su objetivo, tal como yo lo definí, es promover la cultura afro desde distintas dimensiones”; así intenta explicar el porqué, más que un proyecto, es una plataforma.

Beyond Roots, actualmente, cuenta con seis experiencias en Airbnb, más de 30 integrantes, la primera tienda de estética afro en Cuba y se relaciona con otros proyectos para organizar actividades relacionadas con la promoción de la afrocubanidad. En 2016, año en que fue fundado, era apenas un sueño de tres personas en el periférico municipio habanero de Guanabacoa.

LOS INICIOS DE BEYOND ROOTS

“La primera experiencia la ideamos durante el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos –cuenta Adriana. La afluencia de turistas norteamericanos en Cuba era enorme y entendimos que era un tipo de turista diferente, el cual venía buscando algo más allá de lo clásico. Sí existían tours sobre cultura afro, pero no pasaban de visitar el Callejón de Hammel o tal vez ir a la Casa de África. Nosotros queríamos hacer algo más real, que los visitantes entendieran la cultura afrocubana desde la casa de la gente, desde el cómo vivimos y lo que nuestros abuelos nos han pasado de generación en generación”.

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Adriana Heredia es una de las fundadoras y guía del proyecto. Foto: Pedro Sosa.

Para comenzar su negocio, dice José Luis, buscaron entre las opciones de licencias posibles en el país, fijándose “no en el nombre de cada una, sino en su descripción, que es donde dice realmente el alcance de las actividades que puedes realizar”.

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José Luis Corredera, el otro fundador, siempre se ha encargado más de la logística y la organización de las experiencias. Foto: Pedro Sosa.

Cuando ya tenían claro que querían ofrecer eventos a otras personas, los dos fundadores contactaron con Damián Peñalver, quien es babalawo (sacerdote de la religión yoruba) desde los 14 años y, en casa de este último, comenzaron a realizar su primera experiencia. Consistía en llevar a los clientes al Museo de Guanabacoa, donde están representadas las tres principales religiones afrocubanas del municipio: santería, abakuá y palo monte; luego, caminar por el centro de la localidad y pasar un rato en un bar local llamado Los Orishas; explicarles y mostrarles el funcionamiento de la libreta de abastecimiento, así como de los sistemas gratuitos de educación y medicina en Cuba; finalmente, llegar a casa del babalawo, donde los visitantes presentaban sus respetos al santo, tenían una limpieza espiritual, conocían sobre los sistemas de adivinación y luego se les ofrecía comida y música tradicionales.

La mayor parte del trabajo recaía sobre los dos fundadores. Durante la noche, pre-cocinaban la comida y estudiaban para poder dar una experiencia fluida. En la mañana, Adriana iba en un taxi a buscar a los turistas; José Luis se quedaba a comprar algunos alimentos frescos y a encender un televisor Panda de su mamá, el cual era necesario calentar dos horas antes para que funcionara y se entendieran los videos musicales. Luego, daban el tour, lo explicaban todo, terminaban de cocinar, servir, mientras atendían en todo momento a los clientes.

Como explica José Luis, “el mayor dilema siempre ha estado en los servicios de terceros”, pues hay muchos recursos que les son necesarios y no están en sus manos. “Por ejemplo, un taxista puede llamarnos dos minutos antes del inicio de la experiencia y decir que no puede dar el viaje por cualquier razón; o en el museo, como no existe una cartelera con la cual nos podamos enterar de ciertos eventos extraordinarios, puede ser que lleguemos con los clientes y de momento esté cerrado por reparaciones”, argumenta él. También pueden verse afectados por períodos de escasez de determinados alimentos en los mercados cubanos.

Además, lo habían ideado todo para grupos pequeños, de unas tres personas, con miedo de que no les gustara el ambiente de la experiencia al ser en “un lugar bastante humilde, en el patio de una casa donde inicialmente había, incluso, que descargar la taza del baño con un cubito”, según la fundadora. Sin embargo, ella misma expone cómo desde la primera vez tuvieron seis visitantes, quienes “se encargaron de hacer la experiencia viral y de ahí en adelante fue una locura”. Todo este sistema de solo tres trabajadores cambió cuando, producto del éxito obtenido, un día no les alcanzaron los platos.

“Tuvimos que pedirlos a los vecinos. La mamá de Jose nos dio un plato, otros vecinos otros y así resolvimos. Desde entonces, empezó la gente a acercarse a nosotros y a preguntarnos qué necesitábamos, cómo podían ayudarnos; estaban todos locos con que estuviéramos trayendo turistas a Guanabacoa. O sea, el primer acercamiento fue para darnos ayuda sin recibir nada a cambio y eso para mí fue un punto de inflexión, porque entendí que podíamos crear una cosa mayor, una experiencia de la comunidad”, narra Adriana.

“Al principio, yo no entendía nada del proyecto –admite Surama Gutiérrez, la madre de José Luis–, pero, como tenía experiencia en la cocina y vivo cerca, ellos me pidieron ayuda y yo por supuesto se la di. Luego entendí de qué va esto y disfruto mucho transmitiéndoles a los turistas nuestra cultura, nuestra identidad, la humildad con la que vivimos”.

También, en aquel tiempo, nació el grupo de rumba Eshu Aye. Sus integrantes Hiroshi e Hitoshi Echevarría, Miguel Hidalgo y Reinier Duquesne, todos entre los 20 y los 30 años, antes eran profesor de secundaria, barbero, bodeguero y solo el último tocaba en ceremonias religiosas caseras. “Somos del barrio (de Damián), nos conocemos desde niños y decidimos unirnos y hacer algo to´ afro, algo natural, de patio.

“Eshu Aye significa prosperidad, desenvolvimiento, el dios de la vida. Al principio no sabíamos tocar pero esto no es de escuela, lo llevamos en la sangre y aprendimos de nuestros mayores y de ‘hermanosʼ que sabían de rumba”, relata Hiroshi, el director de la agrupación. Sobre ellos, Adriana dice riéndose: “cuando los escuché por primera vez quería llorar. Nosotros, con una donación hecha por clientes, compramos los instrumentos y se los dimos para que practicaran y aprendieran por su cuenta. Cuando nos demostraron ser buenos, comenzaron a tocar en la experiencia”.

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Las calles humildes de Guanabacoa son parte importante de las experiencias. Foto: Pedro Sosa

El éxito financiero permitió hacer crecer el proyecto. “Empezamos con la música en vivo y Surama se quedó fija en la cocina, pero cuando son grupos muy grandes ella se vuelve loca y entonces surgió el rol de ayudante de cocina. El patio está lleno de animales y yo soy incapaz de decirle a Damián que debe retirarlos, porque este es su espacio, entonces necesitamos a alguien para limpiarlo y así, poco a poco, fuimos necesitando gente e incorporando a personas de los alrededores. Solo los guías no son de la comunidad. Yo soy profesora de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana y, como un guía debe poder hablar, además de sobre religión, sobre política, economía, historia y sobre todo dominar el idioma inglés, me era más fácil encontrar personas cualificadas en el entorno universitario”, comenta Adriana.

Francys Fuentes, la primera guía en unirse, describe su ingreso así: “recién estaba terminando mi servicio social como profesora de Filosofía y Arte en una universidad militar. El tema de estar en una institución de ese tipo me resultaba bastante complicado y quería irme de allí. Me enteré del emprendimiento de José Luis y Adriana, a quien yo conocía de otro proyecto en el cual habíamos coincidido y, como ella necesitaba a alguien y yo necesitaba algo, nos unimos”.

Ella también habla sobre el difícil proceso de preparación: “escuchaba todo el tiempo a Adriana y tuve que estudiar mucho por mi cuenta, pero me resultó muy interesante. Yo me había acercado desde la Sociología y las Ciencias Sociales, así como desde mi interés personal, a varias formas de la espiritualidad humana de distintas culturas, pero tenía una suerte de carencia sobre lo que eran las religiones afrocubanas; mi familia no es practicante ni mi barrio es uno de esos lugares icónicos de la religión, entonces Beyond Roots me resultó un gran espacio de aprendizaje”.

Así, con todas las incorporaciones, Beyond Roots pasó durante su primer año de ser un proyecto de tres personas a uno de 19 y de tener una experiencia en Airbnb a seis; manteniendo la primera y creando otras especializadas en sectores de la afrocubanidad como la música, la danza, la comida, las artes visuales y los sistemas de adivinación.

ENSEÑAR AFROCUBANÍA: OTRO DE LOS RETOS

“Yo soy educadora y siempre tengo dentro ese bichito de enseñar”, expresa Adriana en sintonía con Francys Fuentes, quien, en distinto lugar, momento e idioma, dijera: “once a teacher, always a teacher”. Estas ansias de educar han marcado también el devenir de Beyond Roots, pues, una vez establecidas las experiencias como negocio, el proyecto incursionó en los talleres, conferencias y otras actividades de promoción y enseñanza de la cultura afro en Cuba.

El proceso inicial de auto-instrucción no fue tarea fácil. Desde que empezaron a buscar datos sobre los negros esclavos en Guanabacoa notaron la dificultad, pues encontraban mucha información sobre la colonia y la forma de vida de los españoles en el municipio, pero notaron un vacío bibliográfico en el cómo vivían las personas esclavizadas. Según cuenta la fundadora, pagaron unas cinco visitas guiadas en el museo, siempre con nuevas preguntas para las guías, indagaron por todo tipo de bibliografía al respecto y terminaron yendo a la casa del ya fallecido historiador de Guanabacoa, donde les facilitaron varios textos escritos a mano por los cuales estudiaron. Luego fue necesario ampliar sus conocimientos sobre la cultura afro y añadir aquellos rasgos no tan visibles en ese municipio, pero sí en el país, para iniciar el proceso de promoción de la afrocubanía.

Francys comenzó solo como guía en las experiencias, pero antes, en otros trabajos, había hecho funciones de productora y organizadora, por lo cual terminó adoptando también ese rol en las actividades promotoras-educativas, las cuales asiduamente se hacen en relación con otros emprendimientos. “Hemos estado colaborando con muchos proyectos relacionados con la estética afro y con personas que conocen mucho sobre el tema, como es el caso de Erlys Pennycook con su línea Qué Negra, enfocada en el mantenimiento del cabello afro y rizado; también Barber Street, el Club del Espendrú, BarbarA´S Power; en fin, un montón de gente especializada en el tema”, comenta ella.

Quizás una de sus actividades más conocidas tuvo lugar hace varios meses bajo el nombre Yo Amo Rizos. Se trataba de un concurso de peinados afro-estéticos, el cual buscaba atraer personas con ese estilo que pudieran sentirse identificados con el trabajo de los proyectos relacionados. También han hecho pasarelas de moda, actividades con cortes de cabello y peinados gratis, entre otras; siempre bajo la máxima de visibilizar y transmitir conocimientos sobre esa cultura que mezcla elementos tradicionales africanos y cubanos.

No solo han logrado promover la afrocubanidad junto a otros emprendedores, sino también, desde el pasado noviembre, en conjunto con el gobierno municipal de Guanabacoa. “Este año –cuenta Francys– nos invitaron al Wemilere, el festival de las raíces africanas guanabacoenses. Ahí pudimos trabajar con el gobierno y las instituciones culturales locales y fue genial, porque es un evento muy importante del lugar en el cual empezamos, al que, según creo, le debemos mucho”.

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Miembros del proyecto Barber Street, como invitados de Beyond Roots, estuvieron haciendo arreglos gratis durante el festival Wemilere. Foto: Pedro Sosa

Hasta ese momento, según Adriana, no habían tenido relación alguna con las instituciones del municipio en donde realizan sus experiencias, solo con el museo y de manera informal. Por esto, a pesar de tener legalidad en cuanto hace, ella acepta haber tenido alguna incertidumbre sobre cómo se tomarían los organismos oficiales el hecho de que estuvieran llevando turistas a Guanabacoa y creando todo un emprendimiento alrededor de la comunidad, y ve con buenos ojos el haber sido tenidos en cuenta para el Wemilere. “Eso implica que ellos reconocen el trabajo de Beyond Roots” –expresa. “Además, me gustó mucho el haber sido invitados, porque sirvió para atraer gente joven, seguidores de nuestro proyecto, que usualmente no asisten a este festival”, agrega.

LA PRIMERA TIENDA DE ESTÉTICA AFRO EN CUBA

Repleto de productos con estilo africano-cubano, el local estaba casi vacío de personal el pasado 7 de septiembre. Solo había dentro algunos miembros de Beyond Roots, quienes esperaban impacientes la hora de apertura, mientras observaban por el balcón la fila cada vez más larga de personas que, enteradas del gran estreno a través de las redes sociales, estaban ansiosas por conocer la nueva tienda.

Una de los integrantes intentaba enganchar una cinta de lado a lado de la puerta, para poder cortarla al momento de la inauguración. Adriana, a modo de chiste, le dijo que no, que eso era “súper eurocentrista, clásico y conservador”. La fundadora agarró una jícara, la llenó de agua fresca y, en la puerta del edificio en el cual se encuentra su tienda, vertió el líquido para “limpiar el camino” e invitó a entrar al público, que la llenó hasta hacer casi imposible el caminar dentro.

La idea de vender sus propios productos inició también con las experiencias, pues querían ofrecerles suvenires a los clientes, pero no encontraban nada fuera del “cliché” de la mulata con el tabaco o quizás alguna representación de Elegguá, deidad yoruba.

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Los aretes están diseñados con texturas, formas y colores que representan la cultura afro. Foto:Pedro Sosa

“Mi hermana tuvo la idea de, además de la experiencia que ya hacía, empezar a darle regalos a los clientes –rememora Daniela Heredia, hermana de Adriana y estudiante de Diseño Gráfico. Empezó por guías de la experiencia y cosas así, y yo era quien hacía el diseño de esas cosas. Después se le ocurrió formar una especie de mini-tienda ambulante, aquí mismo en Guanabacoa, y hacían falta productos, así que empezamos a hacer gráficas de pulóveres con mensajes más específicos de la cultura afrocubana. También bolsas, pulsos, cosas así”. Ese puesto de ventas ambulante aún existe. Se trata de una maleta en la cual llevan varios productos de este tipo y abren al final de las experiencias, para darle la opción a los turistas de comprar algún recuerdo.

Los miembros de Beyond Roots usaban a menudo los mismos artículos comercializados y muchas personas, sobre todo en los eventos de cultura afro, se “enamoraban” de ellos y querían tener los suyos propios. Adriana se sentía identificada con esas personas, pues, como declara: “al ser una mujer negra que decidió llevar su pelo natural, no encontraba los productos apropiados para tratar mi cabello ni los accesorios con los cuales me sintiera bonita, acorde con mi estilo. Por ejemplo, a mí me gustan mucho los pulóveres y no encontraba las gráficas apropiadas para mí. Yo quería un pulóver que me hiciera sentir una mujer poderosa, quería caminar por la calle diciendo: ‘sí estoy orgullosa porque ando con tres mil ancestros caminando detrás de míʼ y no lo encontraba. Por eso, entendí la necesidad de empezar a diseñar para esas personas en Cuba, orgullosas de su afro-descendencia, que no encuentran los productos para mostrarlo”.

Así surgió la idea de hacer una tienda con su propio espacio físico donde pudieran comprar también los cubanos interesados. Adriana pensaba que no lo iba a lograr, “porque, aunque ya teníamos el local, estábamos hablando de crear una cosa desde cero. No existía nada”. Para conseguirlo, Beyond Roots continuó con su estructura de plataforma y buscó crear un punto en común entre muchos emprendimientos. “Por ejemplo –explica la fundadora–, nosotros colaboramos con Dʼ Brujas. Nos encantan sus jabones artesanales. Entonces, les dimos la idea de crear una línea de temática afro. Buscamos información de cada orisha, con los olores y los ingredientes característicos de cada uno y ellos se encargaron de producir la línea de jabones que hoy comercializamos”.

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La tienda de Beyond Roots está ubicada en La Habana Vieja, en la calle San Ignacio entre Jesús María y Merced. Foto: Pedro Sosa

De ese modo, pasaron un año y medio en el proceso de conexión con otros emprendimientos, para luego pensar y crear desde la nada cada objeto. Entre la gran variedad de joyas, ropa, adornos y otros productos de belleza, se encuentran las soluciones naturales para el cabello de Qué Negra, aretes de la marca Atájalas, aceites aromáticos de Greta Sphy y un sinfín de productos de otras marcas que, por ser promotoras de la afrocubanía, tienen en Beyond Roots su punto de convergencia.

En su constante afán de educar, Adriana quería “que la tienda se convirtiera en un centro de saberes, donde las personas vinieran no solo con la intención de comprar, sino también para aprender”. Por eso, ahí tienen también cápsulas de información digital que pasan a quienes quieran; las mismas van desde tips para el cabello rizado hasta historia de las religiones afrocubanas.

“Desde la inauguración de la tienda, me he encontrado con mucha gente que me dice: ‘ñó, qué bien que abrieron esto, algo así hacía falta hace ratoʼ; porque ya hay gente que se siente identificada. Tienen un lugar donde pueden preguntar, pueden satisfacer sus dudas, aprender de cultura, de historia”, opina Daniela Heredia, quien, sobre la esencia del emprendimiento de su hermana, dice: “es un negocio, es importante decirlo, pero va más allá de eso. Es un negocio que busca transmitir una cultura y si la gente lo sigue es porque ven en él lo que llevan dentro”.

Beyond Roots está lleno de gente blanca y negra, con pelo rizado, espendrú, dreadlocks y otros con peinados más convencionales, pero, al decir de Francys, nadie hace preguntas tontas como “¿y los dreadlocks no se hacen con escupidas?”, provenientes de la ignorancia y el imaginario colonizador hostil hacia las culturas afro. Por eso se sienten en familia, unidos a otros que piensan como ellos, e intentan abrir cada vez más mentes, hacer clic en más cabezas, para que lo afro no sea una simple moda sino parte arraigada de la cultura de un país que lo lleva en sus venas.

 

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