Foto: Sadiel Mederos.
Si baja la tasa de cambio, ¿por qué no disminuyen los precios?
15 / noviembre / 2022
En Cuba se ha normalizado la idea de que cuando sube la tasa de cambio informal de divisas el nivel de precios aumenta también. De ahí que sea lógico suponer que, del mismo modo, los precios disminuyen cuando la tasa de cambio informal baja.
Pero en los últimos días de octubre, los precios del USD, la MLC y el EUR (dígase sus tasas de cambio informales) bajaron. La situación constituyó una disminución aparente de los costos de compra de insumos para negocios y de bienes de consumo para particulares (en tanto se tienen que destinar menos pesos cubanos a la compra de divisas o MLC). Sin embargo, los precios no bajaron. Lo que nos dice que no se puede explicar metodológicamente el nivel de precios solo por las variaciones de la tasa de cambio informal de divisas.
Por ejemplo, los precios de panaderías, restaurantes, dulcerías, transporte privado se mantuvieron elevados. Es más, aunque la tasa de cambio baje, los precios no lo harán.
Los negocios
Se podría tomar como ejemplo la situación de Pavel, uno de los tantos emprendedores que tiene un negocio de cafetería con algunas mesitas. Como forma de adaptarse al desabastecimiento, decidió no tener un menú fijo, ni siquiera coherente. Por eso, lo mismo hay días que vende comidas (carne, arroz, frijoles), que picaditos de queso, chicharrones o panes con algo. Con las bebidas, igual. La filosofía de Pavel es: «mi rifle tira cualquier cosa». Para abastecerse, combina, deriva e integra diferentes fuentes de insumos.
Como todos los días vende alimentos y bebidas, tiene que comprarlos al precio que tengan, al igual que la divisa. Siempre termina por pagar los altos precios del mercado, sea el que ponen los revendedores, otros privados, así como los estatales y militares. Luego, transfiere los costos de compra al precio final al consumidor. No es que quiera, es que no puede hacer otra cosa.
El negocio, dedicado a la gastronomía, adquiere sus materias primas:
- en MLC, en los mercados mayoristas para privados;
- en MLC, en las mismas tiendas que en teoría son solo para los consumidores;
- en CUP, con productores agropecuarios, minindustrias derivadas y comercializadores;
- en otras tiendas en divisas reales, en las plataformas Katapulk, Supermarket, MallHabana.
Por razones de espacio en este texto, mejor centrarse en los puntos 2 y 3.
Hay un grupo de los insumos (cervezas, queso, refrescos, salchichas, aceitunas) al que Pavel solo puede acceder en las tiendas en MLC. Pues no puede esperar a que aparezcan en una tienda mayorista para privados. Ellas también padecen la escasez de algunos de los insumos que necesita y tienen costos adicionales e incluso extraoficiales. Para ello, al igual que todos los negocios semejantes, el emprendedor tiene proveedores, aunque él les llame compradores. Se trata de personas cuyo trabajo consiste en recorrer las tiendas en MLC para comprar esos insumos, y él paga por eso.
Así, cuando la tasa de cambio informal de la MLC comenzó a bajar, a Pavel se le redujo el costo de producción asociado a la tasa. Por lo que pensó en la posibilidad de aumentar la oferta o reducir precios en su venta. En lo que decidía qué hacer al respecto, su negocio debía seguir funcionando, así que mantuvo los niveles de compras de insumos. De todos modos, estaba teniendo ahorros por la reducción de la tasa.
Sin embargo, existe la posibilidad de que otros negocios similares hayan valorado también la opción de aumentar la compra de insumos, y con ello sus niveles de ventas.
Por otro lado, con el descenso de la tasa de cambio informal, algunos negocios que estuvieron cerrados temporalmente por falta de insumos pueden reabrir. También otros nuevos actores económicos pueden iniciar una nueva cafetería o simplemente convertirse en revendedores. Todos ellos estarían lanzándose a la compra de MLC para ir a las tiendas. Incluso, algunos estarían comprando un poquito para crear un fondo de MLC. Porque en escasez, acaparar es una virtud.
Por tanto, siguiendo su rutina, cuando los compradores-proveedores de Pavel lleguen a las tiendas, verán que hay más competidores.
Los argumentos de la hipótesis
Si realmente ha ocurrido el aumento de la demanda total, no ha sucedido un aumento de la tasa de cambio informal de la MLC, como podría suponerse. Podría deberse a que el aumento de compras para negocios en las tiendas en MLC se acompañó de una reducción de la demanda de MLC para consumo doméstico.
De hecho, esto último podría sobrevenir ante estantes vacíos. En la medida que se reduce la variedad de oferta en las tiendas en MLC, la moneda puede perder atractivo. El fenómeno se materializa cuando muchas personas destinan cada vez menos dinero a comprar en ellas. Por cierto, en las tiendas en MLC ganan más espacio productos de pequeñas empresas locales (pymes) que no resultan imprescindibles (salsas, sazones, etcétera) y son altamente costosos. Los acompañan un elevado número de frijoles en conserva, paquetes de arroz, frijoles y mercancías en las que el cubano no gastará, a no ser que no le quede más remedio. En pocas palabras, en la medida que disminuya lo imprescindible en la oferta en MLC, al ser sustituido por productos-relleno, el interés por la moneda puede disminuir.
A todo esto se le añade un récord de, al menos, 25 mil cubanos emigrados en un mes solamente. Tal situación implica también una disminución del número de consumidores nada despreciable.
La reducción del precio de la MLC puede traer un aumento de la demanda total de bienes y, en consecuencia, una escasez que encarece los productos. Sin embargo, el costo adicional que genera el desabastecimiento no se refleja en la tasa de cambio informal de la MLC. La razón pudiera ser aquella reducción de la demanda de MLC causada por el aumento de productos-relleno en las tiendas y la migración.
La escasez no es una hipótesis
Pero lo anterior es solo una hipótesis y, a ciencia cierta, no podemos saber si realmente ha ocurrido un aumento de la demanda por parte de negocios. Lo que sí se sabe es que ha aumentado el desabastecimiento. Es innegable que hay menos productos indispensables en los estantes de las tiendas que hace dos o tres meses. Con o sin aumento de la demanda por parte de negocios, hay menos oferta, más escasez y más dificultades para conseguir. Eso sí no es una hipótesis.
Como tampoco es una hipótesis la proliferación de colas, como forma social más visible de la escasez, si de mercado físico se trata. Su existencia obliga a destinar energías adicionales a la compra, ya sea para llegar más temprano y alcanzar productos, o por tiempo de estancia en la cola. La situación se puede mercantilizar fácilmente, a partir de los llamados coleros y sus formas institucionalizadas: los LCC (anticoleros, oficialmente, grupos de lucha contra coleros).
Pero la cola no es la única forma de expresar el aumento de competidores. El universo económico y social de la escasez tiene muchos más tejidos y conexiones que los aparentes. Así, a través de los proveedores se establecen vínculos informales con el personal de tiendas. El vínculo incluye beneficios a los directivos en muchos casos o avisos cuando entra mercancía. El aumento de la escasez provoca que aumente su costo correspondiente. El gasto caería sobre Pavel, quien lo pasará al consumidor final.
Al mismo tiempo, los proveedores del emprendedor también competirán con otros proveedores independientes o simplemente revendedores que, o bien buscarían vender a simples particulares para el consumo familiar, o bien para entrar en competencia con los proveedores de Pavel.
Por último, se añade el factor movimiento. Aun con todos los contactos necesarios, no todo está en la misma tienda. Si no se tienen los contactos, con independencia de que se haga la cola o se compre el turno en ella, hay que recorrer varios establecimientos para ver si hay algo de lo que se busca. Ese es otro gasto, en gasolina o transporte, tiempo y energía. Este gasto se incluirá en los precios de Pavel.
Es por eso que la escasez genera un costo adicional en el abastecimiento de los negocios privados. En esos escenarios, siempre habrá alguien que necesita comprar, pero no puede gastar su tiempo buscando el lugar y esperando su turno. Asimismo, habrá otro que no necesita comprar, pero tiene el tiempo para ello. Luego, cuando se tiene tiempo para hacer colas, aparece la oportunidad de explotar la ventaja para revender. En medio de una crisis, es casi imposible contener la posibilidad de sacar alguna ganancia. Cuando se necesita algo, ofrecer más dinero es inevitable.
Más costos
Por otro lado, está el campo cubano, de donde salen algunas carnes y frutas, vegetales, viandas, etcétera, que abastecen a los privados. Esa parte de la economía se encuentra en una crisis. Sus cifras de producción han ido en caída, a lo que se suma el fracaso muy predecible de las modestas e indefinidas 63 medidas de la agricultura, el abandono de planes en el sector, la falta de acceso a insumos y tecnología para sus productores, el actual régimen de propiedad de la tierra, y una larga lista de desincentivos que hacen que el escenario empeore.
A ello se agrega un factor a veces olvidado: el transporte. La crisis de combustible que atraviesa el país, visible en las largas colas en las gasolineras, encarece el transporte. Se trata de un factor clave en el desarrollo. Mover materias primas, buscarlas, desplazar trabajadores, todo ello, sigue encarecido.
Se puede añadir otro elemento: los apagones, que no solo resultan incómodos para el ritmo de la vida cotidiana, sino que paralizan la actividad laboral. Así, por ejemplo, un nuevo gasto se incorpora en algunos casos: la planta eléctrica; además del combustible para que funcione, tan difícil de obtener. Claro, no para todos.
En resumen, el cúmulo de gastos que no han disminuido impiden a los negocios privados reducir precios.
La formación de precios
Pavel incluirá los costos anteriores en sus precios. Pero eso no es todo. Su nivel de ingresos debe cubrir salarios, el suyo y la ganancia. Si bien en Cuba hay toda una tradición de salarios simbólicos, el emprendedor aspira a dar una remuneración medianamente decente. Es decir, que cubra el consumo de bienes y servicios. Pero, en contexto de escasez, todos los oferentes ponen precios que les permitan, cuando estén en la posición de consumidores, pagar los precios de otros. Por tanto, en los precios de venta debe incluirse el consumo según los precios de escasez —al menos el personal y queda por ver qué hará respecto al salario de sus trabajadores—.
Por último, existe un factor clave, el monopolio. Aunque el estereotipo de estos viene asociado a una gran empresa, uno de los fenómenos más aberrantes de la escasez es la pyme monopolio. Sucede cuando cualquier pequeño negocio o venta de algo, enmarcado en determinada territorialidad, tiene poder de mercado; fenómeno que se acentúa con la crisis del transporte. En pocas palabras, si Pavel no tiene ningún negocio similar (en calidad y precios) cercano, puede darse el lujo de fijar sus precios. A veces, algo tan sencillo como ocho cuadras puede determinar condiciones de monopolio. ¿O alguien apurado caminaría 800 metros más allá de su casa para ahorrarse 20 pesos en una bebida? Pues ese costo adicional para el consumidor puede ser aprovechado por Pavel. Aún más cuando sabe que, a lo mejor, el negocio que está a ocho cuadras puede no tener el insumo (porque hay escasez). Nada lo obliga a hacer lo contrario porque, de todas formas, Pavel tiene la cafetería llena. «La escasez es la explotación del demandante por el oferente», diría yo, si esto fuera una teleclase de octavo grado.
No menos importante, da igual cuán barato esté el transporte o la electricidad. Si hay pocos alimentos en relación a la demanda, siempre servirán de base para que el resto de la economía termine subiendo los precios.
Finalizar cuentas
Se puede resumir por qué, aunque la tasa de cambio informal de divisas baje, los precios del sector privado, que son los que determinan buena parte del consumo de bienes y servicios, no han bajado. Es muy probable que no lo hagan.
Sea o no por un aumento de la demanda de bienes que funcionan como insumos, asociados a la caída de la tasa, la escasez se ha mantenido. En algunos casos, ha aumentado, lo que incide sobre los costos asociados directamente a la producción.
La escasez provoca que los bienes de consumo para los oferentes privados se encarezcan. De manera que esto sea un gasto que deba sumarse al precio del producto final.
El desabastecimiento generalizado, reforzado con la territorialidad y las limitaciones por cuestiones de transporte, dan cierto poder de mercado a los oferentes, al dejarles un pequeño espacio para imponer precios.
Mientras como sociedad se han puesto los ojos y la responsabilidad en el mercado informal de divisas, ha seguido su camino el efecto de las malas decisiones económicas tomadas por el Gobierno, que exacerba la crisis.
En otras palabras, si la escasez de bienes de consumo fuera una empresa, la tasa de cambio informal sería solamente una de sus filiales. Está claro cuál es el problema.
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