—La visita del presidente a Escaleras de Jaruco me hizo recordar una canción de Silvio.
—¿Esa que dice: «Para subir al cielo, / lo que yo necesito / son dos ojos nuevos para ver / ay, para ver»?
—No. Me refería al tema «La escalera», sobre todo el fragmento que dice: «Mientras más ganaba altura, / la calle me parecía / más pequeña, menos dura, / como de juguetería. // Y sucedió, de repente, / que después de alimentarme / con la visión diferente, / solo quedaba bajarme».
—Qué falta haría… que Silvio volviera a cantarla, y que pudiéramos alimentarnos… con su poesía. De Canel no hay que agregar que se empeña en echar palante el país con el concierto del pueblo y su solo de trompeta.
—Llamando al combate… y a degüello si de malcriados, incómodos y respondones se trata.
—En los últimos meses ha fomentado los «Encuentros con la Historia». En ellos «se conversa y se reafirma, como con ojos rehechos, en la verdad de que venimos de gente que inspira orgullo, de gente cuya fibra explica la resistencia de hoy».
—Es más que notoria la fibra que consume. Por eso está cada vez más inspirado. En Duaba exclamó: «Cuando se va a San Lorenzo, uno se siente Céspedes; cuando se va a Baraguá, uno se siente Maceo; y cuando se va a La Plata, uno se siente Fidel; y cuando se viene aquí, también uno se siente Maceo». Nosotros lo sentimos por él, sí.
—Nuestra aguerrida y lírica prosa periodística insiste en el ejemplo que, a la vera de los matorrales, reciben de esos encuentros «los niños y adolescentes, los héroes del mañana, esos que, de forma silenciosa, una vez llegada a la adultez, harán producir con el sudor de su frente a nuestra fértil tierra».
—Ya no tan fértil a juzgar por el curioso hecho de que en el recorrido del primer secretario del Partido por los municipios de Jaruco y San Nicolás de Bari la comitiva visitó una fábrica de salsa de soya que no produce salsa de soya, una fábrica de pienso que no produce pienso y un central azucarero que no produce azúcar.
—El secretario de Organización, Roberto Morales Ojeda, que siempre lo acompaña, perdió una excelente oportunidad de manifestar: «Cuando se va a Jaruco y San Nicolás de Bari, uno se siente Canel».
—A ninguno de los dos les gustan las manifestaciones. Perdieron la oportunidad de demostrar que no es palabrería otra cosa que improvisó el presidente a los jóvenes en el mismo lugar en que desembarcó el Titán: «Cuando todos participamos enfrentando la adversidad, cuando todos enfrentamos los retos y los desafíos, cuando todos aportamos, cuando todos debatimos, cuando todos criticamos, cuando todos proponemos, y cuando todos entonces implementamos lo que proponemos y buscamos que lo que proponemos e implementamos quede bien y le aporte a la Patria, eso nos da victoria».
—¡¿Dijo eso?! Como para que tenga un poco de Honor y se vaya por Duaba en la goleta del mismo nombre.
—Porque si tú eres de los que «implementas lo que propones y buscas que quede bien», tienes que reunir a los trabajadores de las fábricas de salsa de soya y de pienso y explicarles por qué declaraste a bombo y platillo en diciembre de 2020: «Para la alimentación animal, el país ha de ir hacia el pienso de producción nacional, y si la soya es uno de sus componentes principales, entonces tenemos que producir más». Y argumentar por qué aprobaste un programa que «en un lustro prevé la siembra de cien mil hectáreas anuales y permitirá cubrir el cien por ciento del aceite que se consume y alrededor del veinticinco por ciento de lo necesario para el alimento animal», para aparecerte ahora a aplaudir que, en lugar de soya, se procesen «tomate, comino, orégano y pimienta».
—Peor es que el 17 de diciembre de 2021 el Granma, con el rimbombante título de «La industria azucarera saldrá adelante», publicara un artículo que decía lo siguiente: «“Salvar” puede ser una palabra fuerte, muy fuerte, pero fue la que utilizó el General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien propuso al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, para su reunión del pasado 16 de junio, elaborar una propuesta de medidas para la industria azucarera cubana, sus derivados y la generación de energía». El III Pleno del Comité Central del Partido le hizo tanto, pero tanto caso al líder, que aprobó noventa y tres medidas para salvar el sector cañero-azucarero. Incluían áreas como la producción de caña, la zafra, la generación de electricidad y los derivados. Ahora Miguel Mario cae de «flai» en la Empresa Agroindustrial Azucarera Héctor Molina, y ante la amarga realidad de que ya no fabrica la «dulce gramínea», sino alcohol, le suelta a los trabajadores: «Son experiencias que demuestran que existen salidas para no dejar de producir a pesar de las complejidades que han impedido al coloso hacer zafra en los últimos años».
—Que ninguno de esos colosos produzca para lo que fue diseñado es muy coherente en un país que no produce el socialismo que dice construir.
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