En las últimas cuatro décadas, los recursos pesqueros de la plataforma insular cubana se han reducido casi una cuarta parte del potencial que tenían en la década de los ochenta. A pesar de que los científicos enfatizan en la necesidad de disminuir el esfuerzo pesquero para permitir la recuperación de las especies, las empresas estatales cubanas, principales explotadoras de la plataforma, continúan enfocadas —al menos de forma nominal— en aumentar los volúmenes de pesca y utilizar los períodos de reproducción de las especies para disminuir costos y aumentar su escasa eficiencia.
No obstante, la idea de aumentar el esfuerzo pesquero pudiera ser contradictoria con lo que estipula la Ley de Pesca y con las declaraciones de las autoridades en relación con respecto de la normativa.
La Ley de Pesca, promulgada en 2019, tenía como propósito detener el deterioro de los recursos pesqueros marinos del país, según declaró en 2021 Ariel Padrón —exdirector de Regulaciones del Ministerio de la Industria Alimentaria y actual director de Negocios del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera—. En aquel entonces, el funcionario explicó que, como resultado de la ley, se habían establecido límites máximos de capturas anuales en la plataforma para favorecer la recuperación de las especies. En particular, señaló que para los peces se fijó una cuota máxima de 12 300 toneladas anuales, distribuidas entre los actores que operan en las aguas marinas.
LÍMITES DE CAPTURA Y PLANES CON LA ACUICULTURA
Si se examina la intención de las autoridades cubanas de incrementar el esfuerzo pesquero a la luz de los límites máximos de captura —en teoría establecidos tras la promulgación de la Ley de Pesca—, podría parecer que se están planificando capturas por encima de los niveles sostenibles. Lo anterior plantearía la pregunta: ¿a dónde se destinan las más de 12 300 toneladas de pescado que se capturan en la plataforma insular cubana?
Sin embargo, el problema no radica únicamente en el estado de los recursos marinos, como han sugerido las autoridades y la propaganda oficial. La escasez de pescado y productos del mar en la mesa de los cubanos también se debe a la incapacidad del sistema estatal pesquero para alcanzar, al menos, los volúmenes de captura definidos en la Ley de Pesca.
Según Armando Posada, presidente del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera, en lo que va de 2024 su entidad solo ha cumplido el 53 % del plan de capturas para el año, lo que representa alrededor de 15 000 toneladas de productos pesqueros. La cantidad supera el límite de capturas de pescado para la plataforma insular (12 300 toneladas) establecido en la Ley de Pesca. No obstante, la cifra no necesariamente indica una violación de los límites teóricos establecidos por las autoridades cubanas, ya que también se incluye en el volumen total de capturas (además de los pescados) otras especies marinas como la producción acuícola. Esta última es la principal «esperanza» para que la población cubana, en algún momento, pueda acceder al pescado.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2022 —último año con cifras desagregadas disponibles—, las cuatro principales especies cultivadas en aguas interiores de Cuba generaron alrededor de 14 000 toneladas. Aproximadamente, es la misma cantidad de capturas totales que reportó a finales de agosto de 2024 el presidente del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera (15 000). En la distribución de la producción acuícola en 2022 destacan cerca de 1 300 toneladas por especie de tilapia, carpa y claria; y unas 10 000 toneladas de tenca.
Entre 2017 y 2022 la acuicultura representó, en promedio, entre el 45 % y el 50 % de las capturas reportadas en el año, incluidos peces marinos y otras especies como camarones, langostas, ostiones y cobos.
Hasta la fecha, no se han publicado datos oficiales desagregados de la producción pesquera cubana en 2023 y 2024. No obstante, las autoridades del país aseguran que en 2024 enfrentaron grandes dificultades en relación con la disponibilidad de combustibles, cortes de electricidad, falta de hielo y financiamiento para la reparación de las embarcaciones (sobre todo, de las que operan en la plataforma marina). Dijeron, además, que los obstáculos influyeron para que se incumpliera, en aproximadamente la mitad, el plan de capturas totales planificado para el año.
A la vista de los datos anteriores, no sería sorprendente que la participación de la acuicultura en los volúmenes totales de captura haya aumentado. Para apoyar la afirmación, se puede citar el anuncio de Ariel Padrón; quien afirmó, en la emisión de la Mesa Redonda del 19 de septiembre de 2024, que «dada las dificultades que enfrenta actualmente la industria pesquera, el plan es sembrar el 100 % de las presas y micropresas del país» con especies como la claria y la tilapia.
MÁS INEFICIENCIA QUE DISPONIBILIDAD DE RECURSOS MARINOS
La propaganda cubana ha insistido en que la falta de productos del mar en la mesa del cubano se debe al estado de los recursos marinos en la plataforma insular. Sin embargo, la ineficiencia del modelo de desarrollo cubano juega un papel crucial en la escasez de estos productos en el país. Más allá de los límites que las autoridades han establecido para la captura de diversas especies, desde hace tiempo no logran pescar ni la mitad del volumen permitido —incluso dentro de los límites sostenibles que han fijado—.
El presidente del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera reconoció en la Mesa Redonda que, si solo cumplieran los planes, pudieran llegar a los límites máximos sostenibles de la plataforma (22 000 toneladas) y aumentar hasta tres veces la oferta actual de pescado y de productos del mar.
Desde 2019 —año en el que, en teoría, se establecieron los límites de capturas en la plataforma—, y según datos de la ONEI, el sistema pesquero cubano no ha logrado alcanzar ni siquiera las 5 000 toneladas anuales de pescado de mar. En 2020 casi se acercan a la cifra; capturaron 4 987 toneladas de pescado de diferentes especies (pargo, cherna, biajaiba, mochuelo, raya, bonito y rabirrubia). Sin embargo, en 2022 apenas pudieron capturar 3 000 toneladas. Los datos demuestran que la industria pesquera cubana en la actualidad no es capaz de capturar en la plataforma cubana ni la mitad del potencial productivo sostenible de pescado que pudieran (12 300 toneladas).
De manera similar ocurre con el camarón. Las autoridades calculan que la plataforma tiene un potencial sostenible de 600 toneladas anuales. Pero solo en 2019 alcanzaron esa cifra. Los años posteriores apenas llegaron a la mitad del potencial productivo (300 toneladas anuales como promedio). Para variar, en 2024, el presidente del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera anunció, como si fuera una buena noticia, no que lograron aumentar los niveles de captura, sino que detuvieron el decrecimiento.
La langosta es uno de los pocos productos de la plataforma que las autoridades han logrado mantener en niveles de producción estables y cercanos al límite sostenible. En relación con esa especie, las autoridades consideran que el límite máximo sostenible de capturas es 4 000 toneladas anuales. Entre 2019 y 2022, Cuba logró niveles de capturas cercanos o superiores a esa cifra.
Sin embargo, la langosta no es un producto que se comercialice en las pescaderías cubanas.
«LA POBLACIÓN NO SE COME LAS CAPTURAS»
En la Mesa Redonda del 19 de septiembre de 2024, Armando Posada intentó explicar la ausencia de productos del mar en las pescaderías cubanas con una frase antológica: «la población no se come las capturas». El funcionario quiso enfatizar en el hecho de que, a los diferentes destinos, llegan las producciones elaboradas por la industria pesquera del país y no las especies capturadas en su forma original.
Posada no dijo qué porcentaje de las capturas de la plataforma marina se utilizan para elaborar los productos que su grupo empresarial vende a la población o destina a los programas sociales. No obstante, sí aseguró que, aunque las empresas que dirige habían tenido un volumen de capturas inferior al año anterior, la producción industrial de 2024 había aumentado en relación con 2023. Asimismo, indicó que el 71 % de la producción aumentada —pero que aun así solo representa el 67 % del plan— se destina al consumo de la ciudadanía.
Pero ¿cómo el Grupo Empresarial de la Industria Pesquera pudo hacer realidad el eslogan socialista «más con menos»?
Armando Posada explicó que, ante la disminución de las capturas, su grupo empresarial había apostado por utilizar «otras materias primas». Los detalles sobre la iniciativa los ofreció un reporte televisivo transmitido por el Canal Caribe en mayo de 2024. En el material, Idania Piñeiro Morejón —directora de la Industria Pesquera en Cienfuegos— reconoció que, para cumplir con sus compromisos de entrega a la población, y sobre todo para cumplir con los planes sociales, habían utilizado materias primas «alternativas» que iban desde productos agropecuarios como la papa hasta el uso de materias cárnicas como el cerdo, la res o la MDM (masa deshuesada mecánicamente).
La alternativa explica por qué los productos más comunes, en las pescaderías cubanas, son croquetas y medallones cuya composición no se especifica o no está relacionada con productos del mar.
Diversos informes de la prensa oficialista han revelado también que gran parte de los alimentos producidos por la industria pesquera y destinados a la población provienen de la trituración y procesamiento de diversas materias primas no vinculadas con especies del mar. Los reportes muestran, y en algunos casos aseguran, que cuando se utiliza pescado en la producción industrial (en muchos casos) la materia prima proviene de la acuicultura, en particular de la especie más cultivada en los embalses cubanos, aunque sea la menos aceptada por la población, la tenca.
La mayoría de las croquetas son producidas por Prodal, una de las empresas pertenecientes al Grupo Empresarial de la Industria Pesquera. Las croquetas han sido criticadas en el pasado, por muchos cubanos, por la capacidad que tenían para explotar.
Los elementos anteriores permiten afirmar que el dato de que el 71 % de la producción de la industria pesquera cubana se destina a la población, no dice nada en cuanto al acceso de la ciudadanía a las capturas de la plataforma marina.
¿A DÓNDE VAN A PARAR LOS PRODUCTOS DEL MAR?
Aunque las capturas en la plataforma son muy limitadas, algo se pesca. Sin embargo, en las pescaderías no se venden pargos, langostas ni camarones. Tampoco parece que se utilicen para la producción de las croquetas y los medallones que se venden en los comercios estatales ¿A dónde van a parar entonces los productos de la plataforma?
La respuesta, aunque no ha sido esclarecida por completo, puede entenderse si se analiza otro de los parlamentos del presidente del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera en la Mesa Redonda. Ante una pregunta de Randy Alonso sobre los porcentajes de la producción industrial que se destinaban a la población, a la exportación y al turismo; el funcionario dijo que «solo destinaban el 14 % de la producción industrial a la exportación». Más tarde, Cubadebate aseguró en su nota resumen del espacio televisivo que el 15 % restante (sumando el 71 % destinado a la población y el 14 % de la exportación) de la producción industrial pesquera cubana se destina al turismo.
Pero los números generales referidos sobre la producción industrial impiden determinar cuáles son los productos que se utilizan como base del 30 % de la producción industrial destinada al turismo y la exportación.
No obstante, ante el incumplimiento de la obligación estatal de aportar datos desagregados que vayan más allá de los números globales, es legítimo afirmar que ni las croquetas Prodal ni la tenca utilizada para producirlas se destinan a la exportación ni al turismo. Tampoco sería descabellado afirmar que, dado los bajos volúmenes de captura de productos del mar y la alta demanda en el mercado internacional, las autoridades cubanas destinan prácticamente todos los recursos marinos capturados en la plataforma insular a la exportación y al turismo.
Para aclarar estas dudas, sería muy útil que el Estado cubano publicara qué porcentaje de las capturas de la plataforma insular se destina a la producción industrial pesquera que termina en los hoteles o en el mercado extranjero. Los resultados serían muy reveladores.
Podrían demostrar —a pesar de los esfuerzos propagandísticos por negar la realidad— que la ausencia de productos del mar en la mesa de los cubanos es consecuencia de la ineficiencia del modelo productivo, de la falta de apoyo a la pesca privada y una decisión unilateral de las autoridades que determinaron que los cubanos no deben comer pargos, langostas ni camarones. Es mucho más rentable vender esos productos a quienes pueden pagarlos, los turistas y los extranjeros.
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castro
El bobo de la yuca