Hace tres años, Juan Reinaldo Pérez Pardo, un desconocido en los titulares del béisbol cubano, salió del sombrero de los «cuadros» puesto a dedo y se sentó en el asiento principal del pasatiempo nacional.
Un desconocido, sin carrera ni méritos plausibles —al menos enumerables— en un país que respira béisbol, tomó las riendas de un deporte que ya estaba de capa caída y sin presidente tras la muerte de Higinio Vélez (quien mantenía el mando desde 2008). En un país donde también los cargos son eternos, a pesar de aquello de «cambiar lo que debe ser cambiado».
Pérez Pardo aseguraba entonces que iba a defender el «legado» de Vélez y lo que «significaba el béisbol para Cuba». No obstante, dejaba claro que seguiría la misma línea obsoleta de tratamiento a los peloteros cubanos en el exterior que no se alineen con «los principios de la Revolución»; o sea, con su línea ideológica.
Uno de los primeros que le dio un espaldarazo fue Riccardo Fraccari, el presidente de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol (WSBC, por sus siglas en inglés), quien lo calificó de «amigo» y aseguró que lo conocía de «hace mucho tiempo» y que trabajaba con «pasión, amor y capacidad» para el deporte.
Durante su mandato se abrieron ligeramente las puertas del equipo Cuba solo a algunos escogidos (ninguno de los grandes nombres de cubanos en Grandes Ligas) para eventos internacionales, a sabiendas de que sin ellos no alcanzarían algún puesto decoroso. De allí salió el cuarto lugar del V Clásico Mundial de Béisbol.
Esta semana, Pérez Pardo fue ratificado al frente de la Federación Cubana de Béisbol (FCB) por más tiempo (la nota oficial no esclareció cuánto). Tres años después, ¿qué hizo el dirigente villaclareño para mantenerse en el cargo?
Según el reportero deportivo Ernesto Amaya, la reelección de Pérez Pardo no sorprendió a muchos debido a «la tendencia de perpetuar cargos» en la isla, pero confirmó que «el amiguismo y la falta de transparencia» son los pilares del béisbol cubano.
«La trayectoria profesional de Pérez Pardo ha estado marcada por más desaciertos que logros, con escasos aspectos rescatables en su haber», aseguró Amaya.
Para varios especialistas de la comunicación deportiva en Cuba (los que pueden hablar), los resultados están a la vista: el éxodo constante de talentos, entrenadores y personal técnico hacia otras naciones es una señal clara del descontento y la falta de perspectivas en el ámbito deportivo cubano.
Mientras otras federaciones beisboleras en el mundo apuestan por la innovación, la profesionalización y la apertura, en Cuba el pasatiempo nacional sigue y seguirá atrapado en un esquema cerrado, en el que las decisiones se toman entre pocos y nadie rinde cuentas.
En Cuba está demostrado hace años que no hay que saber para dirigir, que solo basta con obedecer y Pérez Pardo eso lo aprendió muy bien.
Tras el penoso onceno puesto en el Premier 12, con varios «internacionales» y una Liga Élite que de élite solo tiene el nombre, Pérez Pardo se limitó a prometer «mejoras» con palabras vacías que nadie se creyó en medio de la crisis social y energética que afecta a la isla y al deporte en general.
En un discurso que rozó el absurdo, el funcionario prometió un plan de desarrollo cuatrienal para el béisbol, sin mostrar un solo respaldo financiero creíble, como si las palabras pudieran tapar huecos en los terrenos o llenar los estómagos de los entrenadores y jugadores y familias.
Su discurso, más cercano a un monólogo de ficción que a un plan serio de trabajo, transitó rápidamente hacia la demagogia, salpicado de frases rimbombantes y promesas recicladas.
Sus palabras no solo ignoraron las condiciones materiales reales, sino también el profundo descontento de la comunidad deportiva y la afición. Palabras que están en el mismo hilo de las personas que dirigen la isla, esos que acaban de ratificarlo en el puesto. Más de lo mismo.
La realidad, esa que no se tapa con retórica, enfrenta a Pérez Pardo con la certeza de una afición que ya no cree en palabras huecas ni en dirigentes que juegan a gobernar como si el país fuera un juego de dominó.
Pérez Pardo parece decidido a estirar su permanencia al frente de la FCB, pero eternamente, amigos, no hay nada.
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