¿Qué comen los pacientes en los hospitales cubanos?

¿Qué comen los pacientes en los hospitales cubanos?

17 / abril / 2024

La alimentación es uno de los elementos más importantes durante la estancia de una persona en el hospital. La alimentación adecuada facilita la recuperación del paciente y, en la mayoría de los casos, evita la Desnutrición Relacionada con la Enfermedad (DRE) que puede derivar en otras complicaciones y estancias hospitalarias prolongadas.

La calidad de los alimentos en las instituciones de Salud cubanas es precaria, tanto para los pacientes como para los trabajadores. Muchas familias con ingresos monetarios que lo permiten optan por alimentar a sus allegados con comida que elaboran en casa. Pero no es una posibilidad para todos, dado el costo de los alimentos y la dificultad logística de desplazarse al hospital en cada turno de comida con la crisis del transporte en la isla. La alternativa familiar, además, no siempre garantiza la dieta que requiere el paciente, una responsabilidad que corresponde a la institución de Salud.

El Reglamento de Salud Pública para internos y acompañantes en instituciones hospitalarias indica que los pacientes tienen el derecho de «recibir los medios que garanticen su higiene personal, ropa, lencería y medios necesarios para su alimentación». El documento no descarta la posibilidad del autoabastecimiento al informar el horario de visitas y las disposiciones vigentes en relación con la entrada de alimentos.

Entre agosto y noviembre de 2023, Food Monitor Program (FMP) entrevistó alrededor de 45 cubanos que pasaron estancias hospitalarias sobre las condiciones de la alimentación. Entre las tendencias identificadas resalta que casi la totalidad de los ingresados no consumieron la comida de la institución, sino que se alimentaron de lo que sus familias llevaron cada día.

Para mantener las dietas necesarias para la recuperación, varios pacientes dependieron de familiares en el extranjero que les enviaron alimentos más nutritivos y variados que no encontraron en sus lugares de residencia.

Denuncias en redes sociales 

En 2023 fueron visibles en redes sociales las denuncias de pacientes sobre la penosa calidad de los alimentos que recibieron durante sus convalecencias hospitalarias. Las quejas, en su mayoría, no se referían a las restricciones de las dietas hospitalarias (dieta líquida, dieta blanda, semiblanda), sino a la «imposibilidad humana» de ingerirla por resultar repulsiva, insípida o mal cocinada.

En junio de 2023, los familiares de una mujer embarazada denunciaron la precaria alimentación que recibió en el Hospital General Universitario Dr. Enrique Cabrera, en La Habana. En septiembre, la familia de un paciente del Hospital Municipal Docente Iluminado Rodríguez (Jagüey Grande) realizó una denuncia pública similar: «La comida de un enfermo (…), plátano sin sal y agua hervida, sin una gota de aceite, es una falta de respeto para una persona que está ingresada darle como alimento eso». 

Testimonios similares podían leerse un año antes. Una internauta denunció en agosto de 2022 que en el Hospital Provincial Gineco-Obstétrico Mariana Grajales, en Villa Clara, una embarazada con bajo peso recibió arroz, media lasca de jamonada y sopa «con cuestionable calidad». La cubana reclamó la ausencia de cualquier tipo de hortalizas, vegetales o frutas que eran necesarias debido a su estado.

En septiembre del 2023 se difundieron quejas sobre la condición de los pacientes de larga estadía del Hospital Psiquiátrico de Manzanillo, en Granma: «La mayoría presentan una delgadez extrema, desnutrición por falta de alimentación, están famélicos por el hambre que pasan a diario, se les marcan los huesos y el pellejito y tienen el abdomen abultado». 

La lamentable precariedad de la alimentación de personas en situación de vulnerabilidad responde también al deterioro de la infraestructura necesaria para la preparación y cocción de los alimentos. En abril de 2023, los infantes ingresados en la sala de terapia intensiva del Hospital Pediátrico Octavio de la Concepción y la Pedraja, en Holguín, no recibieron los nutrientes en el estado correcto por un mal funcionamiento de la máquina procesadora. Una madre acompañante advirtió: «Las fórmulas para alimentar a nuestros hijos son envasadas en botellas de cerveza de cristal y la tapa es un pedazo de papel amarrado con una gasa».

Estudio de Food Monitor Program 

Como parte de la indagación sobre el tema de la alimentación hospitalaria, FMP entrevistó hasta noviembre de 2023 a varios adultos que estuvieron ingresados o que fueron cuidadores de menores de edad o de familiares con dependencia funcional. Las entrevistas, conducidas en tres provincias del país (La Habana, Cienfuegos y Guantánamo), abarcaron diferentes dolencias y situaciones. Entre las personas entrevistadas se incluyeron mujeres hospitalizadas por embarazos de riesgo, posparto con complicaciones, pacientes en estancias posquirúrgicas (mayormente por peritonitis) y en un mayor número de ingresados por dengue hemorrágico o por COVID-19.

Casi la totalidad de los entrevistados aseguraron haber recibido alimentos escasos (poca cantidad), poco nutritivos, en estado sanitario dudoso, mal cocinados o poco apetecibles. Las personas entrevistadas asociaron la situación con los alimentos a la precarización generalizada del sistema de Salud y del país. Refirieron, también, la carencia de los medicamentos e insumos que necesitaron durante sus tratamientos.

«La comida era bien mala. Yo no la comí ni una vez porque mi padecimiento me pone el estómago delicado y muchas cosas me dan asco, más esos alimentos mal preparados... Se supone que la alimentación de un paciente en mi condición debe ser buena y especializada, mucho más para quienes van a someterse o se están recuperando de una operación. Pero la que me dieron es la misma de todos los sitios, algún caldo con poca sustancia, arroz con piedras, fongo o calabaza hervida si tienes suerte y, en un caso excepcional, algún ínfimo pedazo de proteína», afirma una de las personas entrevistadas. 

La alternativa de muchas personas fue asumir la alimentación de sus familiares. «Mi madre iba dos veces al día para llevarme la comida que cocinaba en casa. Luego se quedaba a dormir conmigo para poder despertar a los enfermeros de noche para que me suministraran los antibióticos, también para ayudarme a ir al baño y esas cosas. También debía traerme el agua para beber ya que en el hospital los bebederos no tenían las condiciones adecuadas. Y eso que el Fajardo había sido recientemente remodelado», explicó una de las pacientes. 

Algunos de los entrevistados aseguraron que, en ocasiones, los galenos recomendaron no consumir la comida del hospital: «Primero porque no tenía la preparación adecuada para mi estado (una dieta blanda y antiácida); segundo, porque admitían que no tenía la higiene adecuada y yo estaba en una situación delicada», aseguró uno de los entrevistados.

En etapas de colapso institucional como ocurrió durante la pandemia, los testimonios narran una situación más crítica.

La madre de una niña de un año de edad que fue hospitalizada por coronavirus contó a FMP: «Fue una experiencia terrible. Primero, por la pésima condición en la que se encontraba el lugar. Luego, porque nos ingresaron a ambas, pero solo la bebé recibió tratamiento. A pesar de estar contagiada yo también, no era contemplada como paciente sino como acompañante. No había agua en un lugar con ocho madres con sus hijos pequeños, todos enfermos».

Los pacientes en total aislamiento —narra la madre, residente en La Habana— recibían alimentos insuficientes o «inadecuados» para la edad de los niños y su condición de salud. Tampoco permitieron que los familiares llevaran comida. «Nuestra fuente principal de alimentos (…) fueron las cacharras que preparaba mi familia y traía mi esposo. Para poder pasarlas tenía que pagarle al personal». 

Sin embargo, otros pacientes reportaron una experiencia diferente en relación a la seguridad. «Entraban vendedores con refrescos y jugos de cajita y yo tenía puesta una sonda nasogástrica y prohibido terminantemente el suministro de líquido por vía normal. Alguien con menos disciplina que la mía podía bien haberse saltado la indicación fatalmente», recuerda otra paciente.

Una mujer de 31 años que debió permanecer ingresada sin acompañante por no residir en La Habana, vio afectada su recuperación debido a las deficiencias en la alimentación.

«Terminé con la hemoglobina muy baja y perdí mucho peso. El médico me recomendó mucha carne de vaca o caballo y comida sana en general, pero yo no tenía de dónde sacarla. Cuando salí del ingreso estaba súper flaca. De hecho, mi alta demoró más de la cuenta. Mis defensas estaban bien bajas y estaba anémica. Realmente he logrado mejorar un poco con la cañandonga y el té de moringa que ayuda algo», asegura.

Otros afectados

Los pacientes no son los únicos afectados por la mala calidad de la alimentación en los hospitales. Los galenos, sometidos a largas jornadas y turnos de guardia, reciben comidas similares. 

En 2022, varios profesionales de la Salud de diferentes provincias mostraron los menús compuestos por caldo, arroz y boniato; o arroz blanco y potaje de chícharos; o arroz, sopa y mermelada de mango.

Un galeno admitió ante el lamentable encuentro de una uña postiza en la comida: «Hemos normalizado tanto la falta de todo que hasta pasados unos minutos no calculé en toda su magnitud la gigantesca asquerosidad que representaba aquello… No soy una persona particularmente escrupulosa, pero no pude seguir comiendo».

La mala alimentación, el desabastecimiento generalizado de equipos, de insumos y la sobrecarga laboral por el déficit de personal sanitario son factores que en 2022 empujaron a más de 12 000 profesionales a salir del sistema de Salud Pública.

En la mayoría de los países es parte del protocolo de atención de las instituciones de Salud garantizar que los alimentos sean seguros para el consumo, proteger los alimentos durante la manipulación y el transporte, así como capacitar al personal sobre la seguridad alimentaria y realizar inspecciones periódicas.

La atención sanitaria en Cuba muestra un fallo sistémico que también se evidencia en la incapacidad para garantizar la alimentación requerida por los pacientes. La situación se ha perpetuado y agravado a tal punto que las familias deben importar alimentos, medicamentos e insumos clínicos para garantizar el tratamiento de los enfermos. 

Sin embargo, la importación de los insumos y alimentos no es una opción para muchos cubanos sin recursos. Ello puede significar la disminución de la calidad y la esperanza de vida en un país que cada vez depende más de excepciones aduanales y ayudas desde el exterior para garantizar un mínimo de dignidad en la vida diaria de los habitantes de la isla.

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Arnold

Los grandes logros de la revolución solo se ven en las casas de miramar y siboney. El resto de los 11.000.000 a pasar hambre, privaciones y vejaciones. Lo inconcebible es la cantidad de débiles mentales que siguen tragando con la revolución, el bloqueo, el pueblo.....
Arnold

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