Los números lo confirman: en noviembre de 2024 se ha agravado la situación eléctrica en Cuba. En medio de apagones prolongados de más de 20 horas ocurrió un segundo black out general del sistema eléctrico nacional, mientras pasaba el huracán Rafael por el occidente del país y a solo 19 días del anterior.
Si en meses anteriores se podía hablar de crisis cíclicas, que empeoraban por la desconexión de una termoeléctrica grande o por las intermitencias del combustible en Cuba, después del verano fue evidente que no se trata de hechos puntuales. El Gobierno es incapaz de producir la energía que necesita el país; ni con las termoeléctricas, ni con las patanas, ni con los grupos electrógenos, ni con las fuentes renovables de energía. En el contexto actual, la suma de todas las tecnologías es insuficiente. En otras palabras, la situación normal es crítica, y a veces, puede ser peor.
En noviembre, las «afectaciones reales» de electricidad promedio cada día fueron de 1 463 MW. Lo que significa que en el horario de máxima demanda ―entre las 6 y las 10 de la noche― aproximadamente el 50 % del país estuvo apagado. Las afectaciones reales son el valor máximo que informa la Unión Nacional Eléctrica (UNE) al cierre del día. El cálculo se basa en la demanda total del país porque, en la práctica, la distribución de los apagones no es equitativa en todas las provincias. Solo La Habana consume 25.8 % de la energía del país, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas.
El análisis de los datos revela un déficit de generación eléctrica constante y significativo en noviembre. Las cifras son preocupantes: el déficit diario ha oscilado entre 1 098 y 1 525 MW, con un promedio aproximado de 1 354 MW. Esta brecha entre la demanda y la capacidad de generación es la raíz del problema que mantiene a Cuba en penumbras.
Los pronósticos diarios de generación, que oscilaron entre 1 556 y 1 902 MW, contrastan con una demanda promedio de 3 088 MW. Esto significa que el Gobierno cubano puede producir entre la mitad y la tercera parte de la energía que demanda el país. El déficit pone de manifiesto la gravedad de la situación que se traduce en prolongados apagones.
Las autoridades locales determinan las horas sin electricidad a partir de la «afectación» nacional. De acuerdo con los partes diarios de la UNE, el sistema eléctrico nacional tuvo «afectaciones» en 694 horas y 44 minutos del mes. Por tanto, en noviembre solo hubo 25 horas y 16 minutos durante las que no hubo apagones en algún barrio por falta de capacidad de generación, siempre en el horario de la madrugada.
Termoeléctricas: un sistema en colapso
Si miramos la generación de energía, vemos que en noviembre la mitad de las centrales termoeléctricas (CTE) no generaron electricidad. Cada día, de las 16 unidades instaladas en el país, entre seis y diez unidades estuvieron fuera de funcionamiento por diferentes causas.
Las ocho termoeléctricas: Mariel (tres unidades), Santa Cruz (tres unidades), Matanzas (una unidad) Cienfuegos (dos unidades), Nuevitas (dos unidades), Felton (dos unidades, una de ellas fuera de servicio todo el año) y Renté (tres unidades) tuvieron un funcionamiento intermitente en el mes.
La situación es particularmente grave en algunas centrales. La unidad 2 de la CTE de Santa Cruz y la unidad 5 de la CTE de Renté, en Santiago de Cuba, estuvieron en mantenimiento todo el mes y en los primeros días de diciembre. En la termoeléctrica de Cienfuegos, después del apagón total el 7 de noviembre, ninguna de sus dos unidades generó electricidad; y la unidad 3 no funcionó ningún día del mes. La unidad 5 de Mariel se reportó averiada todo el mes.
Aunque en noviembre un mayor número de CTE han estado fuera de servicio, el reporte diario de la UNE solo ha informado valores de déficit por generación térmica entre 251 y 445 MW. Esto representa el promedio más bajo de los últimos cinco meses anteriores (julio, 442; agosto, 437; septiembre, 487; octubre, 482 y noviembre, 341). Según el parte diario, aunque menos termoeléctricas han funcionado, el déficit de electricidad diario debido a la falta de generación térmica es menor que en meses anteriores. Estos datos resultan contradictorios, sobre todo considerando que no se ha aumentado la capacidad de generación.
Combustible insuficiente
La otra causa del déficit de energía eléctrica en el país es la falta de combustible. Según datos de la UNE, se han dejado de producir 9 941 MW por falta de combustible. Los grupos electrógenos y las patanas fueron las fuentes de generación que más se afectaron por la falta de combustible; solo una unidad termoeléctrica ―la 5 de Nuevitas― estuvo sin funcionar por esta causa el 22 de noviembre.
Durante todo noviembre, la patana de Santiago de Cuba tuvo sus motores apagados, lo que representó entre 64 y 67 MW diarios menos de generación por falta de combustible. También las patanas ubicadas en Regla y Melones, en La Habana, apagaron motores por falta de combustible, al menos diez días del mes.
En el caso de los grupos electrógenos, entre 37 y 78 han estado fuera de servicio cada día. Como promedio, 256 MW menos por este concepto.
El análisis de los datos diarios refleja que se deja de producir más electricidad en Cuba por falta de combustible que por la salida de las termoeléctricas. La diferencia es que estas las últimas utilizan en su mayoría crudo cubano, el resto de las tecnologías necesitan combustibles importados.
Los llamados al ahorro energético, aunque necesarios, tienen un impacto limitado frente a un sistema que opera por debajo de la demanda.
Mientras tanto, el Gobierno cubano publicó el Decreto 110, que entrará en vigor el 26 de diciembre y legaliza la «contingencia energética», como le han llamado a los picos de una crisis que es permanente. Además, transfiere una parte de la responsabilidad de la generación eléctrica a los denominados «altos consumidores» y les exige que se autoabastezcan en un 50 % a partir del uso de energías renovables.
Aunque el objetivo de esta normativa es reducir las cargas del Sistema Eléctrico Nacional, el economista Pedro Monreal publicó en X que «la noción de que cada “actor” económico debe generar su “propia electricidad a partir de fuentes renovables de energía” pone en riesgo la poca “modernidad” que le viene quedando a la economía cubana». Según Monreal, esta medida adiciona una barrera a la inversión económica que se suma a «la bajísima tasa de acumulación del país y a la distorsionada estructura de inversiones (sesgada hacia el turismo)».
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